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La vida de todos los días en Bagdad, desde lejos

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

La situación en Irak está que no da más. Hoy ven las noticias que miembros del Ejército Mehdi en el sur, la milicia del clérigo chií Muqtada al-Sadr, se tiroteó con miembros de la GNI (Guardia Nacional Iraquí) que en el sur está formada sobre todo, si no enteramente, por miembros del Ejército Badr, también un grupo chií. Así que ahora hay chiíes combatiendo contra chiíes.

Mientras tanto en Bagdad las cosas están igual de malas. Abu Talat, mi amigo e intérprete, estuvo hablando con su familia que vive en el distrito al-Adhamiya de la capital. Justo al otro lado del río Tigris, frente a Adhamiyah, que es predominantemente suní, se encuentra el vecindario Khadamiyah que es sobre todo chií.

Un coche bomba estalló dentro de Khadamiyah y mató a por lo menos un GNI, así que la gente en esa área comenzó a disparar a través del Tigris hacia Adhamiyah. Según dos fuentes en Adhamiyah, se causó considerable daño a varias casas – cristales rotos, muros acribillados de balas, etc. Cuando la gente dentro de Adhamiyah comenzó a devolver el fuego, un avión de combate de EE.UU. bombardeó una pequeña mezquita en Adhamiyah, por motivos desconocidos hasta ahora.

Abu Talat estaba hablando por IM (Mensajero Instantáneo) con su mujer cuando ella casi se desmayó porque bombas y balas se acercaban a su casa.

«¿Qué puedo hacer?», me preguntó Abu Talat desde un ordenador cercano en un café de Internet, «Mi familia está en gran peligro y ¿qué puedo hacer para ayudarles?»

Lo miré en silencio… no supe qué responder.

Le ayudé a encontrar números de teléfono de amigos y otros miembros de su familia en Bagdad para que trataran de ir a ver cómo le iba a su familia. Los llamó cinco veces, comprobando su situación mientras lloraba. Entre llamados, dejaba el teléfono y hundía la cabeza entre sus manos.

Abu Talat habló después con su hermana, que le dijo que soldados iraquíes allanaban casas en su barrio y detenían a hombres en «edad combatiente» que, si tomamos la definición militar de EE.UU., cuando realizan allanamientos, significa hombres en edades aproximadas entre 15 y 50 años.

«Casi se llevaron a mi sobrino», me dijo, frustrado, Abu Talat. «Pero gracias a que su padre les dijo que su hijo era médico y que actualmente ya no sale nunca de casa, permitieron que se quedara.»

Abu Talat hizo que sus dos jóvenes hijos fueran con su mujer a la casa de parientes para que no fueran detenidos. Aunque uno de sus hijos, Ahmed, sólo tiene 14 años. Ahmed es un muchacho delicado, de voz suave, que no le haría daño a una mosca.

Cuando estuve en Bagdad en febrero, un día estuvimos tomando té en el hogar a Abu Talat. Ahmed salió y comenzó a pulir los zapatos de su padre.

«No necesitas hacer esto ante Dahr», dijo Abu Talat a su hijo más joven.

«Eres mi padre, y yo soy tu hijo», respondió Ahmed, «Quiero limpiar tus zapatos. Dahr comprende que es lo que un hijo hace para su padre.»

Abu Talat sonrió y levantó sus manos con una inmensa sonrisa en su cara.

Mi amiga Aisha que está aquí, también iraquí, tiene un amigo que vive en Adhamiyah.

«Se fue justo el día antes de que todo esto ocurriera para llevar a su hijo enfermo a Amman para que traten su cáncer», me dice mientras nos sentamos más tarde durante esa noche bajo palmeras y una luna casi llena, mientras cenaba con su madre.

Su amigo cree que su hijo tiene envenenamiento por uranio empobrecido.

«Supo que una de las habitaciones de su casa fue destruida por un misil disparado por un helicóptero estadounidense», agregó agitando la cabeza.

Las cosas se tranquilizaron, relativamente, en Bagdad después de los acontecimientos del día 20, así como durante el día siguiente.

Sin embargo, hoy llegó Abu Talat en estado de pánico y preguntó por el número del móvil de Ahmed.

«Acaban de dispararle», me dice, y compartí el pánico de mi amigo y comenzamos a buscar el número de su hijo.

Ahmed iba caminando por la calle cuando dos hombres le exigieron su anillo y su móvil. Cuando Ahmed comenzó a gritar «¡Ladrones, ladrones!» lo patearon en la ingle y le dispararon con sus pistolas por sobre la cabeza. Amenazándolo con sus pistolas, comenzaron a robarle.

Abu Talat recibió la información de su hijo mayor, llamó a casa y descubrió que su joven hijo estaba en su hogar llorando, pero bien.

«Tiene sus exámenes mañana y ahora está durmiendo», explica Abu Talat con lágrimas en los ojos. «Está bien, pero terriblemente alterado»

Así es la vida en Bagdad hoy en día. Es la vida de un querido amigo cuya familia vive en peligro y de sus intentos de mantener contacto con ellos desde Amman. Es una familia en una ciudad de 5,5 millones de iraquíes, que se esfuerzan por sobrevivir a la ilegalidad brutal, caótica, causada por la ocupación anglo-estadounidense que ha destruido su país.

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