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Las cicatrices de la guerra en los niños iraquíes

Fuentes: The Globalist

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Con un solo psiquiatra trabajando en los hospitales públicos, el sistema sanitario iraquí no está preparado para tratar a sus niños, muchos de los cuales sufren trastornos de estrés post-traumático (PTSD, por sus siglas en inglés) debido a la larga guerra. Nuestro corresponsal de Middle East Times International, César Chelala, investiga esta apremiante cuestión.

La gran cantidad de niños que sufren trastornos de estrés post-traumático (PTSD) es uno de los legados más tristes y menos conocidos de la guerra de Iraq.

El hecho de que una clínica nueva para tratarlo, abierta en Bagdad el pasado mes de agosto, sea la primera de este tipo dice mucho de cómo se está tratando este problema.

El Dr. Haider Maliki y su equipo en el Hospital Central de Enseñanza Pediátrica de Bagdad han tratado a cientos niños que sufren PTSD. Cientos de miles siguen sin recibir tratamiento.

El Dr. Maliki, que es el único psiquiatra infantil de todo el país que trabaja en un hospital público, nunca ha recibido formación como psiquiatra infantil. Asumió este puesto cuando vio la enorme necesidad que tenía su país de este tipo de profesionales. Como es bien sabido, los niños son especialmente vulnerables al estrés, la violencia y los desplazamientos.

Apenas pasa una semana en Iraq sin que haya nuevos signos de violencia que han provocado tanto a niños como a adultos unas cicatrices mentales permanentes. El Dr. Haithi Al Sady, decano del Centro de Investigación Psicológica de la Universidad de Bagdad University, ha estudiado los efectos del PTSD en los niños iraquíes. Según él, un 28% de los niños iraquíes sufre algún grado de PTSD y está cifra aumenta de manera constante. Es fácil ver que la situación mental de los niños se ve afectada por los cotidianos asesinatos, explosiones, secuestros, ruidos amenazadores y por la confusión reinante en muchas ciudades iraquíes.

El PTSD en niños puede afectar a su cerebro y provocar efectos a largo plazo que pueden alterar su desarrollo. Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Stanford descubrieron que los niños con PTSD tienen muchas posibilidades de sufrir una disminución del tamaño de la zona de su cerebro llamada hipocampo, que es una estructura cerebral fundamental para el proceso de la memoria y las emociones.

Es probable que un estrés padecido durante un periodo largo de tiempo provoque unos efectos más graves. Según un informe de UNICEF de 2003, más de medio millón de niños iraquíes quedaron traumatizados por el conflicto. UNICEF afirma que desde que empezó la guerra casi dos millones de niños fueron desplazados de sus hogares. Según esta organización, «los niños iraquíes, víctimas ya de un cuarto de siglo de conflicto y privaciones, se han visto atrapados en una tragedia humanitaria que empeora a gran velocidad». «Los niños iraquíes están pagando un precio demasiado alto», afirmó en diciembre de 2007 Roger Wright, Representante Especial de UNICEF para Iraq.

Las informaciones recogidas por UNICEF procedentes de diferentes fuentes apoyan esta afirmación. Para finales de 2007, aproximadamente 75.000 niños se vieron obligados a vivir en campos [de refugiados] o en refugios temporales. Muchos de los 220.000 niños desplazados en edad de recibir enseñanza primaria vieron interrumpida su educación. A ellos hay que sumar los aproximadamente 760.000 niños que ya habían abandonado la escuela primaria en 2006.

Según testimonios de niños que están actualmente en la cárcel y de niños que lo han estado, hay cientos de niños en la cárcel, algunos con solo nueve años de edad, en celdas en las que viven hacinados y con frecuencia son objeto de abusos sexuales por parte de los guardias de la cárcel.

Como fuerzas principales detrás de la invasión de Iraq, Estados Unidos y Gran Bretaña son ambos responsables no sólo de mantener el orden, sino también de satisfacer las necesidades médicas de la población. La salud mental de los niños es una de las necesidades más urgentes.

Lo que ahora se necesita es aumentar los fondos para UNICEF y otras organizaciones que trabajan con niños y con grupos vulnerables en Iraq. Se deben construir nuevas clínicas que traten las necesidades mentales de los niños.

Además, profesionales estadounidenses, británicos y del resto de Europa con experiencia en trabajar en situaciones de conflicto y con niños afectados de PTSD pueden aportar una valiosa ayuda. Una generación de niños iraquíes ya ha pagado un precio demasiado alto por esta guerra.

Link: www.theglobalist.com/printStoryId.aspx?StoryId=7621