Tras diez y ocho meses de ocupación, Irak parece haber caído en el caos… Amjad Al Jawhari.- Cerca del 70% de la población irakí está en el paro; la economía ha sido casi destruida por la ocupación y la violencia presente. Los servicios sociales han desaparecido y no hay ya ninguna protección, no hay ley […]
Tras diez y ocho meses de ocupación, Irak parece haber caído en el caos…
Amjad Al Jawhari.- Cerca del 70% de la población irakí está en el paro; la economía ha sido casi destruida por la ocupación y la violencia presente. Los servicios sociales han desaparecido y no hay ya ninguna protección, no hay ley ni seguridad. Es la población la que paga el precio. Con por un lado los crímenes monstruosos de las fuerzas de ocupación, como se ha podido ver en Faluya y en numerosas ciudades y, por el otro, los del Islam político, sea su ala chiita o la sunita, que hacen todo lo posible por que estalle una guerra étnica. Estamos frente a una «miliciarización» de Irak con, además, una pretendida resistencia que mata decenas de veces más civiles que soldados americanos. Las mujeres son sistemáticamente atacadas por esos grupos cuyo proyecto es llevar a Irak a la edad de piedra. La población está descorazonada por la ocupación y por las milicias de diversas obediencias que palían la hostilidad creciente de los irakís hacia ellas por un refuerzo del terror y de la dominación mediante las armas.
¿Hay resistencias sociales?
A.Al Jawhari.- Por supuesto, se iniciaron en cuanto cayó el régimen. Con luchas para expulsar al antiguo encuadramiento baasista, reciclado por las fuerzas de ocupación. Numerosas luchas han tenido también lugar en los sectores de la electricidad o las industrias mecánicas, para la mejora de las condiciones de trabajo y de los salarios, dado que no se aplica ya ninguna regla social. Por otra parte, hay trabajadores que han organizado grupos de autodefensa armados para expulsar a las bandas de Moqtada Al Sadr, sirviéndose de sus lugares de trabajo como base de sus acciones, en Nassyria por ejemplo. Hemos renovado esta experiencia con éxito en dos barrios de Bagdad. Es por otra parte una de las claves para hacer frente a la situación: la organización de las poblaciones para prohibir la entrada de las milicias y fuerzas ocupantes en las ciudades. Otra lucha significativa, la de los parados. Hemos organizado decenas de manifestaciones, algunas reprimidas por las fuerzas de ocupación. Imponemos contrataciones y tomamos a nuestro cargo una ayuda humanitaria destinada a las poblaciones desplazadas y sin abrigo.
¿Puedes presentarnos tu organización?
A.Al Jawhari.- La Federación de los Consejos Obreros y Sindicatos de Irak ha sido fundada en diciembre de 2003. Federa sindicatos y consejos obreros sobre la base de la autoorganización. Nos apoyamos en unos 500 delegados elegidos por sus sindicatos y consejos, implantados en numerosos sectores profesionales. Estamos bien implantados en el Sur del país, donde contamos con alrededor de 10.000 miembros y donde continuamos extendiéndonos. Por otra parte, acabamos de organizar estos días una conferencia que reagrupó a decenas de sindicatos y consejos de la región de Basora representando a los sectores de la energía, del petróleo y del transporte marítimo principalmente, y ha sido una mujer, Kifah Hasn, quien acaba de ser elegida como portavoz. Es un paso importante en la estructuración de la progresión de nuestra fuerza y la defensa de los derechos de los trabajadores. Nos enfrentamos evidentemente a las fuerzas de ocupación y a su gobierno fantoche, que intentan hacernos callar. No quieren reconocer, por ejemplo, más que una sola federación sindical a sus órdenes y prohibir cualquier otra expresión. Del sindicalismo a la farsa electoral de enero próximo, esto se inscribe en una voluntad global de prohibir toda libertad de expresión y de organización y de reducir el campo político solo a las milicias religiosas y tribales que apoyan la ocupación y el gobierno provisional.
Justamente, ¿qué alternativa construir frente a la ocupación y a las milicias?
A.Al Jawhari.- Nuestro objetivo es reagrupar a los trabajadores para defender sus derechos, cualquiera que sea su origen religioso o étnico. Queremos construir y realizar su unidad inscribiéndonos, al lado de camaradas que luchan por la libertad de las mujeres principalmente, en una perspectiva más global, la de una alternativa progresista, laica y social a la ocupación americana y a la opresión islamista. Frente a esta guerra llevada acabo contra la población por sus dos frentes, ambos un veneno mortal para los trabajadores y el pueblo irakí, debemos construir y reforzar este tercer frente, social y democrático, el único capaz de conseguir la libertad para todas las mujeres y hombres de Irak. La única resistencia victoriosa será social.
Traducción de Alberto Nadal