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El militarismo teatral recibe más reseñas negativas

Las fotos monstruo de Rumsfeld y las secuelas de Abu Ghraib (II Parte)

Fuentes: From The Wilderness Publications,

Traducido para Rebelión por Germán Leyens (En la primera entrega de este informe en varias partes, Stan Goff presentó a los neoconservadores con algunas excusas a los medios. Su embarazo era la mutilación psíquica o física de otros. En esta continuación, Goff considera otros desastres de relaciones públicas (las Relaciones Públicas es lo que vale […]

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

(En la primera entrega de este informe en varias partes, Stan Goff presentó a los neoconservadores con algunas excusas a los medios. Su embarazo era la mutilación psíquica o física de otros. En esta continuación, Goff considera otros desastres de relaciones públicas (las Relaciones Públicas es lo que vale la diplomacia en estos días) que condujeron a la segunda guerra contra Irak. Menos que deleitada, con el saqueo estadounidense de la economía post-soviética, es seguro que Rusia suministró ayuda clandestina a Irak; y cuando la administración Bush administró a Turquía la arrogante expectativa de que cumpliera enteramente con los planes de guerra de EE.UU., Turquía le hizo un signo sólidamente democrático con el dedo del medio. Junto con la innegable monstruosidad de Abu Ghraib – que, como ahora sabemos, fue originada directamente por los niveles más elevados del Departamento de Defensa – todo esto sugiere que la próxima etapa en el interminable camino bélico no será un paseo – JAH)

(FTW) — Con la moneda que pagues, te pagarán.

Los rusos no lo dijeron en 2002, pero la arrogancia de la administración Bush frente a las aspiraciones rusas, el propio persistente, rencoroso, complejo de inferioridad ruso por haber comenzado su marcha obligada hacia el modernismo sólo en los años 30, la humillación de haberse derrumbado bajo la presión de la Guerra Fría, y la muy tangible nueva realidad de que EE.UU. estaba a punto de expulsar a los rusos hacia la periferia del globo, se fusionaron integralmente en una gélida retribución.

Rusia comenzó a aconsejar a Irak. Su consejo político y sus maniobras apuntaban en particular a retardar, retardar, retardar…, para hacer cada vez más concesiones a Naciones Unidas como un medio para alzar la vara para que los estadounidenses pudieran legitimar su tan ansiada invasión.

En marzo de 2002, informó el Telegraph de Londres, se estableció firmemente este vínculo. El Telegraph sugirió que también podrían haber suministrado asesoría y ayuda militar.

Dije lo mismo en «Full Spectrum Disorder» (Soft Skull Press, 2004).

Las acusaciones de Estados Unidos de que los rusos estaban suministrando ayuda material eran probablemente exactas. Los rusos habían unido entonces su suerte a la de «la vieja Europa» y China, y apuntaban a debilitar el poder de EE.UU. en toda oportunidad. Sospeché que no sólo habían suministrado equipamientos y entrenamiento en el uso de esos equipos, sino también asesoría en la reorganización de las fuerzas armadas iraquíes.

Es seguro que alguien lo hizo.

Las fuerzas armadas iraquíes habían abandonado su antigua doctrina de estilo soviético, basada en blindados, masa, y comando centralizado. Ahora habían adoptado aparentemente tácticas más adecuadas a las Operaciones Especiales: ágiles y descentralizadas. Un cambio semejante requiere una reorientación muy intencional y sistemática a través de toda la estructura. Esto constituye una reacción «asimétrica» a la doctrina de alta tecnología que EE.UU. desarrolló para superar la doctrina de su propio predecesor. La reorientación doctrinaria iraquí resultó ser sorprendentemente efectiva, incluso a pesar de que a menudo fue trágicamente poco seria en su ejecución, al salir los iraquíes a las calles simplemente para disparar sus RPGs y ser aniquilados por una ola de fuego y plomo.

En diciembre de 2003, Estados Unidos reaccionó abiertamente con un anuncio del Pentágono que excluía a Rusia de todo contrato en Irak posterior a la invasión.

Dmitry Rogozin. de la Duma, dijo que esta acción «muestra el afán de venganza de la actual administración de EE.UU.»

Asia Times informó (Sergei Blagov, «Putin to expand strategic partnership with China,» Asia Times, 12 de marzo de 2004) que Rusia expandiría sus acuerdos con China. Parte del acuerdo fue un pacto estratégico de energía. Otra parte fue un aumento de la importación china de armas rusas.

Como vinagre balsámico y aceite de oliva extra virgen… petróleo y fusiles.

Pero volvamos a nuestro informe sobre cómo esas circunstancias se convirtieron en una tormenta política, catalizada por algunas fotografías que podrían llegar a destruir la administración Bush.

Mientras los matones que aconsejan a la Casa Blanca hacían de las suyas con Ahmed Chalabi, antes de su naufragio, Turquía, aliada de la OTAN, se encontraba en medio de una elección.

Es importante señalar que Turquía es una «democracia» que sirve el gusto de sus propios militares, los que en sí tienen una base histórica de poder que está profundamente implicada en el tráfico de drogas. Nótese también que EE.UU. se ha basado tradicionalmente en los militares turcos para asegurar resultados políticos favorables a Washington. La mayoría de los ciudadanos turcos son turcos étnicos (que son en sí un compuesto histórico de numerosos grupos) y musulmanes desde el punto de vista religioso.

Estambul, la capital, se encuentra en el Bósforo, un estrecho que separa Europa de Asia, y, como señaló Louis Proyect después de una visita para visitar a sus suegros en enero de 2003, se encuentra en una falla geográfica que podría rivalizar con la de San Andreas.

La línea de la falla geológica tiene obviamente su contraparte en la ciudad y en la precaria ubicación del país en las plataformas político-tectónicas que dividen el Occidente cristiano del Oriente islámico. Cuando estas plataformas chocan con toda fuerza, el impacto puede ser tan devastador como cualquier terremoto. Estambul es geográficamente única. Es la única ciudad del mundo, que yo sepa, que se encuentra a horcajadas sobre dos continentes. Imagínate que tomes tu coche cada mañana en Asia y pases por un puente para ir a trabajar en Europa. No sólo es una ciudad dividida en el espacio, también está dividida cultural y políticamente.

Esta división que han manejado con tanto cuidado las elites económica, militar y política turcas fue subrayada en todo su relieve después del 11 de septiembre.

Hay que acentuar que el Bósforo es un inmenso punto de trasbordo de petróleo. En 2003, Rusia se quejó amargamente de que el paso por Turquía era demasiado lento para el crudo de los Urales. El establecimiento de una base permanente de EE.UU./la OTAN: Camp Bondsteel, en Kosovo después del despedazamiento de Yugoslavia organizado por la OTAN (con la ayuda del Ejército de Liberación de Kosovo financiado con heroína) allanó el camino para que las compañías petroleras de EE.UU. que operan en la región del Caspio (que desde entonces se ha convertido en el mayor descalabro petrolero de la historia reciente) eviten el Bósforo. Constituyó una inmensa traición política a Turquía – estado miembro de la OTAN – que profundizó las sospechas turcas respecto a sus aliados europeos.

Halliburton, la compañía de Dick Cheney, construyó Bondsteel, lo que no debiera sorprender a nadie.

Sin fustigar demasiado la historia de Turquía, es importante comprender que el kemalismo, la corriente política prevaleciente en Turquía – que es interpretada a menudo por Occidente como un rechazo del Islam – es un sistema en el que el estado existe por sobre la religión. Fue edificado dentro de las complejidades del siglo XX y después de la desastrosa alianza de Turquía con los alemanes en la I Guerra Mundial. La ideología oficial fue inicialmente pan-islámica, pero se desarrolló como una identidad racial pan-turca, que constituyó un método efectivo de control social de la mayoría turca, mientras el estado masacraba sistemáticamente a los albanos y sometía a los kurdos como una colonia interna.

Con el tiempo, la estabilidad económica y política de Turquía llegó a depender absolutamente de la represión de los kurdos (la mayor «minoría» de Turquía), y esta represión forjó un movimiento revitalizado por la autonomía kurda. Esta habilidad de desviar el descontento general del público hacia un nacionalismo sobre una base racial se hizo crecientemente importante en tiempos de inestabilidad económica – los que para Turquía comenzaron en serio en 1991 y que sólo se han hecho peores bajo la dirección del Fondo Monetario Internacional.

Pero subsiste el hecho de que el espacio vital contiguo kurdo – al que algunos se refieren como Kurdistán – se extiende más allá de Turquía hacia Irak, Irán y en menor grado hacia Siria. La «cuestión kurda» para Turquía, por lo tanto, está necesariamente internacionalizada.

No es pura coincidencia que el Kurdistán iraquí se encuentre sobre los campos petrolíferos más ricos de la nación, con su centro político en Kirkuk.

Los kurdos solían gobernar una parte importante de la región, después de que el líder militar kurdo, Saladino, expulsó a los europeos de Jerusalén en 1187. Prosperaron porque la región – que aún no había sido arrastrada a la edad de los hidrocarburos – era una encrucijada comercial entre Europa, África y Asia. Pero con el así llamado descubrimiento de las Américas, la región entró en una depresión económica permanente y los kurdos se reorganizaron en gran parte como sindicatos criminales dirigidos por señores de la guerra.

En su artículo de febrero en Swans «The Kurdish Pawn,» Louis Proyect dice:

«Además de estar económicamente marginados, los kurdos fueron aislados geográficamente. Prefirieron vivir en las montañas o en cerros montañosos, subsistiendo gracias al pastoreo de ovejas y a la agricultura en pequeña escala…

«Después de que los otomanos crearon un nuevo sistema económico regional basado en el comercio entre el norte de África y Asia Central, no estaban seguros de cómo los kurdos se ajustarían al cuadro general. Finalmente decidieron hacerlos formar parte de los Hamidiye, una casta guerrera que funcionaba más o menos como los jenízaros – esclavos de origen cristiano que gozaban de privilegios y poder político a pesar de su estatus de súbditos. No obstante los elevados ideales de sus líderes nacionalistas, los soldados kurdos se unieron a los turcos en la matanza de otros pueblos sometidos como ser los armenios…

«Durante décadas sus dirigentes han subordinado las necesidades de la nación kurda en su conjunto a sus propios objetivos estrechamente autodefinidos dentro de cada estado. Traiciones, acuerdos a trastiendas y la represión de tendencias más radicales dentro de la lucha kurda han constituido la norma, no la excepción» (1)

Proyect continúa citando al erudito Amir Hassanpour:

«El movimiento kurdo por la autodeterminación ha sido dividido en facciones consecuentemente. En una suprema ironía, los dirigentes kurdos iraquíes lanzaron a sus propias peshmergas (milicias) a principios de los años 90 contra los separatistas kurdos del Partido de Trabajadores Kurdos (PKK), basados en Turquía, en parte para complacer a sus benefactores de EE.UU. en la lucha contra los iraquíes árabes. EE.UU. había declarado, por cuenta de Turquía, su aliado en la OTAN, que el PKK era una organización ‘terrorista'» (2)

El PUK y el KDP son dos facciones kurdas en Irak, cada una apoyada por EE.UU. para debilitar a los baasistas iraquíes. Su rivalidad estalló en una mini-guerra fratricida en 1992, que costó 3.000 vidas, casi tantas como las que fueron asesinadas en los ataques químicos durante la guerra Irán-Irak que posibilitaron tanto capital propagandístico durante los preparativos para la última invasión de EE.UU.

En «Reckless Disregard,» un artículo de 1999 de Vera Saeedpour citado por Proyect en su superlativo artículo en Swans, señaló:

«Los kurdos iraquíes, acostumbrados de largo a sufrir en guerras entre guerrillas y gobiernos, se vieron de nuevo asediados, esta vez no por Bagdad, sino por kurdos. Su nuevo lamento llegó a ser: «Incluso Sadam Husein no hizo algo semejante». Pero nadie quiere escuchar, mucho menos publicar, su sufrimiento. Sólo Amnistía Internacional produjo un tardío informe en 1995 sobre abusos de los derechos humanos de kurdos bajo administración kurda. Human Rights Watch no ha producido hasta ahora una sola palabra sobre el tópico. En su celo por suministrar documentación en apoyo del caso del Departamento de Estado contra Sadam Husein por sus abusos contra kurdos en los años 80 – para lo que recibió considerables fondos -ignoró deliberadamente los abusos de kurdos contra kurdos en los años 90.» (3)

Los peshmergas kurdos del norte de Irak fueron mantenidos por cortesía de EE.UU. durante toda la guerra de baja intensidad entre las dos invasiones de Irak por EE.UU., y combatieron efectivamente junto a las Fuerzas Especiales de EE.UU. en la última campaña terrestre. Ahora forman un inmenso e impredecible factor político en una zona en la que una década de autonomía política protegida por EE.UU. sólo ha alimentado el deseo popular de un Kurdistán independiente – que es anatema para las elites de Turquía.

Todavía quedan nuevas tormentas militares y políticas que esperan para formarse de esos turbulentos vientos.

Esto pone en contexto las elecciones turcas de 2003, en las que EE.UU. sufrió su primera derrota política. Se convirtieron en un revés militar que adelantó varios años el desarrollo de una resistencia guerrillera creíble en Irak.

En 2002, el sentido generalizado de humillación turco a manos de los EE.UU. – humillación nacional y humillación económica – alcanzó su punto máximo en una agitación política.

Con un poco de ironía política, el sistema de «representación proporcional» turco que exige por lo menos un 10% de los votos para que un partido se califique para tener un asiento en el parlamento, un sistema diseñado para proteger la dominación de los salientes, se convirtió en una sorpresiva y arrolladora victoria del Partido Islámico de Justicia y Desarrollo (AKP), que obtuvo sólo un 35% de los votos (mucho más que cualquier otra formación) y terminó por tener dos tercios de los asientos en el parlamento.

En ese momento, Turquía se estaba preparando a autorizar el uso de suelo turco para que los militares de EE.UU. lanzaran su ofensiva terrestre de norte a sur hacia Irak, a pesar de que más de un 90% del público turco se oponía a ese plan. Esa autorización requería la aprobación de una ley por el parlamento turco.

Incluso el AKP, recién llegado al poder, tuvo que tomar en cuenta a los militares turcos, que apoyaban la ayuda a la invasión estadounidense. Los militares turcos ya habían demostrado que se iban a apartar de la político sólo hasta cierto punto.

Cuando votaron el 1 de marzo, después de que la invasión ya había sido planeada y los preparativos se encontraban en la hora undécima, el parlamento votó por una sorprendente y estrecha negativa a EE.UU., incluso después de masivos sobornos e intimidación tanto de Washington como de facciones en Ankara. La presión determinante sobre el parlamento turco y el Partido Islámico elegido, fue el movimiento de masas contra la guerra en Turquía, y el peso del movimiento de masas internacional contra la guerra, que lo respaldaba.

De «Full Spectrum Disorder«:

¿Cómo había llegado el movimiento contra la guerra a convertirse en una fuerza material en el campo de batalla iraquí?

Una instantánea de la situación táctica, por lo menos lo que se podía deducir de diversos informes, reveló que el plan original de batalla tuvo que ser abandonado. La complejidad de la planificación de una operación militar de esa envergadura es simplemente indescriptible, y toma meses para poder hacerla correctamente. Pero la inesperada pérdida de frentes de base, en Turquía en el norte y en Arabia Saudí en el sur, obligó a una total reconstrucción de los planes en cosa de días. La operación ya no podía seguir siendo postergada. La espalda del agresor estaba colocada contra el muro del clima. Ya habían comenzado las tormentas de arena anteriores al verano, y a fines de abril el calor dentro del equipo de protección química de un soldado podía llegar a 60 grados centígrados.

El movimiento internacional contra la guerra había concretado la oposición política en todo el mundo e impuesto las demoras que culminaron en que el Consejo de Seguridad de la ONU se convirtiera en un campo crucial de batalla. Para la izquierda anquilosada que no podía ver más allá de su propios dogmas simplistas y que desechaba a la ONU por motivos ideológicos – y por lo tanto idealistas – fue un ejemplo de cómo la política se convierte dialécticamente en una realidad militar.

Habíamos llevado a un punto muerto a la administración Bush, obligándola a postergar la guerra, y tuvo efecto. Hasta hoy tiene un efecto. No hay que dudarlo.

Toda la 4ª división de infantería seguía sentada en sus barracas esperando que su equipo navegara alrededor de la Península Arábiga en barcos de carga porque el parlamento turco les negó su frente de batalla. Aviones tácticos de mediano y corto alcance que podrían haber atacado docenas de objetivos clave fueron marginados porque se les prohibió que despegaran de Arabia Saudí para lanzar su cargamento.

Dentro del Departamento de Defensa había otra guerra entre los generales del ejército y del cuerpo de marines y la camarilla de «revolucionarios» doctrinarios que impulsaban la descabellada idea de Rumsfeld, de una ciberguerra combinada con comandos.

La nueva «doctrina» estaba creando un desastre militar en Irak. Rumsfeld se negaba a tomar conocimiento de lo que sucedía ante sus ojos: que en la guerra, que es una forma extrema de política, el éxito no se mide con un sistema de puntos como en un torneo de golf. No se mide en recuentos de cuerpos o en inventarios de material bélico destruido. En realidad, no es perfectamente mensurable de ninguna manera. El éxito tiene que ser evaluado respecto a las expectativas de la operación militar y sus objetivos finales – que son siempre políticos. EE.UU. infligió un terrible daño empírico en el sudeste asiático y terminó por perder la Guerra de Vietnam. EE.UU. nunca llegó a comprender el carácter político de esa guerra.

La frágil Turquía estaba afectada por una severa crisis económica. Su población de mayoría musulmana acababa de elegir a un moderado Partido Islámico y la oposición popular a la guerra era abrumadora.

La clase gobernante turca no podía permitirse otra insurrección de nacionalistas kurdos, y los militares turcos no tenían la menor intención de ver que un estado kurdo tomara forma en el sur. Como resultado de la invasión estadounidense de Irak, tras su exterior estable, Turquía se estaba convirtiendo en un barril de pólvora, y Kurdistán era una caldera.

Las implicaciones políticas alcanzan profundamente a Europa, donde hace menos de dos años EE.UU. presionó entre bastidores para que Turquía ingresara a la UE como su caballo de Troya.

Alemania tiene una población importante de turcos y kurdos, y el gobierno alemán sigue teniendo un temor real y justificable de que una guerra abierta en el Kurdistán iraquí se extienda a las calles de ese país.

Para tranquilizar a los kurdos, EE.UU. tuvo que amenazar a los militares turcos para retenerlos, y los kurdos suavizaron su lenguaje sobre un Kurdistán independiente.

¡Oh!, la enmarañada red que tejemos… Casi se podría oír a Ian Malcolm diciendo: «Ya me voy cansando de tener razón todo el tiempo».

Y luego tenemos a Arabia Saudí.

1 Louis Proyect, «Resistance: In The Eye Of The American Hegemon: The Kurdish Pawn,» Swans, Special Issue on Iraq – February 2, 2004. http://www.swans.com/library/art10/iraq/proyect.html

2 «The Kurdish Experience,» Middle East Report, July-August 1994.

3 Reckless Disregard, Peacework, November 1999,

http://www.afsc.org/pwork/119 9/119914.htm

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