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Las luchas sociales tienen rostro rebelde y cuerpo de poesía

Fuentes: Rebelión

Existe una rama de poesía que trasciende más allá de las experiencias metódicas encriptadas a la literatura y a su estética tradicional. En este caso, sin corrección ni margen haremos referencia a un género de poesía indisciplinada, célebremente cuestionada por romper moldes y estatus; por no respetar órdenes ni reglas académicas, no acatar exigencias a límites impuestos ni limitarse para incomodar a quien fuere, sin importarle nombre, apellido, cargo, firma o poder a damnificar. Este fugado ramaje de la Lengua tiene potestad enjuiciada por incurrir atrevido y con dureza fortalecida ante necesidades sin horarios ni cuenta, posee soltura sentenciada por desconocer dialectos alusivos a dudas y tremulaciones. A veces, esta poesía lidera lo subversivo de las masas desde el frente roto de sueños y bienestar. Tras su reflexivo idioma silabeando belleza y disconformidad habitan los poetas sociales. Precisamente por esto haremos foco en uno de ellos, entre lo extenso a destacar sobre particularidades y excepciones propias del género, y de quienes vigorosamente lo constituyen.

Desde Argentina llega a Cultura Rebelión la poética de Lucio Albirosa, decidor sin costo valuado, dueño de una pluma valiosa reconocida a nivel nacional e internacional y premiaciones incontables bajo su tintero. Para hablar de su obra, antes deberá ser materia primordial apreciar minuciosamente su flor de conciencia, cuyos pétalos de crítica reflexiva se abrieron prematuramente en búsqueda de un rumbo andante por donde emancipar, paso a paso, los derechos correspondientes a cada ser humano (aquellos siempre postergados bajo privación ilegítima, violación, vulneración y otras largas obviedades difíciles de enumerar).

La musa combativa de este poeta y el desenlace tenaz latente en cada uno de sus poemas, paralelamente de la queja y disconformidad abrazadas a una bandera genuina de compromiso; es también aquel asiduo, resistido y hasta negado laboratorio donde bien pueden analizarse los estatutos en que se recalca la química enferma de la realidad, es un método erudito de protesta reivindicando desde el arte cualquier tipo de expresión contestataria al alcance; las injusticias en su triste esplendor y hasta lo más fatídico de la inmoralidad humana. Desde esa práctica susceptible y dócil donde pocos minúsculos verán llorar los ojos del día, desde esa profunda hondura de virtud que permite observar la risa abierta de la vergüenza; Albirosa logra comprender la vida, la urgencia y sus raíces de miseria. En lo sucesivo funda lo bello y perfecto del caos sin tregua ni paz, que bien pudiese estar aconteciendo ante sus ojos o en cualquier punto remoto de Sudamérica.

Lucio vive en la mendocina ciudad de Maipú (Arg). Pervive junto a la inquietud de faroles destinados para alumbrar los lados más terribles y oscuros del mundano suelo en todo su espesor. La rebelión titila en sus retinas, viste su cuerpo un sobretodo descolorido a desigualdad, fuma tabaco amargo humeante de cenizas y habla poéticamente, cuan proclamas de sentido universal, para advertirnos que:

“… Al otro lado de las noticias/ agolpando economía y patrios sucesos, / la moda de la farándula/ y publicaciones vendiendo inventos;/ el continente alberga un niño infinito/ dentro de un monasterio de dudas/ donde los fieles ponen precio a la sonrisa/ y ofrendan a sus santos el silencio…” (*)

Este poeta utiliza asiduamente un léxico forajido sin vacíos ni sobrantes y, desde ese acto, el principio y final de un todo relevante pueden concluir de inmediato, aferrándose sin enmienda ni acentuación preparada. Así lo denota “Juan Creciente”; contundente poema, hiriente metáfora, transparente mensaje sosteniendo extendido repudio y ante esto, no podrá existir crítica negativa desmoronando la exactitud filosófica erguida hasta la cima donde se vislumbra toda verdad sin ningún tipo de objeción. Apenas con leer ocho líneas fidedignas al lema caligráfico auténtico de su desenvolvencia, llega la pausa. Todo se detiene súbitamente ante una prodigiosa descripción imposible de halago adecuado para el dolor transmitido.

Después, cuando el sol de ayer aún no logra atravesar los mapas enteros del duelo, Albirosa viene en guitarras para unir toda la sangre junta en una sola canción:

“…Es esta la denuncia que casi nunca termina,

La que brotó del sudor de mis hermanos,

que monte adentro o a campo afuera

dejaron su vida esperanzada al hueco de sus manos;

aquellos que otorgan el sacrificio solo al patrón

y sus hijos no conocerán ni libros ni escuelas:

aquellos que a destajo y explotados a sol de yugos

son enarbolados con el mínimo de las miserias… “

“…Vengo con el estandarte de los trabajadores oprimidos

sembrando una batalla pa´ opacar sus quebrantos.

Traigo la voz de los no escuchados

que de tanto grito se ha vuelto canto! ” (**)

La cadencia poética de Lucio, ya suelta ante multitudes y en bajofondos bohemios de amistad y desde una entonación gravitante de trueno, fue nutrida y se nutre sustancialmente desde una absoluta adversidad social generalizada cotidianamente. Demasiada inspiración y poca cautela visten esos renglones escritos bajo ardimiento y denuncias rimando resistencias hasta el signo de exclamación caído al último del párrafo; signo asediado por gritos roncos pidiendo el final de este hoy presente. Acaso el mismo signo de grito multiplicado mañana mismo por oficio y obligación de un pueblo viéndose el perfil en reiterantes espejos poéticos develando sus desdichas y desnudos padecimientos.

Albirosa ha publicado trece libros hasta el momento y en variados pasajes de cada uno de ellos puede leerse magistralmente el tamaño de la furia, el fuego y también de la esperanza. Leer partes o el completo de su obra es atreverse a sentir el espíritu combativo en la piel y en las mismísimas venas, aventurarse al descubrimiento de otra poesía, otro amor con perfume a estallido;  su voluntaria esencia radica, pretendida y cabalmente, en dar a luz una conciencia general que permita comprender las problemáticas del prójimo, comprometerse con los demás aunque sea desde lo mínimo, extender los brazos en búsqueda de aportes y soluciones; brindar ayuda y despertar solidaridad, tener empatía y también, conjuntamente; para  enunciar aquello que se silencia, se guarda, se limita y hasta se censura. No existe término medio en esta vanguardia literaria, es un todo o nada sin espacios admitiendo tibieza dentro de ella y, todo el efecto causal o por causar que esto implique, correrá netamente a la suerte y responsabilidad corajuda de sus intérpretes.

Este poeta rebelde de carne y hueso es también un animal audaz con astucia premeditada según consecuencia y espacio, sabe que la poesía combativa en sus manos o en su voz es una representación artística de compromiso social que mediante la insurrección y disidencia del símbolo logra sublevar la imaginación y experiencia subjetiva de quién la recepciona. Dado esto estará arribando a un propósito cuya finalidad es la de crear conciencia sobre los diversos problemas sociales y políticos que arremeten contra su realidad e invitándolo potencialmente a sublevarse contra éstos.

Indudablemente habrá mucho más por explicar, investigar y descifrar sobre esta rebelde rama poética nacida de la expresión literaria y nos excede íntegramente la voluntad para ello al menos aquí, donde todo fue simplificado y concluido en la figura de este poeta. Sería necesario un epígrafe con remate para despedir su referencia, o no. Talvez solo baste con mencionar que Lucio Albirosa pertenece a esa escasa especie de vivientes bendecidos con la capacidad de transformarlo todo, por ejemplo: a un vagabundo popular en ángel y desde las mismas alas de éste logra también sentenciar el pecado carnal de toda la humanidad al decir:  

“…Ayer apenas lo vi/ regalando caramelos/ a unos niños en la plaza, / como repartiéndose en brazos, / como una semilla de conciencia/ de la tanta que nos falta…/ Y comprendí nuevamente, / clarifiqué ciertamente que;/ a veces, / los ninguneados son ángeles/ y los demás:/ una absoluta hipocresía/ que no se define con palabras…” (***)

 Finalizado este poema cualquier palabra estará de más.

Citas:

 (*) Frag. de “Juan Creciente”

En:  “El fuego de Juan Desdicha”, Huentota Ediciones, Mendoza. 2018

(**) Frag. de “Canto por los trabajadores oprimidos”

(recitado folklórico de su autoría)

(***) Frag. de “Ángel de las calles”

En:  “El canto de las injusticias”, Editorial Equinoxio, Mendoza, 2015

Biografía.

Lucio Albirosa. Poeta y escritor argentino. Nacido en algún lugar de la Mesopotamia el 28/4/1982. Letrista, periodista y militante social. Reside en Maipú, Mendoza. Representó a su país en diversos Encuentros Literarios y recibió importantes galardones en destacados certámenes regionales, nacionales e internacionales de Poesía (el primero a los doce años), forma parte innumerables antologías poéticas y compendios de autores. Obras: “El vuelo del régulo”, “Cartas para Bárbara”, “De sangre y tango”, “Versos ventrílocuos”, “El grito de las Injusticias”, “Poemas para un tren de olvidos”, “El canto de las Injusticias”, “Íntimo”, “Simplezas recopilados”, “Denuncia en llamas y otras manifestaciones”, “El fuego de Juan Desdicha”, “De arrozal y nostalgias” y “La venganza del olvido”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.