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Las masacres prosiguieron en el Día de San Valentín

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Hace diecinueve años, en la noche del 13 al 14 de febrero de 1991, el Refugio Ameriya, situado en las afueras de Bagdad, fue deliberadamente bombardeado con misiles estadounidenses, en un crimen de guerra que casi excedió a la secuencia habitual de actos criminales, en cumplimiento de la carnicería prometida por el entonces Secretario de Estado James Baker y que perseguía: «Devolver Bagdad a la era pre-industrial».

Mis recuerdos de Ameriyah se quedaron fijados en su inmediatez misma sin pensar nunca en actualizarlos de nuevo.

Del 13 al 14 de febrero de este año, EEUU ha continuado masacrando iraquíes, deteniendo sin juicio (y en medio de una situación casi aún peor) en nombre de la «construcción nacional» (léase: borrar la nación del mapa), después de casi siete años de ocupación homicida.

EEUU y el Reino Unido se dedican también a destruir sistemáticamente otro país lejano, Afganistán. Precisamente en el aniversario del bombardeo del refugio de Ameriyah nos hemos lanzado a otra masacre en la Víspera y Día de San Valentín. También se celebra estos días otro aniversario igual de infame: el de los bombardeos de Dresde.

La «Operación Moshtarak», en la provincia de Helmand, el mayor «incremento» desde la cadena de grandes incrementos que se vienen produciendo desde 2001 en aquel cementerio de los Imperios y de los afganos, está planificada para crear una tragedia incendiaria estilo Ameriyah por todos los pueblos y ciudades de la región.

El ejército estadounidense tiene que «limpiar» (léase matar) la región de «sospechosos talibanes» (sus entrenados y pagados aliados cuando la URSS invadió Afganistán). Con los principios de derecho destrozados, ya no se juzga a los «sospechosos» sino que se les ejecuta sumariamente. Con el pasar de los años, se ha comprobado que un número sorprendente de sospechosos iban aún en pañales. Y que bastantes más iban vestidos con trajes de boda.

Por supuesto, el ejército estadounidense volvió a repetir su vieja letanía de que «se esfuerzan en evitar víctimas civiles» y en función de tal objetivo se pusieron a lanzar folletos en los que aconsejaban a los locales que se marcharan para evitar víctimas. Según UNICEF, sólo el 28% de la población afgana sabe leer y el porcentaje es mucho menor en las zonas rurales. En los páramos helados del invernal febrero afgano, ¿dónde van a irse? (En 1991, EEUU lanzó varias toneladas de panfletos con la misma advertencia en las zonas pantanosas árabes de Iraq. Analfabetos pero no estúpidos, vendieron ese botín al gobierno, que no podía importar papel a causa al embargo).

Se dice que en 1750, el ejército de Ahmad Shah perdió 18.000 hombres en Afganistán en una sola noche de febrero a causa del frío, el mes más siberiano, donde las temperaturas caen a un promedio de 8º-0, y los tramos orientales del río Hari pueden llegar a helarse tan intensamente que la gente viaja por él como si fuera una carretera.

«Esto no va a ser Faluya», dijo el general de división Nick Carter, «ese no es el modelo». Oh, ¡qué bien! «Moshtarak» significa «juntos» en la lengua dari. Al menos no se trata del capítulo dos de la «Zarpa de la Pantera» [julio 2009] del Salvaje Oeste, título del que iba a ser absolutamente el último ataque del «incremento final».

En el lenguaje más pintoresco del ejército, el General Carter se refiere a «insertar» a los quince mil soldados dominados por la testosterona, apoyándoles con bombas, balas, posiblemente algún que otro fósforo blanco y otros estímulos para la «pacificación» y para «lograr que el gobierno continúe nuestro trabajo». Uno casi podía casi pensar que se trataba del cachondeo de una noche de viernes en la ciudad en vez de una expedición para matar.

Los soldados se refieren a esa «inserción» como: «cortar el césped». ¿Qué son todos esos eufemismos sobre baños de sangre y jardinería? ¿Recuerdan aquellas «cortadoras de margaritas» del ejército dedicadas a triturar humanos?

Así pues, mientras los iraquíes recuerdan con gran dolor en sus corazones la masacre de Ameriyah, una tragedia que para todos los ellos es como si hubiese sucedido ayer, mantengan también Vds. al pueblo afgano en sus corazones, que están siendo obsequiados con el terror de una replica de Dresde en el Día de San Valentín.

En su nuevo libro, que saldrá a la venta el miércoles 17 de febrero, la escritora y activista iraquí Haifa Zangana comenta sobre Iraq:

    «Queríamos que esto acabara pero hemos fracasado. La guerra y ocupación de 2003, además de hacer añicos Iraq y a su pueblo, nos ha traído prisión y muerte. Abu Ghraib es sólo uno de los muchos símbolos. En el Iraq ocupado, la tortura se convirtió en un instrumento de humillación y en un medio para obligar a la nación a someterse. Mientras resistimos la ocupación, nuestro mensaje es claro: No combatimos durante décadas para sustituir un torturador con otro». (1)

Un encapsulado elocuente para todos los que se hallan en las tierras ocupadas, invadidas, aterrorizadas y profanadas.

Dahr Jamail nos ofrece un último recuerdo sobre el refugio de Ameriyah:

«Supe que los estadounidenses habían cerrado el bombardeado refugio de Ameriyah, alegando que un grupo fundamentalista islámico lo mantenía abierto. Estoy contento de haber ido hace un par de semanas, porque cuando los estadounidenses cierran y ocupan monumentos/escuelas/edificios tienen la costumbre de no volver a abrirlos». (2)

Los «liberadores» de Iraq, los nuevos cruzados califican ahora ese único y doloroso santuario, que denunciaba el indescriptible final de alrededor de 400 personas, con el nombre de lugar «fundamentalista islámico».

Notas:

  1. Haifa Zangana: «Dreaming of Baghdad».

http://www.amazon.co.uk/Dreaming-Baghdad-Women-Writing-Middle/dp/1558616055

(2) http://www.esterrepublic.com/Archives/djamail1.html

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=ARB20100214&articleId=17618