Igor Sarmientos es director de orquesta sinfónica y de ópera guatemalteco, nacido en octubre de 1962. Su trayectoria ha sido reconocida internacionalmente. Es violonchelista y percusionista. Incursionó en el jazz seriamente desde temprana edad, formando parte luego de varias orquestas sinfónicas como violonchelista principal, habiendo actuado como solista en Estados Unidos, México y Guatemala. Es […]
Igor Sarmientos es director de orquesta sinfónica y de ópera guatemalteco, nacido en octubre de 1962. Su trayectoria ha sido reconocida internacionalmente. Es violonchelista y percusionista. Incursionó en el jazz seriamente desde temprana edad, formando parte luego de varias orquestas sinfónicas como violonchelista principal, habiendo actuado como solista en Estados Unidos, México y Guatemala. Es catedrático de teoría, contrapunto, historia de la música, filosofía y forma de la música en la Universidad del Valle de Guatemala. Fue director del Coro Nacional de Guatemala, director del Conservatorio Nacional de Música de Guatemala entre los años 2000 y 2006, fundador de la Fundación Música y Juventud para Orquesta, así como de coros infantiles y juveniles. Director asistente de la Filarmónica de Jalisco, México, ganador del Primer Concurso Internacional Latinoamericano para Directores de Orquesta en Sao Paulo, Brasil en 1993. Fue Director Músical de la Orquesta Sinfónica Nacional de Jóvenes Jesús Castillo entre 1997 y el 2007. Como director de orquesta se ha presentado con las principales orquestas de Guatemala, El Salvador, Cuba (Matanzas), Venezuela, Perú, Brasil, Estados Unidos, República de Moldavia, donde actualmente reside (Filarmónica de Moldavia, Orquesta Sinfónica de Radio-TV de Moldavia, Orquesta de Cámara de Moldavia y la Opera Nacional de Moldavia), con la Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania y recientemente con las Filarmónicas de Rusia y de Bulgaria. A pesar de ser el único director de orquesta graduado en Estados Unidos y Alemania, y con trayectoria internacional, es figura sin reconocimiento en su país. Master en Música y ensayista en el campo de la Filosofía, sus escritos han sido publicados en su tierra natal por las revistas de las Universidades Rafael Landívar y San Carlos. Entre sus maestros están Jorge Sarmientos (su padre y músico legendario en su país de orgien), Eduardo Mata, Serge Zehnacke, Eri Klas y Jorma Panula.
Argenpress dialogó con él por medio de su corresponsal Marcelo Colussi.
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Argenpress: La música, con las sociedades masificadas del siglo XX y XXI, pasó a ser una mercadería más que ofrece la «industria del entretenimiento». ¿Qué de «bueno» o de «malo» trae eso para la música?
Igor Sarmientos: Es una pregunta muy compleja. Creo, para empezar, que quien tiene la respuesta inmediata son precisamente las industrias del entretenimiento, mientras que las masas son ignorantes de la situación en que están siendo conducidas invariablemente con lo que está en «boga». Consideramos que es un estado intelectual ausente en la conciencia, una crítica racional hacia sus sentidos y gustos. Por otro lado no podemos en estos tiempos clasificar la música en sí, dentro de parámetros estilísticos, por las mezclas sufridas en los últimos años (principalmente en la música popular), en cuanto a géneros y ritmos derivados de las influencias de las diferentes culturas que conforman este planeta y que inexorablemente por su condición humana no son libres de la natural esclavitud de la sobrevivencia dentro del mercado moderno y de sus 10 tops que se escuchan por la radio o que hacen creer que están dentro de la música mas oída. Si bien es cierto que la música académica o sinfónica no sufrió esas influencias (me refiero a neo-estilos) por ser música históricamente bien fundamentada en su técnica y en su concepción, claro que también ha sufrido la mezcla no directa dentro de sus estructuras, pero no de la manera como se presenta al público; por esa razón ha dejado de ser elitista para ser una opción más abierta.
En este aspecto, por lo tanto, es que en estos momentos la difusión ya no se trata del concepto y el valor intrínseco que pueda generar un trabajador de la música sino de quien tiene mas posibilidades económicas para dar a conocer su trabajo y oficio (me refiero a los compositores e intérpretes que incluyen a los directores de orquesta en la música sinfónica). Creo que en un tiempo atrás, la industria de la música se encontraba y había estado en una relación más directa con las masas a partir de los medios de comunicación como la radio, que en otra época presentaba a los artistas en vivo desde las cabinas de las emisoras. Digo en este aspecto que cada radio difundía el estilo de música apegada a su programación y género musical al cual respondía. Recordamos los grandes estudios de radio de la BBC, Radio Francia, las radios de Europa del Este como Radio Moscú, Radio Ucrania, etc., y en Latinoamérica la mayoría de radios estatales, donde los estudios de grabación eran los enormes espacios donde las orquestas sinfónicas interpretaban a los grandes maestros con directores y solistas famosos de la época y en vivo, en el caso de la música sinfónica. En Guatemala, el ejemplo era Radio TGW.
No obstante encontramos en ese pasado factores circunstanciales y paradigmáticos que hacían la elección del estilo de música que precisamente se difundía para una clase. La señal de radio era alcanzada por la mayoría de la población, aún en el campo, aún para los diferentes niveles intelectuales y populares empobrecidos de la sociedad y muy esporádicamente a los que en una buena parte de la sociedad le era imposible la adquisición de un radiotransmisor. Al desaparecer esa relación directa, desparece la educación del escucha, pues se corta el contacto con lo inmediato.
En tiempos pasados, la publicidad y el mercado de consumo tenían un alcance menos favorable hacia sus consumidores, donde no encontrábamos aún el desarrollo de ese consumismo de alta envergadura que encontramos hoy en día precisamente con un instrumento como el Internet. La relación directa desaparece para dar paso a la obtención ciega del producto más vendido entre lo barato y en boga para ya no poder acceder a la calidad ofrecida en el pasado. Los periódicos son cómplices y autores de continuar con el retorcimiento de la apreciación del arte en general y venden más ejemplares de su edición sabatina o dominical en la sección farándula y se vuelven más populares al anunciar lo chismes de la estrella y no sus canciones, que es el producto principal, pero que cambia su perfil publicitario en su esencia a lo más bajo, para poder lograr la meta que es el ser vendido. La crítica analítica del ser humano se pierde y por lo tanto la elección se atrofia volviéndola cínica. La industria (como una contrariedad) del pasado servía, pese a sus intereses económicos, a un acceso al placer de quien no tenía el poder de elegir entre más opciones, por no contar con más productos en el mercado, pero que paradójicamente sabía reconocer los parámetros de la quintaesencia en una obra de arte que le era expuesta en los medios. Así, el naïve, para no decir el ignorante, y debo ser visceral y no me retracto de mi opinión, cambia sus intereses de hora en hora según la ideología estética infrahumana que le presentan, que en ese momento está en iluminación. Soy un ser del concepto inaceptable de la salsa vulgar, merengue, rancheras, baladas, el raegeton y las formas más retorcidas de la estética musical pop y el rock de los 80. Aún así, respeto los gustos existentes ya que hago un gran esfuerzo por ser tolerante.
Argenpress: ¿Por qué en el campo de la producción musical está tan marcada esa diferencia entre lo «académico» y lo «popular», más que en otras expresiones artísticas?
Igor Sarmientos: Por su naturaleza misma. Lo popular llega más por ser de transmisión oral y biológica y psíquicamente simple. La otra música, la académica, es más difícil porque ahí se aplica conocimiento, reflexión, técnica y razón.
Argenpress: De todo lo que se ha producido en el ámbito de la música últimamente, en estas últimas décadas, desde que buena parte se hace pensando en el mercado de consumidores de grabaciones (el tango, el jazz, el rock, los Beatles, la música pop, la música tropical, las innumerables tendencias de fines de siglo -punk, heavey metal, tecno, ska, etc., etc.,- ¿qué quedará en la historia de la música como creación genuina y qué se decantará con el tiempo como mercadería pasajera?
Igor Sarmientos: Solo lo grande sobrevive; si miramos para atrás, solo pocas cosas grandes sobrevivieron y hoy se pueden contar con los dedos, ya sean civilizaciones o pensamientos, y sobre todo las verdaderas obras de arte. ¿Qué más juez y parte que la historia misma y lo justo? Como dice el dicho: todo cae por su propio peso.
Argenpress: Con las tendencias globalizadoras que vivimos, con la producción en serie que generan las grandes fábricas de cultura como son las disqueras y que imponen por todos los rincones del planeta (junto a otras formas de globalización cultural: Hollywood por ejemplo, o CNN), ¿cuál es el destino de las expresiones musicales tradicionales, folclóricas, en muchos casos milenarias?
Igor Sarmientos: Bueno, hay que decir que no solo existe CNN; también está Al Jazeera Network por ejemplo. Claro que para los que tienen acceso a él. Hoy día el nuevo movimiento del cine independiente ya no está bajo el yugo de Hollywood. Todo cambia, por supuesto. Pensemos cuánto ha cambiado, o incluso desaparecido, la música de los mayas, incas, los devas, Nada es estático; no debemos aferrarnos al presente. El Universo es dinámico y cambiante segundo a segundo.
Argenpress: Si ahora fueras el encargado de generar una política músical progresista para un gobierno progresista -digámoslo así, aunque suene pasado de moda: popular y revolucionaria y de alta calidad- ¿qué propondrías?
Igor Sarmientos: ¿En estos tiempos? Pregunta difícil….Bueno, presupuesto suficiente, pero…. ¿me lo darían los políticos del congreso? Aún si fuera un congreso de izquierda. Las políticas culturales las hacen la gente sensible e inteligente, y lamentablemente ninguna tendencia política se libra de los ignorantes.
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