El último plan del presidente Bush para poner coto a la violencia en Irak es el cuarto de este tipo. Los anteriores se saldaron con un sonoro fracaso. Éstas son las claves para anticipar su futuro: ¿Qué repercusión tendrá en Irak el nuevo plan de Bush? Previsiblemente se intensificarán los combates callejeros en Bagdad, donde […]
El último plan del presidente Bush para poner coto a la violencia en Irak es el cuarto de este tipo. Los anteriores se saldaron con un sonoro fracaso. Éstas son las claves para anticipar su futuro:
¿Qué repercusión tendrá en Irak el nuevo plan de Bush?
Previsiblemente se intensificarán los combates callejeros en Bagdad, donde los estadounidenses pretenden concentrar a 17.500 nuevos soldados, que se sumarán a los cerca de 15.000 que ya tienen en Irak. Por su parte, los iraquíes deberían reunir en la capital a un máximo de 20.000 militares.
¿Es suficiente ese número de tropas para controlar Bagdad?
Resulta más que cuestionable cuando se advierte que sólo el Ejército del Mahdi, la milicia chií del clérigo Muqtada Al Sadr, podría sumar más de 60.000 efectivos, según los propios cálculos de la Inteligencia estadounidense. En la capital residen más de seis millones de personas y sólo en Ciudad Sadr habitan 2,5 millones de chiíes. «Muy poco y muy tarde», resumía el coronel retirado Jerry Durrant, que entrenó al nuevo Ejército iraquí, en el diario The Washington Post.
¿Existe una nueva estrategia militar tras el aumento de tropas?
Portavoces del Ejército de EEUU explicaron al diario Los Angeles Times que sus fuerzas intentarán establecer «barrios cerrados» para aislar y atacar a los grupos insurgentes que actúan allí. Esa técnica ya se ha utilizado en ciudades como Tal Afar o Faluya, y emula a las tristemente célebres «aldeas estratégicas» que se crearon en la Guerra de Vietnam. Aunque esta práctica redujo en un principio la violencia tanto en Tal Afar como en Faluya, la guerrilla se ha reactivado en ambas poblaciones. Ayer, decenas de insurgentes atacaron en Faluya un puesto del Ejército iraquí y mataron a ocho soldados.
Según los detalles que se han filtrado, los uniformados de EEUU e Irak dividirán Bagdad en nueve distritos. Un general iraquí aclaró a Associated Press que serán soldados kurdos quienes se encarguen de liderar la acometida contra Ciudad Sadr por la posibilidad de que otras unidades -el Ejército iraquí es en un 80% chií- se nieguen a participar en un ataque contra miembros de su confesión. Un diputado kurdo, Mahmud Othman, se pronunció en contra de tal opción no sólo por que esas tropas «no conocen ni el área ni a la gente», sino por la explosiva situación que generaría una confrontación entre kurdos y árabes en un entorno ya desbordado por las pasiones étnicas.
¿Cómo ha acogido el Gobierno iraquí el anuncio de Bush?
Con beneplácito, en palabras de Alí al Dabag, un asesor del primer ministro Nuri al Maliki. «Es del interés de los iraquíes que se aumente el número de tropas para conseguir la estabilidad del país», señaló. Uno de los principales soportes del Gobierno de coalición, el líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica (CSRI), Abdel Aziz Al Hakim, expresó también su «máximo apoyo» a la anunciada ofensiva del Ejecutivo. Curiosamente, el CSRI dispone de su propia milicia, las fuerzas Badr, que ahora ejercen como integrantes de las unidades especiales de la policía y a las que se ha vinculado con los escuadrones de la muerte.
¿Está dispuesto el Gobierno de Al Maliki a lanzar una acometida contra los chiíes?
Un asesor del primer ministro citado por AP dijo que éste ha advertido a Al Sadr que su milicia deberá entregar las armas o enfrentarse a un asalto general. Según Al Dabag, «ni en Ciudad Sadr ni en ningún otro sitio está permitido que las milicias salgan a la calle. Esperamos que Muqtada controle a los seguidores del Ejército del Mahdi para que no se enfrenten con las fuerzas de seguridad». En los dos últimos días aviones estadounidenses han comenzado a bombardear posiciones de Ciudad Sadr. Sin embargo, Al Sadr controla 32 diputados y seis miembros del Ejecutivo. Y fue su apoyo lo que permitió a Al Maliki ser primer ministro.
«No está claro cómo Al Maliki va a ordenar a sus tropas que ataquen a una milicia que forma parte de su base política», observa el analista norteamericano Gregory Aftandilian. Tras la confrontación de 2004 en Nayaf y Ciudad Sadr, el clérigo rebelde disolvió nominalmente el Ejército del Mahdi -ahora defiende que es una asociación cultural- e incluso miles de activistas entregaron toneladas de armamento a cambio de una remuneración. Con ese dinero compraron moderno material bélico.
¿Cómo ha respondido el movimiento ‘sadarista’?
En declaraciones a EL MUNDO, el jefe del grupo parlamentario de Al Sadr, Naser al Rubaei acusó a Bush de «falta de respeto» y de «ignorar el deseo de los iraquíes y de los propios estadounidenses». «Es inaceptable incrementar el número de tropas de ocupación. El principal origen de la violencia en Irak son los estadounidenses», manifestó. Rubaei añadió que el movimiento armado de Al Sadr entregará las armas «de autodefensa que posee cuando se acabe la ocupación» y no tengan que «defender al pueblo de los ataques de los terroristas».
¿Qué han dicho los suníes?
La mayoría de los líderes políticos y religiosos han descalificado el discurso de Bush. Para el legislador Hu- sein Al Falluji, el envío de más tropas de EEUU incrementará «el baño de sangre», y para su colega Salej Al Mutlaj, «la única solución para Irak es un acuerdo político que no se logrará con un Gobierno como el actual basado en el sectarismo y que se apoya en las milicias».