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Parque jurásico, seudo-eventos y prisiones

Las secuelas de Abu Ghraib (Parte I)

Fuentes: From The Wilderness Publications

Traducido para Rebelión por Germán Leyens [El mayor aliado de una insurgencia es la arrogancia del ocupante, su pensamiento linear y su estructura vertical de toma de decisiones. En esto, como en muchas otras cosas, el destellante gigante militar de EE.UU. es aún más estúpido que su predecesor británico. El escándalo de «abusos» en la […]

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

[El mayor aliado de una insurgencia es la arrogancia del ocupante, su pensamiento linear y su estructura vertical de toma de decisiones. En esto, como en muchas otras cosas, el destellante gigante militar de EE.UU. es aún más estúpido que su predecesor británico. El escándalo de «abusos» en la prisión Abu Ghraib- que es realmente un escándalo de torturas – es el inconfundible toque de difuntos de la ocupación. No importa cuánto dure, no puede posiblemente restaurar la producción iraquí a 3.500 millones de barriles por día si los ocupantes son percibidos como racistas depravados, sadistas. Pero ¿seguramente podrá achacarse ese tipo de conducta a los que sujetaron los palos de las escobas? No, esta semana Seymour Hersh informa que Abu Ghraib es una trasplantación de la operación encubierta más preciada del Departamento de Defensa, por lo que la aprobación ( y tal vez incluso el planeamiento) provino de la cumbre del Departamento y tal vez incluso de más arriba. Mientras Estados Unidos agarra todo el petróleo que puede robar, Rusia y China se ubican para un papel en el paisaje energético posterior a Bush; China trata de evitar el cerco, y Rusia trata de competir con una OPEC que se fragmenta políticamente – JAH]

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18 de mayo de 2004 (FTW) – El 5 de mayo de 2004, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el hombre con la autoridad necesaria para lanzar el mayor arsenal nuclear del mundo, el presunto arquitecto de las invasiones de Afganistán e Irak, se presentó en dos canales noticiosos árabes y apareció ante el público del Medio Oriente como el descamisado rey

Enrique II obligado a besar la tumba de Thomas Beckett.

A Enrique lo perdonaron. El seudo-evento de Bush fue recibido con desprecio por todo el mundo árabe y musulmán.

«Esto es un show», dijo una joven mujer libanesa. «Están tratando de encubrir el asunto. Si no hubieran sido desenmascarados, Bush no hubiese hecho esto.»

¿Cómo condujo una docena de instantáneas pornográficas al lamentable príncipe George a descender de su trono para desnudar su tierno trasero ante los wogs [término peyorativo británico para referirse a los nativos en Egipto que ‘trabajaban al servicio del gobierno’ durante la II Guerra Mundial y se les permitía entrar a las bases británicas]?

Es «La Cuestión» que sigue enroscada como una serpiente bajo la mesa junto con burócratas atribulados que ahora trabajan 20 horas al día produciendo el pesar televisado. Mucho pesar. Suficiente, esperan, para entretener a las masas estadounidenses repentinamente ansiosas, que firman sus cheques mensuales. Suficiente, ruegan, para mantener a raya a las masas, más antagónicas, de Asia del sudoeste y de África del norte de cuya paciencia sólo queda algo del tamaño de un dedal de agua en una habitación recalentada.

Es «La Cuestión» que no pueden responder – y no lo harán.

No les quedan más que ilusiones, y la respuesta a esa cuestión – la verdadera respuesta – es que no nunca hubo otra cosa que ilusiones.

Ilusiones peligrosas, sucias, letales, por las que la cuenta la pagan los demás.

Una de mis parábolas modernas favoritas es Parque Jurásico, una historia sobre la imposibilidad de control y la ley de las consecuencias imprevistas. El personaje Ian Malcolm, un teórico del caos, le dice a John Hammond, el visionario que acaba de clonar dinosaurios a una renovada existencia para construir un gigantesco parque temático: «John, el tipo de control que intentas lograr, es simplemente imposible».

Hammond, desde luego, no le hace caso, y poco después hay tiranosaurios y velociraptors saboreando abogados y guardias forestales como si fueran entremeses.

Tal vez debiéramos encontrar a Malcolm y mandarlo a conversar con Donald Rumsfeld.

Lo que hemos visto – comenzando con el milisegundo que necesita el obturador de una cámara para tomar una foto y terminando con la amenaza al gobierno del imperio más poderoso de la historia – es el «efecto mariposa».

Es la abreviación poética que los caoticistas utilizan para «una de las características del comportamiento de un sistema caótico, en el que las variables cambian de forma compleja y errática, haciendo imposible hacer predicciones más allá de un determinado punto, que recibe el nombre de horizonte de predicciones.» Lorenz preguntó una vez en una conferencia si una mariposa que agitaba sus alas en Brasil, ¿causaría un tornado en Texas?

Es más que sólo la caída de una fila de fichas de dominó. El Efecto Mariposa dice que cada dominó, por decir así, crea múltiples inestabilidades que luego pasan a salir a través de múltiples sistemas. Tome en cuenta que la vida real no es linear, no es una fila de fichas de dominó.

Por eso el clima es un buen ejemplo. Los meteorólogos pueden hacer casi siempre algunos buenos pronósticos generales, pero sucede que de vez en cuando… sucede lo peor.

Si un sistema en sí es inestable, una pequeña variación puede llevar a consecuencias catastróficas para el conjunto. Malcolm dijo que el Parque Jurásico era inestable.

James Gleick compara la ecuación para poner un lápiz sobre su punta con la ecuación para mantener una canica dentro de un cuenco. Ambas soluciones pueden ser encontradas gracias a las matemáticas, pero el truco del lápiz es una solución inestable y será perturbada casi en cuanto tratemos de emplearlo. Podemos introducir todo tipo de desequilibrios a la canina en el cuenco, sin embargo, y es bastante fácil conservarla dentro, y tenderá a volver en todo momento al centro del fondo.

Las invasiones de Afganistán e Irak fueron soluciones inestables en un sistema inestable.

Hay una analogía del matemático Jim Loy de la «sensibilidad a las condiciones iniciales». Imaginemos una superficie plana que tiene clavos en su superficie. La superficie es inclinada, así que una canica rodará hacia abajo. Una canica golpea uno de los clavos, y se detiene por un momento, antes de caer a un lado o al otro. La situación es caótica. Un pequeñísimo cambio en la trayectoria inicial de la canica producirá un gran cambio en su trayectoria final. El fenómeno es llamado «sensibilidad a las condiciones iniciales» y es una característica dominante del caos. El estudio del caos se ha convertido en la ciencia de lo impredecible. Y la sensibilidad a las condiciones iniciales es una fuente fundamental de esa impredictibilidad. Y la sensibilidad a las condiciones iniciales es el medio esencial para reconocer un sistema caótico.

Hubo clavos por todas partes en la superficie de Afganistán e Irak… numerosas canicas y muchas condiciones iniciales.

¿Cuáles fueron algunas de esas condiciones iniciales?

Dónde comenzar es una decisión arbitraria, así que comenzaré por el 11 de septiembre de 2001.

Después del ataque al World Trade Center y al Pentágono, Europa, Rusia y China – cada uno de los cuales es un competidor con una situación económica y política singular – se vieron confrontados con la repentina disrupción de la inercia geopolítica. Todos estos actores enviaron de inmediato condolencias y llamaron a reuniones internas de emergencia para comenzar a ver cómo se posicionarían ventajosamente dentro de esta transformación.

Dentro de horas se hizo evidente – especialmente después de las declaraciones previas de ministros del gabinete de Bush a través del American Enterprise Institute, de la Heritage Foundation, del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense, etc. – que EE.UU. aprovecharía este evento como pretexto para invadir y ocupar Afganistán.

En realidad, mi opinión sobre los ataques del 11-S es que (1) se trató de un ataque preventivo de bin Laden, que supo a través de su estrecha relación con la inteligencia paquistaní de los planes de EE.UU. de invadir en todo caso en octubre. Ya ha quedado bien establecido que el ministerio de exteriores paquistaní fue informado a más tardar en julio de 2001 de esta intención. (2) La administración Bush tuvo información anticipada de que algo iba a ocurrir, incluso si no conocían el momento específico, o la envergadura de la operación, y existía un plan previo listo para movilizar la indignación para ganar apoyo para la invasión subsiguiente de Irak. Los europeos ciertamente vieron una ventaja en que se permitiera que EE.UU. se convirtiera en el villano ante los islamistas a través de una invasión de Afganistán. Distraería la atención de las guerrillas islamistas internacionales de posibles objetivos europeos – ya que los europeos han sido consecuentemente más críticos de las depredaciones sionistas contra los palestinos – hacia objetivos estadounidenses.

Pero había un aliciente financiero más directo para los europeos, especialmente los bancos europeos. La heroína.

Bajo los talibán, la producción de heroína para los mercados europeos (Afganistán había producido un 70% del total de heroína para Europa), fue reducida en más de un 90%. Los tres principales negocios del mundo en cuanto al flujo de caja, son – en orden de importancia – el petróleo, los armamentos, y las drogas ilícitas. El dinero de la droga no sólo circula como todo dinero, tiene que ser lavado, y eso significa que hay que moverlo por bancos que perciben lucrativas comisiones en el proceso, lo que significa que los bancos europeos y la Agencia Central de Inteligencia comparten una característica crucial. Son todos adictos – por decir así – a la dificultad de descubrir el origen del dinero que proviene del tráfico ilícito con drogas.

Antes de que los talibán contuvieran ese torrente, el flujo era de unos 300.000 millones de dólares por año.

Y luego tenemos el petróleo… que introdujo el tema de Irak… la oportunidad para que Rusia y China (y, desde luego, Japón) entraran en escena.

Antes de la invasión de 1991, Irak era el mayor exportador mundial de petróleo, después sólo de Arabia Saudí. Con la sistemática destrucción de Irak, mediante la guerra y las sanciones, la segunda posición recayó en Rusia. Es el telón de fondo para que Bush y Putin vieran ojo a ojo después del 11 de septiembre.

El continuado sueño ruso de recuperar el estatus de gran nación se basaba completamente en una estrategia de desplazamiento del poder de la OPEC. Consciente del deterioro del poder imperial de EE.UU. ante el bajón energético global que se avecina, Putin maniobró para aprovechar esa debilidad posicionando a Rusia para reaccionar ante el inevitable aumento de la dependencia de EE.UU. del petróleo extranjero. Putin reunió a los oligarcas petroleros rusos y comenzó a tramar una estrategia ruso-estadounidense para destrozar el poder de la OPEC y ubicar a Rusia en una troika internacional de EE.UU., Rusia y Europa, como lo muestra su constante presión para llegar a ser miembro de la OTAN.

Putin incluso se apartó cuando las fuerzas militares de EE.UU. comenzaron a identificar posiciones en el antiguo patio trasero soviético en el Cáucaso. En signo de reciprocidad, EE.UU. procedió a pregonar su apoyo a la continuación de la contrainsurgencia rusa contra los chechenios.

China se alarmó. Para la nación más populosa del mundo, era el peor presagio imaginable. Tal como los estadounidenses, los europeos y China habían cercado a Rusia una generación antes, ahora los chinos veían que se construía un anillo de acero a su alrededor.

En su comentario, «Enfrentamiento entre la OPEC y Rusia» de noviembre de 1991, Mark Jones – que había trabajado en el sector petrolero soviético y estaba íntimamente familiarizado con los métodos y sicología de los apparatchiks posteriores a Brezhnev – explicó:

Si la emergente estrategia ruso-estadounidense tiene éxito, sólo puede acelerar la balcanización del Medio Oriente. Occidente restablecerá su control sobre el destino social y político del mundo islámico. A otros potenciales rivales no les irá mejor. China, en particular, enfrentará un futuro sombrío. Un realineamiento geopolítico que deje a China efectivamente cercada por el poder ruso-estadounidense, significa que el siglo XXI no será, después de todo, el de la renovación asiática, como muchos habían especulado.

Pero el control no es más posible para los rusos y los chinos que para los estadounidenses, y los maximalistas dementes prevalecieron en la administración en lo que se refiere a Rusia. Rusia sería abandonada, y no de manera demasiado delicada.

En septiembre de 2002, ejecutivos petroleros rusos y estadounidenses realizaron una convención conjunta en Houston: «la Primera Cumbre Comercial Energética de EE.UU. y Rusia», y el tema fue Irak.

Eugene Rumer, que informó sobre la cumbre para el Washington Post, dijo que tuvo el potencial para «formar una asociación que podría llevar la estabilidad y la seguridad al mercado petrolero global».

Más adelante, sin embargo, dice en su artículo:

Los ejecutivos petroleros rusos que asisten la cumbre de Houston, incluyendo a algunos que tienen contratos con el gobierno de Husein, han estado vigilando de cerca la política de EE.UU. hacia Irak. Están preocupados de que las apuestas petroleras post-Husein vayan a ser amañadas en su contra. Han utilizado una variedad de sustitutos para que se sepa que cuando los futuros líderes de Irak otorguen nuevos contratos de petróleo, los petroleros rusos quieren ocupar un asiento en la mesa.

Con la participación de dos secretarios del gabinete de EE.UU. – el de Comercio Donald Evans y el de Energía Spencer Abraham – así como de numerosos otros altos funcionarios, los petroleros rusos buscaron indicios de la dirección de la política de EE.UU. hacia Irak.

No tardaron en aparecer pistas, y el otro actor con importantes contratos existentes en Irak era Total-Fina-Elf de Francia. Gángsteres petroleros rusos como Mikhail Khodorkovsky – que gozaba de la confianza de Putin – estaban más que dispuestos a jugar el papel de Casio ante el César Sadam. Pero las duras maniobras en la ONU para asegurar una hoja de parra para la próxima invasión habían dado a entender claramente que el complejo petrolero-militar de EE.UU. no estaba de humor para compartir.

En noviembre, Ian Bruce, del Herald, escribió sobre la inminente invasión de Irak:

La Lukoil rusa tiene el mayor interés potencial, con un acuerdo de 23 años, de un valor de 2.000 millones de libras, para explotar el campo West Qurnah. La francesa TotalFinaElf está en negociaciones para desarrollar el campo Majnoon y sus 30.000 millones de barriles de oro negro.

La corporación estatal china de petróleo tiene un contrato para reparar y reiniciar parte del área de producción de Rumailah dañada en la guerra del Golfo de 1991.

Los tres gobiernos sospechan que el derrocamiento de Sadam y la instalación de una administración militar controlada por EE.UU. conduciría inevitablemente a un reparto de las riquezas petrolíferas entre las corporaciones de EE.UU., excluyendo a sus propias firmas.

Existen pocas dudas entre los que tienen las informaciones necesarias sobre el motivo por el que Rusia y Francia se alinearon para amenazar con un veto en el Consejo de Seguridad… o por qué China se mostró tan evasiva durante todo el proceso.

Por si no hubiese sido suficientemente claro para la facción de Cheney que dominaba al Comandante en Jefe Presidente Arbusto, Viktor Kremenyuk del Instituto EE.UU.-Canadá en Moscú dijo: «La resolución del problema de Irak no tiene que ver con otra cosa que con la rivalidad que rodea la superabundancia petrolífera del país. La clave está en como es manejada».

Pero la facción lunática, con sus oídos tapados por la cera de su propio orgullo desmedido, no quiso escuchar esta clara declaración. Y se vieron confirmados en sus ilusiones por la intensa presión de los lobbys de los gigantes estadounidenses Exxon Mobil y Chevron Texaco. Los petroligarcas de EE.UU. recibieron la ayuda del compinche de Dick Cheney, Ahmed Chalabi, quien – porque enfrentaba una prolongada pena de cárcel si era extraditado a Jordania – nunca encontró un trasero de una compañía petrolera estadounidense que no quisiera besar desesperadamente… ya que estaba alineado como el nuevo líder de Irak después de la guerra.

Todos tenían visiones de un Irak conquistado que produciría 3 millones de barriles de petróleo al día, y de compañías de EE.UU., no diferentes de Halliburton, por ejemplo, que obtendrían los contratos de reconstrucción para devolver la infraestructura de producción aniquilada por la guerra, de vuelta a esa mágica capacidad. Esta visión deslumbradora es lo que redujo a miembros clave del Consejo de Seguridad de la ONU a comportarse como gaviotas en disputa por un solo pescado.

Y Rusia no participaba en la disputa sólo para lograr acceso al petróleo iraquí, sino por más control de un mercado en el que sigue siendo – por un tiempo por lo menos – un importante exportador. China, por otra parte, ha sido un importador neto de petróleo desde 1993, y su fenomenal crecimiento económico se basa en aumentos pronunciados en el consumo de combustibles fósiles.

En Japan Times, en 2001, Kenichi Ohmae describió «La nueva crisis asiática: hecha en China». El enfoque de Ohmae fue recuperado acertadamente por el comentarista de la industria del petróleo Andrew McKillop:

«Para llegar a la condición actual… China utilizó lo que el artículo del Japan Times

califica correctamente de «talleres de explotación y trabajo de casi-esclavos… como en ‘la Inglaterra de Dickens’… Esto satisface el sueño de todo capitalista de agallas, de mente abyecta – tener mano de obra desechable. Unos 100 años más tarde, y de nuevo en Inglaterra, la señora Thatcher soltó peroratas diciendo a plena voz que este tipo de ‘flexibilidad’ laboral es lo que necesita todo país o nación ‘avanzada’.

«Igual que la Inglaterra de Dickens, China depende en la actualidad sobre todo de una vasta – y creciente – quema de carbón. A más de 1,3 giga toneladas por año, es aproximadamente una vez y media la quema de carbón de EE.UU., que ya ocupa el segundo lugar respecto a China en esta liga. Al contrario, EE.UU. utiliza actualmente 4 veces más petróleo que China, lo que se puede ver en una sola estadística: EE.UU. tiene aproximadamente 747 coches y vehículos motorizados por cada 1.000 habitantes. China tiene aproximadamente 9 por 1.000.

«Si se utiliza una cifra de crecimiento de un 16% por año para automóviles y vehículos motorizados que utilizan petróleo, China probablemente llegará a 36-50 coches por 1.000 habitantes cerca de 2015 y eso requerirá por los menos 5 millones de barriles por día de consumo adicional de petróleo, para producir y mantener en movimiento esos vehículos, mantenerlos, repararlos, hacerlos circular por calles y carreteras revestidas con asfalto, con una multitud de sistemas de apoyo y control basados sobre todo en petróleo. Con entre 36 y 50 vehículos por 1000 habitantes, China seguiría detrás de EE.UU. de muy, muy lejos, en esta liga de consumo de petróleo para el transporte por carreteras.

«Sumando otro requerimiento, China confronta una necesidad de petróleo que – simplemente – el mundo no puede suministrar y que será cada vez menos capaz de proveer. En otras palabras, China está lanzándose a un período de «crecimiento petrolero exponencial» de su historia económica, como Singapur en los años 60 y 70, precisamente cuando la producción mundial de petróleo llegará a su límite geológico absoluto, o al tope de la producción (tal vez 85 millones de barriles por día en 2007),

«Desde aproximadamente 2005 los precios del petróleo no harán que aumentar.»

No sólo por el pico del petróleo, con el que los lectores de este sitio se han hecho dolorosamente familiares, sino por la inmensa sed de energía de la nación más populosa del mundo y su disposición a pagar un mayor precio para conseguir todo el petróleo que necesita. Y mientras China se las arregla e invierte en sitios como Venezuela, Kazajstán, Sudán y Azerbaiján debido a la escalada de su adicción al petróleo, la realidad global es que existe una sola región de la que puede provenir en última instancia el petróleo dentro de diez años de esta fecha, y es el Golfo.

Si EE.UU. fracasa en su actual guerra, y si la relación EE.UU.-Arabia Saudí se echa a perder o si hay un cambio a un régimen islámico en ese país, China espera lista para llenar el vacío dejado por la expulsión de EE.UU.

Por tímida que se haya portado China ante el tema de la resolución de la ONU para

una invasión dirigida por EE.UU. de Irak, entre bastidores le buscó los cinco pies al gato estudiando el texto de la resolución mientras señalaba su apoyo a la posición ruso-francesa contra la ocupación de EE.UU.

Al mismo tiempo, hubo un movimiento global contra la guerra que irrumpió a la escena. Este movimiento contra la guerra, combinado con las demoras en la ONU creadas por Francia y Rusia «traicionadas», postergó la invasión hasta fines de marzo con todo el aumento del calor y las violentas tormentas de arena, y denegó a los militares de EE.UU. el frente del norte.

La canica neoconservadora saltó sobre los clavos de este nuevo realineamiento.

Pero había más clavos esperando por el camino.

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