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Ley Sinde

Fuentes: 120%Linux

No tenía planeado escribir sobre la «Ley Sinde«, pero tras lo que ha ocurrido ayer prefiero no guardar silencio y expresar mi punto de vista. Soy programador web, realizo trabajos para clientes y también tengo varios proyectos propios. Por tanto, la «Ley Sinde» me afecta como ciudadano y como profesional. A través de internet los […]

No tenía planeado escribir sobre la «Ley Sinde«, pero tras lo que ha ocurrido ayer prefiero no guardar silencio y expresar mi punto de vista.

Soy programador web, realizo trabajos para clientes y también tengo varios proyectos propios. Por tanto, la «Ley Sinde» me afecta como ciudadano y como profesional.

A través de internet los ciudadanos se han hecho notar dejando claro su rechazo a la Ley Sinde. Finalmente la ley no ha sido aprobada (de momento).

Todos hemos expresado nuestra opinión mediante internet, tanto ciudadanos anónimos como famosos cantantes, cineastas o escritores. Se agradece que la parte interesada también converse en internet explicando su punto de vista.

En concreto he seguido con especial atención por Twitter al director Álex De la Iglesia, actual presidente de la Academia de Cine. En los próximos días se estrena su última película y pese a saber que participar en el debate le iba a costar la antipatía de unos cuantos, ha conversado y defendido la Ley Sinde en Twitter.

Ley SindeTras observar la conversación me da la sensación de que desde la industria de cultura/entretenimiento se opina que los ciudadanos con internet sólo queremos descargar contenidos gratis. Y que por eso rechazamos la ley.

Eso no es correcto. Yo no tengo ningún problema en pagar por ver una película, leer un libro o escuchar música. El rechazo que han mostrado los ciudadanos no es debido a querer todo gratis.

El texto de esta ley da poder a los políticos para cerrar cualquier web. Tan sencillo como eso. Sin presunción de inocencia, ni juicio como se espera en este tipo de actuaciones. Sólo hay que acusar de infrigir el copyright, sin ningún juez compruebe si es cierto o no.

¿Quién decide si una web se debe eliminar? Una comisión nombrada a dedo por los políticos. Primero te cierran la web unas personas que no son jueces ni nada parecido, y luego tienes el derecho de pataleta y a tomar acciones legales (mientras la web sigue cerrada, claro) que durarán meses o años.

Comprenderán que los que disfrutamos de internet e incluso vivimos de negocios en internet nos enfademos un poco. O bastante.

La replica por parte de Alex de la Iglesía y otras personas del sector es que la mal llamada «piratería» está arruinando el sector y la ley Sinde sólo se aplicará a las webs que facilitan la descarga de contenidos.

«¿Y eso qué tiene que ver con que me puedan cerrar una web sin que un juez dictamine que he hecho algo malo?», digo yo. Poco me importa el objetivo con que se crea la ley, lo que me importa es el texto de la ley. A la larga, lo único que tiene valor es lo que está escrito, no las supuestas intenciones. Y el texto aplica a cualquier web, no sólo a las de descargas.

Me parece bien que los que viven de generar o distribuir contenidos quieran defender su negocio. Pero no a costa de los derechos básicos de las demás personas que trabajamos en la red.

¿Le parecería bien a Alex de la Iglesia o a Alejandro Sanz que la Asociación de internautas pueda decidir si estrenan sus trabajos en España o son prohibidos? Pues a mi tampoco me apetece que un comité de «expertos» decida sobre la existencia de mi web.

¿Cómo vamos a desarrollar negocios en la red con semejante inseguridad legal? Hay un gran desconocimiento sobre la realidad de internet. Somos miles de empresas y autónomos creando empresas y generando negocios en la red (y no, no lo hacemos a base de ofrecer películas gratis). Somos millones de ciudadanos expresando y compartiendo experiencias y conocimientos online.

Es cierto que hay ciertas páginas que se benefician de ofrecer descargas películas, música, etc. Pero son minoría y no nos pueden meter a todos en el mismo saco. ¿Están dañando a la industria? Pues se les lleva a juicio. Esto ya ha ocurrido y hasta ahora hay decenas de casos firmes en que los jueces dicen que no hay delito.

Es una situación complicada para la industria cultural y del entretenimiento. En eso estamos de acuerdo. Otorgar poderes a unas personas para que cierren webs a su antojo aludiendo a cualquier supuesta violación del copyright no es el camino. Deben buscar otras soluciones para ser rentables, pero sin ningunear a los demás.

Hasta aquí mi opinión sobre este tema. A continuación mi punto de vista y sugerencias para la industria de cultura/entretenimiento:

Yo no soy partidario del todo-gratis, ni mucho menos. En Junio de 2009 escribí un post quejandome de que las editoriales no nos venden ebooks. ¿La situación ha cambiado? En absoluto. Todavía no hay una tienda online con un catálogo razonable a precios razonables. ¿17 euros por un ebook? ¿Cobrar lo mismo por una copia digital que por un libro que debe ser impreso, transportado, almacenado (con peligro de stock sin vender), nuevamente transportado, y finalmente vendido por un simpático dependiente en una tienda física, con todos los gastos que ello supone? El libro de papel te lo envuelven para regalo, el digital lo envuelven con DRM (engorroso sistema anticopia).

Una cosa es que esté dispuesto a pagar por los contenidos y otra que me tomen el pelo.

Me gusta el cine. Cuando una película me atrae intento verla en el cine. Ultimamente voy menos, ser padre te quita tiempo. Y el precio de las entradas se ha disparado, eso también influye. Antes veía en el cine todo tipo de películas. Ahora sólo las que tienen un aspecto visual que merece ser visionado en la pantalla grande y justifica el desembolso (ahí ya se queda fuera casi todo el cine español, pero eso no es culpa mía).

Hace unos años todos teníamos una televisión normalita, y ahora muchos disfrutan de pantallas grandes y en alta definición. Eso también influye a la hora de pagar por el cine o ver la película en casa.

En estos días de lluvia, viento y frío… ¿qué es lo que más apetece? Sentarse en el sofá y ver una buena película. ¿Qué es lo que menos apetece? Pues salir a la calle hasta el videoclub. Para eso tenemos la tecnología. Internet es más cómodo y rápido. Hasta las cuchillas de afeitar las compro online, así que imagínate ir al videoclub lloviendo…

Prefiero ir descargando una película mientras llegan mis amigos. Así que entro a mi buscador favorito y tecleo «descargar Mentiras y gordas», una de las películas españolas más taquilleras del 2009. ¿Me encuentro la web de la productora ofreciendo la descarga a máxima velocidad y a un precio razonable? No. Vaya, ¿y a mínima velocidad con un precio exorbitado? Tampoco, eso si que es raro.

Si no te molestas en ofrecer tu producto al consumidor en el formato que busca, lograr ingresos es misión imposible.

He puesto ejemplos muy personales y obviamente la cuestión tiene otros muchos matices. Pero creo que son representativos de la falta de entendimiento entre consumidor y creador/distribuidor.

No quiero todo gratis. Quiero que hagáis negocio y continuéis generando contenidos. Pero el negocio está ahora en internet, y vosotros no quereis participar.