Después de que tanques de las fuerzas británicas de ocupación liberaran a la fuerza a dos de sus soldados [a la derecha de la imagen] -detenidos por la policía iraquí cuando viajaban disfrazados de árabes en un coche cargado de armas y material explosivo-, una multitud indignada atacó el lunes 19 de septiembre a los […]
Después de que tanques de las fuerzas británicas de ocupación liberaran a la fuerza a dos de sus soldados [a la derecha de la imagen] -detenidos por la policía iraquí cuando viajaban disfrazados de árabes en un coche cargado de armas y material explosivo-, una multitud indignada atacó el lunes 19 de septiembre a los blindados y a sus dotaciones.
En los incidentes han resultado muertos al menos dos iraquíes. Portavoces del clérigo chií as-Sáder han afirmado que estos dos individuos «se disponían a disparar contra la gente congregada en un santuario chií de Basora», en el marco de una semana de duros enfrentamientos en esta ciudad entre chiíes y británicos a raíz de la detención de dos representantes de Muqtadar as-Sáder acusados de terrorismo. Los dos militares fueron interrogados ayer por un juez. «Conducían un coche civil y estaban vestidos con ropa civil cuando se produjo el tiroteo con la patrulla civil», informó un funcionario iraquí, «estamos investigando». Fotografías de prensa mostraban a uno de los dos soldados con un vendaje en la cabeza. Fuentes de la Policía afirmaron que los militares vestían ropas tradicionales árabes durante su misión secreta.
Al resultar sospechosos, los agentes se aproximaron a ellos, que respondieron con fuego. «Los policías les capturaron», relató Mohamed al Abadi, funcionario del Gobierno de Basora. En el coche encontraron armas y material para fabricar explosivos.
Tras conocerse lo ocurrido, una turba enardecida trató de incendiar un carro de combate británico y atacó a un soldado. Dos iraquíes murieron en los disturbios. El blindado trató de retroceder pero fue alcanzado por cócteles de gasolina y rodeado por la multitud. El carro ardió. Un soldado saltó en llamas de su interior mientras la multitud lo apedreaba. Los manifestantes reclamaron que los detenidos fueran enviados a la cárcel. Las tropas británicas rodearon la sede de los servicios secretos con blindados y exigieron la liberación de los militares. Los responsables del centro se negaron. Las autoridades británicas en Basora investigan el incidente. En Londres, los liberales pidieron la retirada de las tropas de Irak.
El diputado chií Fatah al Sheij, representante del clérigo radical Muqtada al Sadr, afirmó que tenía informaciones de que los británicos detenidos «se disponían a disparar contra la gente congregada en un santuario chií» de Basora.
A pesar de que en el momento de la detención los británicos disfrazados hicieran fuego contra los policías iraquíes, fuentes oficiales británicas afirman -paradójicamente- que sus dos soldados «actuaban de forma encubierta de acuerdo con las autoridades [iraquíes]». Las mismas fuentes británicas aseguran también que los prisioneros «no fueron liberados por la fuerza», todo ello después de que varios blindados derribaran los muros para acceder al centro de detención y liberar a ambos detenidos. Estos hechos parecen demostrar, una vez más, la implicación directa de los ocupantes (en este caso sin intermediarios locales) en la oleada de atentados terroristas indiscriminados contra objetivos civiles que sufre Iraq, al tiempo que -frente a toda evidencia- siguen adjudicando su autoría a la resistencia.
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