Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Pintura del artista iraquí Zamir Dawud
Nunca hubiera podido imaginar, ni en la más remota de las fantasías, que llegaría un día en que las casas de Dios serían atacadas y destruidas… en la forma en que lo están siendo hoy en Iraq… Nunca.
Ese era, y sigue siendo para mí el acto más impensable e inaceptable, no sólo para mí, también para infinidad de gentes…
Pero ahora se ha cruzado ya la Línea Roja… Cruzado, transgredido, ofendido hasta la blasfemia…
En realidad, esa Línea Roja se cruzó por vez primera cuando los valientes chicos estadounidenses empezaron a volar minaretes… Y esa primera vez tuvo como víctima a Faluya.
En el momento en que se profanaron los lugares sagrados, saqueándolos, incendiándolos, desgarrándolos, escupiendo y orinando sobre el Libro Sagrado, pintando crucifijos sobre los muros, arrasando los tesoros de las mezquitas, en ese momento, se cruzó la Línea Roja… Y se cruzó, sobre todas las cosas, al matar a la gente que se refugiaba en ellas.
Devotos orando… Postrados, curvados, dominados, doblados, acorralados, refugiados en ellos mismos como un gusano, como un bebé en un útero…
En un momento de entrega total… Indefensos, vulnerables, frágiles…, a merced… Así fueron asesinados…
Sí, ese día se traspasó la Línea Roja.
El primer acto, el que representó el lanzamiento de la primera piedra, el que infringió todas las líneas rojas.
Y desde ese día somos testigos de más de lo mismo, de algo que va extendiéndose como un salvaje fuego satánico, que va envolviendo todas las casas de Dios, las musulmanas, los templos cristianos…., cualquier rincón santificado… Cualquier espacio remotamente sagrado.
La violación de lo Sagrado… La violación de lo Sagrado hasta tocar la conexión más íntima, la creencia más profunda, la «más cercana a su vena yugular»…, cualquiera que sea su credo.
No estoy segura si se dan cuenta de la gravedad y seriedad que ese acto implica, quizá sí. Pero supongo que sus valientes chicos están absueltos por pertenecer a la raza del pueblo elegido. Son un poco como su presidente y su administración, que también consideran que están por encima de Dios, quizá…
Y como Dios, ellos tienen sus «ángeles», que ejecutan sus órdenes… los nuevos fariseos del siglo XXI.
Hablabais tanto del «choque de civilizaciones… Por eso dijisteis… «Hágase» y se hizo. Y «Sea» y así fue, en Iraq.
Destruir el Templo en su interior y destruir el Templo en su exterior… Destruir el cuerpo, destruir el alma. Destruir lo «sagrado» y lo «profano»…
Nunca, nunca pensé que todo esto pudiera ser posible. Iraq no ha conocido nunca nada igual, a pesar de que Su ser se vio sangrientamente invadido con anterioridad por los bárbaros… Pero nunca de esa forma, nunca como ahora… Nunca.
Me siento espantosamente triste al escribir… ¿Qué puedo decir?
Me siento a mí misma estrangulada por la pena, silenciada, más allá de las palabras, deslizándome hacia la consternación y la incredulidad…
Me siento a mí misma destrozada por dentro, como si miles de dagas perforándome estuvieran…
Me pregunto qué siente Dios… Quiero hablar con El, con Ella, con Ello…
Amado, ¡cuánto lo lamento! No sólo han destruido nuestros hogares, han destruido los Tuyos también…
¿Dónde vamos a ir ahora, Amado? ¿A qué refugio? ¿En qué dirección? ¿Hacia dónde nos volvemos? ¿A qué hacemos frente?
Los tejados se han desplomado y los cielos están al descubierto…
Y somos como fugitivos que corren… Mirando hacia atrás, mirando hacia delante, mirando hacia arriba, con el cielo inmenso abierto sobre nuestras cabezas y una tierra presta a engullirnos en cualquier momento…
¿Hay algún lugar donde no se haya traspasado la Línea Roja?
Corremos y corremos y no hay líneas que no hayamos cruzado. No hay límites, no hay fronteras… Corremos y corremos y ellos nos persiguen por todas partes… Hasta nuestro templo interior, hasta nuestro templo exterior, hasta nuestras camas, hasta nuestros sueños… hasta nuestras oraciones…
Ni un alminar, ni una cúpula, ni una puerta de iglesia… Nada ha quedado intacto…
Nos quedamos de pie, elevamos nuestras manos hacia el cielo y tan sólo recibimos bombas de fuego que caen sobre nuestros brazos, contra nuestros pechos, aplastándonos…
Nos inclinamos y repetimos una y otra vez el sagrado nombre y las flechas atraviesan nuestras espaldas en un ritual de ablución de sangre…
Nos postramos y tocamos la tierra con nuestra frente y las minas nos explotan en la cara…
¿Hay algún lugar, Amado, donde no existan Líneas Rojas? ¿En algún lugar? ¿En alguna parte?
Fuente:
http://arabwomanblues.blogspot.com/2007/06/red-line.html
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate.