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Dyskolo edita "La gota de sangre y otros relatos policíacos", de Emilia Pardo Bazán

Literatura de detectives, introspección y fantasía

Fuentes: Rebelión

A un personaje de nombre Selva, aquejado de una neurastenia, el doctor le aconseja emociones y que desarrolle la curiosidad (“para una persona como usted que posee elementos de investigación psicológica”). Asiste, de noche, a una función en el Teatro Apolo de Madrid, donde le increpa otro personaje, Andrés Ariza. La fantasía –una “comezón novelesca”- de Selva se desata al observar en la camisa del encolerizado Ariza una pequeña mancha de sangre.

Pasada media hora, Selva se desplaza desde el teatro hacia su lugar de residencia, una casa ubicada en una calle a medio urbanizar: es el retorno a la tediosa cotidianidad. Pero en el solar advierte la presencia de un cadáver, trajeado, de unos 25 años, cuando llega Pacomio el sereno. “Solo el crimen podía conseguir interesarme”, reflexiona Selva, y además propone al juez hacerse cargo de la investigación.

De este modo se inicia el relato breve La gota de sangre, de la novelista, periodista y crítica literaria Emilia Pardo Bazán (A Coruña 1851-Madrid 1921). Junto a La cana, Nube de paso y La cita, el texto forma parte del libro La gota de sangre y otros relatos policíacos, publicado en abril por Ediciones Dyskolo. En el centenario de su fallecimiento, la editorial presenta a Pardo Bazán como una de las precursoras de la literatura policial en España.

La narradora fue hija de una familia nobiliaria gallega y en 1868 –después de casarse- se estableció en Madrid. Sobre el viaje por diferentes países de Europa, realizado con su familia, publicó crónicas en el periódico El Imparcial. Entre los primeros escritos de Emilia Pardo Bazán figura el Estudio crítico de las obras del padre Feyjoo (1876); Jaime, un libro de poesía; y su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, de 1879, con la que alcanzó el éxito.

Una obra destacada es La cuestión palpitante (1883), en la que la autora recopiló artículos que había publicado en el periódico La Época sobre la literatura realista, naturalista y el ideario de Émile Zola; este ensayo generó una gran polémica, por considerarse improcedente y transgresor en una mujer escritora, esposa y madre. Tras la ruptura matrimonial y la publicación de La dama joven, comenzó una larga relación sentimental con Benito Pérez Galdós. Asimismo Emilia Pardo Bazán fue una de las principales impulsoras de la literatura naturalista en España, con Los pazos de Ulloa (1886-1887) como novela culminante.

Feminista y condesa, dramaturga, autora de cuentos y relatos, la narradora gallega también impartió conferencias, publicó ensayos –La revolución y la novela en Rusia o La mujer española– y defendió en congresos la igualdad educativa entre mujeres y hombres. En 1892 fundó el proyecto editorial La Biblioteca de la Mujer. La nota editorial de Dyskolo recuerda que la Real Academia Española rechazó –en tres ocasiones- el ingreso de Pardo Bazán en la institución.

La publicación de La gota de sangre, novela corta dividida en ocho capítulos y con narración en primera persona, data de 1911. La trama se basa en “el cambio producido en Selva por los acontecimientos, la evolución que conlleva su pasión por explorar almas como remedio contra el tedio”, resume el profesor de Literatura Española en la Universidad de Milán, Danilo Manera (“La gota de sangre”: una poética detectivesca pardobazaniana, en La Tribuna: Cadernos de Estudos da Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, 2011). El relato breve “contiene una benévola ironía sobre Sherlock Holmes”, añade el crítico literario; la escritora gallega no ocultó su insatisfacción con los planteamientos de la novela de detectives inglesa.

En la primera década del siglo XX, el personaje de Arthur Conan Doyle contaba con numerosos seguidores en España, subraya Danilo Manera. Pero Emilia Pardo Bazán juzgaba las novelas de Sherlock Holmes como demasiado cerebrales y de escasa imaginación, como una moda superficial y reiterativa en las que se apreciaba, además, una excesiva moralidad; de hecho, la autora comparó estas novelas con los libros de caballerías. El público, aficionado a estos casos, y el interés de los periodistas contribuyeron a la difusión del género.

“La crítica ha recalcado a menudo que en La gota de sangre el problema de quién cometió el crimen se convierte en cómo o por qué se cometió y que el centro de gravedad de la narración está en las motivaciones y en la psicología de los personajes”, explica el profesor de Literatura, que pone el énfasis en la metodología seguida por Selva, detective no profesional: el método de la intuitividad irracional y la fantasía.

Según Danilo Manera, “el doctor Luz, al cual Selva acude, no tiene solamente un nombre que simboliza el racionalismo positivista. Es también un artista y da consejos de psicólogo y poeta (…); Selva sale de la consulta del médico convencido de que la ciencia frente a su caso se ‘declaraba impotente’ (…); en efecto, todo empieza esa misma noche, en el teatro”.

Del agrado de Pardo Bazán por los relatos policiales dan cuenta algunas de sus crónicas en la revista La Ilustración Artística, destaca la profesora de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid, Concepción Bados Ciria (Emilia Pardo Bazán y el relato policial, en Centro Virtual Cervantes 2009). En 1905 la escritora coruñesa publicó el relato Misterio; en 1911 La Cana y en 1913 Belcebú; años después se descubrió un texto titulado Selva, que posiblemente prolongaba La gota de sangre.

La profesora y filóloga resume de este modo el relato editado por Dyskolo: “Ignacio Selva, un señorito madrileño, se convierte en detective, ya que aficionado a leer novelas policiacas, se ve obligado a resolver un crimen acontecido en su círculo de amistades para demostrar su propia inocencia: el asesinato de un hombre de negocios llamado Francisco Grijalba”. Concepción Bados perfila a Selva como ambiguo y contradictorio, romántico y decadentista, lo que le separa del detective infalible.

Un personaje femenino de la novela corta, Chulita Ferna, suscita la pasión amorosa en Selva; parte de la crítica literaria ha observado -en la relación con Chulita- la defensa de los derechos de las mujeres por parte de Emilia Pardo Bazán; y, asimismo, la relativización y cuestionamiento de los problemas morales, explica Concepción Bados.

El catedrático en la Universidad de Santiago de Compostela, José Manuel González Herrán, y el académico Darío Villanueva resaltan que la autora de Los pazos de Ulloa y La Tribuna publicó al menos 600 cuentos en la prensa española y extranjera entre 1866 y 1921 (Introducción a Cuentos Completos Ed. Ángeles Quesada Novás, 2004); los reunió en una quincena de volúmenes; y escribió los cuentos al mismo tiempo que sus 38 novelas, largas y breves, una veintena de obras de crítica y ensayo, siete teatrales y 55 años de artículos periodísticos. Fue una autora prolífica: cerca de 70 cuentos vieron la luz en la última década de su vida, según remarcan Villanueva y González Herrán.

Se aplicó asimismo a las múltiples formas del cuento literario, fuera policial o fantástico, de terror, aventuras, origen folclórico, infantil o de hadas. En cuanto al estilo y tono, añaden los dos investigadores, “poco tiene que ver el aliento épico o poético de los cuentos fantásticos y legendarios con el costumbrismo, realismo, naturalismo (y aún expresionismo) de ciertos relatos rurales; no menos alejados están el dramatismo o la tragedia, que tiñen algunas de sus historias más duras, del estilo ágil y rápido perceptible en los cuentos más ‘periodísticos’” (en estos destaca el uso del humor y la ironía).

Villanueva y González Herrán rebaten algunos de los lugares comunes sobre Pardo Bazán, como el de la corrección escasa de los textos; sostienen, por el contrario, que la narradora gallega revisaba los escritos ya publicados (de la prensa al libro) y en las reediciones corregía, introducía matices y depuraba el estilo.

En el prólogo a los Cuentos completos la filóloga y docente, Eva Acosta, señala la diversidad de caracteres con que el personaje femenino aparece en los relatos, de ahí las diferencias entre Leocadia en La argolla; Dolores, en Casi artista o Domicia, en Santi Boniti. Esta complejidad aleja a la mujer del “corsé decimonónico” que la situaba entre el ángel y el diablo, añade la también autora de Emilia Pardo Bazán. La luz en la batalla (Ediciones del Viento, 2021).