Un revulsivo contra la historia oficial escrito por el antropólogo anarquista David Graeber y el arqueólogo David Wengrow.
Hacer justicia en mil palabras de un texto de más de seiscientas páginas (sin contar otras doscientas de notas), es un reto. Este texto se ha dilatado por lo inabarcable de El amanecer de todo, obra monumental del fallecido antropólogo anarquista David Graeber y del arqueólogo David Wengrow, por lo difícil que es enumerar la cantidad de temas que abordan en la panoplia de eventos históricos, articulaciones sociales, estructuras políticas, que recorren todas las páginas del libro. Por eso, parto de una invitación directa a todo el lectorado que se aproxime a este libro, porque no le va a dejar indiferente; aquí nos limitaremos a explorar a qué se refieren los autores con esa idea que subtitula y recorre el libro, la idea de contar «una nueva historia de la humanidad».
El libro parte de la asunción (cierta, aunque matizable), de que la historia de la humanidad tal y como se nos ha contado desde la Ilustración hasta hoy (partiendo de Hobbes y de Rousseau), es una historia de extremos que se usa políticamente para justificar un estado de cosas sociales en el mundo, que se dirige hacia un ultra-estatismo coercitivo que mantenga la estabilidad por culpa de la naturaleza violenta del ser humano o a la sobre-valoración de la bondad natural y sencilla de la humanidad libre antes del advenimiento de la corruptora propiedad privada y de la civilización, germen de la desigualdad. Frente a este esquema dicotómico, los autores no buscan ponerse de un lado o de otro, o de buscar componendas que equilibren la balanza entre ambos extremos; al contrario, los autores consideran que estas fórmulas basadas en una historia lineal, progresista, y claramente eurocentristas (porque las fórmulas ilustradas apuntan a que en Europa estamos en lo más alto de la civilización frente al primitivismo y la barbarie), no cuentan realmente la historia de la humanidad. Cuentan, en todo caso, la historia de Europa y la forma de pensarse a sí misma Europa (o todo «Occidente») en la historia, pero no acierta a observar y señalar cuál es la historia de la humanidad como humanidad y cómo la humanidad en su conjunto se puede pensar en la historia, más allá del pensamiento regional de cada sociedad.
Para esta tarea, como antropólogo y arqueólogo, los autores se alejan intencionalmente de las corrientes académicas de pensamiento, sobre todo de la tradición historiográfica europea (aunque hay muchas corrientes historiográficas dentro de ella), para construir un discurso alternativo en el cual no ha habido una necesidad histórica que ha dirigido a la sociedad hacia la forma estatal tal y como la concebimos en Occidente, que el progreso histórico no lleva necesariamente a la jerarquía y la burocratización, que la libertad y la igualdad occidentales no son las únicas formas de concebir dichos conceptos, y que la humanidad, en sus diferentes momentos históricos, ha podido elegir cómo organizarse. Para ello se basan fundamentalmente en evidencias tanto antropológicas de sociedades todavía existentes ajenas en mayor o menor medida a las estructuras de poder y organizativas occidentales, y al registro arqueológico que nos muestra sociedades complejas de gran tamaño que no requirieron de la forma estatal occidental para medrar en la historia. A lo largo de seiscientas páginas no sólo muestran estas «alternativas desconocidas», sino que los autores se dedican a desmontar mitos y a enfrentarse a concepciones contemporáneas de la política, de la sociedad y la economía, contraponiendo con pruebas antropológicas y arqueológicas asunciones de la realidad histórica de la humanidad. De esta forma, dan nuevas perspectivas de conceptos como libertad, igualdad y progreso, en una lectura amable y estimulante.
Sin embargo, no todo van a ser parabienes: a pesar de la enormidad en muchos sentidos del libro, esto no lo hace impermeable a debilidades y críticas. Puede ser útil ponerlo en contraste con Comunismo originario y lucha de clases en la iberia prehistórica, de Rodrigo Villalobos García. Cuando salió este libro todavía no teníamos la traducción de El amanecer de todo, pero llevaba ya tiempo a la venta; sin embargo, no hubo trasvase de intenciones de uno a otro, sino que se dio uno de esos casos de convergencia intelectual. El libro de Villalobos García tiene una vocación similar que el de Graeber y Wengrow: mostrar que no existe una necesidad lineal de progreso en el devenir histórico de la sociedad, que se puede elegir una organización social alternativa de forma colectiva (el primero para la Península ibérica, los segundos para toda la humanidad). A pesar de esto, y a que sus bases críticas son bastante similares, hay una gran diferencia entre ambas propuestas: mientras que Comunismo originario y lucha de clases en la iberia prehistórica tiene una vocación de cientificidad mucho mayor, El amanecer de todo se postula desde el inicio como una narración política que busca tener efectos políticos.
No quiero que se me malinterprete: la obra de Graeber y Wengrow no es una ficción histórica, se basa en pruebas, y sus doscientas páginas de notas lo señalan; sin embargo, la calidad científica según los estándares académicos actuales resulta cuestionable. No es algo que yo afirme: hay revisiones posteriores a la salida del libro que, por una parte, muchas de las conclusiones que abanderan los autores no son nuevas ni son radicales, sino que son discusiones que se llevan tiempo dando en la ciencia histórica y que forman parte de la comprensión actual de la historia (y que, yo añado, desde hace tiempo se señalan por la historiografía marxista); por otra parte, se ha señalado que muchas de las referencias y las notas son referencias vacías, que no apoyan sus argumentos más que por la pátina de honorabilidad académica de tener referencias que apoyan mediante su autoridad los argumentos. Es una obra científica y académicamente cuestionable, pero, y esta es la cuestión central, no es algo que importe para las intenciones del libro (para lo cual les habría servido mejor un ahorro de papel y tinta).
Aquello con lo que se tiene que quedar quien lea El amanecer de todo es que es una interpretación política de la historia de la humanidad, con su base científica sólida aunque cuestionable, pero es que ese es el campo de batalla cultural hoy. La lectura de la historia de Graeber y Wengrow tiene como objetivo subvertir las interpretaciones clásicas de la historia que se han instalado en nuestro sentido común, donde vemos necesaria la existencia de un Estado, de una burocracia, de sistemas jerárquicos, de un poder centralizado. Hemos asumido que las alternativas políticas que, por ejemplo, desde el marxismo hacen su lucha, son propuestas novísimas que buscan cambiar la humanidad para siempre; pero lo que nos dicen Graeber y Wengrow es que siempre han estado ahí. Sólo había que mirar y quitarse las anteojeras que la tradición burguesa nos ha colocado. Hay que leer El amanecer de todo como lo que se propone ser: un revulsivo contra la historia oficial ofrecida de forma divulgativa para una gran mayoría de personas que no están (ni tienen por qué estar) enteradas de las altas discusiones académicas. Es un libro que cuenta la narración utópica de nuestra realidad histórica, de toda la humanidad, robada por unos pocos. Si Graeber y Wengrow nos están contando «el amanecer de todo», y creemos que todavía no hemos llegado al ocaso de la humanidad, aprovechemos lo que nos queda del día.
Fuente: https://www.mundoobrero.es/2023/02/13/lo-que-nos-queda-de-dia/