Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La repentina llegada del presidente de EE.UU., Barack Obama, a Bagdad desde Turquía el martes – su primer viaje a Iraq desde que asumió la presidencia en enero – tuvo prioridad sobre otras noticias provenientes de la capital iraquí, pero en otros sitios también ocurrieron eventos significativos.
Ese mismo día, el Ministro de Diálogo Nacional de Iraq, Akram al-Hakim, aterrizó en el Cairo para reunirse con ex baasistas y ex oficiales del ejército iraquí en exilio. Había sido enviado a Egipto por el primer ministro Nuri al-Maliki para pedir a partidarios del ex presidente Sadam Husein que renunciaran a la violencia y volvieran a participar en el gobierno.
Mientras Hakim abordaba puntos críticos, como ser una amnistía general que liberaría a miles de suníes iraquíes, Obama se reunía con Maliki en al-Faw, uno de los esplendorosos palacios de propiedad de Sadam mientras dirigía el país. Los temas principales en el orden del día de Obama incluían el problema del separatista Partido de los Trabajadores de Kurdistán [PKK], al que había condenado como terrorista ante sus anfitriones turcos, y la retirada de 142.000 soldados estadounidenses de Iraq hasta 2011.
Coincidieron con la visita del presidente de EE.UU. dos eventos significativos en la calle iraquí. Uno fue la reducción de la sentencia de tres a un año de Muntazer al-Zaidi, el periodista iraquí que se convirtió en un héroe popular al lanzar sus zapatos al ex presidente George W Bush durante su última visita oficial a Bagdad. El arresto de Zaidi había enfurecido a iraquíes comunes – especialmente suníes – y causado masivas manifestaciones callejeras, pero ahora se espera que ya sea liberado en diciembre.
Los mismos manifestantes que llamaron en diciembre pasado a la caída de Bush parecieron hoy particularmente contentos con Obama, elogiándolo por eliminar las secuelas de la invasión de EE.UU. en 2003, un lío por el que sienten que no fue responsable, y al que se había opuesto desde el primer día. Los iraquíes de a pie lo vieron en términos mucho más simples: «Bajo Bush, Zaidi fue sentenciado a tres años, pero bajo Obama, va a salir en diciembre. Vamos por buen camino.»
Mientras sucedía todo esto, uno de los antiguos máximos jefes de Sadam, Izzat al-Douri, se pronunció a través de una grabación de voz llamando a una nueva relación con EE.UU. de Obama, pero sólo después que
EE.UU. haya detenido sus operaciones de combate en agosto de 2010 y se haya retirado completamente de Iraq en 2011. Ese mensaje es importante, ya que proviene de Douri, quien es el último alto responsable baasista superviviente por cuya cabeza ofrecen una recompensa de 10 millones de dólares. No ha sido visto en público desde la caída de Sadam en 2003.
La reducción de la sentencia de Zaidi y el nuevo tono de Douri están causando conmoción en el oficialismo iraquí y en círculos suníes. La raíz de la reconciliación reside en que el primer ministro echó marcha atrás respecto a sus observaciones anteriores en las que acusaba a los suníes de haber realizado seis mortíferos ataques con bombas en distritos chiíes de la capital iraquí el día lunes.
Cuando comentó inicialmente sobre los coches bomba, Maliki estaba evidentemente muy enojado. Primero acusó al Partido Baas, sólo para darse cuenta de que sería poco conveniente desde el punto de vista político, que podría provocar más violencia, y podría perturbar la relativa tranquilidad de la que ha estado alardeando desde mediados de 2008. Los coches bomba fueron horrendos, estallaron dentro de tres horas y mataron a cerca de 40 personas, hiriendo a 130, todas las víctimas fueron chiíes, y 10 de ellas en Sadr City. Maliki afirmó originalmente que el Partido Baas había realizado los ataques como «regalo» para celebrar su 62 cumpleaños.
Luego sus asesores susurraron al oído del primer ministro para recordarle que su verdadera preocupación ya no eran realmente los baasistas. Privados de armas y de liderazgo adecuado – sin Sadam y con todos sus máximos generales tras las rejas – los baasistas ya no amenazan la seguridad de Iraq como lo hicieron en 2003-2005.
Su actual comandante, Douri, tiene 67 años y se dice que está en mal estado de salud. Esto explica por qué Hakim está en el Cairo, y por qué incluso Iyad Allawi, quien sirvió como primer ministro interino entre 2004 y 2005, ha dicho que está dispuesto a sentarse y conversar con Douri. «Apoyo la integración de los baasistas al proceso político,» dijo Allawi, señalando por primera vez que el trabajo con el Partido Baas sería un beneficio en lugar de una carga para el gobierno iraquí.
Una integración de los baasistas ayudaría a colmar la brecha entre los poderosos chiíes y los descontentos suníes, y no le costaría nada al gobierno central.
El verdadero problema de Maliki reside en los Consejos del Despertar Suní, que fueron creados por el equipo saliente de Bush en 2007 para que sirvieran de ala armada a la comunidad suní en su lucha contra la insurgencia dirigida por al-Qaeda. Entonces, Maliki argumentó agresivamente contra los consejos que estaban compuestos de miembros de tribus suníes, afirmando que legitimaban a las milicias suníes y dejaban sin nada a los chiíes.
Argumentó que después que los Consejos del Despertar hubieran terminado de combatir a al-Qaeda, volverían sus armas contra los chiíes. Maliki respondió alentando a los jóvenes chiíes a alistarse en masa en las fuerzas de seguridad, mientras prestaba poca atención a sus niveles de educación, entrenamiento o disciplina. El argumento era entonces: «Si los suníes van a legitimar sus milicias, haremos lo mismo.»
Desde entonces ha estado buscando caminos creativos para silenciar a los consejos, y en marzo comenzó a arrestar a varios de sus máximos comandantes. Los acusó de establecer contactos con al-Qaeda y dijo el 4 de abril: «Éste es un mensaje enviado a los que van por el mismo camino que los criminales organizados.» Muchos afirmaron que el arresto de miembros de los consejos era un intento de ajustar cuentas con viejos enemigos en lugar de llevar la ley y el orden a Iraq, y fueron en realidad esos arrestos los que gatillaron los seis coches bomba.
A pesar del progreso, sigue siendo probable que Hakim vuelva del Cairo con las manos vacías, ya que es un alto miembro del partido islámico financiado por Irán, el Supremo Consejo Islámico Iraquí (SIIC). Hay mucha mala sangre entre los baasistas y el SIIC, ya que este último combatió con el ejército iraní contra Sadam durante la devastadora guerra Irán-Iraq de 1980-1988.
Hakim trató de mejorar relaciones con ellos en 2007, pero fracasó. Un intermediario como Allawi podría haber sido más adecuado para la tarea, ya que él mismo es un antiguo baasista, pero tampoco logró incorporar a los baasistas durante su período de gobierno. Si Maliki quiere seriamente obtener resultados, tiene que tomar la iniciativa y extender su propia mano hacia los baasistas.
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Sami Moubayed es redactor jefe de Forward Magazine en Siria.
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