La mayoría de los diputados del Parlamento del Irak ocupado excusaron su asistencia a la sesión extraordinaria de ayer, 24 horas después de que un kamikaze se hiciera estallar en la cafetería del hemiciclo. El propio Ejército de EEUU reconoce que su fortaleza de la Zona Verde, que alberga la sede legislativa, ya no es […]
La mayoría de los diputados del Parlamento del Irak ocupado excusaron su asistencia a la sesión extraordinaria de ayer, 24 horas después de que un kamikaze se hiciera estallar en la cafetería del hemiciclo. El propio Ejército de EEUU reconoce que su fortaleza de la Zona Verde, que alberga la sede legislativa, ya no es segura. La situación securitaria y política en el país invadido hace cuatro años se deteriora a cada hora que pasa. Y tampoco hay ya plan que valga.
Un puñado de diputados del Parlamento del Irak ocupado se reunió en sesión extraordinaria para condenar el atentado suicida que la víspera tuvo lugar en la cafetería del hemiciclo, con un balance de ocho muertos.
Suspendida en un primer momento por la inasistencia de los legisladores, la sesión tuvo lugar finalmente y arrancó con dos minutos de silencio por los fallecidos en el ataque, en pleno corazón de la blindada Zona Verde de Bagdad.
El presidente del Parlamento, el sunita Mahmud Machhadani, leyó una declaración desafiante que contrastaba con la resignación y el terror entre los presentes. Circunstancias obligan, Machhadani calificó, en razón de su cargo, el atentado como un «ataque desesperado» y «el tiro de gracia contra los terroristas, no contra los iraquíes». «Lo que ayer ocurrió fue una tormenta en un vaso de agua. Hoy nos sentimos más fuertes que ayer mostrando nuestra unidad y nuestra solidaridad», añadió.
Más fuertes pero bastantes menos, a tenor de las bancadas vacías en la Cámara. El propio Machhadani no pudo evitar una concesión a la resignación al asegurar que «el Parlamento, el pueblo iraquí y el Gobierno iraquií están en el mismo barco. Si uno de hunde todos se hunden pero el barco de Irak no debe encallar». «Debemos olvidar el dolor y unirnos por el bien de Irak», coincidió el diputado sunita Razah Hamdun Abdullah.
Fuentes parlamentarias utilizaron varios argumentos para justificar la escasa afluencia de diputados. Sin obviar que el presidente del Parlamento convocó la sesión extraordinaria para el viernes, día festivo y de oración musulmán, el diputado chiíta Akbar al-Saidi señaló que el interior del hemiciclo presentaba 24 horas después un estado ruinoso e incidió en que muchos legisladores no habrían podido llegar con motivo de las draconianas medidas de seguridad impuestas por los ocupantes.
No obstante, la percepción de que ningún lugar, ni el más protegido, es seguro en Irak, era incontestable tras un ataque tan osado como el del jueves.
La Zona «ya no es segura»
El portavoz del Ejército estadounidense, el teniente coronel Christopher Garver, confirmó que no estamos ante percepciones subjetivas sino ante la cruda realidad. Aseguró que la hasta ayer inexpugnable Zona Verde, donde se encuentra el Parlamento, ha dejado de ser segura a pesar del plan de seguridad especial lanzado a principios de este año en la capital iraquí, según informaron los medios de comunicación estadounidenses.
El teniente coronel reconoció que la Zona Verde «ya no es segura», aunque matizó que «lo es algo más que el resto de la ciudad». Todo un mensaje de «tranquilidad» para la atribulada población bagdadí. Un mensaje sincero que contrasta, en todo caso, con las declaraciones de la secretaria de Estado de EEUU, Condoleeza Rice, quien reafirmó la víspera la «efectividad» del plan de seguridad de Bagdad.
Con todo, no sólo es el plan de seguridad de Bagdad el que este atentado ha puesto en evidencia. Los contradictorios balances de víctimas mortales -desde una a ocho según las fuentes- y las dudas sobre sus indentidades -a última hora de ayer no estaba claro cuántas de entre las víctimas son diputados- da una idea de la total descomposición de la situación política en la Administración ocupada.
En plenos rumores sobre la posibilidad de que el atentado hubiera sido obra de un escolta de alguno de los diputados y mientras se anunciaba la detención de tres camareros de la cafetería del hemiciclo, la coalición de grupos islamistas en los que se incluye la sección de Al Qaeda reivindicaba el atentado
Crisis política
Los analistas coinciden en la gran carga simbólica del atentado y destacan la necesidad de una solución política que vaya más allá de las soluciones militares que viene ensayando, de fracaso en fracaso, la Administración Bush desde la invasión del país árabe.
«El problema es político. Si no hay un acuerdo entre las distintas formaciones políticas no podemos esperar nada bueno», señala Nabil Mohamed Yunis, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de la capital iraquí.
Joost Hiltermann, director para Oriente Medio del International Crisis Group, coincide en que «no hay capacidad para responder a estos ataques porque no hay una real política de reconciliación y, sin ella, ningún lugar es seguro en Irak y nadie estará seguro en Irak».
24 horas después de que el jefe del Estado Mayor del Ejército turco, general Yasar Buyukanit, defendiera una operación contra el PKK en Kurdistán Sur, territorio situado actualmente dentro de las fronteras de Irak, la mayoría de los analistas políticos de Ankara alimentaba y justificaba esta solución en un intento de ejercer presión en el ámbito internacional contra la lucha de liberación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lucha por el reconocimiento de los derechos humanos, individuales y colectivos de los kurdos del norte (cuyas tierras ocupa Turquía).
«Paso a paso se acerca una operación militar (…) acelerada por las declaraciones de Barzani», asegura Sedat Laciner. Se refiere al líder de los kurdos del sur, quien ante las amenazas de Ankara de que no permitirá un resultado pro-kurdo en el referéndum sobre Kirkuk advirtió de que ellos se reservarían en este caso, el derecho de intervenir en Diyarbakir, capital del Kurdistán Norte.
Laciner, presidente del Instituto de Estudios Estratégicos, insistió en la tesis de que «Irak no impide la infiltración a Turquía de terroristas del PKK (…) ¿Cómo va a luchar contra el PKK un país incapaz de proteger su propio Parlamento?», preguntó, aprovechando el estupor por el ataque de la víspera en Bagdad.
Laciner va más allá y tilda de contradictorio el llamamiento de EEUU contra una eventual operación transfronteriza. «EEUU invadió Irak y dice ahora que una intervención turca no es la mejor solución. Resulta todo menos creíble», asegura este experto en relaciones internacionales.