Deborah Davies informa desde Bagdad. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
De pié en una gran casa familiar en el distrito Hurriya de Bagdad un pequeño, de no más de diez años, con inmensos ojos redondos, muestra en silencio los agujeros de balas en cada uno de los dormitorios. Va de pieza en pieza, mostrando las señales en la puerta del armario, en el bastidor de la cama, en la pared – sabe donde están todas. Cosas así no deberían atribular a ningún niño.
Abajo hay seis mujeres casi idénticas en túnicas negras, sentadas en una fila sujetando grandes fotografías de sus hombres asesinados, con un montón de niños en sus regazos.
Esas seis mujeres – todas de la misma familia, todas enviudadas recientemente – no han vuelto a sus dormitorios desde noviembre pasado, cuando un convoy a coches policiales se acercó de madrugada a sus casas, y docenas de hombres uniformados irrumpieron en ellas.
Una de sus niñas, Hanin, estaba dormida en la cama de sus padres. Casi suena circunspecta cuando describe lo sucedido: ‘Escuché un disparo, así que me acurruqué junto a papá. Entraron a nuestra habitación y les dije que no mataran a mi papá, pero el hombre amenazó con matarme. Mataron a papa y después mataron a mi tío.’
Asesinaron a tiros a cinco hombres esa noche – un sexto había sido muerto en la calle tres semanas antes. ¿Su crimen? El jefe de la familia, jeque Khadem Sarheed, era dirigente de una tribu suní bien conocida. Ahora está muerto, junto a cuatro de sus hijos adultos y un yerno. Uno de los hijos era policía y reconoció a los asesinos. ‘Les dijo que era policía como ellos,’ dice su viuda. ‘Pero le dispararon en el cuello y en el estómago.’
Los vecinos vieron a los coches de la policía estacionados delante de la casa y reconocieron los uniformes de los tristemente célebres comandos policiales. Son agentes altamente entrenados, fuertemente armados, más parecidos a soldados que a policías corrientes. Y responden directamente al Ministerio del Interior. Durante los últimos dieciocho meses esos comandos – compuestos casi exclusivamente por musulmanes chiíes – han estado implicados en la detención y el asesinato de miles de civiles suníes de a pie.
Cien cadáveres por día
Hasta cien cuerpos al día son encontrados en basurales o terrenos baldíos alrededor de Bagdad. Generalmente han sido terriblemente torturados. Ácidos y taladros eléctricos son los métodos favoritos y muchos de los cadáveres todavía llevan puestas esposas de la policía.
Como descubrimos, incluso existe evidencia convincente de que han vuelto las prisiones secretas de los días de Sadam – hediondos agujeros infernales donde cientos de víctimas son agrupadas para ser violadas, torturadas o mutiladas sólo por el crimen de pertenecer a la secta equivocada.
Y todo sucede bajo los ojos de los comandantes de USA, que parecen renuentes o incapaces de intervenir. Son los escalofriantes resultados de una investigación especial filmada para un documental de Channel 4, «The Death Squads» [Los escuadrones de la muerte] que revela cómo uno de los ministros más importantes en el nuevo gobierno de Iraq está acusado de dirigir una campaña de tortura, mutilación y ejecución de sus enemigos. Y éste es el expediente que revienta el mito de que la paz y una democracia liberal florecen en el nuevo Iraq ‘liberado.’
En el sangriento caos de Bagdad es muy difícil desembrollar exactamente quién es quién entre los diversos escuadrones de la muerte que ahora controlan las calles. Son bandas criminales organizadas, que secuestran y asesinan para cobrar rescates, y son grupos de milicias privadas leales a algunos clérigos o dirigentes de clanes. Pero no cabe duda que entre los escuadrones de la muerte más eficientes están los comandos de la policía.
Como parte de nuestra investigación, seguimos la pista del modo como esas unidades de comandos han sido deliberadamente infiltradas y controladas por uno de los grupos islámicos más militantes, la Brigada Badr. Es el ala militar de un partido político iraquí, el Consejo Supremo por la Revolución Islámica en Iraq, [SCIRI, por sus siglas en inglés] establecido en el exilio en Irán a comienzos de los años ochenta y su objetivo fue siempre derrocar a Sadam y su gobierno suní y reemplazarlos por un gobierno chií. Ahora, graciosamente, los USamericanos lo han hecho para ellos.
El retorno de la Brigada Badr
Inmediatamente después del derrocamiento de Sadam en la primavera de 2003, miles de milicianos de la Brigada Badr volvieron a través de la frontera con Irán, junto con sus dirigentes políticos que habían pasado años esperando ese momento. Querían que el nuevo Iraq fuera un país pro-iraní, islámico, en el que los chiíes, que forman un 60% de la población de Iraq, también fueran la fuerza política dominante.
Pronto descubrieron que la mejor manera de lograrlo era infiltrar la nueva fuerza policial de Iraq – directamente bajo los ojos del gobierno de USA.
Desde los primeros días de la ocupación de Iraq por USA, aparecieron los signos de advertencia. Uno de los más altos oficiales de la policía británica enviados a Bagdad fue el ex vicejefe de policía de South Yorkshire, Douglas Brand. Su tarea era muy simple – reconstruir la policía iraquí. Quería crear una fuerza profesional dedicada a la ley y el orden. Pero los USamericanos estaban tan ansiosos de aumentar su número que hicieron la vista gorda ante quiénes se alistaban. ‘Querían presentar los desfiles de graduación, ponerles sus nuevos uniformes.’ nos contó Douglas Brand. ‘Nadie estaba demasiado interesado en lo que ocurriría cuando salieran realmente a las calles.’
Douglas Brand dice que expresó sus preocupaciones, ‘Probablemente diez veces al día, a quienquiera dispuesto a escuchar, generalmente generales de dos y más estrellas.’ Incluso habló directamente con el Secretario de Defensa de USA, Donald Rumsfeld. ‘Pero noté que no entendían las sutilezas y que si ocurrían consecuencias por el camino, sería algo que los iraquíes tendrían que manejar por sí solos.’
Esas consecuencias quedaron en claro muy pronto. En junio de 2004, un soldado USamericano, Kevin Maries, vigilaba por la mira de su rifle de francotirador desde su posición usual en el piso superior del edificio del Ministerio del Interior y vio a comandos de la policía iraquí que llevaban a cientos de prisioneros a un complejo del Ministerio, directamente debajo.
Tomó una serie de sorprendentes fotografías por la mira de su rifle mostrando lo que sucedió. ‘Los obligaron a ponerse de rodillas, los golpearon con tubos de goma,’ recuerda, ‘Las palizas se hicieron más severas, usaron una barra de metal y golpeaban las plantas de sus pies.’ Cuando pensó que algunos de los prisioneros podrían morir, Kevin alertó a su unidad y aparecieron soldados USamericanos para detener la tortura. Pero una hora más tarde, el Cuartel General de USA ordenó que se retiraran y dejaran a los prisioneros a la merced de sus captores. Según la información de Kevin, la mayoría de los prisioneros fueron transferidos posteriormente a una prisión oficial pero sólo después de ser golpeados nuevamente.
Renuencia a intervenir de USA
Desde el comienzo las autoridades de USA se han mostrado renuentes a interferir y eso fue demostrado de modo aún más evidente cuando se hizo un nombramiento controvertido al gobierno iraquí. En mayo de 2005, un hombre llamado Bayan Jabr fue nombrado Ministro del Interior – y con ello como encargado de la policía. Era una de los personajes más altos del SCIRI.
Repentinamente grandes cantidades de sus propios milicianos, exclusivamente chiíes de la Brigada Badr, fueron reclutados por la policía. Gerry Burke lo presenció personalmente. Destacado policía de Massachusetts, secundado como consejero policial a Bagdad, Burke vio un memorando del nuevo Ministro autorizando el reclutamiento de un grupo de 1.300 hombres para los Comandos, sin que tuvieran ninguna calificación para esa actividad. ‘Eran hombres sin capacitación policial, no se estudiaron sus antecedentes,’ nos dijo Gerry Burke. ‘Fue simplemente un cambio de uniformes de la Brigada Badr a la policía.’
Unos pocos meses después, cuando grupos de hombres suníes comenzaron a ser secuestrados, asesinados, y sus cuerpos tirados en los mismos sitios cada día, Gerry Burke trató de organizar una operación de vigilancia para atrapar a los asesinos. Pero los agentes de policía iraquíes corrientes con los que trabajaba estaban demasiado aterrorizados para cooperar. ‘Creían que los perpetradores eran miembros de la policía que los habrían matado como represalias por la investigación.’
Pero ésa no es de ninguna manera la única evidencia de que el Ministro del Interior de Iraq está involucrado en una campaña clandestina de terror. Un parlamentario iraquí acusa al señor Jabr de ser responsable de una red de prisiones secretas en las que se retiene a suníes sin acusación y se les tortura. Desde luego, en un país en el que las rivalidades sectarias a menudo involucran afirmaciones descabelladas, hay que tratar toda afirmación semejante con cuidado. Pero a pesar de todo, la evidencia que nos fue suministrada por un parlamentario suní llamado Mohammed al Dini es profundamente inquietante.
Vídeos de torturas
El verano pasado, Al Dini participó en una delegación de parlamentarios que se presentó sin aviso previo para controlar uno de esos presuntos sitios ilegales. Nos mostró el vídeo que su personal grabó de la inspección. Muestra a varios cientos de hombres, apiñados en celdas. Hay escenas caóticas de júbilo cuando los prisioneros se dan cuenta de que extraños han venido a terminar con sus sufrimientos y todos claman por contar sus historias a Al Dini. Un hombre es un Imán de una mezquita. ‘Nos violaron para obligarnos a hablar,’ dice al parlamentario. Al final los prisioneros se sientan pacientemente en el suelo mientras uno tras otro muestran sus heridas. Algunos han sido marcados con barras de metal caliente o se les han arrancado las uñas. Levantan sus camisas para mostrar magulladuras, cicatrices y quemaduras por todo el cuerpo.
Entonces Mohammed Al Dini nos mostró un segundo vídeo. Tres días después de su denuncia de esa prisión ilegal, un grupo de sus parientes lo visitó en Bagdad. Al volver a casa su microbús fue detenido por hombres uniformados. Fueron sacados a rastras y ejecutados en la calle. El vídeo muestra diez cuerpos, sobre el pavimento, en grandes charcas de sangre. Alrededor hay panfletos amarillos que dicen: ‘Felicitaciones a los que mataron a estos extremistas suníes.’
Mohammed Al Dini no le cabe duda de quiénes mataron a sus diez primos. ‘Son milicianos que operan como escuadrones de la muerte dentro de la policía,’ dice. ‘Y el ataque fue ordenado por la gente a la que denuncié por dirigir la prisión.’
Entrevistamos a Al Mohammed Dini en la seguridad de la Zona Verde, pero entonces nos hizo una oferta extraordinaria – que nos llevaría a su oficina y nos daría más evidencia de atrocidades policiales que tuvieron lugar desde que Bayan Jabr fue el Ministro a cargo. Su oficina estaba en un distrito llamado Yarmuk – un viaje corto, pero increíblemente peligroso.
La Zona Verde
La regla general para los periodistas occidentales en Bagdad es quedarse en la Zona Verde – si quieres ir a alguna parte, necesitas tus propios guardias armados en coches blindados y nunca te quedas en algún sitio durante más de diez minutos. Todo extranjero que se aventure fuera corre el peligro muy real de ser secuestrado por insurgentes suníes.
Lo discutimos en equipo y pedimos consejo a nuestro tranquilo y experimentado encargado de seguridad, ex efectivo del ejército británico. Decidimos confiar en Mohammed Al Dini. Subimos todos a su todo terreno, con dos de sus propios guardias armados. Mientras conducíamos pasando el último punto de control en la Zona Verde saliendo a la selva de Bagdad, había otra docena de vehículos, con cuatro guardias armados en cada uno, esperando.
Partieron y nos rodearon. Ahora estábamos en un inmenso convoy que incluía a dos camionetas con hombres de pie con ametralladoras. Pasamos el distrito Jihad donde en julio pasado la policía y otros hombres armados establecieron puntos de control no oficiales. Controlaban las tarjetas de identidad de todo el mundo y ejecutaron a más de cuarenta personas con nombres suníes.
Luego pasamos el hospital Yarmuk, que estaba rodeado por coches de la policía. Los hospitales iraquíes son sitios muy peligrosos. Habíamos hablado con médicos que nos contaron como pacientes, parientes y personal médico eran secuestrados regularmente en las salas de terapia por guardias hospitalarios y policías. Dos doctores – demasiado temerosos para reunirse con nosotros – nos enviaron correos. Uno dijo ‘les escribo con lágrimas en los ojos, han andado como locos matando doctores.’
Fanáticos religiosos asesinan a personas con educación
El segundo correo, de una doctora, dice ‘Esos fanáticos religiosos están matando a la gente educada para que sea más fácil controlar el país.’ Un tercer doctor, que estuvo de acuerdo en que se le entrevistara bajo condición de anonimato, describió cómo una mujer mayor llegó de urgencia. Cuando los guardias del hospital se dieron cuenta de que era la mujer de un suní muy conocido, la mataron a tiros.
Y había más. Cuando llegamos a la oficina de Mohammed Al Dini, nos entregó varios CD llenos de horribles imágenes de cadáveres – víctimas, afirmó, de los escuadrones de la muerte. ‘¿Agujeros de balas?’ pregunté mostrando una foto de dos heridas circulares. Mohammed Al Dini me corrigió: ‘No – agujeros de taladros eléctricos.’
Entonces sacó un documento de cinco páginas de su carpeta. Era un informe de secreto máximo de la Inteligencia Militar describiendo cómo habían atrapado a dieciocho policías que estaban secuestrando a dos civiles suníes. Los policías habían confesado que sus propios altos oficiales, miembros de la Brigada Badr, les habían ordenado ir a buscar a los hombres. Les pagaron por cada cautivo que entregaban y sabían de por lo menos nueve hombres que después fueron hallados muertos.
Mohammed Al Dini me dijo que todo esto comenzó cuando Bayan Jabr llegó a ser Ministro del Interior – después fue ascendido a Ministro de Finanzas, puesto que sigue teniendo. ‘Hay mucha evidencia en su contra, ha participado en muchas violaciones de los derechos humanos en Iraq,’ dice.
¿Puede ser verdad? ¿Es posible que una de las personas más destacadas en el nuevo gobierno de Iraq presida un régimen de terror, salvaje en todo como el de Sadam? Escribimos a Bayan Jabr para solicitar su reacción ante estas afirmaciones – pero hasta ahora no ha respondido.
Una cosa es segura: la vida en el Iraq actual ‘liberado’ es en todo igual de aterradora que bajo Sadam – tal vez peor. Los vídeos que Mohammed Al Dini nos dio sólo formaban parte de una inmensa colección que reunimos durante nuestra estadía en Bagdad. Organizaciones de derechos humanos nos dieron horas y horas de material. Un funeral masivo tras otro, hileras de ataúdes, multitudes de parientes acongojados.
Pero entre las grabaciones más desgarradores están las que nos dieron las mujeres en la ‘Casa de las seis viudas’. Una muestra lo ocurrido inmediatamente después de los asesinatos – el jeque y sus hijos cubiertos en mantas bañadas en sangre. Otro vídeo es del funeral.
Pero el tercero es bastante diferente. El vídeo final es de 2002, un año antes del comienzo de la guerra y muestra las escenas alegres de un inmenso casamiento de uno de los hijos – asesinado ahora. La casa en la que todavía vive la familia suní está en un área mixta y entre los cientos de amigos y vecinos a los que se muestra bailando en la calle con los participantes en la fiesta, hay muchos chiíes. Pero desde la llegada de los escuadrones de la muerte, muchas familias suníes han huido del área. Es un modelo de limpieza étnica que se repite en todo Bagdad, a medida que la ciudad desciende a un caos sectario cada vez más profundo.
Es imposible trabajar en Bagdad e irse con alguna idea sobre soluciones simples. Hay que tener cuidado con cualquiera que las ofrece. Lo único seguro es que esta noche y cada noche en el futuro previsible, los escuadrones de la muerte rondarán por las calles. Y muchos de ellos serán así llamados policías.
© Copyright Deborah Davies,, Channel 4, 2006
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