Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Hartos de esperar que el gobierno actuara, un empresario, varias ONG y un grupo de voluntarios pasaron a la acción después de tener que hospitalizar a más de 100.000 personas a causa de las infecciones provocadas por el agua contaminada.
El canal fluvial de Shatt al-Arab atraviesa el centro de Basora (Foto: Alex MacDonald)
En su historia moderna la ciudad de Basora ha tenido que soportar muchas crisis, desde las numerosas víctimas habidas durante la guerra Irán-Iraq, a la violenta supresión de los levantamientos contra Sadam Husein y a la violencia sectaria posterior a la invasión de 2003, que hizo que los cadáveres se amontonaran en las calles.
No obstante, para algunos activistas el colapso de la infraestructura hídrica de la ciudad ha sido el episodio más grave. En los últimos meses, hasta 100.000 personas han tenido que ser hospitalizadas como consecuencia de enfermedades trasmitidas por el agua, a la vez que miles de sus ciudadanos protestaban en las calles por la carencia de agua potable.
Los vídeos grabados por los locales mostraban como el río Shatt al-Arab se había vuelto negro por la contaminación o aparecía cubierto de sal.
El Shatt al-Arab es una confluencia del Tigris y el Éufrates, atraviesa el centro de Basora y ha alimentado la inspiración histórica para los relatos sobre Sinbad el marino. Ahora fluye contaminado de «gérmenes, sustancias químicas y algas tóxicas, junto a concentraciones de sal sin precedentes que convierten prácticamente sus aguas en agua de mar», declaró a Reuters Shukri al-Hasan, profesor de ciencias marinas en la Universidad de Basora.
«Es lo peor que podía sucedernos», dijo Naqib Aluaibi, un activista organizador de las protestas, a Middle East Eye. «Puede ver que no hay pájaros volando debido al agua envenenada del Shatt al-Arab. La vida está desapareciendo».
Durante años tanto el gobierno central como el local no hicieron lo que debían para mejorar la situación. El pasado julio, como la carencia de agua alcanzó niveles muy graves, las ONG, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado se pusieron en marcha para tratar de llenar ese vacío.
La planta depuradora de Al-Wafa, levantada en un terreno próximo al Shatt al-Arab, se abrió oficialmente el domingo. Fue construida por el Grupo Zamzam, una compañía iraquí que lleva el nombre de un pozo sagrado de La Meca, y el proyecto lo financió Mayid Alsadi, un empresario oriundo de Basora, que salió de Iraq en la década de 1970 y regresó tras el derrocamiento de Sadam Husein en 2003.
Se leyeron poemas y se sacrificó una cabra mientras políticos locales, vecinos, periodistas, trabajadores de ONG y escolares se congregaban para inaugurar la nueva planta, cuya apertura coincide con el comienzo del año escolar en Iraq.
La nueva planta está destinada a dar servicio sobre todo a las escuelas de Basora, que han corrido muchos riesgos con la propagación de las enfermedades infecciosas.
«Hay alrededor de 70 estudiantes en cada clase. Como el agua estaba contaminada, esta inmensa cifra de estudiantes podía crear un problema enorme», dijo Abdel Husein, director de educación en Basora, que también asistió a la apertura de la planta.
Tras la ceremonia de apertura Alsadi cortó la cinta de las instalaciones y el agua empezó a manar a borbotones y a pasar a los camiones-cisterna que después la distribuirán por colegios, hospitales y algunas casas de la localidad.
Esta planta es la primera de las cuatro instalaciones que se proyecta abrir. Aunque los colegios y los hospitales tienen prioridad, los tanques se pueden llenar con facilidad y la gente de la localidad puede venir a recoger su propia agua.
«Es una maravilla. Hemos estado sufriendo mucho tiempo a causa del agua salada. Esto nos hace muy felices. Estamos muy orgullosos de este paso», dijo Ali, un basorí invitado a asistir a la apertura. Aunque expresó su frustración por haber tenido que depender de la intervención privada para resolver el problema, en vez de que el gobierno se hiciera cargo del problema.
«No sé por qué no han podido encargarse de esto. Parece que andaban ocupados con cosas como la lucha IS o… o vaya Vd. a saber qué», dijo.
«Pero ya sabe que Basora es muy rica en petróleo, es el pulmón de Iraq, eso significa que los iraquíes están respirando desde la zona de Basora. No sé por qué no les importamos».
Un ingeniero pone en marcha el equipo para el procesamiento del agua (Foto: Alex MacDonald)
Corrupción crónica
Según un nuevo informe de la Comisión por la Integridad de Iraq, un organismo gubernamental encargado de investigar la corrupción en el país, desde el año 2006 se han entregado a Basora unas 13 plantas para la desalinización de agua financiadas por donantes internacionales. Pero nunca llegaron a ponerse en marcha y están ya en mal estado o les han robado muchas piezas.
La comisión dijo que había «presentado los documentos de investigación pertinentes ante el juez de instrucción competente para que adoptara las medidas legales adecuadas».
La corrupción crónica y la incompetencia en Basora han sido las principales causas de la crisis actual en la región. Los manifestantes han incendiado los edificios del gobierno local y de los partidos políticos, y pedido que se detenga a los políticos por los problemas que ha presentado el agua y también quienes murieron asesinados durante la violenta represión de las manifestaciones.
Mayid Alsadi es entrevistado con motivo de la apertura de la planta (Foto: Alex MacDonald)
Mayid Alsadi declaró que cuando investigó en un principio la posibilidad de procesar el agua del Shatt al-Arb le dijeron que el agua no podía utilizarse.
«Recibimos muchos informes de Basora que decían que el Shatt al-Arab estaba contaminado y que su agua no podía utilizarse», dijo a MEE.
«Pero conseguí que algunos expertos técnicos vinieran aquí y la analizaran, y nos dijeron: ‘No, nosotros podemos tratar esa agua sin problema'».
Declaró también que había hablado con el presidente del Directorado de Recursos Hídricos de la provincia de Basora sólo la noche anterior a la apertura de la planta y le encontró «muy sorprendido de que el agua del Shatt al-Arab fuera ahora potable».
«Tiene algunos planes para tratar el agua e ideas para resolver el problema construyendo una nueva represa en el área de Diyala, con un coste de alrededor de 1.500 millones de dólares», dijo Alsadi.
«Pero dice que no hay fondos; me sorprende que diga eso (…), el petróleo de nuestra zona debería ser suficiente para financiar cualquier proyecto de esa magnitud».
El jueves, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional declaró haber donado 750.000 dólares a Unicef para que se instalaran cinco bombas, para reparar la planta de tratamiento de agua existente y promover proyectos que aseguren la calidad de la misma.
«Eso ayudará a Unicef a asegurar que 750.000 personas obtengan agua potable en este momento crítico y que más de 50.000 niños tengan acceso a ese agua limpia cuando vuelvan al colegio», dijo Peter Hawkins, representante de Unicef en Iraq.
Otra fuente importante de apoyo para los proyectos alrededor del agua en Basora ha sido la oficina de Ali Sistani, el clérigo chií más importante de Iraq.
La oficina de Sistani compró 18 bombas para el canal Badaa, que transporta agua dulce desde la provincia de Dhi Qar hasta Basora, además de donar 60 millones de dólares en fondos de caridad para la crisis del agua.
Aunque sus funcionarios han supervisado la creación de nuevas instalaciones de desalinización, también ha criticado al gobierno de Bagdad y ha pedido a los habitantes de Basora que sigan manifestándose utilizando «medios legales y razonables para poner fin a la opresión existente en Basora».
El agua procesada fluye hacia el tanque (Foto: MEE/Alex MacDonald)
Los políticos iraquíes se han quejado repetidamente de que las nuevas presas establecidas en Turquía e Irán son el motivo de que el flujo del agua se haya interrumpido en los ríos de Iraq.
Pero Alsadi dijo que tales excusas no podrían interponerse en el camino para resolver la crisis y que el sector privado o las ONG no podían asumirla en exclusiva.
«¡Tenemos un mar! Kuwait, Arabia Saudí, todos los Estados del Golfo tienen plantas de tratamiento de agua salada, ¿por qué no tenemos aquí? Tenemos que ser honestos, ninguna excusa es aceptable», dijo.
«Creo que el gobierno anterior había estado confiando en la paciencia de los habitantes de Basora, saben que son personas muy amables, muy tímidas, que no van a rebelarse. Pero lo hicieron. Y el mensaje es muy claro y muy fuerte, la gente está diciendo que no puede soportar más.»
Alex MacDonald lleva mucho tiempo trabajando en los temas políticos de Oriente Medio, Asia y el mundo musulmán en general, examinando las interminables luchas sociales e ideológicas de la región. Ha informado desde Iraq, Turquía y Bosnia.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/news/water-basra-1860957290
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