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El fracasado asedio de Faluya

Los habitantes son todavía más enemigos de Estados Unidos tras ser arrasados por los bombardeos de los ocupantes

Fuentes: Asia Times

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Después de dos devastadores cercos de Faluya en abril y noviembre de 2004, que causaron la muerte de miles de iraquíes y en los que cientos de miles perdieron sus viviendas, las secuelas de los intentos de EE.UU. de limpiar a la ciudad de combatientes de la resistencia en un esfuerzo por mejorar la seguridad en el país, continúan atormentando a los residentes de Faluya y a Irak en general.

La ira aumenta entre los faluyanos que, después de ver cómo la mayor parte de su ciudad era destruida por el asalto de los militares de EE.UU., ven que las promesas de reconstrucción tanto de los militares de EE.UU. como del gobierno iraquí siguen sin ser cumplidas en su mayor parte.

«Cometen a diario crímenes de guerra en Faluya, incluso ahora», dijo Mohammed Abdulla, director ejecutivo del Centro de Estudios por los Derechos Humanos y la Democracia en Faluya (SCHRDF, en sus siglas en inglés). Su organización trabaja dentro de Faluya destruida, en un intento de prestar atención a los sufrimientos de los residentes, de aportarles ayuda en la reconstrucción, y de documentar los crímenes de guerra y las armas ilegales que fueron utilizadas durante el cerco de noviembre.

«Actualmente no se realiza ninguna parte de la reconstrucción que fue prometida, que es necesitada tan desesperadamente por la gente para volver a organizar sus vidas», dijo Abdulla durante una reciente entrevista con Asia Times Online en Amman.

Doctores que trabajan dentro de la ciudad se siguen quejando de que las fuerzas de seguridad estadounidenses e iraquíes impiden la atención sanitaria. Junto con la continuada existencia de los estrictos puntos de control de los militares de EE.UU., los residentes en la ciudad dicen que el tratamiento que reciben estos últimos y de las fuerzas de seguridad iraquíes que operan dentro de Faluya es degradante y humillante. La mayoría considera que este tratamiento es intencional.

«Los puntos de control representan demasiados obstáculos», dijo el doctor Amer Ani, que trabaja como voluntario en el Hospital General de Faluya. «Los combates han recomenzado dentro de la ciudad, porque en las últimas dos semanas ha habido enfrentamientos hombre a hombre en diferentes distritos de la ciudad. Esto ha provocado que las ambulancias tengan dificultades para entrar y salir, en especial hacia el hospital principal.

«Trabajo en el campo de refugiados al borde de la ciudad, y debido al puesto de control en los suburbios, ningún paciente de ese campo puede entrar a la ciudad», dijo Ani. «Por lo tanto, se ven obligados a ir a otra clínica, a 14 kilómetros de distancia, mientras que la atención más cercana en la ciudad les queda a menos de un kilómetro.»

Ani agregó que el hospital principal y varias clínicas importantes en la ciudad necesitan ser reconstruidos, pero las fuerzas de EE.UU. impiden que los materiales de construcción lleguen al lugar.

El doctor Riyad al-Obeidy, que trabaja en Ramadi, también atiende como voluntario dentro de Faluya. «Antes, el Ministerio de Salud entregaba ayuda a la ciudad, pero ahora está prohibido por motivos que desconozco», dijo. «Por lo tanto, ahora escasean los fijadores externos, los equipos quirúrgicos para las operaciones, y los equipos para traumatismos. Existe realmente un problema humanitario de sanidad. Las gentes viven en carpas, como refugiadas dentro de su propia ciudad, – nos falta agua potable e higiene así que prolifera el tifus. Con la llegada del verano, la cosa empeorará».

Parece que se han evaporado las promesas hechas antes del asedio por el gobierno iraquí y los militares de EE.UU. sobre ayuda en la reconstrucción de la ciudad.

Según Abdulla de SCHRDF: «Se realiza poca reconstrucción, pero sólo por los propios faluyanos y porque el gobierno de Irak sólo ayuda poco».

El doctor Abrahim Aziz (el apellido ha sido modificado para proteger su identidad), que trabaja como voluntario dentro de Faluya dice lo mismo. «Ahora se reconstruye un poco, reemplazan cables eléctricos» dijo durante una entrevista telefónica desde Faluya. «Pero los hospitales y las clínicas sólo han sido pintados y sólo han tapado los agujeros en los muros».

El doctor Fawzi, un ingeniero que es dueño de una fábrica de cemento en Faluya, dijo que los distritos al sur de Faluya siguen clausurados y que sólo un 10% de los edificios y hogares destruidos han sido reconstruidos por los propios residentes. Fawzi participó en la negociación de compensaciones para los residentes de la ciudad, y presentó una cifra de 600 millones de dólares a los militares de EE.UU. que aceptaron pagar esa suma. Pero el gobierno iraquí no estuvo de acuerdo.

«Fuimos a Bagdad, pero la oficina de [el entonces primer ministro] Allaui nos dijo que podríamos recibir sólo 100 millones de dólares, y que no podía prometer nada porque todo cambiaría con las elecciones [de enero]», dijo Fawzi. «Cuestionamos esa suma, y el gobierno dijo que nos daría un 20% de los 600 millones, lo que rechazamos porque no era suficiente. En esa reunión participaron estadounidenses, militares y civiles, y miembros del gobierno iraquí.»

El doctor Aziz dijo que sólo un 10% de la compensación prometida había sido pagada hasta la fecha, y agregó que la situación sanitaria era «horrible, ahora tenemos brotes de cólera».

Pruebas recientes de agua potable, realizadas por SCHRDF, establecieron que no había agua potable dentro de Faluya. «Todos lo saben, y por eso estamos avisando a la gente para que hierva el agua durante 10 minutos», dijo Abdulla.

Dice que dos tercios de la ciudad carecen de electricidad porque cortaron tantos cables eléctricos, y la única reconstrucción actual es realizada por los residentes de Faluya, sin ayuda externa. «Hay poca ayuda financiera del gobierno, cuando la hay».

El doctor al-Obeidy dijo lo mismo: «Están haciendo algunos pagos, pero pequeños. Pero recientemente el gobierno iraquí dejó de hacer pagos de compensación. Así que ahora la gente está muy enojada, especialmente porque los estadounidenses prometieron que iban a dar 500 dólares a cada familia, pero hasta ahora no ha ocurrido», dijo. «¿Así que si destruyeron completamente una casa, cómo pueden bastar 500 dólares? Claro que no bastan».

Aunque se calcula que un 80% de los residentes de Faluya han vuelto a casa, aproximadamente un 60% de las casas y edificios dentro de la ciudad sufrieron suficiente daño como para que sean inhabitables. La mayoría de la gente sigue viviendo en carpas, o entre los escombros de sus hogares. Siguen en vigor los toques de queda, no se permite que los residentes salgan a las calles después de las 9 de la noche, y barrios enteros siguen sin electricidad.

Abu Nawaf, un empresario de 42 años que vive cerca del barrio Jolan, dijo en una reciente entrevista telefónica desde Faluya: «No se realiza ninguna reconstrucción y los estadounidenses y la Guardia Nacional Iraquí (GNI) patrullan permanentemente, incluso en las calles laterales».

Abdulla comentó sobre la volátil situación: «La ley no existe en las calles, y hubo un caso en el que un GNI mató a un policía iraquí y la gente pidió una investigación». Agregó: «Los estadounidenses estaban adentro con los GNI que eran peshmerga [miembros de la milicia kurda]. Los GNI en el interior son ahora todos peshmerga y fuerzas del Badr [milicias chiíes del Consejo Supremo de la Revolución Islámica] que cometen las mismas humillaciones y los malos tratos que los estadounidenses».

El SCHRDF ha informado que los soldados de EE.UU. ocupan actualmente siete escuelas primarias en la ciudad, obligando a los niños a estudiar en carpas.

Mientras tanto, Nawaf sigue buscando a sus tres hermanos desaparecidos. Los militares de EE.UU. pintaron sobre su casa que encontraron allí tres cuerpos, pero Nawaf no ha podido ubicarlos e insiste en que siguen desaparecidos.

Enfrentamientos y bombas al borde de la ruta en Faluya han impedido en gran parte todo retorno a la normalidad dentro de la ciudad, junto con las continuas quejas de los residentes por acoso y maltratos por parte de las fuerzas de seguridad. Por lo tanto, la reconstrucción, por importante que sea para la ciudad, sigue estando en segundo plano para los residentes que siguen atestiguando presuntos crímenes de guerra durante el sitio más reciente, así como su furioso resentimiento por la destrucción y la falta de reconstrucción de su ciudad.

«Hay muchísimas mujeres en Faluya que han atestiguado que fueron violadas por soldados estadounidenses», dijo Abdulla. «Se encuentran cerca de la escuela secundaria para muchachas dentro de Faluya. Cuando la gente volvió por primera vez a Faluya, encontró a tantas muchachas que estaban totalmente desnudas y habían sido asesinadas».

Como lo muestra la situación de Nawaf, la cantidad de personas desaparecidas sigue siendo una de las mayores preocupaciones. «No tenemos un número total de personas muertas porque tanta gente ha desaparecido… esto imposibilita que se tenga un recuento exacto de los muertos», dijo Abdulla.

Otro médico iraquí que es miembro de un equipo médico iraquí que también investiga aspectos de derechos humanos, informó que su grupo estima que 60.000 iraquíes se encuentran en centros de detención en todo Irak. Durante la entrevista en Amman, dijo que los militares de EE.UU. sólo registraron los nombres de 17.000 detenidos; están recluidos sin ser acusados y su paradero es desconocido, incluso por sus familias. Hablando bajo condición de anonimato, el doctor dijo: «Desde luego esto sólo impulsa más a la gente hacia la resistencia, porque la gente termina por desesperar suficientemente para comenzar a combatir a los estadounidenses. La gente sólo puede aguantar hasta cierto punto».

El doctor Fawzi, que también informa al SCHRDF, expresó preocupación por la cantidad de personas desaparecidas en Faluya. «En cuanto a muertos, primero contamos más de 750», comentó. «Hay tantas personas desaparecidas y es tan difícil obtener cifras sobre los muertos y detenidos, incluso a pesar de que sabemos que muchos más fueron muertos. La gente teme admitir que su hijo pueda estar detenido porque los estadounidenses podrían arrestar o tomar represalias contra el resto de la familia».

Por lo tanto, el sufrimiento de los residentes de Faluya continúa y los combates comienzan nuevamente a fermentar dentro de la ciudad devastada y se acerca el drástico calor del verano.

«Los estadounidenses han cometido una matanza inmensa de gente en Faluya. El crimen de Faluya es su mayor crimen hasta ahora», dice severamente Abdulla. «Esto permanecerá para siempre como una mancha negra en la historia de EE.UU. Hagan lo que hagan los estadounidenses, incluso si se libran de esos mentirosos que están en su gobierno, necesitarán mucho tiempo para que la gente olvide lo que han hecho en Irak y en Faluya, para que nos sea posible volver a tratarlos como personas civilizadas con un sentido de humanidad.»

Abdulla, como los residentes de la ciudad, se preguntaba por qué los militares de EE.UU. no permiten que medios no-empotrados entren en Faluya. «¿Por qué no permiten que los medios entren a Faluya?» pregunta. «Si EE.UU. dice que tiene razón, ¿por qué impidieron que dos investigadores de la ONU entraran a Faluya?»

Es evidente que no tuvieron éxito, con la justificación inicial para el cerco de Faluya de que la operación inicial fue lanzada para lograr la seguridad y la estabilidad de las elecciones del 30 de enero. Montones de gente murió sólo ese día, y la situación en todo Irak sólo ha seguido deteriorándose desde entonces.

Más recientemente, desde que el último gobierno interino en Irak prestó juramente en abril, más de 750 iraquíes han sido muertos en la violencia que continúa extendiéndose por todo el país desgarrado por la guerra.

Por lo tanto, en vez de mejorar la seguridad y la estabilidad en Faluya y en Irak, el sitio de Faluya no la logrado otra cosa que devastar la ciudad y extender la resistencia iraquí a otras ciudades, como Qaim, Beji, Baquba, Mosul, Ramadi, Latifiya y numerosas áreas de Bagdad.

Podría argumentarse ahora que el sitio de Faluya consiguió exactamente lo contrario de sus objetivos declarados – en lugar de traer más seguridad y estabilidad, ha caldeado los ánimos, profundizado las divisiones sectarias y alentado la resistencia iraquí hasta llevarla a cantidades de ataques que pocas veces se habían visto antes del sitio.

Abdulla pinta un cuadro deprimente con sus comentarios finales sobre la situación en Faluya: «El sentimiento es que la gente no olvidará jamás lo que se les ha hecho y a su ciudad. No pienso que veremos el fin de esto. La gente nunca abandonará la voluntad de vengarse de las tropas estadounidenses, sino que quiere prepararse para nuevos ataques. Es lo que los negociadores de Faluya han advertido a los estadounidenses. La falta de seguridad, que se vive en Irak en la actualidad, es uno de esos resultados».

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Dahr Jamail es un periodista independiente de Anchorage, Alaska. Ha informado desde el interior de Irak durante ocho meses. Actualmente informa desde Amman, Jordania.

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