»No hemos cobrado desde que se fueron los americanos en diciembre. Si la situación no mejora, abandonaré este checkpoint la semana que viene», confiesa a IPS Saif Ahmed, uno de los integrantes de la milicia que presume de haber derrotado a Al Qaeda en Iraq. En Samarra, el desánimo entre los milicianos de los Consejos […]
»No hemos cobrado desde que se fueron los americanos en diciembre. Si la situación no mejora, abandonaré este checkpoint la semana que viene», confiesa a IPS Saif Ahmed, uno de los integrantes de la milicia que presume de haber derrotado a Al Qaeda en Iraq.
En Samarra, el desánimo entre los milicianos de los Consejos del Despertar es tan tangible como los escombros y el polvo de esta localidad a 150 kilómetros al norte de Bagdad.
«Fuimos nosotros, y no los americanos, los que derrotamos a Al Qaeda en Irak», explica desde su residencia el jeque Sheik Khalid Fleieh, el principal impulsor de los «Consejos del Despertar» – Sahwa en árabe- en Samarra.
Las milicias Sahwa , también conocidas como los «Hijos de Irak», se constituyeron a resultas de una coalición de diferentes líderes tribales para garantizar la seguridad en sus respectivas comunidades. Fundado en las regiones sunitas de Anbar y Salahadin -centro de Irak- en 2005, en menos de un año pasó a ser una fuerza de seguridad paralela a las ya existentes en todo el país.
«Al Qaeda llegó a nuestro territorio después de la invasión con el pretexto de combatir a los ocupantes. En un principio unimos fuerzas pero, al poco, los yihadistas extranjeros empezaron a asesinar a nuestra propia gente: líderes tribales, abogados, profesores, ingenieros… Todo aquel que jugara cierto papel en la sociedad se convertía en objetivo de forma automática», recuerda Fleieh desde su residencia que custodian hoy muros de hormigón y milicianos de camuflaje.
Muchos de los miembros de Sahwa son antiguos insurgentes reconvertidos en milicias pro-gubernamentales. Desde sus inicios, han recibido sueldos de unos 250 euros por custodiar checkpoint s y realizar patrullas en sus localidades. Pero sus ingresos se han desvanecido junto con la retirada de los americanos.
«El plan original era integrar a nuestros efectivos progresivamente en las Fuerzas de Seguridad Iraquíes pero ahora todos sabemos que no eran más que falsas promesas», explica Latif Majad Abdullatif, comandante en jefe de la milicia en Samarra.
«Tengo a 2000 hombres con familias a las que mantener en una situación desesperada y ya no sé ni qué decirles», añade este mando militar desbordado por la impotencia.
Los hombres de Abdullatif pertenecen a los alrededor de 100.000 efectivos con los que cuenta Sahwa . Si bien el Gobierno Iraquí hablaba de incorporar a una cuarta parte de ellos en una primera fase, el programa parece estar en «punto muerto». Así las cosas, hoy todo el mundo se pregunta qué va a pasar con esas decenas de miles de hombres arruinados pero armados con rifles de asalto.
Abdulljabar Abdulrahim, miliciano Sahwa de Samarra, lo tiene claro: «Si no he cobrado en dos semanas me buscaré otro trabajo, bien en el sector de la construcción o en el de la limpieza», asegura este hombre que sostiene un AK 47 y viste chándal y chancletas.
«Se me rompió el uniforme y no puedo gastarme el dinero que no tengo en uno nuevo», se defiende, mientras gestiona la entrada de coches en un distrito al norte de Samarra.
«Amistades peligrosas»
Cuando se pregunta entre los locales no armados, las opiniones basculan entre la compasión y la indiferencia.
«Esperan en mitad de la calle a que los maten por realizar un trabajo por el que ni siquiera cobran, ¿se puede ser más desgraciado?», exclama Yousef Abdulhamid desde su puesto de frutas y verduras, muy cerca del icónico minarete con forma de zigurat de Samarra. A apenas doscientos metros de allí, un póster en la pared recuerda a Omar Nasaif Jassim, un miliciano de Sahwa presuntamente asesinado por Al Qaeda hace dos meses,.
«No me dan ninguna lástima. Se unieron a los invasores, éstos los usaron como una servilleta y los han tirado a la basura cuando ya no les sirven; ¿qué esperaban de los americanos?», explica Rahim, taxista local quien, a pesar de la reciente retirada de las tropas USA, se queja de seguir viviendo bajo otra ocupación: «la de Irán a través de los partidos políticos chiítas en el poder».
Pero también los hay más optimistas. Desde su despacho en el ayuntamiento de Samarra, el alcalde Omar Mohammed Hassan habla de una «mejora significativa» en la seguridad que achaca al «perfecto equilibrio» entre las tropas desplegadas:
«Contamos a fuerzas del Gobierno central, las del Ministerio del Interior y los milicianos de Sahwa. Excepto algún episodio aislado, la seguridad en la ciudad es total», asegura orgulloso Mohammed Hassan.
A día de hoy nadie, discute que los «Hijos de Irak» han contribuido a reducir notablemente los niveles de violencia en el país. Pero hoy son muchos, empezando por el Primer Ministro Nuri al-Maliki, los que temen que dichos grupos se puedan volver incontrolables en el futuro hasta convertirse, en palabras del alto mandatario iraquí, en una «oposición suní armada».
Desde su residencia al sur de Bagdad, Saad al Muttabili, miembro de Dawa – el partido del Primer Ministro Nuri al Maliki- aporta su versión de los hechos:
«El programa de los «Hijos de Irak» sirvió para atraer a muchos iraquíes armados hacia el nuevo gobierno pero fue un proyecto impulsado y coordinado por los americanos», explica al Muttabili.
«Los americanos han tardado muchísimo en trasferirnos la base de datos que incluía 97.000 nombres, entre los cuales encontramos desde un niño de 13 años hasta un anciano de 70. Por otra parte, no podemos integrar en las fuerzas de seguridad a aquellos con un pasado criminal o, simplemente, a los que no tienen una formación militar específica».
Mientras el futuro de los «Hijos de Irak permanece en Stand by, un creciente número de suníes en el país viene denunciando que se les veta tanto en las fuerzas armadas como en la administración. Así las cosas, cada vez son más los que dibujan un escenario a corto plazo en el que los milicianos recurran a sus antiguos aliados y posteriores enemigos. De ser así, Al-Qaeda podría convertirse en la única fuente de ingresos para decenas de miles de «Hijos de Irak» abandonados a su suerte tras la retirada de los americanos el pasado diciembre.