Recomiendo:
0

Elecciones y escuadrones de la muerte

Los misteriosos asesinatos de los clérigos sunníes

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

¿Es pura coincidencia que Alaui, el títere iraquí de EE.UU., esté pidiendo la pena de muerte para la Asociación de Ulemas Musulmanes (AMS, por sus siglas en inglés), clérigos sunníes que se oponen a las elecciones, mientras, al mismo tiempo, dos de estos clérigos son asesinados a tiros por elementos desconocidos? Esta coincidencia parece ser más intencional que fortuita. En realidad, no me sorprendería si resultara que esos dos hombres fueron asesinados por escuadrones de la muerte empleados por EE.UU. y su gobierno cliente en Bagdad. John Negroponte, actual embajador de EE.UU. en Irak, organizó semejantes escuadrones de la muerte cuando era embajador en Honduras durante las guerras de EE.UU. en Centroamérica y tuvo bastante éxito. No hay que esforzarse demasiado para imaginar que él y su patrón están haciendo lo mismo en Irak.

Tal como Israel espera ahogar la resistencia palestina liquidando a sus líderes en asesinatos extrajudiciales, EE.UU. podría desear un resultado similar en Irak. Su éxito depende, entre otras cosas, de la profundidad de la resistencia iraquí. Si el nivel de compromiso para liberarse de los ocupantes es tan profundo entre los que lanzan los ataques en el terreno contra las fuerzas de EE.UU. y sus cómplices iraquíes, como el que existe entre los dirigentes (clericales y laicos), se requerirán más que algunos asesinatos de unos pocos dirigentes para destruir la resistencia. Si no, unos pocos asesinatos más de algunos clérigos demasiado temerarios y de otros dirigentes podrían llegar a obligar a la resistencia a una retirada continua en el futuro previsible. Si la resistencia es tan profunda como parece ser, la única manera por la que EE.UU. puede imponer su voluntad sería intensificando la matanza que realiza en todo Irak.

Algunos medios noticiosos especulan que estos asesinatos son realizados por fuerzas chiíes, aunque los mismos medios no presentan pruebas de semejantes especulaciones. Otros sugieren (bajo presión de la inteligencia de EE.UU., supongo) que tal vez la misteriosa creación conocida como al-Zarqaui es la responsable. Aunque es posible que sea así, hay que preguntarse por qué esas fuerzas iban a pensar que el asesinato de clérigos las beneficiaría. Después de todo, para la tendencia chií dominante, esos asesinatos sólo apartarán aún más a los seguidores de esos clérigos del proceso político que los líderes de esa tendencia chií dominante como al-Sistani esperan tendrá lugar después de que tengan lugar las elecciones auspiciadas por EE.UU. Sin la participación de la mayoría de los iraquíes y sin un parlamento representativo, disminuye considerablemente la probabilidad de que ese proceso tenga éxito. De modo que parecería que los dirigentes dominantes que no dependen totalmente de EE.UU. (es decir los que no se llaman Alaui) se opondrían a actos que enajenarían aún más a los grupos sunníes de la oposición. En cuando a la posibilidad de que al-Zarqaui o sus aliados sean responsables, se basa en la suposición de que al-Zarqaui realmente exista y no sea una creación de operaciones clandestinas o un instrumento de EE.UU., y que si fuera así, que lo beneficiaría el asesinato de clérigos que están de acuerdo con el llamado de su propio grupo a que termine la ocupación y a que se boicoteen las elecciones creadas por EE.UU., una deducción que no tiene sentido.

Sólo EE.UU. y Alaui se benefician realmente del asesinato de los clérigos opuestos al plan de EE.UU. de interferir continuamente en los asuntos iraquíes. Después de todo, sólo si Alaui y su círculo pueden mantener algún tipo de papel dominante en el gobierno iraquí «elegido», Washington podrá lograr sus objetivos fundamentales en Irak. La eliminación de la oposición más militante contra EE.UU. y sus marionetas iraquíes es un paso en ese proceso. Es lo que tratan de lograr las fuerzas de EE.UU. con sus ataques contra Faluya, Mosul, Samarra y otros sitios. Si EE.UU. es responsable de los asesinatos de los clérigos, es la misma intención.

Washington se queja casi a diario ante los medios de que la resistencia utiliza tácticas de intimidación contra la población iraquí para mantener su control. Aunque esto sea verdad en algunos casos, el que EE.UU. lo diga viene a ser como la sartén diciéndole al cazo: retírate que me tiznas. Después de todo, el que invadió al país fue EE.UU., bombardeando y cañoneando aldeas y ciudades en su camino hacia Bagdad. Asesinando sin motivo a mujeres y niños, y volando hospitales y mercados sin importarle lo que hubiese en su interior. Por cierto, quien continúa intimidando al pueblo iraquí es EE.UU. mediante asesinatos, mutilaciones y masacres; todo en nombre de algo que llama democracia. Si son sus fuerzas especiales las que asesinan a los clérigos que se oponen a la ocupación, entonces eso, de por sí, es una forma más de intimidación. Desde luego, puede ser que jamás conozcamos la verdad, ya que la población de EE.UU. también está intimidada por sus dirigentes.

¿Y qué pasa con esas elecciones en Irak que todo el mundo apoya? Bueno, si esas elecciones se parecen en algo a las que Mr. Negroponte y sus jefes organizaron en El Salvador, Honduras o Nicaragua en los años 80, entonces al pueblo de Irak lo espera algo muy especial. Una auténtica representación no tiene nada que ver. Creo que un mejor ejemplo de lo que promete al futuro al pueblo de Irak podrían ser las elecciones fingidas que tuvieron lugar en Vietnam del sur durante la breve vida de ese país. Seguro, hubo elecciones de vez en cuando, con candidatos de los militares u otros elementos de la sociedad sudvietnamita que debía su existencia a la presencia de soldados y de agentes de inteligencia de EE.UU. en el país, pero la guerra nunca dejó de hacer estragos en todo el país, mientras los votantes iban a las urnas. Los candidatos que discrepaban de los planes de EE.UU. para la región geopolítica conocida como Sudeste Asiático eran generalmente derrotados, gracias al creativo recuento de votos que tenía lugar. Y si ganaban, eran ignorados, políticamente neutralizados, o liquidados con extremo prejuicio (para usar la forma de hablar apropiada).

En Irak, el escenario podría resultar como sigue: Realizan puntualmente las elecciones, vota más de un 50% de los iraquíes. Eligen a todos los 275 delegados y representan la gama de partidos políticos aprobada por la Embajada de EE.UU. y su régimen cliente en Bagdad. Algunos de los delegados se oponen enérgicamente a la ocupación de su país por EE.UU. La asamblea se reúne y elige a Alaui o a algún otro preferido por EE.UU. para que gobierne su país. O la alternativa b): eligen a alguien un poco más radical que haya declarado que exigiría un retiro inmediato e incondicional de todas las fuerzas de ocupación de Irak. Si ocurre a), la guerra continúa y la resistencia aumenta en cantidad e intensidad. Si ocurre b), la guerra continúa y el primer ministro contrario a la ocupación es «convencido» de que modifique su posición sobre la retirada de EE.UU. o es eliminado y la resistencia aumenta en cantidad e intensidad.

Sorprendentemente, el New York Times informó el 25 de noviembre de 2004 que algunos elementos del régimen cliente iraquí en Bagdad podrían reunirse con algunos miembros de la resistencia. Esto podría ser un truco para comprar a una parte de la resistencia y establecer una supuesta tercera vía, de la misma manera como EE.UU. trató de hacer en Vietnam (como fuera ficcionalizado por Graham Greene en su novela «El americano tranquilo»). O podría ser un intento de elementos en el gobierno Alaui de mostrar una cierta independencia. En todo caso, tiene poca probabilidad de éxito a menos que cuente con la aprobación de Washington. Considerando su pasada historia, es igualmente poco probable que Washington haga algo semejante. Mientras tanto, Washington seguirá enviando más soldados para pacificar el país en el genuino sentido orwelliano de la palabra.

—————-

Ron Jacobs es autor de «The Way the Wind Blew: a history of the Weather Underground», que acaba de ser reeditado por Verso. El ensayo de Jacobs sobre Big Bill Broonzy forma parte de la nueva colección sobre música, arte y sexo de CounterPunch «Serpents in the Garden». Su correo es: [email protected]