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Los niños robados de Irak

Fuentes: El Mundo

Tras sobrevivir al hambre del embargo internacional de los 90, a la invasión del 2003, a la inseguridad ciudadana y a la guerra civil que entre 2005 y 2008 desangró el país, la infancia iraquí encara nuevos y espeluznantes peligros. La desesperación de muchos padres, desplazados y arruinados, la falta de escrúpulos de las bandas […]

Tras sobrevivir al hambre del embargo internacional de los 90, a la invasión del 2003, a la inseguridad ciudadana y a la guerra civil que entre 2005 y 2008 desangró el país, la infancia iraquí encara nuevos y espeluznantes peligros. La desesperación de muchos padres, desplazados y arruinados, la falta de escrúpulos de las bandas y el aumento incesante del número de huérfanos están alimentando las redes de tráfico humano dedicadas a los niños, una tendencia que según afirma la ministra iraquí de Derechos Humanos, Wijda Salim, corre el riesgo de convertirse en una cuestión mayor.

«Tenemos pruebas de varios casos aunque no se puede hablar de un fenómeno generalizado», afirma la ministra. «En muchos casos los críos son entregados por familias pobres a cambio de dinero. En otros, se trata de gente de fuera de Irak interesada en adoptar al margen de la legislación, y esa demanda alimenta a las bandas que secuestran a los niños y los sacan del país. No es un problema muy extendido pero es un problema que hay que tratar antes de que se convierta en una cuestión mayor».

Salim ya ha encargado a un comité investigar la amplitud del fenómeno, del que no puede dar cifras, y promete más información en un plazo de cuatro o cinco meses. La falta de estadísticas oficiales es generalizada en Irak, si bien en una información publicada por The Guardian el pasado 6 de abril, fuentes policiales y civiles afirmaban que la venta de niños asciende a unos 150 al año.

Se calcula que hay dos millones de niños susceptibles de caer en manos de redes criminales de todo tipo, dado el alto índice de desescolarización (más de 800.000 críos no van al colegio, según UNICEF y Save the Children), las terribles condiciones económicas -se estima que casi el 25% de los iraquíes viven bajo el umbral de la pobreza- y el número, siempre en aumento por la violencia, de huérfanos, que se estima en al menos tres millones.

Un niño iraquí camina entre los restos de coches y cajas en un basurero iraquí. (Foto: AFP)

Los niños secuestrados o vendidos pueden sufrir diferente suerte. La más liviana es la adopción. En Portugal, recientemente se informó de la detención de una banda dedicada a la venta de niños iraquíes para adopción, un fenómeno que se centra, según las ONG iraquíes, en Jordania, Kuwait, Turquía y Siria aunque también se encuentra en países europeos como Irlanda, Portugal, Suecia, Gran Bretaña y Suiza.

«Casos de venta de niños existen en todas partes, pero es cierto que ahora empiezan a escucharse ejemplos en Irak», explica Imam Abdul Rahman, abogada de la Asociación de Derechos de la Mujer, desde su oficina de la calle Arasad, en Bagdad. «Pude constatar el fenómeno hace unos meses, cuando me pidieron asesoramiento legal en varias adopciones internacionales. Resultó que, en los trámites finales, los que supuestamente hacían la adopción pedían la anulación de los documentos iraquíes, lo cual es ilegal. Entiendo que pretenden robar a esos niños».

Son dos los procedimientos más empleados. El más reciente -apareció hace año y medio- es el del ‘falso’ humanitario, un intermediario local que contacta con familias en situación desesperada y ofrece dinero a cambio de entregar a su hijo a un hogar más afortunado. Son los menos quienes contactan con abogados porque las bandas se encargan de la documentación: la falsificación de los papeles de las víctimas no es un problema, dado el alto índice de corrupción entre los funcionarios iraquíes.

«Un jordano que busca un niño para adoptar no lo busca en Asia ni paga 50.000 euros», detalla Sabah Walid, presidenta de la Asociación de Mujeres y Niños por la Paz. «Aquí se venden por no más de 1.000 euros. Muchas veces una familia pobre está dispuesta a vender un hijo por 200 euros con tal de poder alimentar al resto de la prole. El resto del dinero se lo queda el intermediario».

Pero el procedimiento más antiguo aparecido, tras la invasión, en Bagdad para facilitar el tráfico de niños consiste en bandas de secuestradores. «Se llevan a los niños de la calle o de la salida del colegio, extorsionan a la familia y una vez cobrado el rescate venden a los críos a otra organización», continúa la responsable de la Asociación de Mujeres y Niños por la Paz.

El destino de los más pequeños, de entre 0 y 4 años, suele ser una familia de acogida pero no ocurre lo mismo con los mayores de esa edad: los activistas insisten en que los niños están acabando también en redes de prostitución, de explotación laboral e incluso comienzan a oírse rumores de tráfico destinado a venta de órganos.

«Recuerdo el caso de una mujer chií. Tras quedarse viuda, cuando asesinaron a su marido, terminó en la miseria. Vendió a su hija de 14 años a una intermediaria sin recibir ningún papel a cambio. Lo próximo que supo es que la cría había sido casada con un iraquí, que lo más probable es que se desembarace de ella en un año. Y su destino será, sin duda, la prostitución», evoca Sabah.

«Hay bandas especializadas en la venta de niños», confirma la ex ministra de la Mujer Nawal al Samarrai, quien dimitió tras constatar que la apertura de su departamento era «mera fachada» y ahora dirige una ONG en la conflictiva Mosul. «El deterioro de la seguridad y la falta de control de las fronteras facilita el tráfico de niños. A nadie le interesa dar cifras de cuántos están siendo robados. Son pocas las familias que denuncian porque no se fían de la policía, y al Gobierno no le interesa investigar».

A Sabah Walid sí le interesó el asunto. Lo suficiente para acudir a la Plaza de Wathet, en Karrada, para preguntar por la suerte de un grupo de críos mendigos, 12 infantes dedicados a limpiar lunas de automóvil o vender pañuelos. «Cuando les pregunté por sus familias, todos decían vivir con su abuela. Y la abuela terminó siendo la misma persona. Estoy segura de se trata de críos vendidos que están siendo explotados por una banda criminal».

Eso explicaría que el número de bandas dedicadas al secuestro de niños sea preocupante, a juzgar por las cifras oficiales. Según Hassan Alaa, un portavoz del Ministerio del Interior, en sólo nueve meses han sido arrestados 15 grupos criminales dedicados a este ‘negocio’. UNICEF no puede confirmar ni desmentir el problema, si bien sus responsables afirman estar «extremadamente preocupados por el reclutamiento y el uso de niños por parte de grupos armados así como por la potencial venta y tráfico de niños», explica Jaya Murthy, miembro de la organización, a elmundo.es. «Dado que recae sobre el Gobierno la responsabilidad primaria para asegurar que estas prácticas no se dan, trabajamos con el Ejecutivo para mejorar la vigilancia y la prevención de semejantes violaciones de los derechos del niño».

La utilización de críos por parte de grupos armados, así como el significativo número de niños en prisión, completa el desolador panorama de la infancia iraquí. «Los niños están sido usados por numerosas milicias, incluida Al Qaeda. Son utilizados para colocar artefactos como bombas a pie de carretera, en el transporte de explosivos y material para evitar los puestos de control, como vigilantes, exploradores, espías y como suicidas. Algunos niños son amenazados o extorsionados para llevar a cabo estas acciones», prosigue Murthy.

Esa es la razón aparente por la que, según Sabah Walid, son comunes los arrestos de niños en lugares controlados por grupos armados. «Cuando hay un atentado se arresta a mujeres, niños y ancianos indiscriminadamente», asevera la activista. «Muchos son acusados de pertenecer a Al Qaeda aunque no hayan tenido ninguna relación. Así los críos terminan ingresados en instituciones especiales con todo tipo de delincuentes. ¿Se imagina cómo van a salir esos chicos de allí?», se interroga.

La ministra de Derechos Humanos estima que hay un millar de menores presos en Irak. El preso más joven que Sabah ha visto en prisión, concretamente en la de Kadhimiya, tenía 12 años. «Fue acusado de terrorismo junto a sus tres hermanos. Su padre fue ingresado en la prisión (militar norteamericana) de Camp Bucca. No conseguí que dijera una palabra, porque todos los críos presos tienen miedo. Me temo que son sometidos a violencia sexual», se lamenta Sabah. «Si el Gobierno y las ONG actuaran correctamente, no habría que temer que ninguna milicia pudiera reclutarlos».

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/22/retiradairak/1243020910.html