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EEUU depende de Irán y de sus aliados shiíes iraquíes para mantener la ocupación de Iraq

Los ocupantes, as-Sáder e Irán

Fuentes: Antiwar

Durante varios meses, el gobierno de George W. Bush se ha estado quejando de que la intromisión iraní en Iraq es una amenaza para la estabilidad del país y para los soldados estadounidenses. La ironía de esta campaña publicitaria sobre el supuesto intento de Teherán de minar la ocupación es que Irán bien pudiera ser […]

Durante varios meses, el gobierno de George W. Bush se ha estado quejando de que la intromisión iraní en Iraq es una amenaza para la estabilidad del país y para los soldados estadounidenses. La ironía de esta campaña publicitaria sobre el supuesto intento de Teherán de minar la ocupación es que Irán bien pudiera ser el factor principal que impida un enfrentamiento entre militantes shiíes y soldados estadounidenses.

La realidad subyacente en Iraq, que el gobierno [estadounidense] parece no captar completamente, es que EEUU depende ahora, a su pesar, de Irán y de sus aliados político-militares shiíes iraquíes para seguir con la ocupación [1].

Tres años y medio después de que empezara la ocupación, el ejército estadounidense ya no ostenta el verdadero poder en Iraq. Como revelaba el jefe de la inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU en un reciente informe, los soldados estadounidenses han sido incapaces de acabar con el control que tienen los resistentes sobre la vasta provincia occidental de al-Anbar [2].

Pero la principal amenaza para la ocupación no viene de los resistentes sunníes sino de las fuerzas militantes shiíes iraquíes alineadas con Irán y dirigidas por el Ejército del Mahdi de Muqtada as-Sáder. Las milicias armadas shiíes son ahora lo suficientemente poderosas para hacer imposible que la ocupación estadounidense continúe.

As-Sáder y el Ejército del Mahdi

Han pasado ya los días en que el ejército estadounidense podía ser tan displicente con las fuerzas de as-Sáder como para provocar deliberadamente la mayor confrontación militar con él en Nayaf en abril de 2004. Esto ocurrió cuando se creía que contaba con 10.000 milicianos escasamente adiestrados.

Desde entonces los responsables estadounidenses han evitado ofrecer cálculo alguno de las fuerzas del Ejército del Mahdi. Pero según un informe publicado el mes pasado por Chatham House de Londres, que indudablemente refleja la opinión de la inteligencia británica en Iraq, el Ejército del Mahdi puede contar ahora «[…] con unas fuerzas de varios cientos de miles».
Aunque este cálculo exagere claramente la fuerza de sus tropas, refleja el hecho de que cuenta con la mayor fuerza político-militar del país -debido a la lealtad que tantos shiíes sienten por él.

El Ejército del Mahdi controla Ciudad [Medina] as-Sáder, el populoso barrio del este de Bagdad que alberga a la mitad de la población de la capital. Pero quizá más importante aun, domina las provincias del sur fuertemente shiíes y, como as-Sáder bien sabe, esto le da una posición estratégica desde la que paralizar al ejército estadounidense.

Patrick Lang, ex -director del recursos humanos de los servicios de inteligencia de Oriente Medio en la Agencia de Inteligencia de Defensa [del Pentágono], explicaba por qué en un importante análisis publicado el 21 de julio en Christian Science Monitor el ejército estadounidense tiene que abastecerse mediante convoyes de camiones que atraviesan cientos de miles de carreteras a través de este feudo centro shií, y el Ejército del Mahdi y sus aliados en el sur podrían convertir estas rutas de suministro en «galerías de tiro». Lang señala que los camiones de suministro los conducen civiles originarios del Sudeste Asiático o turcos que podrían abandonar el trabajo inmediatamente. E incluso si el ejército estadounidense utilizara a sus propios soldados para proteger las carreteras serían vulnerables a las emboscadas. «Un objetivo largo y lineal como un convoy de camiones es muy difícil de defender contra tropas irregulares que operan en y alrededor de sus propias ciudades», escribió.

No sería necesario un corte total de suministros para hacer insostenible la posición de EEUU. Según Lang, una reducción significativa de estos suministros iniciaría una «espiral descendente».

Tanto los funcionarios estadounidenses como el gobierno del primer ministro Nuri al-Maliki se dan cuenta de que as-Sáder es demasiado poderoso para tratarlo por la fuerza. Cuando el ejército iraquí atacó Ciudad as-Sáder el mes pasado acompañado por asesores estadounidenses, Maliki denunció la operación en televisión y prometió: «No volverá a ocurrir». La semana pasada un «alto cargo de la coalición» admitió a The Washington Post que «no existe solución militar» para el Ejército del Mahdi.

Pero parece indicar que el gobierno y los militares en Iraq todavía creen que hay alguna manera de contener el poder de as-Sáder. Aún no han aceptado que as-Sáder tiene tanto la intención como la capacidad de derrotar a la ocupación estadounidense.

As-Sáder no ha ocultado sus intenciones. En una entrevista concedida a The Washington Post publicada el 11 de agosto, el lugarteniente de as-Sáder, Mustafa Yaqubi, afirmó:

«Si dejamos la decisión a [los estadounidenses], no se irán. Se quedarán. Para conseguir que se vayan los ocupantes, tienen que [hacer] algún sacrificio.»

EEUU y los shiíes iraquíes

Los shiíes nunca han perdonado a EEUU por su «traición» al llamar a un alzamiento contra Sadam Husein tras la Guerra del Golfo de 1991 y quedarse después al margen mientras Husein mataba a miles de militantes shiíes que se habían levantado en armas. Para empezar, la mayoría de ellos nunca apoyó la ocupación.

Wayne White, el principal analista de Iraq de la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado, recuerda que las elecciones celebradas por el Departamento de Estado poco después de la ocupación, pero que nunca se hicieron públicas, demostraron que una gran mayoría de shiíes ya se oponían a la ocupación.

La creciente ira contra las atrocidades cometidas por el ejército estadounidense, combinada con un creciente sentimiento de poder entre la comunidad shií han hecho enormemente popular la disposición de as-Sáder a enfrentarse a las fuerzas de ocupación estadounidenses.

La pasada primavera el ambiente político en la comunidad shií bullía de odio contra EEUU y de apoyo a la guerra contra las fuerzas de ocupación. En una noticia del 6 de mayo Borzou Daraghi, de Los Angeles Times, citaba a un portavoz del ayatolá Mohamad Taqi Moderessi en Kerbala, conocido en el pasado como moderado, que afirmaba que la consigna del rezo del viernes es «Muerte a EEUU». El ayatolá afirmó que la gente se estaba preparando un enfrentamiento militar con EEUU: «Los estadounidenses no se irán, excepto por los funerales de sus hijos».

Irán en Iraq

Si as-Sáder y sus seguidores ya se están preparando para un enfrentamiento con las fuerzas de ocupación estadounidenses, el único factor que parece contener ahora al Ejército del Mahdi es Irán. Después de todo, los intereses de Teherán no están en forzar una retirada inmediata de las fuerzas estadounidense de Iraq sino mantenerlas en Iraq como verdaderos rehenes. La potencial amenaza a las fuerzas estadounidenses en Iraq, en venganza por un [posible] ataque a Irán es probablemente el elemento disuasorio más eficaz de Teherán para semejante ataque.

El dirigente supremo de Irán el ayatolá Ali Jamenei, en una reunión celebrada la semana pasada con el primer ministro Maliki, afirmó:

«Esperamos que un día la nación iraquí recupere su legítimo lugar y asuma en sus propias manos el capital humano y financiero de su país con la retirada de los extranjeros.»

Una semana antes, en la Universidad de Virginia, el ex-presidente de iraní Mohamad Jatami contestó a una pregunta sobre Iraq afirmando que la inmediata salida de las tropas estadounidenses crearía inestabilidad.

Sería sorprendente que Irán no estuviera instando a as-Sáder a aplazar un ataque contra las fuerzas de ocupación hasta que el gobierno Bush o bien haya alcanzado un amplio acuerdo político con Teherán, o bien dentro de dos años sea reemplazado por un gobierno que lo haga.

Sólo la habilidad de Irán para convencer a as-Sáder de que postergue su intento de acabar con la ocupación puede evitar un violento enfrentamiento entre los militantes shiíes y las fuerzas de ocupación. Pero puede que los asesores de Bush no entiendan todavía lo radicalmente que ha cambiado la ecuación de fuerzas en Iraq. «No piensan así», declaró Patrick Lang a IPS, «Creen que ellos aún conservan el poder».

Notas de IraqSolidaridad:

1. Véase en IraqSolidaridad: EEUU e Irán negociarán sobre Iraq una vez formado el nuevo gobierno de al-Maliki Carlos Varea: EEUU e Irán, dispuestos a negociar sobre Iraq – La operación ‘Swarmer’ en Samarra, cortina de humo del fracaso militar estadounidense en Iraq Gareth Porter: Bush busca la ayuda de sus enemigos en Iraq Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la ‘resistencia’ en Basora? Gareth Porter: La crisis de la ocupación de Iraq y la negociación EEUU-Irán – ¿Hacia un condominio de Estados Unidos e Irán sobre Iraq? International Crisis Group: Los partidos chiíes de Iraq, ¿’agentes’ de Irán?
2. Véase en IraqSolidaridad:
El número de ataques de la resistencia se ha duplicado en 2006. Resistencia iraquí: Más ataques, nuevas tácticas

IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org)
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Beatriz Morales