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Entrevista a Carlos Fernández Rodríguez sobre Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945) (Unizar, 2020)

Los otros camaradas

Fuentes: Rebelión [Imagen: Carlos Fernández Rodríguez, autor del libro Los otros camaradas. Créditos: La Nueva España]

Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis titulada La reorganización y la oposición del PCE al franquismo (1939-1946), Carlos Fernández Rodríguez posee un curso de posgrado por la UNED en Especialista Universitario en Archivística. Ha trabajado en varios proyectos históricos como San Fernando de Henares para la recuperación del Patrimonio histórico de la localidad (2001-2002) y Proyecto Histórico sobre la memoria perdida en Villamiel de Toledo (2007-2008). Su labor de investigación ha sido diversa, destacando los asuntos relacionados con la oposición al franquismo y la historia social en la militancia comunista.

A lo largo de estos años ha escrito artículos para Congresos, prólogo de libros, periódicos y revistas y tiene varias publicaciones: Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE, 1939-1945 (2002), La lucha es tu vida. Retrato de nueve mujeres republicanas combatientes (2008) y Yuncler, un viaje por la historia (2017). También ha colaborado en la obra colectiva Checas: miedo y odio en España durante la Guerra Civil. La voz de los testimonios en la Causa General (2017).

Forma parte del grupo del proyecto de investigación, Madrid, una ciudad en guerra, 1936-1953 y de Historia Social, ambas de la UCM. Y en los últimos años ha trabajado como asesor histórico, archivero y documentalista en varios proyectos e investigaciones históricas.

Su último libro publicado es Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945) (Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020). En él centramos nuestra conversación.


Salvador López Arnal.- Mi más sincera enhorabuena por tu libro. ¡Con sus mil ochenta y dos páginas y sus mil historias, a cuál más interesante, se me van a quedar muchas preguntas en el tintero! Permíteme empezar por el título: ¿Por qué Los otros camaradas? ¿Quiénes son esos “otros camaradas”?

Carlos Fernández Rodríguez.- El libro Los otros camaradas es un proyecto de más de veinte años de duración. En la historiografía sobre la historia del Partido Comunista de España se ha dedicado muchas páginas a estudiar a sus dirigentes y cuadros intermedios de los diferentes Burós Políticos y Comités Centrales. Los “otros camaradas” son los miles de comunistas clandestinos que en su gran mayoría se quedaron en el país para reorganizar y protagonizar la principal lucha contra el franquismo, incluso antes de terminar la Guerra Civil. Aunque se trate extensamente de aquellos dirigentes, he querido dar importancia a aquellos militantes anónimos y combatientes contra los postulados dictatoriales en el seno de la más dura clandestinidad y enrolados en los diferentes comités locales, provinciales y regionales del PCE en todo el país y en aquella primera y más dura clandestinidad. Como indico en el prólogo del libro son centenares de pequeñas historias entrelazadas y de relatos humanizados de una cultura militante clandestina extendida a lo largo de sus vidas y sus acciones.

Salvador López Arnal.- Sobre el subtítulo: “El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945)”. ¿Por qué hasta 1945? ¿Por el final de la II Guerra Mundial?

Carlos Fernández Rodríguez.- La investigación produjo una gran cantidad de información, no sólo de fondos documentales, sino también de historia oral. Un libro tan extenso de más de mil hojas tenía que tener un punto y seguido. La idea es hacer un segundo volumen que pudiera terminar con la década de los años cuarenta del siglo pasado. El libro finaliza en los primeros meses de 1945 y va dando apuntes de lo que pasaría con el final de la II Guerra Mundial, con la separación de los dos bloques enfrentados en Europa y como la coyuntura internacional también influyó en las políticas y directrices del PCE, no sólo en España, sino también en Francia y en México. La llegada de Santiago Carrillo y sus hombres también produjo un punto de inflexión en la organización clandestina con cambios de dirigentes y políticas a desarrollar.

Salvador López Arnal.- ¿A quién va dirigido especialmente tu libro? ¿A historiadores, a especialistas en la lucha antifranquista, al público en general?

Carlos Fernández Rodríguez.- Es un libro que puede ir destinado o dirigido al público en general, interesados en la Historia de España y más concretamente en la oposición a la dictadura, en la dura represión del régimen franquista y en la lucha y en la vida de la militancia comunista española. Dentro de ese público en general, está claro que los posibles compradores pueden ser más concretamente historiadores, investigadores y aficionados a este tipo de lecturas más concretas. También se extiende a cientos de personas cuyos familiares son los protagonistas del libro, porque a lo largo de todos estos años mucha gente se puso en contacto conmigo por motivo de otras publicaciones y artículos previos que querían saber y conocer lo que había pasado con sus familias. Muchos de ellos ignoraban la participación de sus familiares en la lucha antifranquista en el seno del PCE y tengo el orgullo de haber hecho gran amistad con algunos de ellos.

Salvador López Arnal.- Como decía, más de mil páginas, más de 20 fuentes documentales novedosas y archivos, fuentes hemerográficas, muchos testimonios orales, extensa bibliografía,… ¿Cuántos años de trabajo le ha llevado estudiar, pensar y escribir la obra?

Carlos Fernández Rodríguez.- La investigación se inició en el primer año de Doctorado en 1999, estudiando el estado de la cuestión sobre el tema, que conllevó a la defensa de la Memoria de Licenciatura y dio lugar a la publicación de mi primer libro Madrid Clandestino. En un primer momento empecé a investigar una temática especial de la lucha antifranquista como era una guerrilla urbana madrileña que hubo en la capital dentro de la Agrupación Guerrillera del Centro. Con posterioridad y al ver la gran cantidad de documentación novedosa depositada en muchos archivos amplié la investigación al PCE.

Salvador López Arnal.- El subtítulo habla del PCE. ¿Incorporas también la historia en aquellos años del PSUC que, en principio, era un partido distinto, ambos aceptados por la Internacional?

Carlos Fernández Rodríguez.- La historia trata y versa sobre el Partido Comunista de España pero a lo largo de la obra se analizan las relaciones, divisiones y disputas con otras organizaciones políticas de izquierdas (socialistas, anarquistas, republicanos, catalanistas, etc). El PCE y el Partido Socialista Unificado de Cataluña como bien indicas eran partidos políticos aceptados por la Internacional Comunista con el caso especial del segundo de no querer estar bajo el mando del primero, con una organización independiente y unas complicadas relaciones desde la Guerra Civil española. Desde México, Vicente Uribe hablaba de la personalidad propia y el problema del control por parte del PCE de la organización comunista catalana. Este control fue una constante entre ambos partidos a lo largo de todos esos años, entre militantes que optaron por estar subordinados a las directrices del PCE y otros que no estuvieron dispuestos a tener una dirección superior que no tuviera que ver con los postulados de los comunistas catalanes. La disputa no se produjo solamente a nivel del interior del país sino también y sobre todo en el exilio francés con la entrada de cuadros para intentar dirimir el futuro del PSUC de manera autónoma del PCE.

Salvador López Arnal.- En el “resumen a modo de presentación” que abre el libro se señala: «El autor analiza su estructura -la del PCE- y sus organizaciones centrándose en la militancia de base y sus disensiones internas por el control de Partido, acusaciones y herejes y desviacionistas, así como la caída de los diferentes equipos provocada, en muchos casos, por las delaciones y los confidentes policiales». ¿Por qué esa perspectiva de análisis? ¿Por qué has centrado tu investigación en la militancia de base, en los caídos y en las delaciones?

Carlos Fernández Rodríguez.- Como indiqué con anterioridad la militancia de base es la protagonista de la obra. Dentro de las diferentes reestructuraciones y reorganizaciones que tuvo el PCE clandestino desde el inicio del régimen dictatorial franquista, la oposición comunista era la fuerza política más combativa y luchadora contra la dictadura y su represiva acción contra los vencidos del conflicto civil español. La cultura militante comunista se extendió entre aquellos luchadores combatientes comprometidos con la identidad colectiva de su P. como llamaban al PCE. Muchos de aquellos cuadros antifranquistas que no pudieron exiliarse sabían que algo había que hacer, por ello se organizaron para ayudar a los presos y a sus familias y ver en un primer momento que camaradas no habían sido detenidos. A lo largo de todo el país en cada uno de los comités organizados clandestinamente combatieron de una u otra forma y dentro de sus posibilidades contra las imposiciones dictatoriales. Por ello la importancia de sacar del anonimato a miles de hombres y mujeres que fueron represaliados por la dictadura y olvidados por parte de la Historia y la historiografía. En este sentido es importante el apéndice documental que viene adjunto a un código QR en el libro con centenares de pequeñas biografías de aquellos comunistas. Debido a sus acciones y luchas produjeron divisiones internas entre las diferentes políticas llevadas a cabo (inicio de períodos de estalinismo con acusaciones de herejes y traidores) y sus principales dirigentes, siendo detalladas a lo largo de la publicación las detenciones (con casos de delaciones y confidentes que estaban al servicio de la policía represiva franquista en la Brigada Político Social), juicios y posteriores condenas sufridas.

Salvador López Arnal.- Lo señalas en la introducción cuando hablas de las fuentes orales. ¿Por qué son tan importante para ti esas fuentes? La memoria, decía Borges, no suele acuñar bien su memoria y menos cuando uno recuerda o intenta recordar lo sucedido hace tanto, tanto tiempo.

Carlos Fernández Rodríguez.- También comentaba Ronald Fraser en su gran libro Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros que la historia oral constituía un intento de revelar el ambiente intangible de los acontecimientos y que lo que indicaban los entrevistados o individuos que vivieron aquellos acontecimientos era su verdad y lo que querían reflejar y pensaban de lo que fueron sus vidas, constituyendo en sí un hecho histórico. La utilización de las fuentes orales para la reconstrucción del pasado ha dado lugar durante muchos años a debates entre los defensores y detractores de su uso dentro del ámbito académico. Puedo entender que la utilización del método en la historia oral plantee una serie de problemas y críticas, pero de igual manera se puede indicar que el uso de los testimonios orales se utiliza como complementos de la historiografía apoyada en fuentes escritas, aportando evidencias y certezas que dichos testimonios contrastan o por el contrario rechazan hipótesis que las fuentes primarias documentales expresan. Los historiadores tenemos la obligación de comparar los testimonios con las fuentes documentales en la medida que podamos. Son recuerdos de la realidad vivida por los protagonistas, sus vidas, emociones, sentimientos, etc, unificando a esas personas con la historia. Hay que demostrar la veracidad de los datos obtenidos en la metodología a aplicar en la investigación con las herramientas disponibles para ello. La preparación de las entrevistas y el método a utilizar ya requiere de un tiempo y planificación: documentación, lectura, preparación de un guión y un cuestionario abierto, etc. Como escribo en la introducción las propias fuentes escritas utilizadas para la reconstrucción de hechos históricos en ocasiones también se puede dudar de su objetividad y veracidad, como por ejemplo en documentos elaborados por el equipo de pasos una vez que un militante pasaba a Francia, salvando su vida y escapando de la represalia franquista. Sus propios camaradas dudaban de que sus testimonios fueran reales. De igual manera que los informes realizados por la policía con las declaraciones obtenidas de los detenidos o en otras ocasiones por confidentes. Dando lugar a unas posibles distorsiones de la realidad o que hubiera errores en la transcripción de una fecha o de un nombre. El hecho en sí es demostrar dentro de la mayor objetividad y procedimiento científico que la realidad de los testimonios recogidos en las entrevistas pueda ser contrastada con el mayor rigor posible y con la utilización de las herramientas para ello.

Salvador López Arnal.- No recordaba que el título de Fraser hiciera referencia al gran poema de Cernuda. Abres tu libro con un capítulo dedicado a la “rebelión” de Casado. ¿Fue una traición, una verdadera traición a la República? ¿Negrín era una marioneta en manos de los comunistas?

Carlos Fernández Rodríguez.- La “rebelión” o traición de Casado a la II República como tú la denominas tuvo unas connotaciones superiores. Fue una conjura, un golpe de Estado y una conspiración militar (por la complicidad de militares profesionales republicanos a la causa rebelde) y civil (por el apoyo de ciertos sectores anarquistas, socialistas y republicanos al golpe de Segismundo Casado). Ha habido autores que calificaron a Juan Negrín como una marioneta al servicio de los comunistas pero esta afirmación no tiene sentido y en los últimos años las investigaciones basadas en el final de la Guerra Civil han demostrado esta tesis. Negrín quería conseguir la ayuda y adhesión de Gran Bretaña y Francia a la causa republicana y para ello tenían que dejar de lado su Comité de No Intervención, que el conflicto bélico español se internacionalizara (algo que con posterioridad Franco utilizó a su favor en la II Guerra Mundial). Los comunistas que habían demostrado ser la principal fuerza combativa dentro de las filas republicanas defendían a toda costa el discurso de resistir es vencer y no claudicar ante el enemigo. En esas directrices marcadas y política de guerra llevada a cabo fueron apoyados por el presidente del Gobierno, Juan Negrín. Este entendía que la resistencia de la II República era lo mejor para la población en un posible tratado de paz final y de esta manera evitar la represión sangrienta y arbitraria que al final tuvo lugar una vez terminó la Guerra Civil. No tiene sentido indicar que los comunistas realizaron maniobras y operaciones para controlar el poder en beneficio de la Unión Soviética. En ese marcado ambiente anticomunista es donde se conjuró el golpe. Desde 1938 militares profesionales combatiendo en las filas republicanas se pusieron en contacto con los servicios secretos rebeldes y con la Quinta Columna, actuando de manera pasiva en la Guerra Civil, pensando que podrían reintegrarse en un futuro en sus filas. La denominada guerra civil en la propia guerra civil originó más de dos mil muertos entre los republicanos, las cárceles llenas de comunistas que fueron fusilados con posterioridad por los franquistas y una división entre las fuerzas del Frente Popular que debilitó y lastró a la futura oposición a la dictadura.

Salvador López Arnal.- Describes muchos ejemplos de militantes desde los primeros días del franquismo, incluso antes. Se lo jugaban todo: torturas salvajes, atropellos a sus familiares, condiciones inhumanas, condenas de muerte, fusilamiento… ¿De qué pasta estaban hechos esas personas?

Carlos Fernández Rodríguez.- Piensa que muchos de ellos habían sufrido muchas calamidades a lo largo de su vida: guerra civil, detenciones, años de cárcel, exilio, etc. Los que no se exiliaron y a pesar de haber perdido la guerra, con lo que esto supuso, decidieron que la lucha continuaría. Fueron personas combatientes y comprometidas con sus ideales y principios que hicieron esfuerzos individuales y colectivos dentro de su espacio vital de militantes comprometidos políticamente contra totalitarismos y ordenes autoritarios. Eran hombres y mujeres del pueblo, gente de abajo, humildes y que formaban parte de una masa popular. Todo esto les generó esa manera de ser combativa, esa impetuosidad y abnegación en la lucha viendo desde pequeños las desigualdades sociales y económicas, imbuidos por los movimientos políticos e históricos que les tocó vivir.

Salvador López Arnal.- Déjame citarte algunos nombres. ¿Nos podrías indicar lo que más te impresiona de su ejemplo, de su hacer, de su vida? Empiezo por Juana Doña.

Carlos Fernández Rodríguez.- Juana Doña es un ejemplo de vida y de lucha, una de las grandes protagonistas del papel femenino desarrollado en el seno del PCE. De esta manera hice la introducción sobre Juana Doña en mi libro La lucha es tu vida. Relato de nueve mujeres combatientes republicanas: «Militante y dirigente comunista fue una mujer adelantada a su tiempo. Defensora de libertades, de causas democráticas y justas, estando comprometida a lo largo de su vida con sus ideales y sus principios. Enemiga acérrima del olvido y el silencio que mantuvo a este país silenciado durante muchos años, bajo una represión bárbara de la que Juana tampoco se libró con sus torturas y los dieciocho años de prisión. Mujer reivindicativa donde las hubiera, heroica luchadora contra las injusticias y las imposiciones dictatoriales y autoritarias. Activista incansable, tenaz y perseverante en los cometidos planeados. Una de las dirigentes comunistas españolas con mayor preparación política e ideológica, cuya personalidad y carácter fuerte, a veces le produjeron enemistades entre sus compañeros. Fiel amante y militante de su Partido Comunista de España, le llevó a que la denominaran “la segunda dama del comunismo español”, por detrás de Dolores Ibárruri “Pasionaria”».

Salvador López Arnal.- Sigo con Matilde Landa.

Carlos Fernández Rodríguez.- Matilde Landa es un caso aislado dentro de la participación femenina en el PCE. De familia acaudalada y con una formación cultural librepensadora y cercana a la Institución Libre de Enseñanza, llegó a estar en la Residencia de Señoritas. Una mujer muy inteligente, capaz y con una gran dosis de trabajo, compromiso y solidaridad hacia los demás, por ello su participación en el Socorro Rojo Internacional y en trabajos de organización de hospitales y de evacuación de la población durante la Guerra Civil. De igual manera también fue sintomático y peculiar su situación en la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid cuando fue detenida, ya que no fue torturada físicamente sino psicológicamente. La policía represiva franquista y más en esos primeros días después de terminada la Guerra Civil fueron realmente brutales contra los militantes antifranquistas republicanos. A pesar de ello observaron en Matilde Landa una mujer muy preparada culturalmente hablando e inteligente, considerando que las torturas físicas no valdrían nada para obtener declaraciones. Por ello utilizaron la represión psicológica mostrándole la descomunal paliza que le hicieron a un compañero de luchas e indicándole que su familia podría correr la misma suerte. Otro tipo de presión y coacción a la que fue sometida con posterioridad Matilde Landa en la prisión de Palmas de Mallorca por parte de las mujeres de Acción Católica para que se convirtiera al catolicismo. Ella educada en una familia no creyente y que no había sido bautizada al nacer, viéndose presionada en esa tesitura y con toda la familia lejos de su lado, decidió suicidarse en septiembre de 1942.

Salvador López Arnal.- Heriberto Quiñones: ¿ha sido justo el PCE con Quiñones?

Carlos Fernández Rodríguez.- La figura de Heriberto Quiñones siempre ha sido muy contradictoria y discutible, no sólo por su desconocido origen y como agente de la Internacional Comunista, sino también por su actuación como máximo responsable de la Delegación interior del PCE durante más de nueve meses. La actuación del PCE en cuanto a sus máximos organismos y sus principales dirigentes ante la figura de Quiñones y la política desarrollada por este último en 1941 fue injusta y desproporcionada. Lo que está claro que tenemos que extrapolarnos al momento histórico de esa primera posguerra represiva: una lucha antifranquista clandestina, la división en el PCE en varios países y con distintos Burós Políticos y la mala información de lo que realmente estaba sucediendo en el interior del país y en el seno de organización comunista española. Durante su presencia en España y tras su muerte, Quiñones fue atacado y un ambiente antiquiñonista estuvo presente en aquellos años con todo el que hubiera estado ayudando y luchando con él. Denuncias de traidor, agente británico, hereje, chivato y sectario procedían desde diferentes ámbitos oficiales del partido desde el interior y exterior de España, incluso bastantes años después de que fusilaran a Quiñones en una silla de ruedas a consecuencia de las bárbaras torturas sufridas en la Dirección General de Seguridad. En el día a día de la lucha antifranquista las mujeres y los hombres comunistas cometieron imprudencias y errores, pero, como a Quiñones, no se les puede reprochar su valentía y decisión de dirigir al Partido en la clandestinidad con su línea política y la organización en todo el país. Como tampoco se le puede recriminar su compromiso, su lucha contra la dictadura represiva y la identidad comunista. Aunque en 1986 el PCE rehabilitó a Quiñones, Jesús Monzón y otros dirigentes, creo que aún no se ha dado la importancia que tuvieron dentro de la organización comunista clandestina.

Salvador López Arnal.- Lo mismo te pregunto sobre Jesús Monzón, acabas de citarlo.

Carlos Fernández Rodríguez.- El caso de Jesús Monzón Reparaz tiene elementos parecidos a los de Quiñones pero algunos diferentes. Una vez terminada la Guerra Civil, Monzón junto con los principales dirigentes del PCE salieron de España hacia diversos lugares del extranjero. Monzón provenía de una familia burguesa y acomodada de Pamplona y estuvo inmerso en los movimientos comunistas producidos en Navarra y en el País Vasco. También fue el protagonista de la dirección de la organización comunista española en territorio francés hasta su posterior entrada en España, lo que le costó críticas posteriores por parte de la siguiente dirección del PCE en territorio francés y español, liderado por Santiago Carrillo. El estalinismo estaba presente y las denuncias de herejes y agentes al servicio de los aliados era algo evidente dentro de los partidos políticos comunistas. Las infiltraciones y provocaciones de militantes acusados de espías en el seno de dichas organizaciones eran comunes y corrientes en aquellos años. Monzón y sus seguidores no se libraron de esas acusaciones y todos aquellos militantes que estuvieron combatiendo y luchando en Francia contra los nazis y en España contra el régimen franquista en el interior del PCE, una vez fueron detenidos muchos de ellos, serían calumniados e inculpados de monzonistas, como había ocurrido cinco años antes con Quiñones. La diferencia estriba en que Monzón una vez fue detenido logró que su segura condena a muerte por ser el máximo responsable del PCE en Francia primero y luego en España del principal partido político opositor y con una política armada dentro del movimiento guerrillero, se conmutara por una pena de treinta años, tras conseguir la ayuda e influencia, entre otros, del delegado provincial en Navarra de Excombatientes, Antonio de Lizarza e incluso del obispo de Pamplona, Marcelino Olaechea. Esta actitud incluso llegó a multiplicar las acusaciones sobre su persona y la política llevada a cabo.

Salvador López Arnal.- Hay una línea política que recorre las páginas de tu libro: la Unión Nacional. ¿Fue una política inteligente, ajustada a las circunstancias y a la, digamos, correlación de fuerzas? ¿No hay alguna similitud con la política de Reconciliación Nacional que defendería el PCE años después?

Carlos Fernández Rodríguez.- La política de Unión Nacional promulgada por Quiñones y emitida en su Anticipo de Orientación Política solicitaba una República Popular con la legalidad de la constitución republicana de 1931 y la formación de un Gobierno republicano en el exilio liderado por Juan Negrín. En ese sistema podrían participar todos aquellos que estuvieran en contra de la España franquista, incluidos monárquicos, católicos, derechistas y falangistas descontentos de Franco. También solicitaba la no intervención de España en la II Guerra Mundial, la libertad de los presos políticos y sociales, el regreso de los españoles exiliados, el restablecimiento de los Estatutos Vasco y Catalán y otra serie de medidas sociales y económicas. Los comités de Unión Nacional se extendieron por toda la geografía española y la estructura que Quiñones confeccionó fue la que mejor funcionó clandestinamente durante aquellos años, como casi un verdadero máximo organismo del PCE en el interior.

La política de Unión Nacional desarrollada en Francia y con posterioridad en España adaptada por Monzón con su Junta Suprema de Unión Nacional (ayudado con la publicación del periódico Reconquista de España) proponía una unificación de las fuerzas democráticas para restablecer la legalidad republicana en un gobierno de unidad nacional, incluidas personas de derechas que estuvieran como en los años anteriores, cansados de Franco. No especificaban la instauración de una República como solicitaba la Unión Nacional de Quiñones Una vez derrocado este se procedería a unas elecciones democráticamente libres y querían evitar que España entrara en el conflicto mundial bajo el mando de Hitler. La política de Unión Nacional desarrollada en ambos momentos hay que adaptarla a la coyuntura histórica y política vivida. Con el establecimiento de una agrupación de fuerzas democráticas, independientemente del sistema de Estado a implantar que se debatiría con posterioridad o se decidiría en un referéndum en el caso de que supuestamente Franco hubiera sido derrotado, podrían presionar a las fuerzas aliadas para que el caso español fuera tenido en cuenta a nivel internacional.

En la práctica, la Unión Nacional fue un organismo que únicamente englobaba a comunistas, aunque hubo algún comité provincial con la presencia de socialistas y algún anarquista, pero era inviable el restablecimiento de la II República en España, con la correlación de fuerzas en el interior (hubo contactos con algunos monárquicos, con miembros de la Asociación Nacional de Fuerzas Democráticas, etc) y mucho menos en el exterior, cuando una vez terminada la Segunda Guerra Mundial se formaron los dos bloques de fuerzas antagónicos.

La política de Reconciliación Nacional se expuso en la declaración del Comité Central del PCE en junio de 1956. La oposición antifranquista se extendía entre los movimientos estudiantiles, sectores liberales, demócratas cristianos, monárquicos y fuerzas sociales que estaban en contra de los postulados del Movimiento Nacional La Reconciliación Nacional buscaba acabar con la división existente entre las personas que lucharon en la Guerra Civil y que Franco quiso que siguiera en su propio beneficio a vista del PCE. Aquel escrito no quería que hubiera ni vencedores ni vencidos, estos ya habían sufrido mucha represión a manos del dictador y de la oligarquía terrateniente y sectores destacados de la Iglesia española. De una manera teórica pensaban que podrían terminar con la dictadura sin procesos violentos sino contando con miembros descontentos del propio régimen. El movimiento obrero se unía al estudiantil y a otras fuerzas y clases sociales que políticamente estaban más cercanas al régimen, para luchar por las libertades y la democracia sin tener que empezar otra Guerra Civil.

Es en ese acercamiento a sectores políticos y sociales distintos a los de izquierda y obreros en lo que puede tener de semejanza ambas políticas con una diferencia de años de más de una década.

Salvador López Arnal.- ¿Qué relaciones mantuvieron a lo largo de estos años el PCE del interior y los PCE del exterior? ¿Cooperación, tensión, lucha por el poder, subordinación? ¿Qué palabras describen mejor lo sucedido?

Carlos Fernández Rodríguez.- Las relaciones entre las direcciones del PCE en el exterior y el interior fueron complicadas y pasaron por diferentes fases a lo largo de aquellos años. Uno de los primeros contactos establecidos entre comunistas del Norte de España con algunos camaradas de Francia se produjo entre finales de 1939 y primeros de 1940 con el establecimiento de un paso de fronteras entre ambos países. El primer contacto entre la Delegación Nacional del interior y el Buró Político en México con Vicente Uribe a la cabeza se produjo a través de unos barcos que llegaban primero a Lisboa y con posterioridad al norte peninsular procedentes de EE.UU. Las relaciones siempre fueron difíciles y todo ello motivado por el intento de controlar la situación y el poder de la organización comunista española en el interior. A pesar de haber salido del país, los máximos organismos dirigentes del PCE en Moscú, en Francia y en Latinoamérica (México, Cuba y Argentina) querían recuperar el poder y la dirección del Partido en España. Esto generó muchas luchas internas, disputas y tensiones por dicho control en cada una de las Delegaciones y las direcciones de militantes que no se exiliaron en el país. El mismo problema se produjo con posterioridad entre los comunistas que entraron desde Francia con Monzón a la cabeza para sustituir a la dirección de Carrera y la lucha de poder tuvo lugar con la primera dirección cuando los enviados de Carrillo sustituyeron a Monzón y a sus compañeros en los máximos organismos del PCE en el interior.

Salvador López Arnal.- Las guerrillas armadas organizadas por el PCE durante estos años, ¿fueron una locura, un acto de desesperación política? ¿Fruto de la confianza en que la derrota del fascismo en Europa iba a comportar apoyos internacionales para derrotar a Franco?

Carlos Fernández Rodríguez.- La decisión de llevar a cabo una política armada contra la dictadura franquista dentro del movimiento guerrillero a lo largo de casi toda la geografía española e incluso en algunas ciudades no se puede tildar de locura ni de decisión política desesperada. Se comprobó durante la Guerra Civil y más concretamente a finales de 1937 con la creación del XIV Cuerpo del Ejército Guerrillero que se desarrollaban acciones guerrilleras en la retaguardia rebelde con gran éxito.

Los primeros grupos de guerrilleros comunistas organizados (también hubo guerrilleros socialistas y anarquistas) se unieron a partidas de huidos que eran soldados republicanos que una vez terminada la Guerra Civil no quisieron entregarse a las fuerzas del orden franquistas y permanecieron durante tres y cuatro años en las montañas sobreviviendo como podían.

El desarrollo favorable de la contienda bélica mundial para los aliados y la presencia de republicanos españoles en las filas guerrilleras de la resistencia francesa contra los nazis, favoreció a articular al movimiento guerrillero español en diferentes Agrupaciones Guerrilleras con un sentido político de lucha contra las fuerzas del orden franquistas en un intento de extender la política de Unión Nacional y que la población conociera la presencia de luchadores en favor de las libertades. La operación principal desarrollada en octubre de 1944 conocida por Reconquista de España en el Valle de Arán con la presencia de miles de guerrilleros españoles consistía en la conquista de un pequeño territorio en España para instalar un Gobierno provisional. La decisión militar de los mandos guerrilleros españoles y la política con la orden de Jesús Monzón de realizar la operación unificó los criterios para desarrollarla.

Como con anterioridad he ido indicando, hay que contextualizar el momento histórico con las políticas antifascistas de EE.UU de acabar con los países de ideología fascista, la exaltación de los guerrilleros españoles en el sur de Francia tras la derrota de los nazis, las noticias exageradas enviadas desde el interior de España esperanzado a los guerrilleros de que la población española y parte de fuerzas y sectores del régimen les apoyaría, etc.

Claro que hubo errores y equivocaciones políticas y estratégicas en las decisiones tomadas a posteriori (desconocimiento de la realidad española con el propósito del levantamiento popular, idea de que las potencias aliadas una vez terminaran con los países totalitarios ayudarían a los republicanos a derrocar a Franco, etc). El pueblo español estaba cansado de la Guerra Civil y el sistema represivo franquista favoreció a que no hubiera movimientos de oposición al régimen. Pero quedaba claro que la idea de muchos de los comunistas y republicanos españoles en aquellos momentos era que el fin del franquismo podría producirse una vez derrotaron al fascismo y no al contrario como al final sucedió con la división en dos bloques de fuerzas políticas y que terminarían por ayudar a Franco.

Salvador López Arnal.- Citas en ocasiones el controvertido libro de Gregorio Morán: Miseria y grandeza del PCE (en la reciente edición de Akal, con algunas modificaciones, se titula Miseria, grandeza y agonía del PCE). ¿Qué opinión te merece el ensayo del ex periodista (despedido) de La Vanguardia?

Carlos Fernández Rodríguez.- En un primer lugar hay que reconocer su mérito por la dificultad de investigar en la documentación del PCE sin tener ésta ningún tratamiento archivístico. El archivo del PCE pasó por muchas dificultades desde su primer exilio en febrero de 1939 cuando mucha documentación salió del país en varios camiones en dirección a Francia desde Figueras. Una vez en territorio francés los fondos del archivo fueron retenidos por la gendarmería francesa y el resto del archivo en Madrid fue quemado (no entero porque mucha documentación fue intervenida por el Servicio de Recuperación de Documentos del Ejército Sublevado) para que no fuera ocupado por la fuerzas del orden franquistas. Otra parte de la documentación fue depositada en los fondos de la Internacional Comunista hoy en día custodiados en los archivos rusos. Con la ilegalización del PCE en Francia decidieron microfilmar los documentos y dividir los fondos entre distintos países del Este. Toda esa documentación, más la generada en América y la que se conservó en el interior del país, fue la que consultó Gregorio Morán junto a Domingo Malagón antes de crearse el Archivo del PCE, tal y como conocemos hoy en día y con la inestimable intervención de su antigua directora Victoria Ramos. Morán contó con la ayuda de hombres y mujeres que vivieron en persona aquellos acontecimientos. Una de esas mujeres fue Josefina Amalia Villa, compañera sentimental de Quiñones y que tuve la suerte de entrevistarla y conocerla durante varios años. De sus vivencias y experiencias y la de otros militantes pudo obtener información para su libro. Estoy de acuerdo en hacer una serie de críticas a su libro en cuanto a la falta de una aplicación historiográfica en las fuentes consultadas, la dificultad a la hora de saber de dónde ha sacado cierta información para contrastarla y en la manera de realizar algunos comentarios. Morán es un escritor que no deja a nadie indiferente ni por la forma de expresarse ni en la manera de tratar algunos militantes y pasajes del PCE, con lo cual no estoy de acuerdo en su manera de realizarlo. También es cierto que tuvo mucha valía en escribir un libro tan extenso de la historia del PCE, a pesar de realizar una reedición con un prólogo añadido y algunos cambios y que hoy en día está superado en la historiografía sobre el tema. Estoy de acuerdo con él en la importancia que le dio a la militancia anónima, en aquellos comunistas no reconocidos ni valorados en publicaciones posteriores.

Salvador López Arnal.- En las páginas finales, antes de las conclusiones, señalas: «El momento crítico para el franquismo había pasado tras la derrota de Alemania nazi, el final de la Segunda Guerra Mundial y el fin del aislamiento internacional. Un giro en las políticas llevadas a cabo en el PCE tuvo lugar con el final de la oposición armada dando paso a una lucha de masas y a la introducción en los sindicatos verticales franquistas a finales de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta del siglo pasado. Pero todo esto pertenecerá y será protagonista, en el caso de que puede darse, en un segundo volumen sobre la historia del PCE, desde 1945 hasta ese cambio de táctica con las modificaciones en las formas de lucha y de organización clandestina» (p. 1049). ¿Podrá darse? ¿Estás en esta investigación, en la preparación y redacción del segundo volumen? ¿Hasta qué momento piensas llegar?

Carlos Fernández Rodríguez.- La idea es realizar un segundo volumen de mediados de 1945 hasta el final de la década de los años cuarenta del siglo XX, con el cambio de política seguida por el PCE, abandonando la vía armada con el movimiento guerrillero para introducirse lentamente en la estructura de los Sindicatos Verticales y seguir la lucha clandestina desde el movimiento obrero. Después de tantos años de investigación he podido recopilar gran cantidad de documentación y aunque en estos momentos no estoy con la redacción del segundo volumen, ya que estoy inmerso en otros proyectos de investigación, en corto o medio plazo el plan es terminar con un segundo volumen para analizar y tratar el PCE clandestino a lo largo de toda esa década.

Salvador López Arnal.- Me quedan mil preguntas pero no abuso más. ¿Algo esencial? ¿Algo que quieras añadir?

Carlos Fernández Rodríguez.- Sigo destacando la importancia que tiene en el libro la militancia de base y para entender el enfoque que he querido plasmar en esta obra es importante leerse la introducción. Todas aquellas esperanzas y sueños de muchos militantes comunistas quedaron en el olvido por parte de la historia e iba siendo hora de darles el reconocimiento merecido. Aquella memoria silenciada de combatientes contra imposiciones dictatoriales que fueron reprimidos desde muchos puntos de vista (psicológica, física, ideológica, económica, cultural, etc) tenía que ser contada, sus experiencias vitales y las demandas políticas y sociales por las que lucharon. El conocimiento de aquellas acciones, luchas, combates y testimonios nos ayudarán a no olvidarnos de ejemplos como los que podemos ver en el libro. Creo que ese silencio institucional querido y premeditado para que estas historias no hayan salido a la luz durante todos estos años, debe ser conocido por las nuevas generaciones. Y que en los colegios e institutos se deberían enseñar y conocer desde un plan de estudios lo más objetivamente posible todo lo ocurrido en la Guerra Civil y en la dictadura franquista, como ocurre en otros países a nuestro alrededor que sufrieron unos modelos políticos autoritarios similares al régimen de Franco.

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