Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Según afirman ex-presos y presos actuales, cientos de niños, algunos de tan solo nueve años, se encuentran detenidos en condiciones atroces en las prisiones de Bagdad y duermen en celdas abarrotadas de gente con unas temperaturas sofocantes sin ventiladores, sin poder ducharse diariamente y sujetos a frecuentes abusos sexuales por parte de los guardianes.
En la prisión de menores de Karkh, Omar Ali, un muchacho de 16 años que ha pasado más de tres años en esta cárcel, enseñó sus múltiples úlceras en la piel que él y muchos otros de sus compañeros presos tienen a causa de tener que dormir noche tras noche en colchones muy finos y empapados de sudor.
«La electricidad procede de un generador y sólo la encienden durante las dos horas semanales de visita y dos o tres horas por la noche. Estamos convencidos de que los guardianes venden el carburante del generador en el mercado negro», afirmó.
La semana pasada las temperaturas en Bagdad superaron los 44 grados durante el día. Durante la noche apenas bajan hasta los 38. El suministro de agua es irregular en la prisión de Karkh y Omar afirmó que sólo podía ducharse cada tres días. Los chicos duermen en literas dobles o en el suelo de hormigón en cuatro dormitorios, con una media de 75 presos en cada celda de 5 metros por 10.
Según Omar, a menudo los guardianes llevan a los muchachos a una habitación aparte y los violan. También infringen las normas de la cárcel al prestar sus móviles a los muchachos para que llamen a casa a condición de que por cada llamada las familias recarguen el móvil con 10 o 20 dólares. Según un alto cargo internacional, el pasado mes de noviembre los profesores de la cárcel dimitieron en masa debido a sus bajos salarios. A consecuencia de ello, los niños holgazanean sin tener nada que hacer ya que la única actividad posible es ejercicio en el patio.
Aunque los muchachos que están en la cárcel han sido condenados, sus juicios no han cumplido la normativa judicial internacional. «Los juicios duran una media de 25 minutos, no se cita a testigos, la única prueba utilizada son las confesiones y los abogados de oficio sólo tienen acceso al expediente el mismo día del juicio, con lo que no tienen oportunidad de hablar en privado con su defendido», afirmó un asesor internacional en Bagdad a condición de permanecer en el anonimato.
Omar Ali tenía 13 años cuando en octubre de 2004 las fuerzas especiales del ministerio del Interior hicieron una redada en su casa en un barrio predominantemente sunní. Él y su hermano de 14 años fueron detenidos. Una semana después las fuerzas especiales volvieron y se llevaron a su padre. Los tres continúan en prisión.
El ministerio está controlado por chiíes y se ha acusado muchas veces a sus fuerzas de atacar a sunníes inocentes. La madre de los muchachos, Sahar Muhammad, declaró a The Guardian que cuando pudo visitar a sus hijos estos le dijeron que les habían pegado muchas veces el primer día que estuvieron detenidos y que los obligaron a firmar una hoja en blanco en la que después se escribieron los cargos de los que los acusaban.
Raad Jamal tenía 17 años cuando el pasado mes de junio el ejército estadounidense hizo una redada en su casa en el distrito mixto sunní-chií de Doura. Su madre, Suad Ahmed Rashid, que lo acompañaba durante la entrevista, declaró a The Guardian: «Durante la redada un oficial estadounidense le dijo a mi hija: ‘Dile a tu hermano que confiese que está en al-Qaeda y así lo podremos mandar a Camp Bucca [una prisión estadounidense cerca de Basora] o si no, lo entregaremos a los iraquíes y ellos lo torturarán'».
Raad y un amigo fueron llevados a una base estadounidense y trasladados la mañana siguiente a la séptima brigada del segundo regimiento del ejército iraquí. Raad dijo que a su amigo y a él los colgaron del techo con cuerdas, los golpearon con cables eléctricos y los interrogaron por separado. «Dijeron que todos los que venían aquí tenían que confesar», afirmó Raad.
Los enviaron a otra base del ejército iraquí. «Estuve allí unos seis meses. No confesé nada que no hubiera hecho. Escriben declaraciones falsas y te piden que imprimas tu pulgar en ellas. Me negué, pero me obligaron a imprimir el pulgar en el papel», afirmó. En el tribunal de menores Raad se encontró con un juez comprensivo.
«El juez no aceptó mi confesión. Dijo que yo era inocente, pero que por motivos administrativos tendría que ir a Tobchi hasta que me pusieran en libertad». Pasó unos meses en Tobchi y lo liberaron en marzo.
El año pasado funcionarios de la Misión de Asistencia a Iraq de Naciones Unidas (Unami) visitó la prisión Tobchi de Bagada en la que están encarcelados los niños que están en espera de juicio. Informaron de que los presos «hicieron unas acusaciones especialmente preocupantes de malos tratos o de otro tipo de abusos a chicos jóvenes, muchos de los cuales declararon a la Unami que los habían golpeado o que habían abusado sexualmente de ellos mientras estaban bajo custodia de los ministerios del Interior y de Defensa antes de ser trasladados a una prisión de menores. Tras examinarlos la Unami observó heridas acordes con la denuncia de golpes».
Naciones Unidas encontró que la prisión de Tobchi está enormemente superpoblada ya que en la cárcel hay unos 400 presos cuando oficialmente tiene capacidad para 206. «En algunas celdas para menores se hacían turnos para dormir en el suelo sin colchón», informó NNUU. El ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (Molsa) del que depende la prisión, alegó que los recortes del presupuesto impedían las mejoras.
Kadhim Raouf Ali, vice-director general del departamento de menores del Molsa, declaró a The Guardian que este año se había reducido enormemente el número de presos de Tobchi gracias a las liberaciones aceleradas debidas a una nueva ley de amnistía. Ahora sólo hay 226 presos. Pero admitió que [la prisión de] Karkh seguía estando superpoblada. En ella hay 315 niños cuando tiene capacidad para 250.
Según la diputada iraquí Shatha Alobosi, los niños que están bajo custodia estadounidense en Iraq están mejor que aquellos que están en manos iraquíes. Varios ex-presos entrevistados por The Guardian confirmaron que [las prisiones estadounidenses] está menos superpobladas y hay menos brutalidad.
Ahora, cuando aumenta la presión iraquí para recuperar la soberanía, Estados Unidos está dando pasos para liberar a los menores de 18 años. El mes de diciembre pasado había 950 niños detenidos por los estadounidenses, ahora el total es de 180.
«Prevemos tener menos de cien menores detenidos para finales de Ramadán [a finales del mes de septiembre] y es de esperar que podamos devolver a todos los menores a sus familias antes de finales de este año», afirmó el teniente primero Randi Norton, uno de los portavoces del ejército estadounidense.
El Partido Islámico Iraquí, el principal partido sunní en el Parlamento, tienen un interés especial en los presos, tanto adultos como menores, ya que la mayoría de ellos son sunníes. Proporciona ayuda a las familias pobres que no tienen ningún miembro que las sustente y ha urgido a las autoridades a que mejoren las condiciones de los presos y los liberen.
«Todavía tenemos un largo camino por delante. El problema es cómo hacer una importante y drástica reforma del sistema judicial y cómo cambiar la mentalidad de los funcionarios del ejército y de la policía», declaró a The Guardian su dirigente, el vice-presidente iraquí Tariq al-Hashemi,.
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Un iraquí ha colaborado con este artículo. Se han cambiado los nombres de los presos y de sus familias.
Enlace con el original: http://www.guardian.co.uk/world/2008/sep/08/iraq.humanrights