Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El músico iraquí Abdel Razaq al-Ghazawi, que había buscado refugio en el vecino país sirio a causa del conflicto que asola a su país, retornó a casa el pasado año al oír que la violencia había disminuido.
Unas semanas después, desilusionado por la continuada inseguridad en Iraq y por la rampante intolerancia, cruzó la frontera de nuevo para regresar a Siria donde vive la apurada existencia de un refugiado.
«Me encontré con que la seguridad no había mejorado gran cosa. Además, se ha extendido una visión fundamentalista de la religión que hace también la vida intolerable», dijo Ghazawi, que se formó como director de orquesta en Gran Bretaña.
«No hay ya sitio para los artistas y los intelectuales en el nuevo Iraq», dijo Ghazawi mientras esperaba su turno para recoger las raciones de arroz y harina en un centro de Naciones Unidas.
Ghazawi fue uno de los millones de seres que huyeron de la convulsión provocada en Iraq por la invasión estadounidense de 2003. La mayor parte de los que escaparon se dirigieron a Siria, que recibió más de un millón de refugiados, y a Jordania, donde llegaron unos 700.000 de los huidos.
El gobierno de Bagdad que EEUU apoya ha hecho un llamamiento para que esos refugiados vuelvan y dice que la mayoría así lo ha hecho.
Pero muchos se resisten a volver y puede que las cifras de retornados no sean tan altas como Iraq declara.
Adan al-Sharifi, agregado comercial de la embajada iraquí en Damasco, declaró que sólo quedaban en Siria 400.000 iraquíes. Sin embargo, las cifras del gobierno sirio señalan que hay en Siria 1,1 millones de iraquíes, comparados con los 1,4 millones que había antes de los requisitos que empezaron a exigirse en 2007 para poder obtener la residencia.
«Hay una mayor movilidad y es probable que un gran número haya regresado, pero la gente mantiene sus opciones abiertas y aún quedan en Siria cifras considerables de refugiados iraquíes», dijo Laurens Jolles, el representante en Siria del Alto Comisionado de las Naciones Unidas.
«La mayoría de esas personas han sufrido experiencias muy traumáticas. No todo el mundo puede regresar a su vida anterior y vivir en la misma casa o barriada», añadió Jolles.
Declaró también que podrían volver más refugiados si el gobierno iraquí aceleraba las compensaciones a los que retornaban y les devolvía sus propiedades. El ACNUR ha advertido también al gobierno iraquí para que establezca una agencia especial para atender a todos los que retornan en vez de la presente miríada de departamentos.
Jolles dijo que el número de iraquíes registrados en las escuelas sirias bajó de forma notable a 30.000 durante el pasado año, pero la cifra de refugiados registrados en el ACNUR ha subido velozmente a unos 224.000. Muchos otros permanecen en Siria, pero se resisten a inscribirse.
Tensiones regionales
La cuestión de los refugiados ha profundizado las tensiones regionales, y Damasco aduce que el gobierno iraquí ha hecho bien poco para ayudar a sus propios ciudadanos en el exterior.
Los refugiados han forzado las infraestructuras sirias pero también han contribuido al boom del mercado del consumo y las propiedades inmobiliarias.
Sharifi quitó importancia a las tensiones, diciendo que la cifra de refugiados que volvían a Iraq había suavizado la presión sobre sus anfitriones en Damasco. Y añadió que algunos de los que aún no han regresado están esperando que acabe el año escolar.
«Hubo un gran movimiento de regreso el pasado año y estamos esperando otro parecido una vez que acabe el cuso escolar».
Los diplomáticos y los funcionarios de la ayuda internacional dicen que es difícil calcular con exactitud el volumen de los que retornan, y señalan que las cifras que cruzan a diario hacia Iraq igualan a las de los que salen del país a través de los puntos fronterizos con Jordania y Siria.
«Hablar de retorno masivo es un tanto exagerado. Yo diría que se produce sin pausa pero sin prisa, lo que es mejor y más sostenible que una avalancha», dijo Rafiq Tschannen, jefe iraquí en Ammán de la misión para la Organización Internacional de las Migraciones.
Tschannen dijo que hay una gran proporción de iraquíes que han vuelto porque han agotado el dinero que tenían o porque se han desvanecido sus esperanzas de ser reasentados en Occidente, ya que las naciones occidentales están sólo aceptando cifras mínimas de refugiados.
Se ha criticado especialmente a Estados Unidos por no aceptar suficientes refugiados. Pero Washington, que ha rebajado sus lazos diplomáticos con Damasco, ha mantenido una línea de comunicación abierta con Siria en la cuestión de los refugiados y un funcionario estadounidense visitó Damasco para discutir el tema.
Un diplomático europeo manifestó que era poco corriente que familias enteras regresaran a Iraq, porque las tensiones sectarias eran aún graves, pero los cabezas de familia están yendo y viniendo cada vez con mayor frecuencia.
Alrededor del 60% de los refugiados registrados en el ACNUR son árabes sunníes, una minoría que controlaba el sistema político antes de que la invasión estadounidense derrocara del poder a Saddam Hussein.
Sin embargo, los ascendientes chiíes han hecho bien poco por Jadiya Judeir, una mujer chií que huyó del distrito de Saidiya de Bagdad.
«Tomaron mi casa y realmente no sé cuál de las milicias lo hizo. Mi difunto marido era sunní pero ya no queda nada de la armonía religiosa que existía en aquella sociedad», dijo.
Bashar Yalyis, un comerciante cristiano de Kirkuk, vio como una milicia, que describe como kurda, voló su tienda. Ahora está intentando rehacer su vida en Siria, donde los iraquíes tienen oficialmente prohibido trabajar.
Kurdos, árabes y turcomanos se han enredado en frecuentes y violentas disputas por el control de Kirkuk, uno de los centros importantes de producción petrolífera.
Yalyis no piensa regresar e indica que las recientes elecciones locales llevadas a cabo en Iraq no se celebraron en Kirkuk, lo que prueba el nivel de peligrosidad que se vive en la ciudad.
«El gobierno no está haciendo nada para impedir que Kirkuk estalle», dijo. «No quiero estar allí cuando eso suceda».
En el suburbio de Damasco adonde llegaron los primeros iraquíes que huían, sus vecinos dicen que notan menos refugiados. Algunos han vuelto pero otros se han cambiado a casas más baratas en barrios más depauperados de la ciudad.
«A menudo se escuchaban los acentos iraquíes por la calle y llegabas a pensar que te encontrabas en Bagdad. Ahora ya no sucede tanto», dijo Abu Tarek, un agente inmobiliario.
(Información adicional facilitada por Carolina Drees, edición de Dominic Evans y Richard Balmforth)
Enlace con texto original:
http://wire.antiwar.com/2009/