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Los antiguos reclutas argentinos recuerdan los malos tratos de sus oficiales en el 25º aniversario de la derrota

Los veteranos de las Malvinas piden cuentas a la dictadura

Fuentes: El País

La voz de un viejo general trataba de elevarse sobre los pitidos de desaprobación de un nutrido grupo de personas que se dio cita en la noche porteña para rendir homenaje a los 649 argentinos muertos en la guerra de las Malvinas justo al pie del monumento que recuerda sus nombres. Junto al ex militar, […]

La voz de un viejo general trataba de elevarse sobre los pitidos de desaprobación de un nutrido grupo de personas que se dio cita en la noche porteña para rendir homenaje a los 649 argentinos muertos en la guerra de las Malvinas justo al pie del monumento que recuerda sus nombres. Junto al ex militar, uno de los organizadores, un veterano del conflicto del que se cumplen 25 años y de cuyo pecho cuelgan algunas medallas, dirigía una mirada mezcla de súplica y desaprobación hacia los descontentos que destacaban claramente.

«Bueno, muchos son jóvenes y no vivieron el conflicto y el general ya está mayor», trataba de disculparlos más tarde, pero esquivó las preguntas sobre los casos de desnutrición que se produjeron entre las tropas al mando del oficial durante la presencia argentina en las islas. La conmemoración del cuarto de siglo de la guerra de las Malvinas no sólo ha servido para reivindicar la figura de los combatientes -en su mayoría reclutas-, sino para sacar a la luz la cuestión de los malos tratos que tuvieron que sufrir de sus oficiales.

La polémica gira en torno a los testimonios de varios ex militares recogido por el Centro de ex Combatientes y la Subsecretaría de Derechos Humanos de Corrientes -provincia de la que eran la mayoría de los reclutas enviados a las Malvinas- que denuncian asesinatos, vejaciones y torturas. El documento, un vídeo de 17 minutos cuya transcripción ocupa 200 páginas, se encuentra desde el viernes en manos de la ministra de Defensa, Nilda Garré, a quien se ha solicitado la creación de una comisión nacional que investigue los hechos.

Además del documento, numerosos testimonios de veteranos aparecidos durante estos días explican los severos castigos corporales -entre los que destacaban ser quemados con cigarrillos o atados de pies y manos al suelo durante horas y con bajísimas temperaturas- por robar comida. La denuncia destaca el caso de cuatro soldados muertos por el hambre y clasificados oficialmente como «caídos en combate». Un ex combatiente, Juan Cruz Martins, ha denunciado al teniente que mandaba su sección por uno de estos casos.

Aunque el Ejército británico era el enemigo visible, el frío y el hambre habían atacado mucho antes del 1 de mayo de 1982, cuando produjo el desembarco británico para recuperar las islas. En el Museo de la Guerra de Stanley, capital de las Malvinas, los isleños muestran la abrumadora diferencia entre las raciones de comida de la tropa argentina y la de sus oficiales. Los soldados se vieron obligados a matar y comer alguna de las numerosas ovejas que pastan libremente por las islas, algo que los oficiales penaban severamente.

Ésa es la polémica que se ha trasladado a algunas conmemoraciones como la de Buenos Aires. Ayer, horas después, Ushuaia, a 3.171 kilómetros al sur, se convirtió en el centro de los actos oficiales. Los veteranos volvieron a estar en el centro de los discursos al igual que la tesis -ampliamente respaldada por la sociedad argentina- de que la ilegitimidad de la dictadura militar no merma el derecho de la reclamación de soberanía argentina sobre las islas bajo administración del Reino Unido desde 1833. Sin embargo, fue la destacada ausencia del presidente Néstor Kirchner lo más resaltado del evento, máxime cuando su presencia había sido confirmada la noche anterior por su Gabinete.

Desde hacía días se especulaba con la posibilidad de que el mandatario desistiera de presidir el acto ante el temor de que, con las televisiones en directo, fuera objeto de abucheos por trabajadores descontentos de la vecina provincia de Santa Cruz que han viajado hasta Ushuaia. Kirchner decidió a última hora permanecer en su residencia del Calafate, al sur del país.