Traducción para Rebelión de Loles Oliván
Aunque pronto habrá elecciones en Iraq hasta ahora no ha habido una campaña real entre los iraquíes que viven en Siria y ciertamente nada en comparación con la campaña electoral que está teniendo lugar en el propio Iraq. La sensación general entre los refugiados iraquíes que viven en Siria es que los manifiestos políticos y los candidatos en estas elecciones no son de fiar.
El ambiente electoral en general entre los refugiados es diferente del que existe en el propio Iraq. Muchos esperaban cambios en el proceso electoral pero sus esperanzas se han desvanecido. Ahora los refugiados consideran que las próximas elecciones iraquíes pueden volver a convertirse en una farsa.
Los refugiados iraquíes en Siria se han sorprendido por la retórica que acompaña a la ley electoral aprobada hace algunas semanas que asigna escaños para los refugiados que viven fuera de Iraq. La aprobación de esta ley vino pisando los talones al gobierno iraquí que rechazó oficialmente las estadísticas de las Naciones Unidas sobre el número de refugiados iraquíes que viven fuera del país e hizo una estimación unilateral del número de refugiados en Siria en unos escasos 200.000.
La declaración de Bagdad se produjo en respuesta al viceministro de Exteriores sirio Faisal Maqdad que alegó que el número de refugiados iraquíes en su país era de un asombroso 1,2 millones. Maqdad pidió al gobierno iraquí que tuviera en cuenta a estos refugiados por razones humanitarias y políticas y que les asignase escaños en el Parlamento en proporción a su número.
Muchos iraquíes que viven en Siria han acusado a Bagdad de subestimar de forma deliberada su número en un intento de ignorarles por motivos electorales. Sus puntos de vista podrían así ser desechados en caso de que fuera necesario, y no podrían convertirse en un bloque electoral viable que pudiera respaldar a determinados candidatos.
Según Fadel al-Rabei, analista político iraquí que vive en Siria, el dinero «ha comenzado a infiltrarse en las filas de los refugiados iraquíes».
Hay informes de que ciertos partidos han pagado grandes sumas de dinero y tratan de comprar más votos iraquíes a 300 dólares por voto», según ha declarado al-Rabei a Al-Ahram Weekly. «Ello es una extensión de la corrupción y la manipulación del voto que está barriendo la política iraquí y que demuestra el mal estado de la moral en el país. Los políticos corruptos han logrado extender sus formas fraudulentas más allá de las fronteras de Iraq».
Al-Rabei cree que las próximas elecciones en Iraq «no van a marcar el comienzo de algo nuevo ni a revivir el discurso político. Por el contrario, darán lugar a más de lo mismo bajo una nueva apariencia».
También ha advertido contra la aparición de un Estado islámico en Iraq añadiendo que «Iraq podría presenciar una intensa oleada de violencia días antes de que se celebren las elecciones con el fin de crear un estado de caos».
Muchos iraquíes que viven en Siria están de acuerdo con él, con el jeque Isam al-Buhlala, presidente de la Alianza Nacional de Tribus Iraquíes que critica enérgicamente las próximas elecciones. Al-Buhlala, que vive en Siria, ha acusado al gobierno iraquí de «dividir sus lealtades entre EE.UU. e Irán.» Iraq «se encamina a la partición si las actuales condiciones políticas y de seguridad continúan» ha declarado, culpando a Irán por su papel en cualquier partición potencial.
Según Haidar Abdel Alawi, director de la Comisión Electoral iraquí en Siria, Siria se ha comprometido a abrir 32 centros de votación en ciudades de todo el país que estarán supervisados por observadores de Alemania, Rumania, Sudáfrica y de la propia Siria.
Mientras tanto, hay que destacar que se ha producido un cambio general en la confianza de los refugiados iraquíes en Siria y que la mayoría prefiere ahora figuras laicas y liberales como resultado de sus frustraciones por el liderazgo político religioso del país. Esta preferencia es el resultado de la «extendida corrupción, de las disputas políticas y de las animadversiones a expensas de la seguridad y la estabilidad» en el país, como afirmaba la semana pasada al semanario un activista de derechos humanos iraquíes que deseaba permanecer en el anonimato.
Sin embargo, este cambio de actitud por sí solo no «será suficiente para asegurar un cargo político a los candidatos en las elecciones», dijo el activista. Ello es así porque «el dinero y las potencias regionales son más poderosos que los sentimientos de los propios iraquíes».