Altos mandos militares británicos dijeron al gobierno del primer ministro Gordon Brown que «ya nada puede lograrse» en Irak y, por tanto, sugirieron que los 5 mil 500 soldados estacionados en Basora, en el sur de Irak, sean retirados sin mayor tardanza. «Hemos hecho lo que hemos podido hacer en el sur», aseveró uno de […]
Altos mandos militares británicos dijeron al gobierno del primer ministro Gordon Brown que «ya nada puede lograrse» en Irak y, por tanto, sugirieron que los 5 mil 500 soldados estacionados en Basora, en el sur de Irak, sean retirados sin mayor tardanza.
«Hemos hecho lo que hemos podido hacer en el sur», aseveró uno de los dos comandantes consultados por el diario británico The Independent, cuya identidad fue reservada.
Describieron una serie de condiciones peligrosas en las que se desarrolla actualmente el trabajo del ejército británico, que acompañó la invasión estadunidense de marzo de 2003 con 46 mil soldados.
Las tropas británicas en el Palacio de Basora son blanco hasta de 60 disparos de mortero y cohetes al día y los convoyes de reabastecimiento han sido descritos como «misiones suicidas nocturnas», señalaron los mandos.
El mes pasado, pocos días después de asumir el gobierno y tras una reunión con el presidente estadunidense, George W. Bush, Brown afirmó que la decisión final sobre la permanencia de las tropas en la provincia de Basora, la última de cuatro regiones ocupadas a raíz de la invasión, sería tomada con base en «los consejos de los comandantes militares que están en el terreno».
Brown tiene previsto anunciar una decisión al respecto luego de que el Parlamento reanude sus actividades, en octubre.
Sobre las consideraciones políticas de la misión militar británica en Irak, los comandantes aseguraron que si en 2003 la labor de las fuerzas armadas debía estar orientada a generar estabilidad y democracia en el país invadido, ahora la prioridad es una retirada ordenada, que mantenga «razonablemente intacta» la reputación de los militares, así como la condición de Londres de «aliado creíble».
Antes de dejar el poder, en los primeros días de julio, el laborista Tony Blair anunció el retiro de una parte del contingente estacionado en Irak, donde los británicos han sufrido unas 130 bajas por muerte en cuatro años y medio.
Los planes de retiro británico han causado inconformidad en medios gubernamentales y militares estadunidenses hasta el punto en que, en la primera parte de agosto, el diario The Washington Post publicó críticas de agentes de inteligencia de Estados Unidos que consideran que «básicamente los británicos han sido derrotados en el sur».
La salida de las tropas de Londres, dicen los funcionarios de inteligencia, deberá de ser cubierta por uniformados de Washington, que actualmente dispone de 160 mil soldados, gran parte de ellos concentrados en la caótica situación de Bagdad.
Círculos políticos de Estados Unidos también han estado inmersos en la discusión sobre una posible retirada de Irak, pero los legisladores no han llegado a un acuerdo con Bush, quien -según The New York Times, en su edición de este sábado- desea implementar un plan de reducción gradual de tropas, a partir de 2008.
En hechos de guerra ocurridos este sábado destacó la muerte de cinco personas a consecuencia de dos explosiones en Kirkuk, en el norte del país, donde además se supo que la organización internacional de policía, la Interpol, lanzó una orden de búsqueda de la hija mayor de Saddam Hussein, a quien el gobierno iraquí considera sospechosa de actividades «terroristas».