CULTURA LIBRE QUIERE LIBERAR LA CULTURA. CULTURA LIBRE ES UNA NUEVA BANDA SONORA, LA ÚLTIMA PALABRA. 1.- Somos una nueva idea, un ambicioso proyecto que aspirar a servir de herramienta y estimulo para todos aquellos creadores que trabajan bajo nuevos códigos y que desean controlar al máximo la forma y el modo en que difunden […]
CULTURA LIBRE QUIERE LIBERAR LA CULTURA.
CULTURA LIBRE ES UNA NUEVA BANDA SONORA, LA ÚLTIMA PALABRA.
1.- Somos una nueva idea, un ambicioso proyecto que aspirar a servir de herramienta y estimulo para todos aquellos creadores que trabajan bajo nuevos códigos y que desean controlar al máximo la forma y el modo en que difunden su obra. Promovemos el uso de licencias libres, pero primero debemos crear todo un tejido que apoye a este pujante sector: necesitamos encontrarnos y hablar, gestionar eficazmente, reclamar cuando nuestros derechos se vulneren y, sobre todo, servir de contrapeso a una industria acostumbrada a utilizar un lenguaje que ya no nos gusta. Somos una simple Asociación, pero también una nueva y fresca banda sonora, la última palabra. Esto se mueve.
2.- El copyright no nos sirve. Nuestro campo de batalla es la cultura y la creación en un sentido amplio. Somos abogados, artistas y activistas que queremos socializar y poner en común nuestros saberes. Regularmente nos reunimos, debatimos, planeamos el siguiente paso ¿Estás dispuesto a intercambiar con nosotros tus trucos y habilidades?
3.- Frank Zappa captó el mensaje: «Arrebatad el poder a los viejos», dijo. Por esa misma razón rechazamos un modelo obsoleto, unas entidades de gestión llenas de «viejos» (viejas ideas, viejas prácticas, viejos negocios). La SGAE hizo saltar todos los resortes, pero esta Entidad es sólo un problema de entre tantos otros. Las actuales Entidades de Gestión actúan en base a posiciones monopolísticas. Son estructuras de poder controladas por una pequeña minoría donde los autores pequeños carecen de influencia alguna. Todas ellas representan un modelo caduco que ya empieza a hacer aguas y que, tarde o temprano, deberá reconocer que sólo funciona y sirve a los intereses de una selecta industria que en absoluto nos representa.
4.- Teddy Bautista siempre decía que la SGAE no es un sindicato, sino una entidad de representación proporcional en la que los votos son como acciones. Teddy Bautista nos ha dado pistas sobre qué es lo que no hay que hacer: lo que hay que hacer es que las entidades de gestión sean un sindicato de autores de verdad, no uno vertical como ahora. Más que una gestión más racional de los derechos de autor a lo que hay que tender es a nuevos modelos. Entidades como la SGAE o CEDRO son un sindicato vertical porque conviven los autores y sus editoriales, que evidentemente van a tener muchas veces intereses contrapuestos. También nos acordamos de otros grandes desprotegidos: los traductores.
5.- Lo nuevo está empujando fuerte y obligando a reconsiderar el cómo, cuando, dónde y el por qué de la creación y los procesos creativos. Sabemos que no es sencillo. No se puede decir más claro: es posible ganarse la vida éticamente sin empañar el sueño, con menos intermediarios, con nuevas licencias y, por supuesto, sin «representantes forzosos» de los artistas. La forma que tenemos de relacionarnos con los demás y la manera en que ofrecemos nuestros arte, se dirigen al mismo objetivo. Cambiar las coordenadas. Llevar el sueño de Zappa lo más amplio que sea posible.
6.- Cada día hay más y más gente aplicando nuevas tecnologías y estrategias para difundir su obra. La mayoría de esta gente no quiere encerrarse en unos parámetros que desprestigian todo aquello que alguna vez fue una buena idea, asociarse a una idea rancia, colaborar con quienes están procesados por delitos de lo más bochornosos. Fin de la extorsión a los hosteleros. Fin de la persecución a los recién casados.
7.- Saludamos a nuestros aliados. Su soledad es ahora una multitud de voces: Zemos98, X.net, el festival CC de cine de Barcelona, el documental en desarrollo 15M.cc, los programas de radio Intangible23 o Comunes, Bookcamping, Traficantes de Sueños y tantos otros. Seguid así: Stéphane M. Grueso, Belén Gopegui, los autores que han participado en el libro colectivo Creative Commons «CT o la Cultura de la Transición», proyectos como la Fundación Robo, grupos musicales como Pony Bravo, Kerobia o Lisabö. Os leemos. Os escuchamos. Os imitamos. Nos inspiráis. A todos ellos les brindamos nuestro apoyo.
8.- Desde hace muy poco tiempo, las Entidades de Gestión comienzan admitir la posibilidad de que otros actores están hablando un lenguaje que les resulta extraño. Algunas prácticas comienzan a ser destapadas y denunciadas. Nosotros lo tenemos claro y por esta razón trabajamos para que finalice el lamentable espectáculo de la especulación con las desorbitadas cantidades recaudadas como «derechos anónimos», la persecución a la Bibliotecas Públicas y universidades. No al canon. Los creadores que quieren funcionar al margen de las Entidades de Gestión están comenzando a reaccionar. Cada día, fluyen correos electrónicos en la red, llegan faxes a algunos despachos, hay llamadas que exigen que no recauden por lo que no les pertenece.
9.- Queremos ayudar a lograr un difícil equilibrio -difícil pero no imposible- en las industrias culturales: una remuneración justa a las personas que crean, posibilitando el libre acceso a sus obras si no hay ánimo de lucro (licencias libres = nuevas mentalidades en los procesos creativos). Al mismo tiempo, es importante el libre acceso a la cultura y el conocimiento, pero hay que evitar que el uso de licencias libres tenga efectos indeseados, como el que se genere más precariedad para las y los trabajadores culturales, como pasa por ejemplo en ámbitos con el audiovisual o el periodístico. Estos artistas y creadores deben estar informados y, por supuesto, organizados.
10.- No podemos aguantar las ganas de remover todo, de crear debate, de repensarlo todo.