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Marzo…

Fuentes: An Arab Woman Blues

Traducido del inglés por Sinfo Fernández



«El llanto de Mesopotamia»

Pintura del artista iraquí Ali Talib

Iraq, 21 de marzo de 2007

Mientras tecleo estas líneas, las cuatro estaciones de Vivaldi dejan sentir vigorosamente sus notas. En estos momentos suena el Concierto nº 1, «La Primavera».

Me gusta contemplar cada año cómo la Primavera nos anuncia un nuevo ciclo, un nuevo renacer de la rueda de la Vida y la Muerte.

En las diversas culturas, la Primavera, precisando más, el 21 de marzo, ha ido tradicionalmente asociada a la idea de un nuevo año. Un día en que los colores y la luminosidad barren los recuerdos sombríos y tenebrosos del grisáceo cielo invernal…

En Oriente Medio, esta fecha es celebrada por los persas y los kurdos, entre otros pueblos, como el Nawruz (el año nuevo). Esa fecha es también el Día de la Madre en este rincón del mundo.

Considero este hecho, el Día de la Madre, algo más que una mera coincidencia, i.e., la que da la vida es también conmemorada en la misma fecha que se corresponde con el Equinoccio de Primavera, donde la Naturaleza se vuelca alentando a todos los seres vivos.

Como ese día está repleto de símbolos, mi mente se cuestiona automáticamente los misterios de la Naturaleza y sus formas de comportamiento.

Todo brota y florece en Primavera. Desde la más diminuta brizna de hierba hasta las flores silvestres que se atreven a surgir entre las grietas de las aceras, también los naranjos, los jazmines… Incluso en las palmeras brotan pequeños retoños de brillantes y frescas hojas verdes.

Ahí está la «Madre» Naturaleza concibiendo, gestando y preparándose para su parto final en Verano o a comienzos de Otoño.

Finales de marzo, Equinoccio de Primavera, fue también el mes en el que esta tierra de la Naturaleza fue brutal y violentamente invadida.

Primero La penetraron con toneladas y toneladas de bombas antes de que Su suelo fuera hollado por las botas extranjeras, plantando en su camino las semillas de la destrucción y la muerte. Impregnando Su tierra, agua y aire de millones de gérmenes y partículas químicas y radioactivas, perdurando en su útero como espermatozoides tenaces, fertilizándoLa a base de pura brutalidad y fuerza…

Y desde ese día, hace cuatro años, el día de la concepción, la Naturaleza no ha dejado de alumbrar cadáveres.

En realidad, no ha dejado de estar constantemente embarazada de un vientre lleno de cadáveres. Y, si por casualidad, Ella se esfuerza en alumbrar algo tras arduos dolores, deja caer instantáneamente rostros deformados, heridos, lastimados, o algún miembro, o jirones desecados de piel, sembrándolos con generosidad por toda esta tierra.

Y ya que aquí también es el Día de la Madre, mis pensamientos se vuelven naturalmente hacia los miles de Madres en esta tierra putrefacta…

La Madres que han perdido a sus hijos, las Madres que han perdido a sus hermanos, a sus hermanas, a sus padres, a sus compañeros, a sus propias Madres.

A las Madres sin hijos que quieren ser madres pero que tienen miedo de serlo, no vaya a suceder que esas botas extranjeras les pateen el útero…

A las Madres que lloran, a las Madres que sufren, a las Madres vestidas permanentemente de negro, a las Madres que empapan sus almohadas de lágrimas silenciosas durante las noches de insomnio…

A las Madres que son arrestadas y encarceladas. A las Madres que son violadas y preñadas contra su voluntad. A las Madres torturadas. A las Madres ejecutadas…

Y a las Madres que no tienen acceso ni a los alimentos ni a los cuidados sanitarios. A las Madres que están viviendo en las sucias aceras de El Cairo, Damasco o Ammán vendiendo cualquier cosa para poder alimentar a sus niños…

A las Madres insultadas, escupidas y humilladas en los controles y en las fronteras…

A las Madres en exilio permanente, exiliadas en sus propios hogares y en su propia tierra, aterradas de caminar por las calles…

Y de nuevo, lógicamente, mis pensamientos cambian de dirección y se escapan hacia los niños sin Madre. Miles de ellos, esparcidos como perlas diminutas escapadas de un collar roto…

Y en este mes maldito de marzo, justo antes del Día de la Madre y del Nuevo Año del Equinoccio de Primavera… Otro auténtico iraquí ha sido asesinado. Su abogada Bushra al Jalil dijo que había enviado cartas al secretario general de Naciones Unidas e incluso a Bush, alegando que Taha Yasin Ramadan era un prisionero de guerra y que estaba bajo la custodia y responsabilidad de los estadounidenses… Sus cartas se quedaron sin respuesta.

Y para colmo, los estadounidenses no le permitieron asistir al juicio ya que había «muy serias amenazas de muerte» contra ella si aterrizaba en Bagdad, eso fue lo que declararon. Sadam Husein fue ejecutado en la víspera de Año Nuevo y Taha Yasin Ramadan fue ejecutado en la víspera de otro Año Nuevo…

Un símbolo para la simbiosis de intereses compartidos… por el Triángulo de los Odiados EEUU/Irán/Kurdos (léase Israel).

Sí, nos invadieron en Marzo, justo antes del Día de la Madre y del Año Nuevo del Equinoccio de Primavera…

Avanzando, escupiendo, maldiciendo, pateando, destruyendo y masacrando todo lo que encontraban en su camino… convirtiendo los verdes pastos primaverales en un campo de muerte irrigado por sangre roja…

Vivaldi sigue dejando sentir sus notas. Ahora está sonando el concierto nº 4, «Invierno»…

El Invierno va asociado tradicionalmente con la idea de final. Donde todo muere preparándose para volver a nacer en Primavera…

Desde hace cuatro años parece como si el invierno ahogara nuestras vidas. Como si sólo estuviéramos sometidos a la Muerte…

Y ya que Vivaldi escribió unos sonetos para acompañar sus Cuatro Estaciones, les ofreceré el fragmento dedicado al invierno:

«Pisamos el helado sendero despaciosa y cautamente, por miedo a resbalar y caer.

Y entonces, nos volvemos bruscamente, resbalando y estrellándonos contra el suelo

pero nos levantamos, apresurándonos, no vaya a ser que el hielo se resquebraje.

Sentimos los fríos vientos del norte invadir la casa a pesar de las puertas y de los cerrojos…»

Acabo de sentir cómo diminutas gotas de lluvia repican suavemente en los cristales de mi ventana. La «Madre» Naturaleza está llorando de nuevo… Pero en Iraq sus lágrimas están hechas de sangre.

Enlace texto original en inglés:

http://arabwomanblues.blogspot.com/2007/03/march.html

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate.