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Más amenazas para las elecciones iraquíes

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Una semana después de prohibir que Saleh Al-Mutlaq, destacado político y líder de un grupo sunní iraquí muy importante, se presente a las próximas elecciones legislativas del país, un comité de evaluación ha excluido a 500 candidatos, en su mayoría sunníes, de las elecciones de marzo alegando que tienen vínculos con el Partido Baaz de Saddam Hussein, provocando una gran preocupación de que esto pueda llevar a un extendido boicot sunní y fomentar una nueva crisis política en un país asolado por la violencia.

Farj Al-Haidari, el presidente de la comisión electoral, declaró el lunes que iban a vetar a los candidatos de acuerdo con una lista negra que les había enviado el Comité para la Responsabilidad y Justicia del país, encargado de examinar a los candidatos que se presentan a las elecciones. El comisionado Hamdiya Al-Husseini dijo después que la lista incluía 522 nombres y que no iba a hacerse pública por temor a represalias.

El director ejecutivo del Comité para la Responsabilidad y la Justicia, Ali Al Lami, dijo que dicho comité, conocido anteriormente como la Comisión para la Desbaazificación, había actuado en concordancia con la constitución del país, que prohíbe que antiguos baazistas ejerzan cargos públicos.

«Tenemos firmes pruebas de que esos candidatos son baazistas», dijo Al-Lami, añadiendo que las normas de la comisión le impedían publicar las pruebas a las que aludía. La Comisión para la Desbaazificación fue creada originariamente por la administración de la Coalición que se creó en Iraq tras la invasión de 2003 dirigida por EEUU con el objetivo de impedir que antiguos baazistas pudieran recuperar el poder

La decisión de esta semana ha motivado intensas protestas por todo el país, poniendo de relieve que el proceso de reconciliación nacional de Iraq está ahora en grave peligro. También amenaza con perjudicar las próximas elecciones legislativas y hacer que se conviertan en un campo de batalla donde se pongan en evidencia las confrontaciones del pasado, como parte de un proceso político plagado de tropiezos, en vez de que sirvan para ayudar a cicatrizar heridas.

Los dirigentes sunníes de todo el país advirtieron que la medida podría empujar al país hacia un «panorama muy sombrío e insospechado» tan sólo dos meses antes de las cruciales elecciones. Muchos de ellos consideran sectarias, en su motivación, las prohibiciones planeadas contra la minoría sunní del país, acusando que tanto el presidente del comité, el que fuera aliado de EEUU, Ahmed Chalabi, y su director, Al-Lami, son ellos mimos candidatos de la Alianza Nacional Iraquí, la principal coalición chií.

Entre los candidatos a los que se ha prohibido presentarse a las elecciones figura el ministro de Defensa Abdel-Qader Yassim Al-Obeidi, que figuraba en la lista de la Coalición del Estado de Derecho del Primer iraquí Nuri Al-Maliki, y el importante diputado sunní Dhafir Al-Ani, un crítico constante del gobierno. Entre el resto de candidatos prohibidos hay varios miembros sunníes del actual parlamento iraquí.

Los mayores beneficiarios de esas prohibiciones, los grupos chiíes del país, han jaleado las decisiones del comité a pesar de las enérgicas protestas de los sunníes. Al-Maliki manifestó su apoyo a esas decisiones, declarando mediante un comunicado que hay que respetar las normas «sin excepción», y advirtió contra la «politización» de un proceso previsto para eliminar a los seguidores del anterior partido gobernante, el Baaz.

Sin embargo, esas órdenes de exclusión han enfurecido a la administración Obama, que había confiado en que las próximas elecciones estabilizaran el asolado país y facilitaran la retirada de las tropas el próximo año. El vicepresidente Joe Biden convocó de inmediato a Washington a los políticos iraquíes para celebrar conversaciones sobre cómo resolver la crisis, y su oficina manifestó que estaba en contacto con los tres dirigentes políticos más importantes del país, Al Maliki, el presidente iraquí Yalal Talabani, y el portavoz del parlamento, Iyad Al-Samaraai, para estudiar el problema.

En un comunicado, la oficina de Biden dijo que había animado a los dirigentes iraquíes a asegurar que las elecciones de marzo fueran transparentes, justas y no excluyentes.

La oficina de Al-Samaraai reveló después que Biden había instado también a los dirigentes iraquíes a aplazar cualquier purga de los antiguos integrantes del Partido Baaz hasta después de las elecciones, sugiriendo que en vez de prohibirles presentarse como candidatos a las elecciones, se les debía pedir que denunciaran al Partido Baaz y firmaran un compromiso de que nunca se reincorporarían a él.

La oficina de Al-Samaraai dijo que Biden había mostrado poca confianza en las decisiones del comité y había expresado preocupación ante su posible parcialidad.

Se espera también que la orden de exclusión contra 500 candidatos empeore las relaciones entre el gobierno iraquí dirigido por los chiíes y los países árabes sunníes que han estado intentando reanudar sus lazos con Bagdad, y un funcionario de la Liga Árabe voló hasta Iraq la pasada semana para intentar resolver la disputa, indicando al marcharse que su misión no había sido fructífera.

En un comunicado, Ahmed Ben Helli, el secretario general adjunto de la Liga Árabe, dijo a su vuelta a la sede de la Organización el pasado domingo, que las próximas elecciones iraquíes deberían incluir a tantos candidatos como fuera posible.

«Es preciso que se permita que todo el mundo tome parte en el proceso político y en las elecciones», dijo Ben Helli, resumiendo la renovada oposición al dominio chií de Iraq.

Por su parte, los dirigentes chiíes iraquíes advirtieron que EEUU, las Naciones Unidas y los gobiernos árabes no deberían interferir en la disputa, con el portavoz de Al-Maliki, Ali Al-Dabagh, declarando que la intervención estadounidense no iba a afectar en las resoluciones adoptadas. Al representante especial del secretario general de Naciones Unidas para Iraq, Al Merkert, que ha estado intentando mediar para alcanzar una solución, se le ha dicho también que sus esfuerzos son contraproducentes.

Además de las amenazas de algunos dirigentes sunníes de boicotear las elecciones de marzo, los grupos sunníes del país han dado pocas señales de estar dispuestos a quedarse esperando con los brazos cruzados y han propuesto contrarrestar la prohibición.

El sábado pasado, un grupo de políticos en su mayoría sunníes anunciaron la formación de una nueva coalición para presentarse a las elecciones con la que confiaban fracturar el dominio de los partidos chiíes en el gobierno del país, y así motivar una dura competición ante las dos alianzas chiíes más importantes, la Coalición del Estado de Derecho, dirigida por Al-Maliki, y la Alianza Nacional Iraquí, a cuyo frente está el poderoso clérigo chií Ammar Al-Hakim.

La nueva coalición, dirigida por el ex primer ministro Iyad Allawi, chií él mismo, llamó a todos los iraquíes a participar en las elecciones para evolucionar «desde la incertidumbre y la confusión a la firmeza y a la seguridad». Ente los que se han unido al nuevo grupo están el Vicepresidente sunní Tariq Al-Hashimi, el Viceprimer Ministro Rafie Al-Issawi y otros parlamentarios y dirigentes comunitarios.

A pesar de esas llamadas a la unidad, la disputa ha provocado confusión y acusaciones en una situación política de por sí volátil.

Los dirigentes chiíes han expresado su preocupación de que el escándalo ante esas órdenes de exclusión sea parte de una conspiración para desalojarles del poder, con algunos de ellos acusando a EEUU, al Reino Unido, a los países árabes y a Turquía de querer restaurar en el poder al Partido Baaz. Culpan al Partido Baaz de marginar a los chiíes del país durante el gobierno de Saddam Hussein y de cometer una extendida violencia contra ellos, especialmente en los conflictos que siguieron a la invasión estadounidense de 2003.

Como podría esperarse en un país ya muy polarizado, los chiíes se han movilizado también para contrarrestar a la nueva coalición sunní llamando a crear un frente nacional de base amplia para formar el próximo gobierno iraquí tras las elecciones.

Al-Hakim propuso primero la idea de ese frente a los dirigentes kurdos del país y, según se informa, planea discutirlo con otros grupos chiíes, tales como el Partido Dawa de Al-Maliki, y con grupos sunníes, como el Partido Islámico Iraquí. Hadi Al-Ameri, un dirigente de la Organización Badr, afiliada al Consejo Supremo Islámico de Al Hakim, dijo que el frente propuesto incluiría a todos los que se opusieron al régimen de Saddam.

Ante la ausencia de soluciones a la crisis provocada por las órdenes de exclusión de las elecciones, Iraq puede estar encaminándose hacia una crisis nacional aún más peligrosa, porque la exclusión de un número tan grande de candidatos sunníes puede desencadenar un boicot sunní que socavará la legitimidad de las elecciones.

Si los sunníes deciden no boicotear las elecciones para evitar que pueda repetirse la situación de las elecciones de enero de 2005, cuando un boicot sunní le puso el poder en las manos a los chiíes, esos sunníes que han sido descalificados podrían acabar incorporándose a la actual resistencia sunní.

Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2010/982/re81.htm