«Llegamos y matamos a aquellas gentes […]. Para mí el éxito radica en continuar matando al enemigo.» Andrew del Gaudio, capitán del Cuerpo de Marines estadounidense [1] Los mandos de la Coalición [de tropas de ocupación dirigida por EEUU] establecieron para la campaña contra la resistencia unas «normas de actuación» muy permisivas para asegurar un […]
«Llegamos y matamos a aquellas gentes […]. Para mí el éxito radica en continuar matando al enemigo.» Andrew del Gaudio, capitán del Cuerpo de Marines estadounidense [1] Los mandos de la Coalición [de tropas de ocupación dirigida por EEUU] establecieron para la campaña contra la resistencia unas «normas de actuación» muy permisivas para asegurar un uso rápido e inmediato de la fuerza y reducir al mínimo las bajas propias. Esas normas permiten a los soldados abrir fuego sin vacilar o sin restricciones en los controles militares de carreteras y calles, durante los registros de viviendas y demás operaciones. Durante las operaciones militares, los mandos [militares] consideran los asesinatos de civiles iraquíes hechos lamentables pero inevitables «daños colaterales». Este clima de extremada violencia ha ocasionado un creciente número de matanzas, asesinatos y atrocidades cometidas contra los civiles iraquíes por las fuerzas de ocupación. Las normas de actuación, redactadas por los altos mandos militares, establecen cuándo, dónde y cómo el personal militar puede «usar la fuerza». Las normas de actuación pueden variar de una operación, o misión, a otra [2]. Aunque [las normas] las fijan los mandos [miliares] sobre el terreno, por lo general precisan de la aprobación de los niveles superiores [de la cadena de mando], entre ellos la de los dirigentes [políticos] civiles. En general, a pesar de que las normas de actuación determinan cuándo está permitido disparar, a veces incluso contra civiles, la decisión final de disparar queda a juicio de los soldados [desplegados] sobre el terreno, que están influidos por la incertidumbre, la tensión, el miedo, el odio y, en ocasiones, la inexperiencia. A la vista del gran número de víctimas civiles [3], las normas de actuación en Iraq han sido objeto de muchas críticas. Organizaciones como Human Rights Watch [4], American Civil Liberties Union [5] y Amnistía Internacional [6], han pedido que las normas se hagan públicas, pero éstas son casi siempre documentos secretos o únicamente de distribución limitada. En mayo de 2005, Lawrence Di Rita, portavoz del Pentágono, preguntado en una conferencia de prensa sobre lo ocurrido en Faluya en un suceso en el que un marine estadounidense disparó contra un iraquí de la resistencia herido, contestó: «[…] No discutimos las normas de actuación […] pero [los soldados] tienen derecho a la autodefensa en cualquier momento, y esa es una norma de actuación lógica» [7]. A pesar de reconocer el clima hostil en el que las fuerzas de la Coalición tienen que actuar, Human Rights Watch señala que ello «[…] no exime al ejército de su obligación de usar la fuerza de forma moderada, proporcionada y selectiva, y sólo cuando sea estrictamente necesario» [8]. Las pruebas indican que las fuerzas estadounidenses actúan bajo unas normas permisivas y que en la práctica existe aún mayor permisividad en la aplicación de las normas por parte de los mandos militares locales y de las propias tropas. La «contabilidad de los asesinatos» y otros eslóganes de los mandos militares promueven la competencia entre los soldados para coleccionar «matanzas de enemigos» y aparentemente parecen haber provocado unas pautas de contención muy bajas [9]. La consecuencia ha sido una rápida «escalada [del uso] de la fuerza» por parte de los soldados en diversas circunstancias, lo que ha ocasionado un gran número de víctimas civiles. Desde el mismo inicio de la ocupación, en los puestos militares de control han ocurrido excesivas e innecesarias muertes [10]. Se han producido víctimas civiles incluso en puestos de control permanentes y bien señalizados. Pero los controles más peligrosos son aquellos situados en lugares que a los conductores les resultan difíciles de ver con antelación: colocados temporalmente y sin previo aviso, en lugares inesperados, por la noche, con mal tiempo, o en carreteras de curvas con poca visibilidad. La combinación de estos factores puede ser especialmente letal. Los civiles que se acercan no ven el puesto de control y se dan cuenta [del control] únicamente cuando se encuentran bajo una lluvia de balas o de disparos de armas pesadas. Los soldados, por su parte, ven los vehículos que se aproximan como una amenaza potencial y tienden a abrir fuego por sospechas aunque sean infundadas. En general, los soldados afirman que apuntan para inutilizar el vehículo pero las cifras demuestran que a menudo disparan directamente contra el conductor y los ocupantes, a quienes (en general equivocadamente) toman por enemigos. Un ejemplo es el caso de Walid Fayay Mazban, que en agosto de 2003 iba con su familia en coche por Basora. Eran aproximadamente las ocho y media de la tarde y estaba muy oscuro porque no había electricidad. El vehículo giró en un cruce cercano a un puesto de control británico temporal. Los soldados, por temor a [lo que consideraron] un comportamiento sospechoso, le dieron el alto en inglés. Después de que el coche pasara, al no poder detenerse a tiempo, le dispararon varias veces por detrás. Walid Fayay Mazban no entendía inglés. Puede que incluso no oyera la orden. Murió por múltiples heridas de bala [11]. El caso de la periodista italiana Giuliana Sgrena puso de manifiesto ante la opinión pública la violencia de los controles militares. El 4 de marzo de 2005, una vez que los servicios de espionaje italianos hubieron negociado su liberación tras el secuestro, Sgrena se dirigía hacia el aeropuerto de Bagdad en un coche junto con un alto funcionario del espionaje italiano, Nicola Calpari. El conductor italiano, cuando estaba llegando al Aeropuerto [Internacional de Bagdad] avisó por teléfono a las autoridades militares estadounidenses. Pero, de repente, cuando el coche giró, los soldados estadounidenses situados en un control de carretera temporal abrieron fuego con ametralladoras de 50 mm, situadas en el techo de vehículos militares todo terreno [humvee]. Las balas hirieron a Sgrena y mataron a Calpari [12]. El hecho provocó grandes protestas en Italia, cuyo gobierno exigió una investigación en la que se descubrió que el puesto de control provisional se había colocado porque el embajador estadounidense, John Negroponte, estaba cenando con el general estadounidense George Casey, comandante de las fuerzas de EEUU [en Iraq], en algún lugar de los alrededores [13]. Las autoridades estadounidenses pidieron perdón, pero responsabilizaron a los italianos por conducir deprisa, no detenerse y no facilitar información suficiente sobre su ruta [14]. Los italianos afirmaron que no iban a más de 40 kilómetros por hora, que no vieron el puesto de control hasta que fue demasiado tarde, y que habían mantenido a las autoridades [estadounidenses] totalmente informadas [15]. Aunque no se siguió ninguno de los procedimientos de indicación de controles en la carretera, los mandos militares estadounidenses eximieron de responsabilidad a los soldados implicados. El suceso tuvo una gran cobertura en la prensa y durante semanas se produjeron duras críticas. Otros periodistas y trabajadores de los medios de comunicación han resultado heridos o asesinados en sucesos [acaecidos] en puestos de control. Human Rights Watch emitió una declaración muy crítica sobre los disparos realizado desde los puestos de control, en la que manifestaba que muchos civiles iraquíes habían muerto innecesariamente debido a que las fuerzas de la Coalición no habían tomado las mínimas precauciones [16]. Organizaciones de Derechos Humanos han exigido a los mandos militares que reduzcan esos asesinatos colocando señales de advertencia a una cierta distancia del puesto de control: carteles destacados en árabe, barreras físicas tales como bandas sonoras, conos de goma, señales luminosas y líneas en la carretera, para obligar a los vehículos a reducir la velocidad [17]. Expertos en Derechos Humanos han señalado que los disparos de advertencia son ineficaces y peligrosos porque a veces se confunden con fuego hostil lo que induce a los conductores a acelerar. El mando militar estadounidense ha adoptado muchas de las sugerencias para mejorar los procedimientos, pero estas se aplican rara vez sobre el terreno [18]. Las matanzas en los puestos de control han continuado y la prensa ha dado cuenta de muchos de los casos [19]. Las fuerzas de la Coalición estadounidense llevan a cabo de forma rutinaria registros de casas a la búsqueda combatientes de la resistencia y de escondrijos de armas. Por lo general, hacen gala de unos métodos desproporcionadamente violentos para allanar las viviendas, tales como descerrajar las puertas a tiros, colocar una bomba o una granada de mano en el exterior de la puerta y echar abajo la fachada con vehículos militares [20]. Durante los dos primeros meses de la Operación Juntos hacia adelante (Together Forward) [nuevo plan de seguridad para Bagdad iniciado en febrero de 2007], las fuerzas estadounidenses e iraquíes causaron desperfectos en Bagdad en «[…] más de 1.100 puertas, 35 ventanas y 1.350 cerraduras» [21]. Los registros que se producen tras la irrupción en la vivienda son muy inflexibles y las órdenes probablemente se gritan en inglés, por lo que los miembros de la familia no las entienden. Los soldados seguramente siguen un procedimiento conocido como «preparar la habitación», que consiste en lanzar una granada de mano en una habitación antes del registro o en lanzar una ráfaga de disparos [22]. Con métodos semejantes han asesinado a muchos civiles, incluidos mujeres y niños [23]. En Hadiza, dos registros de viviendas ocasionaron la muerte de 15 civiles [24]. A veces, las tropas consideran una casa simplemente como una «zona de ataque libre» y los mandos dan órdenes de «[…] disparar primero y preguntar después» [25]. Patrullas Por norma general, durante las patrullas, las fuerzas de la Coalición disparan contra iraquíes inocentes por miedo a que pudieran ser resistentes. Según [afirma] un testigo iraquí en una entrevista de la BBC, las patrullas estadounidenses han disparado y asesinado a muchos civiles accidentalmente [26]. Citando varios casos acaecidos en la provincia de al-Anbar, este hombre denunciaba que «[…] el año pasado habían muerto cerca de 100 personas por esta causa» [27]. De acuerdo con las estimaciones de la policía iraquí de Bagdad entre el 1 de mayo y el 12 de julio de 2005, sólo en la capital, las fuerzas estadounidenses asesinaron a 33 civiles desarmados e hirieron a otros 45 [28]. Sometidos al miedo constante de caer en una emboscada, los soldados se inclinan a disparar primero. Convoyes militares patrullan permanentemente las calles y cada uno lleva a un soldado dispuesto a utilizar su arma desde el techo del todo terreno militar [humvee] en el caso de que un coche se acerque a menos de 100 metros. En junio de 2005, Salah Jmor llegó a Bagdad con su hermano para visitar a su familia. Mientras conducía, no vio un convoy militar estadounidense que se incorporaba a la autopista. De pronto, se desplomó tras recibir un disparo en la cabeza. Su hermano afirma que no había señales para disminuir la velocidad y que no escucharon ningún disparo de advertencia [29]. Este tipo de hechos no son raros en Iraq. Los iraquíes se quejan de que normalmente no entienden los carteles o no los ven hasta que es demasiado tarde y los disparos ya han empezado. Durante las patrullas nocturnas rutinarias, los soldados están mucho más nerviosos por los posibles coches bomba o las bombas en la carretera. Tras el toque de queda, paran a todos los vehículos gritándoles en inglés y disparando salvas de advertencia, pero con frecuencia los conductores no los ven en la oscuridad y no entienden sus advertencias, en el caso de que las oigan. Si los coches no se detienen, las tropas lanzan ráfagas de balas que por lo general hieren al conductor y a los ocupantes. En enero de 2005, en un caso espantoso documentado por un periodista gráfico, Chris Hondros, durante una patrulla rutinaria soldados estadounidenses a pie dispararon contra un coche que se acercaba y en el que iba una familia iraquí. Uno de ellos gritó «¡Parad ese coche!», al mismo tiempo que otro soldado lanzaba disparos de aviso. Pero el coche no paró de inmediato. Un segundo después, ráfagas de balas acribillaron el coche hasta que se detuvo: del interior salieron seis niños pero los padres estaban muertos [ver foto] [30]. Andar por la noche no es más seguro que conducir. En un caso documentado por Amnistía Internacional, tras oír disparos por la noche dos hombres salieron de su casa, en al-Majdiye, para saber lo que estaba ocurriendo. Pocos minutos después, ambos estaban muertos: una patrulla británica los había disparado por error. Uno de ellos fue alcanzado por siete balas en el pecho y en el estómago. El otro recibió cinco impactos: en el brazo derecho, en la pierna derecha, en el pecho y en las zonas inferiores del cuerpo. «[…] Lo siento, ha habido un error, le pido perdón», dijo un soldado al padre de uno de ellos. «[…] Estaba oscuro, un compañero se apresuró. Lo siento» [31]. Soldados del Cuerpo de Marines durante un registro de una casa en Ramadi Ataques aéreos EEUU recurre cada vez más a los ataques aéreos contra la resistencia en Iraq para reducir [el número de] bajas estadounidenses y disminuir los riesgos de las operaciones en tierra. Según cifras del ejército [estadounidense], en 2005 el número de ataques aéreos aumentó de 25 en enero a 120 en noviembre [32]. Aunque las fuerzas aéreas estadounidenses afirman que operan con munición sofisticada, dirigida con precisión para evitar víctimas civiles, muchos inocentes han muerto en los barrios durante las operaciones aéreas. En noviembre de 2005, la Coalición llevó a cabo una ofensiva aérea en la provincia de al-Anbar. EEUU no contabilizó las víctimas civiles pero el diario The Washington Post informó de que según testigos presenciales y médicos, muchos civiles, entre ellos niños, fueron asesinados [33]. En el mismo mes, las fuerzas aéreas de la Coalición realizaron un ataque aéreo contra «[…] dos casas refugio de terroristas de Al Qaeda» en al-Qaim. Aunque el ejército aseguró haber actuado basándose en múltiples informaciones del servicio de espionaje, la Red Regional Integrada de Información de NNUU [IRIN, en sus siglas en inglés] dio a conocer que «[…] habían asesinado a docenas de civiles, incluidos mujeres y niños» [34]. En enero de 2006, aviones de guerra estadounidenses tomaron como objetivo una granja en Baiji, en la que asesinaron mientras dormían a nueve personas inocentes de una familia, incluidos mujeres y niños [35]. A pesar del gran número de civiles asesinados durante las operaciones aéreas, el ejército estadounidense no contabiliza los civiles muertos a consecuencia de sus ataques, y afirma que «[…] a menudo, en las zonas peligrosas no se pueden realizar las investigaciones sobre las muertes ocasionadas por cada uno de los ataques» [36]. Homicidios y asesinatos vergonzosos A veces los soldados estadounidenses cometieron asesinatos premeditados contra civiles iraquíes en situaciones no conflictivas. Sin duda, muchos de esos asesinatos pasan inadvertidos porque se atribuyen a «comportamientos amenazadores» que los asesinos imputan supuestamente a las víctimas. Aún así, ciertos casos han salido a la luz. Mahmudiya. Esta otra masacre tuvo lugar el 12 de marzo de 2006. Cuatro soldados de un control militar [situado] al sur de Bagdad bebieron más de la cuenta, se vistieron de civiles con ropa oscura y se dirigieron a una casa iraquí cercana habitada por la familia al-Janabi. Dejaron a un soldado fuera para vigilar la puerta y los otros entraron y asesinaron a los padres y a su hija de cinco años. A continuación, dos de los soldados violaron a Abir Qasim al-Janabi, una niña iraquí de 14 años, y después la asesinaron. El cuerpo de la niña se encontró desnudo y parcialmente quemado, evidentemente para destruir las pruebas [42]. Según una declaración jurada del FBI archivada en el sumario, una semana antes del ataque los soldados habían hecho intentonas con la muchacha [43]. Uno de los casos, el del [soldado] especialista James Barker, ya ha sido sentenciado; el acusado se declaró culpable y ha sido condenado a 90 años de cárcel. Barker declaró ante el tribunal: «[…] Para vivir allí, para sobrevivir en esas circunstancias, me convertí en un violento y en un miserable. Quería a mis amigos, a mis compañeros y a mis jefes pero empecé a odiar a todo el mundo en Iraq.» [44] Ishaqi. Este suceso se produjo el 15 de marzo de 2006. Marines estadounidenses atacaron una granja situada a escasos 13 kilómetros al norte de la ciudad de Balad, evidentemente porque había información de que allí se encontraba un miembro de la resistencia. Helicópteros de combate dispararon contra la casa para apoyar a los [soldados] atacantes. Algunas informaciones afirman que se respondió con fuego desde la vivienda, la cual fue finalmente tomada por las fuerzas estadounidenses. Según un informe del Centro de Coordinación Conjunta de la policía iraquí, basado en un informe archivado tras una investigación de la policía local, las fuerzas estadounidenses entraron en la casa, «[…] reunieron a los miembros de la familia en una habitación y ejecutaron a 11 personas: cinco niños, cuatro mujeres y dos hombres. Seguidamente bombardearon la vivienda, quemaron tres vehículos y mataron a los animales» [45]. Entre los muertos se encontraba una anciana de 75 años y un niño de seis meses. Hamdaniya. Se trata [de un suceso] igualmente espantoso. Al parecer, el 26 de abril de 2006, un grupo de siete marines estadounidenses y un soldado de la Marina sacaron de su casa a Hashim Ibrahim Awad, un inocente iraquí, minusválido y desarmado; le ataron de pies y manos y le dispararon a bocajarro repetidamente [46]. El grupo había caído en una emboscada y al no encontrar al culpable decidieron asesinar a cualquier iraquí en su lugar [47]. Entraron en casa de Awad, le sacaron a rastras, le dispararon una y otra vez en la cabeza y en el pecho, y a continuación prepararon el escenario del crimen para que pareciera que Awad era miembro de la resistencia. El 21 de junio de 2006, los investigadores los acusaron de asesinato premeditado, secuestro, conspiración y falso testimonio. Uno de los participantes [en el asesinato], el suboficial Nelson Bacos, que en la vista previa testificó contra los otros [compañeros], afirmó que «[…] no creí que pudieran llevar a cabo un plan semejante […] no había justificación […] sabía que lo que estábamos haciendo estaba mal» [48]. Lo mandos militares y los tribunales se han referido constantemente a [la masacre de] Hadiza y a otras masacres, como casos aislados, pero el gran número de sucesos de este tipo indica que las atrocidades son sistemáticas, consecuencia de unas normas de actuación permisivas y de la extendida actitud de excesiva violencia, a menudo perdonada por los mandos. En la mayoría de los casos de delitos graves y asesinato, los soldados directamente implicados han intentado encubrir los crímenes y, con frecuencia, los mandos militares han hecho caso omiso de las pruebas, no han perseguido con firmeza ni siquiera los actos más graves y han realizado declaraciones públicas exculpatorias. Sobre los sucesos de Hadiza, el Cuerpo de Marines emitió al día siguiente una nota de prensa afirmando que muchos de los iraquíes asesinados habían muerto a consecuencia de la explosión de una bomba de la resistencia, una versión rechazada por testigos presenciales. A pesar de las muchas víctimas iraquíes, el comandante de la compañía no inspeccionó el lugar, y prefirió fiarse del informe de los soldados implicados. Posteriormente, los investigadores averiguaron que faltaban páginas del diario de incidencias, donde se recogen los principales sucesos, y que una cinta de video grabada desde un avión no tripulado había desaparecido, lo que indicaba que los autores de los hechos, o sus cómplices, habían destruido u ocultado pruebas [59]. Asimismo, parece que los implicados en los hechos realizaron declaraciones falsas ante los investigadores y el video volvió a aparecer pero no se entregó a los investigadores hasta que el informe principal estuvo redactado por un general de alto rango [50]. Una investigación posterior de la Marina concluyó que «[…] algunos oficiales dieron información falsa a sus superiores» en el seguimiento inicial del caso [51]. En un informe ulterior, Eldon A. Bargewell, general de División estableció «[…] negligencia voluntaria» e «[…] intentos de ocultación de conducta criminal» entre los oficiales de la Marina. «[…] Demostraron determinación para ignorar los indicios de graves actuaciones, quizás para evitar llevar a cabo una investigación que podría ir contra ellos mismos o contra los marines» [52], concluye. De la misma manera que en Mahmudiya, donde los soldados intentaron ocultar las pruebas de la violación y el asesinato de la adolescente y de su familia [53], o en Hamdaniya, donde los soldados pusieron un rifle automático AK-47 cerca del hombre que habían asesinado para inducir a pensar que era miembro de la resistencia [54], los implicados en los asesinatos de Ishaqi pidieron apoyo aéreo para volar la casa. Al parecer, esperaban que el crimen se esfumara entre los escombros [55]. En un primer momento, el mando militar estadounidense exoneró a los soldados al afirmar que los tres civiles murieron a causa del fuego cruzado en una operación militar y, asimismo, como consecuencia del desplome de la vivienda producido durante el combate. Las muertes de civiles fueron calificadas de accidentales, y se dijo que las fuerzas estadounidenses implicadas en los hechos «[…] habían seguido las normas de actuación» [56]. Pero tras las continuadas quejas de los vecinos y de los dirigentes locales, que aseguraban que los soldados habían entrado en la vivienda cuando todavía estaba en pie, la policía iraquí, inesperadamente, abrió una investigación que encargó a un equipo de investigación criminal entrenado por EEUU, el cual literalmente sacó a la luz los hechos sucedidos en la casa derruida [57]. Después de examinar los cuerpos, [que estaban] con las manos atadas, todos en una habitación con impactos de balas en la cabeza -al estilo de las ejecuciones-, y con los cartuchos disparados a su alrededor, la investigación llegó a la conclusión de que las personas fueron asesinadas a sangre fría. Entre los escombros se encontraron 11 cuerpos, no tres [58]. Las autopsias realizadas en el hospital de Tikrit confirmaron que todas las víctimas tenían heridas de bala en la cabeza [59]. La BBC ha emitido el vídeo de un cámara de Associated Press, grabado posteriormente en el lugar de los hechos, y que la BBC considera que ofrece pruebas sólidas de la atrocidad [60]. No obstante, los militares estadounidenses se han negado a promover la acusación o a investigar más. También en el caso de la muerte de Nicola Calipari, agente del espionaje italiano, un informe del gobierno italiano publicado el 3 de mayo de 2005 criticaba el que hubieran desparecido las pruebas del tiroteo. El lugar de los hechos no se preservó para la investigación y el parte de incidencias de la unidad militar del día de autos se destruyó con posterioridad. Como mínimo supone un procedimiento negligente y, en el peor de los casos, de obstrucción a la justicia y de encubrimiento de un crimen [61]. Las autoridades militares estadounidenses, avergonzadas ante la revelación de las atrocidades, han preferido respaldar la versión oficial de los hechos al insistir en que las víctimas murieron por daños colaterales consecuencia de las operaciones militares. Tales encubrimientos han dejado algunos sucesos completamente al margen de la opinión pública y [las autoridades estadounidenses] han hecho caso omiso de la rotundidad de las pruebas contra los autores de los crímenes; han contribuido al archivo de casos y a que las sentencias que se dictan sean, por lo general, muy benévolas. Únicamente en contadas ocasiones la justicia militar ha actuado para castigar los casos de asesinato y de atrocidades. La mayoría de los sucesos nunca han llegado a convertirse en acusaciones oficiales. Con frecuencia, en aquellos hechos en los que se ha presentado una acusación, los culpables han resultado o bien absueltos en el tribunal administrativo preliminar o en la fase posterior del consejo de guerra, o bien los casos se han solventado en cualquiera de las fases de las diligencias con simples amonestaciones o penas suaves. Muy pocas acusaciones han incluido el asesinato premeditado, y ello en casos tan significativos como el de Hadiza. El pasado mes de agosto, el diario The The Washington Post llevó a cabo una revisión sustancial de los sucesos [que implicaban a] militares durante el periodo entre junio de 2003 y febrero de 2006. El informe de [The Washington] Post revela que de los miles de iraquíes asesinados por soldados estadounidenses en circunstancias dudosas, la justicia militar sólo ha investigado «[…] una pequeña parte de los sucesos» [62]. De los disparos realizados desde los puestos de control no se ha derivado ninguna acusación de homicidio y se ha procesado a muy pocos oficiales de alta graduación. Los mandos militares -a quienes corresponde la decisión primera de poner en marcha una investigación penal contra sus subordinados- con frecuencia no han investigado la muerte de civiles iraquíes. En su lugar, han preferido considerarlas consecuencias accidentales de las operaciones de combate y han impuesto castigos administrativos o no judiciales. «[…] Creo que existen una serie de casos que nunca han llegado a la fase de investigación, y en algunos casos que sí han llegado a esa fase, ha habido reticencias para continuar [la investigación] con firmeza», afirma Gary Solis, ex fiscal [del Cuerpo] de Marines. «[…] En Iraq se han producido menos procesos judiciales de los que se podría esperar» [63]. Un comandante del Ejército, citado por The Washington Post coincidía: «[…] Estoy absolutamente convencido de que ha habido muchas otras actuaciones que deberían haberse investigado, pero nadie quería enterarse de lo ocurrido o informar a la superioridad (…) Así han funcionado las cosas.»[64] Críticas El asesinato de civiles a manos de soldados estadounidenses ha provocado cólera y escándalo entre la población iraquí y ha dado lugar a duras declaraciones por parte de responsables iraquíes. Preguntado sobre los sucesos de Hadiza, el primer ministro Nuri al-Maliki los definió como «[…] totalmente inaceptables» y calificó la violencia estadounidense contra civiles de «[…] fenómeno cotidiano» en Iraq. Dijo sin rodeos que los soldados estadounidenses de la Coalición «[…] no respetan al pueblo iraquí [65]. Tras hacerse público que una investigación estadounidense había exonerado de culpa a los soldados implicados en los sucesos de Ishaqi, el gobierno iraquí reaccionó con firmeza. Adnan al-Kazimi, asesor del primer ministro al-Maliki, declaró que el gobierno exigiría que EEUU pidiera perdón y compensara a las víctimas de varios sucesos [65]. El escaso número de condenas ha impulsado al gobierno iraquí a cuestionar la inmunidad concedida a los miembros de las fuerzas de la Coalición desde junio de 2004. Al-Maliki ha manifestado públicamente que consideraba que la inmunidad ante los tribunales iraquíes «[…] animó a los soldados a cometer crímenes a sangre fría» [66]. Wigdan Michael, ministro iraquí de Derechos Humanos, coincide en que el hecho de que EEUU no haya responsabilizado a los soldados por sus crímenes ha propiciado un clima de impunidad entre las tropas. «[…] Una de las razones de esto es la resolución de NNUU, que concede inmunidad a los soldados de las fuerzas multinacionales. Si no hay castigo, se producen las violaciones […]» [68]. Michael además planteó la posibilidad de que Iraq solicitara la revisión de la inmunidad de las fuerzas multinacionales ante el Consejo de Seguridad de NNUU [69]. Conclusión EEUU y sus aliados afirman que hacen todo lo que está en sus manos para evitar víctimas civiles. Sin embargo, existe mucha información sobre tropas de la Coalición que abren fuego y asesinan a civiles iraquíes en circunstancias en las que ni para las tropas de la Coalición ni para nadie más había una inminente amenaza de muerte o de resultar heridos, lo que supone una clara violación de las pautas internacionales sobre derechos humanos relativas al uso de la fuerza. En muchos casos de patrullajes, registros de casas y bombardeos sin tregua, el personal militar ha utilizado una fuerza letal en circunstancias absolutamente injustificadas. Los estudios sobre la mortalidad de civiles en Iraq indican que desde que se inició la ocupación han asesinado de esta manera a decenas de miles de iraquíes inocentes [70]. Los asesinatos y las atrocidades constituyen la forma extrema de la brutal violencia diaria. En Iraq, donde las fuerzas de la Coalición consideran a cada hombre en edad militar un miembro potencial de la resistencia, y donde el miedo y la cólera influyen en el comportamiento de las tropas, es muy probable que ocurran sucesos como la masacre de Hadiza. Según Eldon A. Bargewell, general de Brigada, «[…] toda la cadena de mando suele considerar las bajas de civiles, incluso cuando el número es elevado, como cotidianas y el resultado natural y buscado de las tácticas de la resistencia». «[…] Las declaraciones hechas por la cadena de mando (…) tomadas en su conjunto indican que las vidas de los civiles no son tan importantes como las vidas de los estadounidenses; sus muertes son simplemente el coste de las acciones, y los marines tienen que ‘terminarn el trabajo’ no importa lo que ello suponga», concluye [71]. Este ambiente de extremada violencia e impunidad prepara el terreno para el asesinato, las violaciones y las atrocidades. Estas actuaciones están prohibidas por las Convenciones de La Haya y de Ginebra y constituyen graves crímenes de guerra. «Normas de actuación»
Controles de carreteras y puestos militares
Registro de viviendas
Hadiza. El caso de Hadiza es el más infame y el que mejor se ha dado a conocer. El 19 de noviembre de 2005, un escuadrón de marines estadounidenses arrasó la ciudad tras la muerte de uno de sus compañeros en la explosión de una bomba de carretera. Primero, el jefe del escuadrón asesinó a cinco jóvenes desarmados que llegaron al lugar de los hechos en un taxi [37]. A continuación, los marines asaltaron las viviendas cercanas, disparando al azar y asesinando a civiles, incluidos mujeres y niños [38]. En los hechos 24 iraquíes fueron asesinados, entre los cuales había diez mujeres y niños y un anciano en silla de ruedas [39]. Los marines implicados declararon que se vieron envueltos en un ataque organizado de la resistencia y sus abogados alegaron que sus actos supusieron «[…] un uso justificado de la fuerza letal» [40]. Pero pruebas veraces indican que todos los civiles iba desarmados y que los marines dispararon contra los iraquíes a sangre fría; después intentaron eliminar las pruebas que los delataban, entre ellas el diario de incidencias del cuartel general y un vídeo grabado desde un avión no tripulado que mostraba el suceso [41]. Al igual que en Abú Ghraib, al principio los funcionarios estadounidenses describieron la masacre de Hadiza como un caso aislado de mala conducta. Pero el hecho dio lugar a otras revelaciones sobre atrocidades, demostrando que formaban parte de un modelo de extrema e incontrolada violencia que estaba mucho más extendido entre los soldados estadounidenses de la Coalición de lo que con anterioridad se había reconocido.
Encubrimiento de delitos
Impunidad
Notas de los autores y de IraqSolidaridad:
1. Citado en Dexter Filkins, «In Ramadi, Fetid Quarters and Unrelenting Battles», The New York Times, 5 de julio de 2006. 2. Operational Law Handbook, Capítulo 5, publicado por Judge Advocate School of the Army. 3. Véase capítulo 5 de este informe (pendiente de traducción en IraqSolidaridad). Véase en IraqSolidaridad: Nota informativa de la CEOSI: Nuevo informe de las universidades Johns Hopkins de EEUU y al-Mustansiriya de Bagdad 4. Human Rights Watch, Hearts and Minds, octubre de 2003. 5. American Civil Liberties Union, ACLU to Seek Public Accountability in Haditha Investigations, 22 de junio de 2006. 6. Amnistía Internacional, Killing of Civilians in Basra and al-Amara, 14 de mayo de 2004. 7. Departamento de Defensa de EEUU. Trascripción de noticias, resúmenes habituales con Lawrence Di Rita, portavoz del Pentágono y el teniente general James T. Conway, director de operaciones del mando conjunto, 5 de mayo de 2005. 8. Human Rights Watch, Hearts and Minds, octubre de 2003. 9. Borzou Daragahi y Julian E. Barnes, «Officers Allegedly Pushed ‘Kill Counts'», Los Angeles Times, 3 de agosto de 2006. 10. Véase, por ejemplo, Human Rights Watch, Hearts and Minds, octubre de 2003; Human Rights Watch, US Checkpoints Continue to Kill, mayo de 2005 y «Joint Letter from Human Rights Watchand the Committee to Protect Journalists to Secretary Rumsfeld», 17 de junio de 2005. 11. Amnistía Internacional, Killing of Civilians in Basra and al-Amara, 14 de mayo de 2004. 12. «Hostage Recounts US Shooting», CNN, 6 de marzo de 2005. 13. Christopher Dickey, «Reality Checkpoints», Newsweek, 11 de marzo de 2005. 14. Declassified US Report. 15. «Italy Disputes US Shooting Acount», CNN, 8 de marzo de 2005. 16. «Joint Letter from Human Rights Watchand the Committee to Protect Journalists to Secretary Rumsfeld», 17 de junio de 2005. 17. Human Rights Watch, Hearts and Minds, octubre de 2003. Véase también: Human Rights Watch, Iraq: Checkpoints Lack Basic Safety Measures, 17 de junio de 2005. 18. «Joint Letter from Human Rights Watch and the Committee to Protect Journalists to Secretary Rumsfeld», 17 de junio de 2005. 19. Véase, por ejemplo, Hillary Brown, «Pregnant Iraqi Woman Shot near Security Checkpoint», ABC News, 31 de mayo de 2006; Trudy Rubin, «Hidden Toll: Civilians Killed Accidentally», Philadelphia Inquirer, 12 de julio de 2006. 20. Por ejemplo, véase OMS, Detailed Situation Report in Talafar, 19 de agosto de 2005. 21. Spc. Joshua Ramey, «Together Forward Restores Life to Ameriyah» Official MNF-I website, 20 de septiembre de 2006. 22. Gary Younge, «If Wanton Murder is essential to the US Campaign in Iraq, It’s Time to Leave», The Guardian, 26 de junio de 2006. 23. Richard Whittle, «Rules of Engagement: What Were they at Haditha?», Christian Science Monitor, 10 de octubre de 2006. 24. Gary Younge, op.cit. 25. Josh White, «Death in Haditha», The Washington Post, 6 de enero de 2006. 26. «Iraqi Viewpoint: Iraqis Fear US Troops», BBC, 1 de junio de 2006. 27. Ibid. 28. Richard Paddock, «Shots in the Heart of Baghdad», Los Angeles Times, 25 de julio de 2005. 29. Ibid. 30. Chris Hondros, «A Shooting after Nightfall», Newsday, 19 de enero de 2005. 31. Amnesty International, Killing of Civilians in Basra and al-Amara, 14 de mayo de 2004. 32. Ellen Knickmeyer y Salih Saif Aldin, «US Raid Kills Family North of Baghdad», The Washington Post, 4 de enero de 2006. Véase en IraqSolidaridad: Nota informativa de la CEOSI: Tras Samarra, Tal Afar, Siniya y Mosul, es la quinta ciudad iraquí asediada por muros por las fuerzas de ocupación 33. Ellen Knickmeyer, «US Airstrikes Take Toll on Civilians», The Washington Post, 24 de diciembre de 2005. 34. «Civilians Killed Near al-Qaim in Air Strike, Doctors Say», UN Integrated Regional Information Networks, 1 de noviembre de 2005. 35. Richard A. Oppel Jr. y Omar Al-Neami, «US Strike on Home Kills 9 in Family, Iraqi Officials Say», The New York Times, 4 de enero de 2006. 36. Ellen Knickmeyer y Salih Saif Aldin, «US Raid Kills Family North of Baghdad», The Washington Post, 4 de enero de 2006. 37. Josh White, «Death in Haditha», The Washington Post, 6 de enero de 2006. Véase en IraqSolidaridad: Tim McGirk: Matanza en Hadiza. El pasado 19 de noviembre los ‘marines’ asesinaron a 15 civiles en Hadiza 38. Ibid. 39. Richard Engel, «What Happened in Haditha» NBC News, 30 de mayo de 2006. 40. David S. Cloud, «Marines Have Excised Evidence on 24 Iraqi Deaths», The New York Times, 18 de agosto de 2006. 41. Ibid. 42. Tim Whitmire, «Ex-Soldier Charged with Rape, Murder», Associated Press, 3 de julio de 2006. 43. Rick Jervis & Andrea Stone, «Four More Soldiers Accused of Rape, Murder in Iraq», USAToday, 9 de julio de 2007. 44. Citado en «Iraq Rape Soldiers given Life Sentence», The Guardian, 17 de noviembre de 2006. 45. Mathew Schofield, «Iraqi Policy Report Details Civilians’ Deaths and Hands of US Troops», Knight Ridder Newspapers, McClatchy, 19 de marzo de 2006. Véase en IraqSolidaridad: Haifa Zangana: Matanza tras matanza La violencia sectaria permite a los ocupantes ocultar sus crímenes contra civiles 46. White, Josh, Sonya Geis. «8 Troops Charged In Death of Iraqi», The Washington Post, 22 de junio de 2006. 47. Carolyn Marshall, «Corpsman Who Failed to Halt Killing of Iraqi Receives Prison Sentence», The New York Times, 7 de octubre de 2006. 48. Ibid. El 16 de noviembre de 2006, otro marine, John Jodka III, tras un acuerdo entre el fiscal y la defensa, fue declarado culpable de cargos menores y sentenciado a 18 meses de cárcel; véase: «Marine Sentenced Over Iraq Civilian Killing», The Guardian, 16 de noviembre de 2006. 49. David S. Cloud, «Inquiry Suggests Marines Excised Files on Killings», The New York Times, 18 de agosto de 2006. 50. Ibid. 51. Thomas E. Ricks, «Probe Into Iraq Deaths Finds False Reports», The Washington Post, 1 de junio de 2006. 52. «‘Simple Failures’ and ‘Disastrous Results’: Excerpts from Army Maj. Gen. Eldon A. Bargewell’s report», The Washington Post, 21 de abril de 2007. 53. «US Military Trial Ordered in Iraq Murder Cases», Reuters, 19 de octubre de 2006. 54. Sonya Geis, «Hearings Begin for Marines Accused of Killing Iraqi», The Washington Post, 31 de agosto de 2006. 55. Mathew Schofield, «Iraqi Policy Report Details Civilians’ Deaths and Hands of US Troops», Knight Ridder Newspapers, McClatchy, 19 de marzo de 2006. 56. Will Dunham, «Troops Cleared in Iraqi Deaths in Ishaqi» Reuters, 2 de junio de 2006. 57. Mathew Schofield, op.cit. 58. Ziad Khalaf, «Raid Kills 11, Mostly Women and Children», Associated Press/Army Times, 15 de marzo de 2006. 59. Mathew Schofield, op.cit. 60. «New ‘Iraq Massacre’ Tape Emerges», BBC, 2 de junio de 2006. 61. Fitzroy Sterling, «Still Seeking Answers in US Checkpoint Killing», Inter Press Service, 24 de junio de 2006. 62. Josh White, Charles Lane y Julie Tate, «Homicide Charges Rare In Iraq War», The Washington Post, 28 de agosto de 2006. 63. «Convictions in US Cases Rare in Iraq», United Press International, 28 de agosto de 2006. 64. Citado en Josh White, Charles Lane y Julie Tate, «Homicide Charges Rare In Iraq War» The Washington Post, 28 de agosto de 2006. 65. Richard A. Oppel «Iraqi Assails US for Strikes on Civilians», The New York Times, 2 de junio de 2006. 66. Brian Brady, «Furious Iraq Demands Apology as US Troops Are Cleared of Massacre», Scotland on Suday, 4 de junio de 2006. 67. Citado en Aaron Glantz «GIs in Iraq Could Be Stripped of Immunity After Rape/ Murder Allegations», OneWorld, 12 de julio de 2006. 68. Mariam Karouny, «Iraq to Ask UN to End US Immunity after Rape Case», Reuters, 2 de julio de 2006. 69. Ibid. 70. Véase nota 3. 71. Citado en Josh White, «Report On Haditha Condemns Marines», The Washington Post, 21 de abril de 2007.
lobal Policy Forum (www.globalpolicy.org), marzo de 2007
IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org), 21 de mayo de 2007
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Felisa Sastre