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Reseña: "Irak: Historia de un desastre", de Ignacio Ramonet

Mentira imperial y resistencia popular

Fuentes: Granma

Con pocos días de diferencia se ha publicado en París y en Madrid un nuevo libro del doctor Ignacio Ramonet, director del semanario Le Monde Diplomatique y reconocido analista de la política mundial. Con un impresionante arsenal de datos, nombres, fechas, documentos y testimonios, Ramonet explica en «IRAK: historia de un desastre», cómo se gestó […]

Con pocos días de diferencia se ha publicado en París y en Madrid un nuevo libro del doctor Ignacio Ramonet, director del semanario Le Monde Diplomatique y reconocido analista de la política mundial. Con un impresionante arsenal de datos, nombres, fechas, documentos y testimonios, Ramonet explica en «IRAK: historia de un desastre», cómo se gestó la guerra contra ese país. Los pretextos enarbolados por la administración norteamericana para lanzar la invasión eran dos: primero, que Irak poseía armas de destrucción masiva; y, segundo, que el régimen iraquí había tenido contactos con la organización al-Qaeda y por consiguiente había sido cómplice de los atentados del 11 de septiembre. Ya está comprobado que los dos argumentos eran falsedades.

En realidad, en el libro se abordan tres desastres: el intelectual, que condujo a la guerra; el militar, que ahora está teniendo lugar; y el desastre mediático. Sobre este último se pregunta Ramonet, ¿cómo es posible que todo el sistema mediático, tan sofisticado, con tantos profesionales de calidad, haya creído éstas y otras mentiras, y las haya difundido masivamente? ¿Cómo se ha construido esta arquitectura de la mentira? ¿Cómo es posible que el presidente Bush haya sido reelegido cuando está demostrado que le ha mentido a la sociedad norteamericana, al Congreso, que ha engañado para hacer esta guerra? Todo ello encuentra argumentada respuesta en este libro, en el cual se demuestra que en la era moderna, toda guerra se desarrolla en dos frentes: uno militar y otro mediático. Los medios de comunicación constituyen uno de los instrumentos que Estados Unidos utiliza en los intentos de imponer su dominación hegemónica.

La propaganda de los agresores justificaba la intervención militar en Irak como una acción para impedir la unión de un «Estado delincuente», léase Irak, y el «terrorismo internacional», o sea, al-Qaeda . Un segundo motivo -no confesado- era conseguir el control del Golfo y de sus fabulosas reservas de hidrocarburos.

Pero Ramonet desentraña una motivación de mayor alcance estratégico y trascendencia futura al hacer esta guerra: la de afirmar la hegemonía de Estados Unidos en el nuevo mundo que se perfila.

Poco a poco los Estados Unidos han ido abandonando el marco político multilateral y han afianzado su propia agenda nacional imperialista, dejando de lado, incluso, a sus propios aliados. Denunciaron el protocolo de Kyoto sobre los gases de invernadero, el tratado de misiles antibalísticos (ABM) y el de la prohibición total de armas nucleares. No aceptan la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional y violan incluso la Convención de Ginebra sobre el tratamiento a los prisioneros de guerra, como se aprecia en la ilegal detención de prisioneros en la base naval de Guantánamo, territorio que ocupan en contra de la voluntad del pueblo cubano, y en las salvajes torturas inflingidas en las prisiones como la de Abu Ghraib, en Bagdad.

El desprecio a las normas del derecho internacional se manifiesta en la «teoría de la «guerra preventiva», que autoriza tomar la iniciativa de intervención militar antes de que el supuesto enemigo pueda asestar un potencial golpe. Esta concepción demuestra que en el nuevo mundo que se está fraguando, Estados Unidos apuesta por lo militar.

El fundamentalismo de la derecha norteamericana no sólo se manifiesta en política exterior. La política interior también muestra este giro reaccionario. La Patriot Act aprobada por el Congreso en octubre del 2001 otorga poderes excepcionales a la policía y los servicios de inteligencia, reduce el papel de la defensa en los juicios y cuestiona el habeas corpus que garantiza las libertades individuales. Autoriza el arresto, la deportación y el aislamiento de los sospechosos. Bajo su cobertura legal se puede detener y retener indefinidamente a los extranjeros. En resumen, se recortan de un plumazo las libertades formales que proclama la Constitución de los Estados Unidos.

Libro imprescindible para conocer el itinerario de los acontecimientos que condujeron a la guerra con Irak, no sólo expone profundos análisis sobre la actual situación internacional y su posible evolución en el futuro; sino que también entrega al lector reveladoras informaciones que reflejan las relaciones esenciales de lo ocurrido. Por ejemplo, nos enteramos que veinte años antes de tomar la decisión de invadir, el presidente Ronald Reagan y su Secretario de Estado George Shultz necesitaban comunicarse con Sadam Hussein. Decidieron enviar a un hombre de su confianza y eligieron nada menos que a Donald Rumsfeld, hoy Secretario de Defensa de Estados Unidos pero entonces un hombre sin función oficial. La entrevista se efectuó el 20 de diciembre de 1983 en Bagdad y el apretón de manos entre los dos hombres quedó recogido en una célebre foto. En la información pública se dijo que el contenido de la conversación versó sobre la guerra entre Irak e Irán, que se desarrollaba en esa época. Pero Ramonet demuestra, utilizando los archivos del Departamento de Estado, que en realidad Rumsfeld trató con Hussein el proyecto de un oleoducto que negociaba la compañía Bechtel, gigante estadounidense de obras públicas y de la cual Shultz era presidente y director general hasta su entrada en la administración de Reagan.

No obstante los designios del gobierno norteamericano por establecer el dominio mundial imperialista, lo cierto es que en esta ruta se han encontrado escollos con los que no contaban. El escenario actualmente escogido por la administración yanqui para exhibir su musculatura es el ambicioso proyecto que denominan «Gran Oriente Próximo», con un plan de remodelación de un conjunto regional de países que se extiende desde el Magreb hasta Paquistán. Iniciada su puesta en práctica con Afganistán e Irak, parece que continuará con Irán, Siria y, posiblemente, con el intento por desmembrar a Arabia Saudita.

Los combatientes iraquíes han sorprendido al alto mando norteamericano. En vez de la proclamada paz y tranquilidad que se alcanzaría tras la invasión, el país se ha precipitado en el caos y el horror. La resistencia se muestra cada vez más organizada y metódica. La rebelión y los insurgentes tienen la iniciativa. Los soldados estadounidenses desplegados en ese teatro de operaciones son insuficientes para controlar la insurrección. De acuerdo con cálculos de expertos, para aplastar la rebelión popular iraquí se necesitarían 500 mil soldados, más de tres veces los movilizados actualmente, y Estados Unidos está lejos de disponer de esa cifra.

La investigación realizada por Ramonet y resumida en este libro pone de manifiesto el deterioro moral del poder político en Estados Unidos y demuestra que las fuerzas militares norteamericanas ya no son recibidas como libertadoras, como ocurriera durante la II Guerra Mundial, sino como invasores a quienes hay que rechazar. Los medios masivos alternativos, la resistencia popular y la guerra de todo el pueblo pueden desenmascarar las mentiras de los poderosos, paralizar la maquinaria de guerra estadounidense y destruir los sueños imperiales de un mundo pretendidamente colonizado por la superpotencia hegemónica de los Estados Unidos.