Los soldados españoles y los mercenarios de la empresa Blackwater combatieron en Irak mano a mano. El incidente es uno de los dos de los que se tiene noticia en el que los empleados de esa compañía participaron de forma coordinada con las fuerzas de la coalición internacional en ese país, y tuvo lugar el […]
Los soldados españoles y los mercenarios de la empresa Blackwater combatieron en Irak mano a mano. El incidente es uno de los dos de los que se tiene noticia en el que los empleados de esa compañía participaron de forma coordinada con las fuerzas de la coalición internacional en ese país, y tuvo lugar el 10 de abril de 2004. La existencia de esta batalla ha sido desvelada por la investigación sobre las actividades de Blackwater en Irak realizada por la Cámara de Representantes, que ha descubierto esa información al acceder a una serie de correos electrónicos internos de Blackwater.
Según el memorándum oficial de la Cámara de Representantes, que fue hecho público el martes, el 10 de abril de 2004 «Blackwater recibió noticias del personal del embajador de Estados Unidos de que había un ataque en Nayaf y se unió al tiroteo. Varios empleados de Blackwater tomaron posiciones en un tejado junto con fuerzas españolas y soldados del Ejército de Estados Unidos. El personal de Blackwater reforzó las posiciones militares y utilizó ‘ametralladoras pesadas para atacar todos los objetivos a su alcance'». El segundo entrecomillado es la cita textual de un e-mail interno de Blackwater.
El informe no da más detalles acerca del enfrentamiento y tampoco hace ninguna referencia a la existencia de bajas iraquíes o entre los empleados de Blackwater.
El 10 de abril de 2004, murieron cinco soldados estadounidenses en combate en Irak, pero ninguno de ellos en Nayaf. Según las informaciones dadas por el Gobierno español, aquel día tampoco se registraron bajas mortales entre las tropas destacadas en Irak.
Lo que es imposible es saber si hubo algún muerto por el lado de Blackwater. Las empresas que están presentes en Irak no tienen la obligación de informar oficialmente sobre las muertes o los incidentes en los que se vean involucrados sus empleados y las autoridades estadounidenses consideran los datos acerca de los contratistas muertos información clasificada.
En junio de este año, la agencia de noticias Associated Press logró, tras apelar a la Ley de Libertad de Información, que Washington le diera la cifra de contratistas muertos en Irak, pero sin dar más detalles acerca de su nacionalidad o las empresas para las que trabajaban. Hasta el 30 de junio, habían caído 1.001 civiles empleados en empresas diversas, que realizaban desde el catering hasta la limpieza de letrinas de las bases estadounidenses, pasando, como es el caso de Blackwater, por combatir como si fueran soldados.
El incidente de Nayaf tuvo lugar 10 días después de que una furgoneta con cuatro empleados de Blackwater fuera tiroteada en la ciudad de Faluya, más al norte. Los cadáveres de los cuatro trabajadores de la empresa fueron sacados del coche por una multitud de iraquíes y colgados públicamente de un puente sobre el río Eufrates. Aquel incidente dio pie a una rebelión en la ciudad, que no fue retomada por Estados Unidos hasta siete meses después, cuando las elecciones presidenciales ya habían pasado y la reelección de George W. Bush no corría peligro de malograrse por una batalla en Irak. Más de 100 infantes de Marina y soldados estadounidenses murieron en la toma de Faluya, una ciudad que, según ha declarado un contratista a este periódico, «quedó en gran medida aplanada» por los combates.
La batalla descrita por el memorándum tampoco había tenido repercusión en España, donde los medios sí habían recogido otros choques, como el que tuvo lugar en Nayaf seis días antes, en el que también participaron mercenarios, aunque, según se deduce del informe de la Cámara de Representantes de EEUU, éstos no pertenecían a Blackwater. En el relato de aquella batalla, EL MUNDO explicó que los empleados de los contratistas no se sometieron «a más disciplina que la suya propia», e hicieron fuego «indiscriminadamente», dedicándose «con toda frialdad a matar civiles, perros, ganado o cualquier cosa que se mueva».
El informe de la Cámara de Representantes expresa su preocupación por la actitud de los miembros de Blackwater, que desde 2005 han estado involucrados en al menos 195 incidentes con armas de fuego en Irak. Al menos en un 80% de ellos, los empleados de Blackwater «fueron los primeros en disparar». Asimismo, es evidente que los legisladores estadounidenses no ven con buenos ojos que los guardias de empresas privadas entren en combate mano a mano con soldados norteamericanos o de la coalición internacional. La situación, además, es más confusa, porque Blackwater -cuyos empleados cobran entre 320 y 460 euros al día- no trabaja para el Departamento de Defensa, sino para el de Estado. Esto es, sus empleados están fuera del Código de Justicia Militar, ya que trabajan para una agencia civil. Es la misma situación que la de otras dos empresas que se han visto involucradas en incidentes: DynCorp -cuyos empleados son la guardia personal del presidente afgano, Karzai- y Triple Canopy.
DISCURSOS OPACOS PARA UN NEGOCIO TURBIO
1. Erik Prince (fundador, presidente y consejero delegado de la compañía Blackwater): «Si existe algún problema de disciplina, sea una mala actitud, un arma sucia o conducir una moto que no sea de esa persona, despedimos al empleado. Le despedimos. Y le multamos. Pero no podemos hacer nada más. Nos fiscalizamos a nosotros mismos».
(3 de octubre de 2007)
2. Sam Zafiri (portavoz de la ONG Human Rights Watch): «Con las normas actualmente vigentes, todavía es imposible saber si lo que hicieron los empleados de Blackwater con las tropas españolas fue legal o no». (4 de octubre de 2007)
3. George W. Bush, interrogado acerca de qué ley regula a los contratistas militares: «Voy a agarrar el teléfono y decir: ‘señor secretario [de Defensa], tengo una pregunta interesante’. Eso es de lo que se trata cuando se delega. Quiero decir, no estoy esquivando la cuestión, aunque hacerlo sería conveniente en este caso». (10 de abril de 2006)
4. Donald Rumsfeld (ex secretario de Defensa): «Es muy bueno, desde el punto de vista del control de costes, tener contratistas civiles haciendo cosas que los militares no necesitan hacer y los civiles no pueden hacer». (10 de diciembre de 2005)
5. Ben Ryan (ex empleado de Triple Canopy) «La gente con la que trabajé en Irak, incluyendo a los veteranos [del Ejército] que trabajaban para Blackwater, no eran para nada vaqueros enloquecidos. Sí que conocí, sin embargo, a algunos periodistas a los que les gustaba apretar el gatillo [en sus artículos]». (1 de octubre de 2007)
6. Lawrence Peter (ex funcionario de la Autoridad Provisional y actual director de la Asociación de Empresas de Seguridad Privada de Irak): «Hay una demanda [de nuestros servicios]. Y, en el actual clima del sector, la gente responde a esa demanda». (21 de junio de 2005)