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Relato de un protagonista

Mercenarios peruanos son usados como carne de cañón en Irak

Fuentes: 1160 Radio Noticias

Óscar Andía Cusi, uno de los peruanos que trabajó como «guardia de seguridad» en Irak, relata sus experiencias y las amenazas que ha recibido al salirse del equipo de mercenarios en Irak. Entrevista realizada en el programa «Cara a Cara» de 1160 Radio Noticias. Zenaida Solís entrevista a Óscar Andía Cusi. ¿Cómo estás Óscar? Buenos […]

Óscar Andía Cusi, uno de los peruanos que trabajó como «guardia de seguridad» en Irak, relata sus experiencias y las amenazas que ha recibido al salirse del equipo de mercenarios en Irak. Entrevista realizada en el programa «Cara a Cara» de 1160 Radio Noticias. Zenaida Solís entrevista a Óscar Andía Cusi.

¿Cómo estás Óscar? Buenos días.

Buenos días.

¿Qué es lo que sucedió? ¿En qué parte estuvo usted?

En Bagdad.

 ¿Cuánto tiempo estuvo?

Estuve cerca de un mes, 28 días.

¿Y la situación, simplemente, era terrible?

Sí, era muy terrible. Hubo muchos ataques, muchos atentados. Los compañeros peruanos que son entrenados por un día los ponen al frente

Los ponen al frente ¿Cómo? Porque también hemos recibido llamadas de gente que nos ha dicho: «Bueno, si se han ido, ellos han querido irse como mercenarios». Realmente como carne cañón, porque acaba usted de decir que los ponen al frente. ¿Los ponen a combatir o son vigilantes? ¿Están expuestos a agresiones?

Hay dos tipos de trabajo allá. Hay unos que los ponen al frente, donde hay el fuego cruzado.

¿A combatir?

A combatir. Hay otros que estamos en puestos de cuidar a los marines de los Estados Unidos

¿Qué cosa vigilan?

Sus centros de recreación, juegos de billares, fulbito, piscina, cine, hay varias instalaciones de ellos.

¿A usted que le tocó hacer?

Me tocó cuidar las instalaciones donde ellos se reúnen: gimnasios…

¿Y por qué era la situación tan dura?

OSCAR ANDÍA.- Es que día a día se vive cosas feas, es decir, al día se escuchan de diez a quince bombas diarias.

¿Se escucha el ruido?

OSCAR ANDÍA.- No solamente son bombas, también disparos.

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Tuvo ocasión de estar en alguna situación de emergencia?

OSCAR ANDÍA.- En un enfrentamiento, con siete iraquíes. Habían burlado el sistema de requisa y todo eso.

ZENAIDA SOLÍS.- Ingresaron al centro de recreación

OSCAR ANDÍA.- Ingresaron. Yo estuve cuidando en ese momento en la calle, la cochera de los marines, donde ellos guardan sus carros. Incluso, detrás de esa cochera, no hay paredes, sino el río Tigris, es fácil que entren por ahí. Había un grupo de siete con un auto sospechoso que intentó entrar a otra cochera, pero no los dejaron. Estuvieron algo de diez minutos en la pared y no sabían que hacer. Nos vieron parados a mi compañero y a mí. Se acercaron de pronto, caminando junto al carro, despacio.

Se pararon a dos metros de nosotros, empezamos a hablarles. No dominamos el inglés, pero tratamos de decirles que se retiren. No hacían caso. Se acercan a mi compañero que está delante de mí, lo rodean los siete. Mi compañero da dos o tres pasos atrás y lo único que hago es rastrillar y los apunto para dominarlos, anticiparme a ellos. Lo tenían apuntado a mi compañero, él retrocede e igual los apunta. Se nos acerca uno de ellos, hablaba en idioma iraquí. No entendíamos, nos mueve la cabeza, se dieron la media vuelta, subieron al carro y se fueron. Lo que tuvimos ese día para mí fue una amenaza por la forma como me gritaban.

ZENAIDA SOLÍS.- Óscar ¿usted sabía que iba enfrentar este tipo de acciones? Porque ir a un país en guerra, pues es ir a una situación de constante peligro. ¿Eso no le habían hablado?

OSCAR ANDÍA.- A nosotros nos dijeron que toda esa zona estaba controlada. Incluso nosotros tuvimos problemas. Íbamos sólo a cuidar las instalaciones y bienes de las personas de los Estados Unidos, pero cuando llegamos allá es otra historia.

ZENAIDA SOLÍS.- Están expuestos absolutamente

OSCAR ANDÍA.- Sí, estamos expuestos, porque cuando se trabaja ahí tiene que mirar arriba, hacia el cielo, pues a cada silbido que escuchamos tenemos que escondernos en el búnker, ya que los morteros caen cerca a nosotros.

ZENAIDA SOLÍS.- Usted ha dicho que varios de los peruanos que han ido no vuelven. Le consta de algún caso.

OSCAR ANDÍA.- Sí. justamente ayer me llamaron los familiares de unos compañeros, pues a ellos ya no los dejan comunicarse desde que yo he venido y estoy haciendo esto público para que sepan la verdad….

ZENAIDA SOLÍS.- Para que no vayan más, porque hay gente con ganas de seguir enganchándose.

OSCAR ANDÍA.- Sí, eso es lo que he dicho. Yo también estaba con esa ilusión de ir y ganar dinero, pero me salí con la sorpresa y aquí estoy menos mal, sano.

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Y qué le han dicho los familiares que ya no se pueden comunicar?

OSCAR ANDÍA.- No se pueden comunicar, no los dejan comunicarse. La última vez que se han comunicado dijeron que quieren regresarse y que los ayuden, que vayan a todos lados para que puedan regresar. No pueden hablar más pues les cortan las llamadas.

ZENAIDA SOLÍS.- Están viviendo una psicosis de guerra para la que no han sido entrenados, porque eso tiene un proceso. Los entrenan para que tengan fortaleza adicional; pero, si los llevan de buenas a primera a un escenario de guerra, la situación es como la que usted ha vivido. Ahora, la mamá de uno de los peruanos que está ahí nos decía que su hijo no se ha alimentado, porque trabaja doce horas, toda la noche, durante el día dormía y no iba al sitio donde almorzaban. ¿Por qué? ¿era muy lejos?

OSCAR ANDÍA.- Igual yo hacía. Yo trabaja de amanecida, solamente tomaba desayuno y no salía almorzar

ZENAIDA SOLÍS.- Pero uno se va debilitando

OSCAR ANDÍA.- Sí, es que nos hay tiempo. No se puede descansar allá. Se descansa unas tres a cuatro horas, pero se tiene que estar abriendo los ojos, pues a nuestro alrededor, en la instalación donde nosotros descansamos, hay iraquíes de limpieza, y uno no confía en nada. Estamos expuestos a todo. Incluso cuando nos trasladan al desayuno, nos lleva un chofer iraquí. Siempre estamos con temor.

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Con cuántos fue usted, Óscar?

OSCAR ANDÍA.- Con 116 compañeros

ZENAIDA SOLÍS.- Y de esos 116 ¿con cuántos de ellos trabaja usted?

OSCAR ANDÍA.- Fuimos repartidos. Yo trabaja de noche con otro compañero y en el día me relevaba con otro compañero.

ZENAIDA SOLÍS.- Usted no estuvo en un escenario sangriento, entonces. Decidió volver a tiempo, pero ¿cómo es que logró volver? ¿(cómo) aceptaron que usted regrese?

OSCAR ANDÍA.- Me comunique con mi supervisor, Mister Ralph. Le dije: «Me pasó esto, me han amenazado y no sé como voy hacer. Le he contado a un amigo y también se va ir conmigo, le digo. Yo creo que la mayoría también se quieren ir, por lo que me pasado. Lo único que me dijo: «espérame acá un rato». De pronto trajeron todas mis cosas y me encerraron en uno de los búnkers de los presos de Saddam Hussein.

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Lo encerraron como preso?

OSCAR ANDÍA.- Sí, estuve siete días (encerrado). He pasado hambre, de todo. No teníamos comunicación con nadie, ni con los compañeros. Había momentos en que nuestros compañeros nos traían escondido en su bolsillos una leche, una manzana.

ZENAIDA SOLÍS.- Los encerraron sin comer.

OSCAR ANDÍA.- En unas cajas de zapato que se le decía ‘cajita feliz’ nos daban solamente un pan con jamonada, una tirita de queso, una gaseosa, una papitas, eso era lo que comíamos en el desayuno, almuerzo y cena

ZENAIDA SOLÍS.- Pero fue en esos siete días que estuvo encerrado en una cárcel

OSCAR ANDÍA.- Sí

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Y cómo salió de ahí? ¿Era una acción de castigo?

OSCAR ANDÍA.- Sí, lo que ellos no quieren es que nosotros nos comuniquemos con los demás compañeros y sepan lo que nos ha pasado.

ZENAIDA SOLÍS.- Lógicamente, no quieren que haya desertores, pero, ¿cómo ha logrado usted regresar?

OSCAR ANDÍA.- Me tenían encerrado, pero todos los días yo reclamaba. No tenía comunicación, como le digo. En un momento me molesté, salí, estuve afuera. Salió el número dos y me dijo: «¡qué hace ahí! ¡pasa! ¡no puede estar acá señor!». Yo le dije: «Señor, lo siento mucho, pero voy a estar acá hasta que me lleven a mi país, porque ya son 6 días». Me empuja, yo lo empujo también y pido hablar con el Comandante, quien era él que me iba a mandar. Nos empujamos y yo le decía que me manden, pues ya me tenían loco todos los días, estaba desesperado comiendo porquerías.

ZENAIDA SOLÍS.- Ya que era complicado tenerlo por ahí, decidieron deshacerse de Óscar Andía

OSCAR ANDÍA.- Nosotros dijimos: «si no nos mandan a nuestro país el día de mañana, vamos hacer cualquier cosa y no sabemos que va pasar». Incluso los compañeros que estaban encerrados conmigo dijeron: «señor, si ha nosotros no nos mandan a nuestro país, algo va pasar el día de mañana».

ZENAIDA SOLÍS.- Habían varios peruanos ¿con cuántos han venido?

OSCAR ANDÍA.- Éramos cinco, incluso uno se quedó en Jordania por problemas

ZENAIDA SOLÍS.- Problemas de qué tipo

OSCAR ANDÍA.- Su pasaporte, su visa, algo así. Solamente llegamos cuatro.

ZENAIDA SOLÍS.- El compromiso fue pagarles mil dólares, ¿les pagaron?

OSCAR ANDÍA.- No, ni un sol hasta ahora

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Y qué dicen ? ¿Les van a pagar?

OSCAR ANDÍA.- Cuando yo fui a la empresa después que llegué les dije: «venimos a cobrar señor, cómo vamos hacer, cuándo nos van a pagar, no nos han depositado». Ellos dijeron «todavía tienen la cara de cobrar. Más bien ustedes nos están debiendo». Justamente hemos tenido una reunión con nuestro abogado para que hable con ellos de qué manera nos van a pagar.

ZENAIDA SOLÍS.- Entonces ustedes estarían debiendo por haber ido a Irak

OSCAR ANDÍA.- Por los vuelo de ida y vuelta, la comida, todo eso. Eso nos dijeron.

ZENAIDA SOLÍS.- Ustedes ya están enfrentado ese problema

OSCAR ANDÍA.- Justamente voy a ir a la Cancillería

ZENAIDA SOLÍS.- Pero hay que ir a la oficina del Embajador Lázaro. Él un poco que se ha quejado, ha dicho que ustedes no han llegado a la oficina y, por lo tanto, si quisieran ustedes alguna protección por parte del Estado, no la tienen mientras no se presenten con ellos.

OSCAR ANDÍA.- Justamente hemos reclamado todo eso. Tengo el temor por lo que yo he salido. Justamente hoy llegó un señor desconocido a mi casa. Me dijo: «Tú has venido, yo también soy de allá». Yo no lo conocía, nunca lo había visto. Cuando nos hemos despedido me estrecho la mano y me dijo: «cuidate, cuidate mucho». Me dio a entender que debo tener cuidado, puede haber represalias contra mi persona.

ZENAIDA SOLÍS.- Bueno, esta experiencia fue muy ingrata

OSCAR ANDÍA.- La peor humillación que hubo allá es que nos hayan requisado de pies a cabeza, nuestras ropas, todo lo voltearon. Sin embargo, logré burlar su requisa y escondí muchas cosas: videos, fotos, incluso el uniforme. Yo lo escondía en el baño. Lo he traído para tener una muestra de que estuve allá y que los videos muestran que hay compañeros de seguridad que mueren

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Peruanos?

OSCAR ANDÍA.- No, eso es de hace seis meses

ZENAIDA SOLÍS.- ¿Quién vende esos videos?

OSCAR ANDÍA.- Los mismos iraquíes

ZENAIDA SOLÍS.- Como para amedrentar, eso es un hecho

OSCAR ANDÍA.- La amenaza de los iraquíes es que los peruanos se retiren porque van a morir, eso dicen los iraquíes

ZENAIDA SOLÍS.- Bueno, gracias Óscar por estar aquí, le recomiendo que vaya donde el Embajador Lázaro, quien ha dicho que tiene las puertas abiertas, porque quiere enderezar este asunto lamentable. Está indignado también porque no les pagan lo que se comprometieron a pagarles. Un abrazo, buenos días.

OSCAR ANDÍA.- Gracias, gracias por todo.»