Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
En el nuevo Iraq, muchos niños no van a la escuela o juegan en la calle, sino que más bien se esconden en las esquinas para drogarse o, peor, para venderlas.
Ahmed, de 12 años, es uno de ellos.
«Fumar marihuana me hace feliz, aunque sea huérfano», dijo a IslamOnline.net el niño, que perdió a sus padres debido a la sangrienta violencia. «Me gusta sentir la sensación que me ayuda a olvidar por un rato los problemas que tengo», dijo Ahmed, cuyo nombre es ficticio. «Lo hago siempre que quiero hasta que me siento otra vez seguro, como solía sentirme antes de que mataran a mis padres».
Los expertos afirman que en estos últimos años muchos niños, especialmente los huérfanos, han caído presa de las drogas.
«Antes de la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003 prácticamente no existía la drogadicción y menos entre niños», afirmó Ameer Mohammad Bayat, un psicólogo que trabaja con niños adictos. Según él, muchos niños acuden a las drogas para mitigar el daño y el sufrimiento que les ha ocasionado la guerra. «Años de guerra han llevado a la droga a estos niños inocentes».
Bayat añadió que también se han hecho adictos a las drogas en la calle otros niños que de pronto se han encontrado con que son ellos quienes tienen que mantener a sus familias.
Varios informes de la UNICEF han advertido que la drogadicción se está convirtiendo en un fenómeno creciente entre los niños iraquíes. Según los especialistas, desde 2005 la adicción a las drogas entre los niños ha aumentado un 30%. Calculan que sólo desde el año pasado el numero de niños adictos ha aumentado casi un 10%.
Traficantes
El problema es aún peor que sólo el de la adicción ya que en el nuevo Iraq muchos niños se ven atrapados en el tráfico de drogas.
«En Iraq existe un enorme mercado de droga en el que los niños son las columnas principales de las bandas de traficantes de droga», declaró a IOL Yehia Khalil, trabajador de una ONG local que trabaja este problema en Bagdad. Afirmó que el objetivo de las bandas suelen ser los niños que han perdido a sus familias o aquellos que trabajan en la calle. «Los traficantes les ofrecen trabajo y ayuda, lo que fácilmente lleva a estos niños inocentes a la dependencia».
No es raro ver niños vendiendo droga tanto en algunos distritos de la capital como en algunos barrios pobres de las provincias del sur.
«Los niños se pueden mover con facilidad para traficar con droga sin levantar sospechas», afirma Khalil. El escenario siempre suele ser prácticamente el mismo. Los niños deambulan por las calles, mostrándose a los residentes hasta que se acostumbran a verlos y cuando lo necesitan, les piden a los niños drogas específicas y una cantidad determinada. En menos de una hora, otro niño les entrega la droga y cobra.
También es más fácil para los niños estar cerca de los colegios y entrar en ellos.
Raid Abdullah, de 13 años, trabaja para las bandas de traficantes de droga. Cada día deambula por las calles de Bagdad en busca de «clientes». «Mis clientes son hombres jóvenes, pero las mujeres también compran mucho y pagan mejor», dijo a IOL. «Ellos [la banda] me pagan el 5% de lo que vendo y una vez a la semana me dan marihuana para mi uso personal», dijo Abdullah. «Tengo que repartirla con mi hermano, que me consiguió el trabajo».
Abandonados
Los expertos lamentan que el gobierno ignore esta situación. «El problema empeora ya que el gobierno no se ocupa de la caótica situación en la que están viviendo los niños», afirmó Bayat, el psicólogo. Éste señala que la única ayuda que reciben los niños proviene de agencias de ayuda independientes y de voluntarios que generalmente se enfrentan a una misión difícil y a veces peligrosa. «La situación de seguridad hacen más difícil a los voluntarios llegar a los niños dependientes y ofrecerles ayuda ya que en cualquier momento los traficantes armados se pueden vengar de estas personas que trabajan en las agencias y que tratan de sacar a los niños de la calle».
Khalil, el trabajador de la ONG, está de acuerdo con él: «Cualquiera que trate de ayudar a los niños se está poniendo en peligro». Cuenta que dos voluntarios de su agencia fueron asesinados el año pasado cuando trataban de llevar a niños adictos a un centro de rehabilitación.
Rand, con otro nombre ficticio, tuvo la suerte de encontrar a alguien que la ayudara. Después de que sus padres murieran durante la invasión estadounidense se tuvo que mudar a vivir con su tío adicto, que la obligó a traficar con droga para que le consiguiera droga gratis. Al poco tiempo ella también cayó en la adicción. Hace dos semanas Rand fue violada por un traficante que le dijo que había comprado el silencio de su tío con una gran cantidad de coca. Consiguió escapar y fue entonces cuando una agencia local de ayuda encontró a la traumatizada niña y le ofreció tratamiento y protección. «Me siento vacía, pero gracias a Dios todavía existen buenas personas en este mundo para ayudar a las personas como yo», afirmó llorando. «Las drogas son lo peor que existe en la vida».
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