Recomiendo:
0

Mueren divididos

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La comunidad kurda recibió con obvio recelo las noticias de los resultados de las elecciones en EEUU. Pero la mayoría de los iraquíes no tenían mucho que decir sobre la derrota republicana. No creen que el control del Congreso por parte de los demócratas vaya a traducirse en alguna mejora tangible en sus vidas.

Los sunníes siguen sintiendo escepticismo ante la actuación del primer ministro Nuri Al-Maliki, y algunos han amenazado con salir del gobierno. Los sunníes están especialmente preocupados por el empeoramiento de la situación de la seguridad. Y no sólo los sunníes se muestran desencantados con las realizaciones del primer ministro chií. Mohamed Ihasan, ministro kurdo en el gobierno, manifestó que el primer ministro está fracasando en la puesta en marcha del artículo 140 de la constitución, que exige la normalización total del país.

Otros políticos, especialmente los turcomanos, se sienten en desacuerdo con esa valoración. Tareq Zeinal, asesor jurídico del Frente Turcomano, dijo que el artículo 140 pide la normalización de todo el país. «Los kurdos quieren que se cumpla el artículo 140, pero sólo en Kirkuk. Es decir, los kurdos quieren anexionarse Kirkuk, algo a lo que árabes y otomanos se oponen. Todos los documentos históricos y censos anteriores confirman que Kirkuk es una ciudad iraquí y turcomana», señaló Zeinal.

The New York Times ha publicado un informe de un oficial estadounidense que trabajó en Dialy, a 90 kilómetros al noroeste de Bagdad. El oficial declaró que el comandante de la 5ª división del ejército iraquí en Dialy, Shaker al-Kaabi, estaba implicado en actos que buscaban fomentar la sedición sectaria en el país. El portavoz del ministerio de defensa iraquí, Mohamed al-Askari, negó las acusaciones.

La región de Al-Azamiya, de mayoría sunní, y otras zonas asimismo sunníes del país han estado bajo fuego de mortero durante la mayor parte de la semana pasada. El gobierno culpa del bombardeo a «pistoleros desconocidos».

Mientras tanto, las diferencias continúan apareciendo entre las filas del gobierno. Half Al-Ayan, cabeza del Frente para el Diálogo Nacional, amenazó con retirarse del gobierno, alegando como causa la negativa de Al-Maliki a escuchar a los ministros sunníes. Pero el vicepresidente Tareq Al-Hashimi, en un encuentro mantenido en Doha con la comunidad iraquí, negó que los sunníes estuvieran a punto de abandonar el gobierno.

En una sesión cerrada del parlamento, Al-Maliki amenazó con castigar a los parlamentarios que se manifestaran en contra del gobierno. En caso de remodelación gubernamental, dijo Al-Maliki, él mismo escogería a los nuevos ministros y no basaría su decisión en su pertenencia sectaria. Esos comentarios enfurecieron a algunos diputados, uno de los cuales me comentó que «lo que dijo Al-Maliki no hará sino crear conflictos teniendo en cuenta el acuerdo permanente entre los bloques parlamentarios». El Frente por la Reconciliación busca ahora una reunión urgente con el Bloque de la Coalición para discutir cómo puede compartirse el poder. El Frente por la Reconciliación quiere mantener un equilibrio sectario en varias agencias del gobierno, especialmente entre los servicios de seguridad y cabe la posibilidad de que se retire de la coalición a menos que sus demandas sean atendidas, según manifestó una fuente bien informada.

Los ministros pertenecientes al Frente por la Reconciliación se sienten molestos por el fracaso del gobierno a la hora de ofrecer seguridad a las zonas sunníes, dijo el analista político Raad Al-Hadizi. «Aunque es importante que Al Maliki haya reconocido que las milicias son una amenaza», señaló Al-Hadithi, que es partidario de la incorporación de las milicias en el ejército y la policía.

Pero, ¿qué ocurrirá si las milicias se incorporan a la policía y prosiguen perturbando después el sistema desde dentro? La cuestión preocupa al Sheij Mohamed Al-Badran, que vive en Ramada. Lo mejor que cabría hacer con las milicias es deshacerlas y llevar a juicio a sus dirigentes, dijo.

Otros analistas no consideran a Nuri al-Maliki alguien que se muestre insensible ante las peticiones de los sunníes en particular. «No creo que Al-Maliki esté ignorando a sus ministros sunníes. Pero está actuando solo, de la misma manera que solía hacer el anterior primer ministro Ibrahim al-Yafari. Es duro culparle de que la mayoría de los oficiales no puedan cambiar de mentalidad y de que el país esté fuera de todo control», dijo Yanan Ali, un experto en política iraquí.

En Iraq, las condiciones de vida se deterioran a marchas forzadas. La gasolina cuesta ahora 1.000 dinares (0,6 $) el galón, un precio muy elevado para los niveles iraquíes. Un bombona de gas licuado cuesta 30.000 dinares (20 $) y apenas alcanza para las necesidades semanales de una familia iraquí. Los suministros de agua y electricidad siguen siendo irregulares. Los estudiantes tienen miedo de ir al colegio. Y muchas familias están mudándose de barrio debido a la violencia sectaria. Algunas están pasando el frío invierno en los estadios, ahora convertidos en improvisados campamentos al aire libre.

Texto original en inglés: ww.ahram.org.es/1006/820/re61.htm

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.