Yenan al-Ubaidi observa por encima de sus gafas de media lente, agitando sus manos enfundadas en guantes negros, entre tironcitos constantes para ajustar su abaya [1], larga y ondulante, al rostro. «Si pides a un hombre que no use la fuerza contra una mujer, estás pidiendo lo imposible», explica. «Por eso decimos que un hombre […]
Yenan al-Ubaidi observa por encima de sus gafas de media lente, agitando sus manos enfundadas en guantes negros, entre tironcitos constantes para ajustar su abaya [1], larga y ondulante, al rostro. «Si pides a un hombre que no use la fuerza contra una mujer, estás pidiendo lo imposible», explica. «Por eso decimos que un hombre puede golpear a su mujer, pero sin dejar marcas. Si las deja, será castigado».
Sobre el tema de la poligamia, esta antigua pediatra convertida en política alega : «Si no permites que tu marido tome otra esposa, tendrá un aventura de todas formas Prefiero saber que mi marido tiene a otra mujer a la que yo conozca».
De hecho, el marido de la doctora Ubaydi está en su hogar en la sagrada ciudad shií de Nayaf, cuidando de los cuatro hijos de la pareja, mientras ella permanece en Bagdad para afrontar sus deberes como miembro del nuevo parlamento iraquí.
En tanto devota musulmana shií, y una de las ochenta y nueve mujeres que ocupan un lugar en el nuevo parlamento, sabe que su primera prioridad es clara: implementar la ley islámica. Cuando la doctora Ubaydi tomó posesión de su escaño en la apertura de la asamblea la pasada semana, se encontró entre un poderoso grupo creciente de mujeres religiosas, que buscan eliminar la antigua legislación, la cual otorgaba ciertos derechos de igualdad entre hombres y mujeres, y sustituirla por la Sharia, la ley divina del Islam.
Entre las nuevas leyes que buscan introducir, se encuentra la que permite a un hombre casarse hasta con cuatro mujeres, otra que destina a la mujer la mitad de la herencia que recibe el hombre, y otra que niega a las mujeres la custodia de los hijos -si estos tienen más de dos años – en el caso de divorcio.
Esto no es lo que la administración norteamericana imaginaba cuando impusieron una cuota de casi el tercio de escaños para las mujeres, esperando proteger sus derechos.
Clericalismo y mujeres parlamentarias
Mas del cincuenta por cien de las mujeres parlamentarias pertenecen a la clerical Alianza Unificada Iraquí, que ganó las elecciones con la mitad de escaños y que califica a la aplicación de la Sharia como «no negociable».
Las mujeres seculares que se enfrentan a una agenda religiosa afirman que mujeres como la doctora Ubaydi hacen su labor mas difícil. «Debilitan nuestra posición», asegura Nada al-Bayyati, de la Organización de Mujeres para la Libertad en Iraq. » ¿Cómo puedes abogar por los derechos de las mujeres, cuando son las mujeres las que minan tu trabajo?». Otras críticas también hacen referencia a que la cuota se ha vuelto contra los derechos de las mujeres, ya que los líderes masculinos de los partidos shiíes llenaron sus listas con mujeres que no cuentan con la debida cualificación o decisión política, y que apoyan ciegamente el programa previsto.
La doctora Ubaydi no se encuentra entre ellas. Sus puntos de vista son propios y su decisión está fuera de duda. Pero admite que no puede decirse lo mismo de sus colegas femeninas. «Es cierto que muchas de ellas quizá un tercio- han sido simplemente colocadas ahí por hombres. No se informan y no acuden a las reuniones, así que no saben lo que ocurre. Alrededor de un diez por ciento de ellas van aprendiendo, pero al resto no le importa».
Con Saddam Hussein, las mujeres iraquíes estaban entre las más libres de Oriente Medio, con numerosos derechos en igualdad con los hombres. Los shiíes conservadores alegan que el código que aseguraba esos derechos era ajeno y secular y que pertenece al antiguo régimen, y debería ser eliminado.
A principios del año pasado, los grupos de mujeres ya tuvieron que ejercitar con firmeza su visión respecto a los derechos de las mujeres en el nuevo Iraq, cuando el consejo en el gobierno, dominado por los shiíes, emitió una resolución cancelando el antiguo código civil de la ley de familia y emplazaron todos los casos propios de la cuestión a tribunales religiosos; una imposición de facto de la Sharia. Tal resolución fue cancelada por Paul Bremer, antiguo administrafor jefe de los EEUU. Con esta regulación externa ausente, las mujeres seculares asegurar temer por el futuro.
La doctora Ubaydi se muestra inflexible. «Mire usted», dice mientras explica por qué estaría obligada a dejar su tarea en el parlamento si su marido así lo quisiera, «yo no hice la ley. La hizo Dios, y por eso no se puede cambiar. Así son las cosas».
Nota:
1. Paño que cubre la cabeza de las mujeres musulmanas.