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Muqtada al-Sadr y Ali al-Sistani instan a retrasar las protestas del viernes 25-F

Fuentes: The New York Times

Los máximos líderes religiosos chiíes de Iraq, el clérigo populista Muqtada al-Sadr y el gran ayatolá Ali Al-Sistani, han pedido el miércoles, 23 de febrero a los iraquíes que aplacen sus protestas, lo que ha provocado que muchos miembros de la mayoría chií del país declaren que no se unirán a las manifestaciones programadas a […]

Los máximos líderes religiosos chiíes de Iraq, el clérigo populista Muqtada al-Sadr y el gran ayatolá Ali Al-Sistani, han pedido el miércoles, 23 de febrero a los iraquíes que aplacen sus protestas, lo que ha provocado que muchos miembros de la mayoría chií del país declaren que no se unirán a las manifestaciones programadas a nivel nacional para el viernes, 25.

Muchos suníes sostiene que aún así siguen adelante con las manifestaciones, que se han anunciado como el «día de la ira». Pero la retirada chií ha asestado un golpe significativo a los organizadores de la protestar que esperaban llenar las calles de Iraq con millones de personas que reivindicaran una mejora de los servicios del gobierno.

El llamamiento de Al-Sadr se ha producido al regresar de Iraq desde Irán, donde está estudiando para convertirse en un importante líder religioso. Al-Sadr, sin embargo, no hizo el llamamiento personalmente. En conferencia de prensa en Bagdad, un alto dirigente de su movimiento dijo que los iraquíes deben posponer cualquier protesta durante seis meses y dar una oportunidad al recién formado gobierno para que mejore la economía y los servicios como la electricidad.

Hace apenas una semana, Al-Sadr emitió un comunicado en el que afirmaba que más de un millón de sus partidarios debían protestar de forma pacífica para motivar al gobierno a mejorar sus servicios. Declaraba asimismo que era poco probable que el gobierno llevara a cabo mejoras porque el país estaba ocupado por Estados Unidos y que en el gobierno iraquí se había instalado una corrupción rampante.

Pero sus seguidores han tomado nota de su última indicación: «No voy a participar en la manifestación y no voy a hacer ni decir nada a menos que lo haga Muktada» afirma Imad Ali, de 41 años de edad, chií de Ciudad Sadr, un barrio chií empobrecido de Bagdad.

Un portavoz del ayatolá Al-Sistani, por su parte, emitió un comunicado diciendo que el ayatolá simpatizaba con las demandas del pueblo pero que la manifestación podría acabar «fuera de control» y pudiera «ser explotada por individuos con agendas especiales».

Las declaraciones de Al-Sadr han resultado particularmente sorprendentes dado que a menudo se ha mostrado en desacuerdo con el primer ministro iraquí, Nuri Kamal al-Maliki, a quien muchos de los manifestantes culpan de la falta de servicios públicos. «Es un gran descanso para al-Maliki» afirma Zaid al-Ali, asesor jurídico de Naciones Unidas sobre cuestiones parlamentarias y constitucionales desde 2005 hasta 2010, en entrevista telefónica. «Hay mucho temor entre los políticos de Iraq respecto a lo que pueda ocurrir el viernes. Si no hay mucha participación chií, las protestas perderán bastante fuerza».

Al-Sadr es considerado como el único que puede rivalizar con Al-Maliki por el apoyo del pueblo iraquí. En 2008, el al-Maliki envió tropas al sur de Iraq para limpiar las ciudades de las milicias de Al-Sadr, a las que al final Al-Sader abandonó. Pero los partidarios de Al-Sadr le dieron muy buenos resultados en las elecciones del pasado mes de marzo y más tarde prestaron un apoyo clave a al-Maliki para que pudiera convertirse en primer ministro.

«Es casi imposible saber por qué al-Sadr estaría ayudando a al-Maliki», declara el Sr. Ali, «pero ahora su partido forma parte del gobierno y probablemente no quiere ver la caída del gobierno ni cómo se debilita por todo esto».

Según un alto dirigente sadrista, Hazem Arayi, al-Sadr tiene previsto organizar un referéndum informal a partir del domingo para preguntar a los iraquíes si piensan que el gobierno ha mejorado sus servicios y si protestarían contra el aquél dentro de seis meses si los servicios no hubieran mejorado.

Al-Sadr regresó a Iraq en enero después de más de tres años de exilio autoimpuesto en Qom, Irán, donde ha estado estudiando. Tras poco más de dos semanas de su regreso a Iraq, inexplicablemente regresó de nuevo a Irán.

Jalid Ali ha contribuido a esta nota.

Fuente: http://www.nytimes.com/2011/02/24/world/middleeast/24iraq.html?_r=1, a través de Uruknet.