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¡Detened a los soldados!

Ni honores ni gloria en Irak

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

Así que puede que todavía haya un tercio de estadounidenses dudando en apoyar a George W. Bush y su ataque asesino, a la invasión, ocupación y masacres que se están produciendo en Irak (Nunca fue una guerra). Y la mitad de los estadounidenses han votado a los demócratas en las últimas elecciones; a un partido con encefalograma plano, sin perspectivas, que no tiene intención alguna de detener las atrocidades espantosas que hasta la fecha han aniquilado a más de 100.000 personas. Y, además, está el Movimiento Pacifista Estadounidense (American Peace Movement ) que en la actualidad tiene el lema de «Apoya a los soldados. Que vuelvan a casa», con el soporte de casi la totalidad del espectro político estadounidense.

Actualmente, en todo Estados Unidos, los pacifistas están llevando a cabo vigilias en honor de los 2.000 soldados muertos. A continuación cito una nota de Medea Benjamin y Gayle Brandeis en Commondreams, con el título de » 2000 Too Much» (2.000 son demasiados):

«El grave hito de la muerte del soldado estadounidense que hace el número 2.000, debería ser el momento para la reflexión nacional. Como las familias de nuestros soldados saben bien, 2.000 no es sólo un número; son 2.000 seres humanos que hemos perdido; 2.000 personas con nombres, con familias que sufren; 2.000 personas con esperanzas y sueños que ya nunca podrán realizar. Honrémoslos impidiendo que mueran más soldados. Rindámosles honores dando a los iraquíes la oportunidad de gobernar su propio país. Honremos su memoria trayendo a sus compañeros a casa».

El ejército estadounidense, desde los soldados rasos a la cúpula militar, constituye una horrible plaga para nuestro planeta, y no hay inocentes en esta masiva máquina de matar. No hay «honor» para quien se presenta como voluntario para formar parte de la organización terrorista más grande del mundo, ahora bajo las órdenes de una conspiración engañosa y criminal que dirige George W. Bush. Los soldados estadounidenses están bien entrenados para matar y, es obvio, para torturar; y han ido a Irak por voluntad propia y según su libre albedrío. Saben que van a matar y que pueden morir. Por lo que no deberá existir «honor» ni «gloria» para esos estúpidos jóvenes que siguen ofreciéndose de forma voluntaria para cumplir con el deber que les impone la espantosa aventura de Bush. Esos soldados, incluidos los dos mil que han muerto por la corrupción de su status de voluntario, son cada uno de ellos responsables del asesinato de 100.000 iraquíes.

Es cierto que hay algunos soldados estadounidenses auténticamente heroicos, valientes y honrados- por ejemplo Brandon Hughey, Jeremy Hinzman y otros que se han rebelado contra el comportamiento criminal e inhumano que se esperaba de ellos. ¿Cuándo van a reconocer esas «Gold Star Families» ( N. T : Familias de soldados muertos en Irak que piden la retirada inmediata de las tropas) que ellos son los únicos héroes verdaderos abandonando el ejército de los Estados Unidos? La idea de que se puede «apoyar a los soldados» y estar en contra de lo que ellos están haciendo es simplemente irreconciliable. Los terroristas responsables de sus muertes dicen cada día exactamente las mismas palabras: «Hemos perdido a los mejores hombres y mujeres de nuestra nación en la guerra contra el terrorismo», afirma Bush. «Cada uno de estos patriotas nos deja una herencia que permite a sus compañeros de generación disfrutar de la bendición de la libertad».

Hay gentes que buscan similitudes entre los «cenagales» de Irak y Vietnam, quizás porque confían en una derrota semejante del monstruo militar estadounidense sobre el terreno. Pero existe una diferencia fundamental, de la que nadie habla, entre estos dos crímenes espantosos contra la humanidad. En Vietnam, los jóvenes estadounidenses se vieron obligados a participar en la matanza, mientras que en Irak los soldados son todos voluntarios. En Vietnam, en algunos pocas ocasiones, soldados con coraje dispararon contra sus mandos en lugar de cumplir algunas órdenes inhumanas. He soñado hace poco que la superestrella terrorista más mortífera del mundo- el portaviones Abraham Lincoln-, había sido hundido por gentes amotinadas en su interior. Para quienes aman lo que se supone que Estados Unidos significa, ese sería el supremo acto de heroísmo militar.

El Movimiento Pacifista Estadounidense haría bien en tomar el toro por los cuernos y parar la letanía de falsas glorificaciones acumuladas sobre los que «sirven» y sobre los han muerto en los ataques estadounidenses contra Irak y Afganistán. Es preciso que difundan el mensaje de que incorporarse al ejército estadounidense es un delito vulgar y estúpido contra la humanidad. Habría que desanimar a los soldados de forma contundente para que no participaran en la primera línea.

Ingmar Lee se siente responsable y culpable por la participación de su Gobierno, el canadiense, en las invasiones, ocupación y masacres que tienen lugar en estos momentos en Afganistán y Haití. Su dirección es [email protected]

http://www.counterpunch.org/lee10272005.html