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Nuestra América: Todo cambia cuando te has decidido

Nicaragua en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

Fuentes: Rebelión

La película documental «Nuestra América: Todo cambia cuando te has decidido» de la directora suiza, Kristina Konrad nos trae el esperado relato sobre Nicaragua que desde una perspectiva humana, femenina, internacionalista y comprometida analiza lo que fue la Revolución Sandinista, la pérdida del poder político y la situación de los y las nicas hoy en […]

La película documental «Nuestra América: Todo cambia cuando te has decidido» de la directora suiza, Kristina Konrad nos trae el esperado relato sobre Nicaragua que desde una perspectiva humana, femenina, internacionalista y comprometida analiza lo que fue la Revolución Sandinista, la pérdida del poder político y la situación de los y las nicas hoy en día.

El filme de 84 minutos tuvo su estreno latino en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano en la Habana (6-16 Diciembre). Ahora, la directora la lleva para Nicaragua y presentaciones el 19 y 20 de Diciembre en Cines Alhambra de Managua y después a Granada y León.

Nuestra América trata un tema complicado sin retórica, con realismo y honestidad, y pregunta: ¿Dónde esta la Nicaragua de hoy? ¿Existió la Nicaragua de ayer?

Como hilo conductor del recorrido por el norte y oeste del bello paisaje nica, la Konrad -quien estuvo en Nicaragua entre 1984 y 1986- utiliza una foto ampliada de dos mujeres jóvenes del Ejercito Popular Sandinista tomada en medio de la guerra con los «contras» de Washington. Las conoció en aquellos tiempos y las filmó cuando recitaban poemas.

De regreso casi 20 años después, la directora emprende la búsqueda de las jóvenes guiada por sus recuerdos, y sus vivencias actuales se vuelven parte del hallazgo de las respuestas a muchas de sus interrogantes.

Magaly Cabrera es hoy una abogada que trabaja con clientes de bajos ingresos y Ana Cecilia Rojas es vendedora de productos cosméticas de la multinacional Avon. Sus casas demuestran que las dos viven humildemente, criando sus hijos y se nota que los recuerdos de aquel entonces tocan cuerdas sensibles que no han compartido mucho con sus propias familias.

En la capital Managua, Francisco Ramírez, de 53 años, un empleado del Hotel Intercontinental, cuenta sus vivencias tras 30 años en el mismo trabajo. Estuvo cuando Somoza era el dueño principal; cuando los atrevidos jóvenes sandinistas lo tomaron como sede temporal de gobierno y hospedaje; cuando muchos jóvenes del mundo, «mal vestidos» invadieron sus predios lujosos; y cuando regresó al capital privado ahora extranjero. Él está contento con el presente. Es el prototipo de un trabajador leal al patrón. «Las clases tienen que existir. Tienen que haber ricos y pobres. Sin ricos no hay quien de trabajo a los pobres,» comenta su filosofía con toda la ingenuidad de su franqueza.

Por otro lado la entrevista en 2004 con el entonces alcalde sandinista Herty Lewites, 63, fue hecha antes de que él terminara su mandato en el 2005 y decidiera enfrentar a Daniel Ortega para la candidatura presidencial del Frente Sandinista para las elecciones de Nov. 2006. La cinta nos acerca a Lewites, a su pasado de activo colaborador de la guerrilla, a sus tiempos como Ministro de Turismo del gobierno sandinista, y a su filosofía de la vida y sobre Nicaragua.

Enrique Fonseca, de 73 años, indígena, reflexivo y poeta descansa con un ojo abierto en su hamaca detrás de su humilde casa. Sin decirlo juega con el impredecible «gueguense» nica que sorprende cuando menos espera. Él y otros cuentan lo que fue el costo de la guerra para derrocar a Somoza y después defender el país que apenas tuvo respiro de una guerra a otra.

Lanza la pregunta de muchos jóvenes del país, que fueron prácticamente abandonados afectivamente por sus padres revolucionarios que se entregaron al 100% a la revolución y a la tarea monumental de construir un nuevo país. La pregunta «¿para qué?» refleja un sentimiento de mucho sacrificio para terminar en la nada.

Pero la valentía de los jóvenes nicas de aquellos tiempos se podría resumir en una escena de la película.

Josefina Ulloa, de 46 años, cuenta sus tensas vivencias de hace más que 25 años cuando formaba parte de una escuadra mal equipada de 10 sandinistas que andaban en la búsqueda de armas en el campo para después enfrentar la guardia.

En un momento un muchacho de la escuadra lloriquea, deseoso de regresar a casa porque no tenía arma. El grupo se indigna. Josefina recuerda como si fuera ayer que no había lugar para traidores ni cobardes con tanto peligro encima. Ella misma le dijo al muchacho, «Si es por el arma, toma la mía» y ella agarró un palo y siguió.

La misión de esta mujer era entrar en la casa de un juez de mesta -el poder local de la dictadura en el campo- para requisar su arma para la causa revolucionaria.

Entró de repente apuntando con el rifle de palo en la oscuridad, gritando que la casa estaba rodeada, que no encendieran la luz (lo cual hubiera delatado que no tenía arma) y demandó la pistola del temible hombre. A pura valentía logró su fin, como tantas hazañas que protagonizó una generación de jóvenes dispuestos a dar todo por un futuro mejor.

Las cosas se han complicado mucho desde la pérdida del poder el 25 de febrero del 1990. La película comenta que el FSLN -nacido como movimiento guerrillero en 1961 y que gobernó después del triunfo del 19 de julio del 1979 hasta el 25 de abril de 1990- se ha convertido en un partido político cualquiera.

Sin contar detalles que produjeron fuertes cuestionamientos en la ética de algunos dirigentes de la revolución nicaragüense y un sismo entre sandinistas del partido y sandinistas «de corazón», deja claro que a pesar de que algo pasó, el sandinismo esta vivo y latente.

Hay una intencionalidad política sutil pero pegajosa en este documental que resalta la participación clave de la mujer en los acontecimientos nicas de ayer y hoy a pesar del machismo; también deja que la gente hable a su manera. Demuestra que hay una braza revolucionaria todavía quemando a fuego lento, y no niega el valor de lo hecho independientemente del lugar donde esté el país hoy en día.

Nuestra América… logró captar lo que yo siento por Nicaragua. Me dio mucha nostalgia y algo de esperanza. Nuestra América… le brinda al público una amplia visión de la historia sin sermones, uno de sus atributos más grandes y necesarios.


Entrevista con Kristina Konrad, directora de Nuestra América: Todo cambia cuando te has decidido

¿Por qué tardaste tanto tiempo en regresar a Nicaragua?

Kristina Konrad: Primero fue porque después de salir de Nicaragua fui a Uruguay, recién después de la caída de la dictadura. Me involucré con aquel país y con su vida cotidiana. Fui a Berlín en 1994 y hubiera podido regresar a Nicaragua a ver, pero tuve cierto miedo de verlo después de la pérdida del ’90.

¿Qué es lo que queda de la revolución? ¿Dónde tuvo su marca?

Su marca quedó en las mujeres. De repente, con la revolución por primera vez las mujeres pudieron salir de su rol tradicional. En este sentido ellas ganaron más. Y vos sabes además que son las mujeres que mantienen la familia y se preocupen más por los hijos. Todavía hay muchas organizaciones [internacionales] que trabajan en Nicaragua y apoyan; y todo el mundo te dice que prefieren trabajar con las mujeres.

Por otro lado, lo que queda no está necesariamente en la conciencia, pero la experiencia de que esto ha sido posible si está en el subconsciente.

¿Cómo fue tu reacción cuando te diste cuenta de que Herty Lewites había retado a Daniel Ortega para la candidatura Sandinista en las elecciones presidenciales de noviembre de 2006?

Herty, cuando yo lo entrevisté era el alcalde de Managua. Pero escuché cosas porque la gente lo quería. Y él tiene el apoyo como del 70 por ciento. Daniel no sé. Había rumores. Tengo grabada la respuesta de una pregunta a Herty -que no utilicé en la película- sobre si él quería ser presidente. Me contestó: «Yo creo que a todo el mundo le gustaría ser presidente si el pueblo lo apoya.»

¿Qué esperas del estreno en Nicaragua del 19 al 22 de diciembre? ¿Estarán los protagonistas del documental? ¿Estás nerviosa?

Claro que sí, por lo de Herty, pero mucho más cuando lo ven los protagonistas ya que es su historia, su país y la película es la visión de una europea.

¿Qué te dio a ti la revolución nicaragüense?

Lo que fue Nicaragua para mi es una mezcla de cosas. Yo vine de la Suiza rica. Fue mi primera experiencia en un país pobre del tercer mundo y mi primera experiencia con una revolución. Entonces a mí también lo que más me impresionó fue todo un país en movimiento. Había esperanzas de que las cosas iban a mejorar. No todo era bueno, también había un montón de cosas que no funcionaban; no tenían experiencia. Pero se luchó muchísimo, se movió muchísimo y también me queda el recuerdo del humor de la gente. Nunca reí tanto como con los pobres nicas en plena guerra. Y además, ¡todo el mundo hacía poesía!