La Administración estadounidense contrata empresas de seguridad privada para intentar controlar la situación en Iraq pagando una fortuna por ello. El Pentágono firmó con Aegis en mayo de este año con vigencia hasta 2007 un contrato por valor de 293 millones de dólares. La mayoría de estas empresas son ilegales y operan fuera de la […]
La Administración estadounidense contrata empresas de seguridad privada para intentar controlar la situación en Iraq pagando una fortuna por ello. El Pentágono firmó con Aegis en mayo de este año con vigencia hasta 2007 un contrato por valor de 293 millones de dólares. La mayoría de estas empresas son ilegales y operan fuera de la ley [1].
El ex teniente coronel Tim Spicer dirige Aegis, Servicios de Defensa, creada en 2003, una poderosa compañía británica de seguridad privada en situaciones de conflicto. Su cuartel general en Londres está, curiosamente, al lado de la sede de la Nueva Scoland Yard, uno de cuyos antiguos jefes trabaja ahora para Aegis. La empresa ha sido contratada por el gobierno estadounidense para dirigir las operaciones de seguridad y ayudar a las autoridades estadounidenses a estabilizar Iraq.
Spicer, ex oficial de la guardia escocesa y veterano de guerra de Las Malvinas, fue noticia en 1998 cuando su empresa militar privada, Sandline International, fue acusada de violar las sanciones de NNUU al vender armas a Sierra Leona. Tras una investigación del parlamento británico se averiguó que el Foreign Office conocía con antelación el envío de armas y Spicer fue rehabilitado. Anteriormente, Spicer se destacó por su apasionada defensa de dos miembros de la guardia escocesa que, en 1992, asesinaron a bocajarro a dos adolescentes católicos en Irlanda del Norte.
Mercenarios protegiendo a NNUU
Además, Aegis recibió de NNUU un contrato para controlar la seguridad de su personal en el pasado referéndum del 15 de octubre, así como para las previstas elecciones de diciembre. Spicer ha contratado para ello a unos 200 mercenarios y a un millar de iraquíes. Que la seguridad del personal de NNUU se ponga en manos de Aegis es altamente significativo: no hace mucho responsables de NNUU describían a estas empresas como de mercenarios.
Aegis, junto con más de 50 empresas de seguridad extranjeras autorizadas para trabajar en Iraq, es la nueva cara de la guerra. No es nuevo que los militares utilicen empresas privadas de seguridad para estos fines porque solo el Ejército de EEUU, desde el final de la Guerra Fría, ha disminuido sus efectivos desde 2,1 millones de hombres hasta 1,4 millones, pero la invasión de Iraq en marzo de 2003 ha sido testigo de una subcontratación de magnitud sin precedentes. Mientras que en la primera guerra del Golfo había un mercenario de empresa privada actuando sobre el terreno por cada 50 soldados estadounidenses, se estima que ahora hay uno por cada 10 soldados. Esta cifra se situaría en 25.000 hombres armados en nómina de las empresas privadas de seguridad, entre los que se encuentran además civiles iraquíes, veteranos de las fuerzas especiales de los Ejércitos británico (incluidos gurkas) y estadounidense, junto con soldados sudafricanos y latinoamericanos [2]. Estas cifras adquieren su verdadero significado si se comparan con los 8.500 hombres que el Ejército británico tiene desplegados en Iraq. Los mercenarios de Aegis superan a los miembros del Ejército británico en una proporción de casi tres a uno.
El sueldo que se les paga es de alrededor de entre 1.000 y 3.500 dólares al día [3], una cantidad que supera entre dos y cuatro veces la cantidad que percibe un soldado estadounidense, motivo por el cual muchos abandonan el Ejército y se unen a estas empresas, en las que en un año pueden ganar el dinero que tardarían en ganar tres años y medio en el Ejército, en las mismas, o peores, condiciones de peligrosidad.
«Ejército en la sombra»
El Pentágono, sin embargo, ha mostrado su preocupación por la descoordinación de estas fuerzas operando en Iraq. Aegis, nuevamente, le ha dado la solución: la creación de un centro de control informático en Bagdad denominado ROC (Centro de Reconstrucción de Operaciones, en sus siglas en inglés) conectado directamente con el Ejército estadounidense y a su satélite Fuerza Azul, que rastrea el movimiento de cada convoy y de cada equipo de seguridad privada en todo Iraq. Spicer afirma:
«ROC recibe al minuto información de nuestra situación. Si nos atacan apretamos el botón de emergencia que hay dentro el vehículo y que emite la señal de alarma a los dos vehículos que escoltan el convoy y estos entran en acción. […] Las fuerzas estadounidenses de acción inmediata, alertados por el ROC, organizan una operación de rescate.»
Peter Singer, antiguo oficial del Pentágono y experto en la industria militar privada al mismo tiempo que muy crítico con la privatización de la guerra, afirma que este «Ejército en la sombra» está fuera de la ley al no haber normativa al respecto y que son numerosísimas las actuaciones de estos cuerpos de seguridad privada en las que civiles resultan muertos o heridos. «Esto [Iraq] es el Oeste», afirma Singer.
Cada vez son más las voces dentro de los mandos del Ejército estadounidense que están en contra de la contratación de los servicios de paramilitares extranjeros que actúan al margen de EEUU. El general de Brigada Karl Horst de la Tercera División de Infantería estadounidense afirma que estas fuerzas «son incontrolables». Actúan al margen de las leyes de EEUU o de Iraq en lo relativo a portar armas:
«No hay autoridad alguna sobre ellos […]. Disparan contra la gente y en algún momento alguien tendrá que asumir las responsabilidades de estos hechos.»
Notas:
- «Making a killing», The Sunday Times Magazine, 23 de octubre de 2005.
- Noticias recientes relativas a presencia de ex militares chilenos y hondureños puede leerse en IraqSolidaridad en: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/tropas_12-04-05.html.
- Ohmynews, 27 de octubre, 2005.