Esta noche George W. Bush tiene un show, y no puedo esperar a oír lo que tiene que decirle a la Convención Republicana. Hasta ahora ha sido una semana emocionante y mi momento favorito fue el de las rebeldes gemelas Bush, quienes en unos pocos minutos manifestaron su promesa de recompensar a sus padres y […]
Esta noche George W. Bush tiene un show, y no puedo esperar a oír lo que tiene que decirle a la Convención Republicana.
Hasta ahora ha sido una semana emocionante y mi momento favorito fue el de las rebeldes gemelas Bush, quienes en unos pocos minutos manifestaron su promesa de recompensar a sus padres y a toda la autoridad en general. Revelaron el apodo que sus padres les daban a cada una: Bushie o Bushy. Parece que pusieron en situación difícil a su abuela con un chiste del show televisivo sobre sexo «Sex and the City». Hasta llegaron a decir que habían visto a sus padres «contonéandose como si fueran a sacar una foto en Polaroid.» Eso se me quedó grabado en la mente toda la noche.
No obstante, me gustaron estas hermanas Bush: estuvieron graciosas, pícaras e independientes. En 1999 le dijeron a su padre en claros términos que no querían que se postulara a la presidencia. Lo querían en casa, querían privacidad, e ir en paz a la escuela superior. Pero ignoró él sus peticiones -y creo que el martes por la noche expresaron su manera de decir «Gracias, papá.»
Y hay que agradecerlas. Tanto él como Laura han hecho un gran trabajo criando a dos muchachas brillantes e independientes. Le dio mucha importancia a su privacidad e hizo lo que pudo para protegerlas. Está claro que aman a sus padres, y cuando se observa que es así, se sabe que los Bush hicieron algo bien en su hogar. Hay que alabarlos por eso.
Otros padres y madres que aman a sus hijas e hijos en todos los Estados Unidos no pueden celebrar con ellos. Porque sus hijos están muertos en las calles y camino de Iraq, enviados allí por Bush para «defender» a la nación.
Esta semana, en una comparecencia antes de su llegada aquí el miércoles por la noche, Bush reconoció haber hecho un cálculo erróneo de lo que pasaría en Iraq después que lo invadiera. Creía que iba a ser mucho más fácil, pero resultó peor.
Eso debe consolar algo a los padres de casi 1 000 soldados valientes, que están muertos por su cálculo erróneo. Si yo hiciera un cálculo erróneo y arrollara a un niño en la calle, ¿qué cree que me pasaría? ¿Usted cree que los polizontes dirían: «Oiga, señor Moore, usted hizo lo mejor que pudo, manejando por esta calle; cometió un error, el muchacho está muerto, pero usted está tratando de salvar el mundo, así que, siga su camino». Algo me dice que esto no ocurrirá. Lo que no entiendo es que Bush comete un error y piensa que tiene derecho a continuar en su trabajo.
Esperemos que no obtenga su inspiración de Richard Nixon, el mismo que Arnold Schwarzenegger alabó la noche del martes como su razón para hacerse republicano. Hay que darle un premio a Arnold por su valor. Él sería el primer orador republicano en la Convención que menciona a Nixon desde que renunció. Nixon tomó el poder en 1968 con un plan secreto para concluir la guerra de Viet Nam.
Otro cálculo erróneo: La guerra continuó varios años, y miles murieron.
Me gustaría oír a Bush disculpándose esta noche ante los padres y seres queridos de los que cayeron en Iraq. Me gustaría oírle decir que sabe lo que significa amar a sus hijos y que él, en su mejor conciencia, no puede enviar más muchachos a perecer.
Me gustaría oírle decir esta noche «Lo siento». Que «nunca hubo armas de destrucción masiva y que nunca hubo conexión entre Saddam Hussein y el 11 de septiembre. No había amenaza inminente, nuestras vidas no estaban en peligro, ningún misil iba a caer sobre Cleveland. Dado nuestro empeño de echarle mano al segundo mayor suministrador de petróleo del mundo, sacrificamos a miles de nuestros hijos e hijas, lo que mucho lamentamos». Creo que un muchacho puede soñar.
La otra cosa que me gustaría oír esta noche es: ¿Por qué no han agarrado a Osama bin Laden? Han tenido tres años para encontrarlo. Ese hombre mató a casi 3 000 personas en nuestro propio país.
Tal vez Bush no tenga una explicación más mala por no haber podido hacerlo. Bueno, si el perrero de su ciudad no ha podido agarrar a un perro salvaje que se ha escapado, mordiendo a la gente por tres años, ¿cual sería la oportunidad de este perrero para su reelección? No muy buena.
Así también debiera ser con Bush.
A menos que tenga las respuestas esta noche. Tal vez tenga alguna razón o puede aceptar la responsabilidad por sus acciones y prometa no mandar a ningún hijo de nadie a morir por una causa que no tiene nada que ver con la defensa de su país.
Si se toma un momento para mirar los ojos de sus hijas esta noche, sabrá la respuesta y pronunciará el mejor discurso de su vida.
Michael Moore, director del polémico y crítico filme Fahrenheit 9/11, asistió como reportero a la Convención del Partido Republicano y escribió este artículo para el diario USA Today el primero de septiembre, un día antes de que Bush pronunciara su discurso de aceptación de la nominación como aspirante a la presidencia.