Desde el 20 de Marzo de 2003, que empezó la invasión militar de Iraq encabezada por el ejército de Estados Unidos, la guerra, la muerte y el sufrimiento para el pueblo iraquí no ha cesado. La guerra de invasión de Iraq, uno de los mayores crímenes de la humanidad, por la que nadie ha rendido […]
Desde el 20 de Marzo de 2003, que empezó la invasión militar de Iraq encabezada por el ejército de Estados Unidos, la guerra, la muerte y el sufrimiento para el pueblo iraquí no ha cesado. La guerra de invasión de Iraq, uno de los mayores crímenes de la humanidad, por la que nadie ha rendido aún cuentas, duró apenas un mes. Pero desde entonces una guerra permanente, que tiene como objetivo expulsar al ejército de ocupación, desangra al pueblo iraquí que ha pagado, hasta ahora, el precio de más de un millón de muertos y 4 millones de desplazados, de los cuales 2’5 millones a los países vecinos. Un pueblo que ha visto completamente desarticulado su Estado, y desaparecido su infraestructura de enseñanza, de sanidad, de servicios de agua potable y saneamientos.
Para destrozar la resistencia popular iraquí a la ocupación, no ha bastado el bombardeo del ejército estadounidense con la muerte permanente de civiles, ha hecho falta también apoyar a los sectores más reaccionarios y fanáticos, que organizados en milicias sectarias y escuadrones de la muerte, asesinan a todo sospechoso de oponerse a la ocupación o a aquellas personas que no comulgan con el extremismo fanático religioso. De la mano de la ocupación estadounidense han llegado, también, atentados indiscriminados contra personas civiles, que alientan el enfrentamiento religioso, ha llegado la barbarie del fanatismo religioso y se ha impuesto un sistema de opresión contra las mujeres que han visto retroceder sus derechos en varios siglos.
Sin embargo, a pesar de todo y de modo heroico, sigue en pie una resistencia popular, que rechaza la ocupación, exige la retirada de las tropas invasoras y el resarcimiento por parte de EE.UU. del daño producido al país, que rechaza la privatización y expolio de su industria petrolera y lucha por la existencia de un nuevo Estado democrático, social y laico. Esta resistencia que es política y militar, rechaza y combate los oscuros atentados terroristas que suelen realizarse contra comunidades civiles, así como el terrorismo de Estado permanente que secuestra y tortura a toda persona sospechosa de disidente.
El Partido Comunista de España saluda y apoya la resistencia de este pueblo que, como otros pueblos actualmente, enfrentan el intento de expolio de sus riquezas, defiende su identidad y su cultura y se niegan a retroceder al oscurantismo de la edad media con taparrabos de democracia Made in Usa. Esta lucha, como otras que jalonan los distintos continentes, son las que alumbran un nuevo orden social.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de los autores, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.