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Varios agentes del FBI fueron testigos de golpes, estrangulamientos o inmovilizaciones prolongadas de prisioneros en Irak y Guantánamo

Nuevos documentos desclasificados confirman que estas prácticas eran bien conocidas en los ámbitos gubernamentales

Fuentes: Rebelión

Varios agentes de la Policía Federal estadounidense (FBI) han presentado nuevos testimonios de torturas y malos tratos –incluidos golpes, estrangulamientos o inmovilizaciones en posturas incómodas durante 24 horas– perpetrados por las autoridades estadounidenses tanto en Irak como en el centro de detención de la bahía de Guantánamo, en Cuba, según informó hoy el diario ‘The […]

Varios agentes de la Policía Federal estadounidense (FBI) han presentado nuevos testimonios de torturas y malos tratos –incluidos golpes, estrangulamientos o inmovilizaciones en posturas incómodas durante 24 horas– perpetrados por las autoridades estadounidenses tanto en Irak como en el centro de detención de la bahía de Guantánamo, en Cuba, según informó hoy el diario ‘The New York Times’.

A juicio del diario, estos documentos, más allá de los nuevos detalles que puedan aportar sobre la naturaleza y la extensión de los abusos, confirman que estas prácticas eran bien conocidas entre un amplio círculo de representantes gubernamentales.

En una serie de memorandos, desclasificados ayer por el Ejecutivo con motivo de unas acciones legales emprendidas contra el Gobierno por su presunta complicidad en las torturas, los agentes del FBI –que fueron testigos de estos abusos– aseguran que los prisioneros de los centros de detención estadounidenses en Irak sufrieron golpes y estrangulamientos y que en algunos casos los soldados llegaron a encenderles cigarrillos introducidos en sus orejas.

Aparte, varios agentes del FBI fueron testigos en la base de Guantánamo de cómo se mantenía encadenados, tirados en el suelo de la sala de interrogatorios y en posiciones incómodas durante 24 horas a los prisioneros, que se defecaban y orinaban encima. Un agente escribió que fue testigo de cómo los soldados dejaban apagado el aire acondicionado de una sala, que alcanzaba por ello temperaturas de hasta «cien grados». Un prisionero, medio inconsciente, se había arrancado la mayoría de su pelo con sus propias manos para soportar el calor.

CIGARROS EN LAS OREJAS

Uno de los informes iba dirigido al director del FBI, Robert S. Mueller III, y a otros altos funcionarios estatales. Fechado el pasado 24 de junio, este informe expone los testimonios de «alguien gue observó los serios abusos físicos contra civiles» detenidos en Irak. El documento estaba clasificado como «urgente», y en él, el testigo «describía abusos tales como estrangulamientos, golpes, encendido de cigarrillos en las orejas de los prisioneros e interrogatorios no autorizados».

El informe no aclara si el testigo era agente del FBI o simplemente un informante de este cuerpo, y admite que ha habido intentos de ocultar estos abusos. El autor del memorándum le advierte a Mueller de que debería tener conocimiento de los hechos, para evitar que se volviese en su contra el «potencial y significativo interés público, mediático y parlamentario» que se generase. El documento no presta más detalles sobre abusos, pero da a entender que estos tratamientos a los prisioneros en Irak podrían ser objeto de una investigación.

Los documentos, en su mayoría memorandos escritos por los agentes a sus superiores en Washington a lo largo del año pasado, demuestran que algunos interrogadores del Pentégono se llegaron a hacer pasar por agentes del FBI mientras participaban en abusos contra los prisioneros, tanto en Irak como en Guantánamo.

En un informe del 5 de diciembre de 2003, un agente –cuyo nombre no figura– presente en Guantánamo escribe que el propósito de estas suplantaciones de los miembros del FBI era que, en caso de que «el prisionero fuese alguna vez liberado o de que su historia fuese conocida por el público, no se acusase a los interrogadores del DOD de estas prácticas de tortura, puesto que habrían sido hechas por el FBI». DOD son las siglas en inglés del Departamento de Defensa.

PRISIONEROS DE GUANTANAMO

Otro informe, del 29 de julio de 2004 y enviado al FBI (incluido la principal abogada de la Policía Federal, Valerie E. Caproni) denuncia abusos perpetrados por los soldados estadounidenses en la base de Guantánamo. Un agente, cuyo nombre no figura en el documento, afirma: «En un par de ocasiones, entré en salas de interrogatorio en las que me encontré con prisioneros tirados en el suelo, con una mano encadenada y con un pie en una posición fetal, sin silla, alimentos o agua. La mayoría de ellos se habían orinado o defecado encima y habían sido abandonados en el lugar 18, 24 o más horas».

En una ocasión, según el testigo, se había subido tanto el aire acondicionado que un prisionero encadenado temblaba de frío. En otra, prosigue el agente, el aire acondicionado había sido apagado, por lo que «la temperatura de la sala, sin ventilación, fácilmente pudo llegar a los cien grados». «El prisionero estaba casi inconsciente en el suelo, con un montón de pelo a su lado. Al parecer, había estado, literalmente, arrancándose su propio pelo a lo largo de la noche», aseguró.

DENUNCIA AL GOBIERNO

Los documentos difundidos hoy por el ‘New York Times’ fueron desclasificados ayer por el Gobierno en respuesta a una denuncia presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y otros grupos de Derechos Humanos para determinar el grado de participación estadounidense en el maltrato de prisioneros.

Estos documentos son los más recientes de toda una serie de revelaciones que han tirado por tierra las afirmaciones del Ejército estadounidense según las cuales los malos tratos se han limitado a unos pocos casos. El director ejecutivo de ACLU, Antonio D. Romero, declaró al diario que estos informes revelan que «los altos representantes del Gobierno ya no pueden ocultarse más del escrutinio público señalando con el dedo a unos soldados de baja graduación».

El Pentágono no ha reaccionado aún a estas últimas acusaciones. No obstante, el NYT recuerda que en todos los casos similares, el Departamento de Defensa siempre ha respondido que no ha permitido abusos en los centros de detención y que algunas acusaciones contenidas en este tipo de documentos están aún pendientes de una investigación.

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Eduardo González