Los médicos forenses iraquíes recibieron y trataron a ocho mil cadáveres en lo que va de año, informó hoy el inspector del Ministerio de Salud, Abdel al Mussawi. En declaraciones al diario Al Sabah, Al Mussawi se refirió a las condiciones en que trabajan los especialistas, quienes en muchas ocasiones no pueden siquiera identificar a […]
Los médicos forenses iraquíes recibieron y trataron a ocho mil cadáveres en lo que va de año, informó hoy el inspector del Ministerio de Salud, Abdel al Mussawi.
En declaraciones al diario Al Sabah, Al Mussawi se refirió a las condiciones en que trabajan los especialistas, quienes en muchas ocasiones no pueden siquiera identificar a los muertos.
Aunque -apuntó- se amplió la capacidad del centro forense de Bagdad, aún muchos cuerpos deben colocarse fuera de sus cámaras refrigeradas, lo cual acarrea otros problemas de índole sanitaria.
El promedio diario de decesos es marcadamente alto, sólo hoy se hallaron 13 cadáveres en las ciudades de Basora (sur), Kirkuk (norte) y en el sector meridional de Bagdad.
Esas cifras demuestran la constancia de una escalada de la violencia en este país del Golfo Pérsico, pese a que las tropas norteamericanas de ocupación y las fuerzas de seguridad tratan de neutralizarla con operaciones que involucran a miles de sus soldados.
La policía informó que entre los occisos encontrados esta jornada hay dos mujeres que fueron torturadas antes de recibir mortales disparos.
Mientras la tensión crece y los enfrentamientos se multiplican, el primer ministro Nuri al Maliki, declaró por la televisora pública Al Irakiya estar dispuesto a reunirse con representantes de la resistencia armada que quieran renunciar a esa.
Al Maliki promueve un plan de reconciliación nacional, que resulta excluyente para diversos factores de la insurgencia y al que muchos rebeldes califican de proyecto al servicio de las fuerzas de ocupación estadounidenses.
Aunque el primer ministro se manifiesta intransigente con quienes hayan disparado no se ha pronunciado claramente sobre los que abatieron soldados extranjeros.
Los partidos de base confesional islámica sunita y los grupos rebeldes laicos interpretan que la muerte de soldados norteamericanos y británicos expresa la resistencia legítima.
En ese ámbito, la conciliación planeada por el Primer Ministro para tratar de erradicar la violencia se presenta como un proyecto que sólo dará más color al paisaje de la guerra.