Banderas blancas en los tejados de las casas y en los coches, muchos vehículos militares estadounidenses e iraquíes, demasiados puestos de control y calles cortadas, numerosas patrullas amenazadoras, toque de queda a la puesta de sol, montones y montones de casas destruidas, tiendas, oficinas, el único puente, hospitales y centros de atención sanitaria, paredes con […]
Banderas blancas en los tejados de las casas y en los coches, muchos vehículos militares estadounidenses e iraquíes, demasiados puestos de control y calles cortadas, numerosas patrullas amenazadoras, toque de queda a la puesta de sol, montones y montones de casas destruidas, tiendas, oficinas, el único puente, hospitales y centros de atención sanitaria, paredes con impactos de balas y carteles electorales…, rostros inexpresivos con aspecto sombrío por las calles. Este es el panorama de al-Qaim tras la operación militar Steel Curtain («Telón de Acero»), que se inició el 5 de noviembre de 2005 y en la que participaron 3.000 soldados estadounidenses e iraquíes [1].
«¿Están filmando nuestra miserable situación para que Bush se apiade de nosotros? ¿Quieren ablandar su corazón?», nos pregunta desaprobadoramente una joven campesina, diminuta y delgada, con evidente resignación . Llevaba una bombona de gas para cocinar muy pesada con la que intentaba subir desde la orilla del río. Después del grave bombardeo sufrido por el único puente que une Rummana con al-Qaim los ciudadanos tienen que cruzar con barcas.
Nuestro conductor se impacientaba con las calles cortadas y tomaba el atajo polvoriento más cercano en cuanto veía un atasco. Llegamos a al-Qaim a las seis de la tarde: ya era noche cerrada. Nuestro coche estuvo a punto de ser tiroteado por los estadounidenses, pero el conductor tuvo reflejos para escapar por una calle transversal. «Así es como se asesina a familias enteras», dijo Abu Adel, un adorable viejecito que buscaba un coche que le llevara y que se esforzaba en darnos a conocer su buena educación mediante frases inglesas entrecortadas. Abu Adel estaba muy indignado porque algunos iraquíes se aprovechaban de la desgracia de los refugiados y les pedían el doble o el triple de lo que costaban los alquileres. Él había preferido llevar a su familia a una choza antes que acceder al chantaje.
No hay electricidad desde hace más de un mes tras el bombardeo de la principal central eléctrica, cuando quedaron destrozados los convertidores y cortados los cables. Por la mañana al-Qaim mostraba un aspecto horrible. El 90 por ciento del Hospital General derruido [2], los centros de asistencia médica, las escuelas, las tiendas, las casas…
El mayor hospital de la región occidental
El director del Hospital General, el Dr. Hamdi al-Alussi, viene a encontrarse con nosotros fuera de su despacho. Ha cancelado una reunión con el comité para la reconstrucción.» Esas reuniones son papel mojado», dice.
El Dr. Hamdi es habitualmente un hombre tranquilo y respetado, pero en esta ocasión está triste y harto. Esta vez la destrucción ha sido total. Repetía un verso de un poema árabe clásico sobre cómo terminar un edificio mientras otros destruyen lo construido. Nos enseñó los departamentos de Ginecología, de Pediatría, de Urgencias, el banco de sangre, la nueva vivienda de los médicos: todos destruidos en su totalidad. «Fueron alcanzados por varios misiles. Gracias a Dios no había nadie aquí, sólo un empleado de la limpieza disminuido mental y epiléptico». El Dr. Hamdi se siente especialmente triste por lo ocurrido en el departamento de Ginecología, ya que se había reconstruido en un tiempo récord con la ayuda de la Cruz Roja alemana. Todavía no se había inaugurado. Todos los equipos y máquinas han quedado inutilizables, incluso las ambulancias que había en el garaje del hospital fueron bombardeadas. Había cinco y estaban vacías. Dos de ellas quedaron destruidas en el garaje. Una tercera lo fue mientras el conductor, Mahmud Chiad Abid, a quien asesinaron, intentaba rescatar a una familia el 1 de octubre en Karabla. Las restantes muestran los impactos claros de los disparos.
«Pero, si el hospital estaba vacío, ¿por qué lo bombardearon? Los estadounidenses suelen decir que había terroristas en el interior!», le preguntamos:
«Le aseguro que no se encontró un solo cuerpo bajo los escombros, ni una sola persona herida. Atacaron el hospital el 7 de noviembre, dos días después del principal ataque a al-Qaim. No había pacientes, no había personal médico y no había hombres armados. No obstante, una doctora decidió quedarse en el hospital pero durante el bombardeo se escondió en una casa vecina. El 90 % del hospital quedó destrozado. Exijo al ministerio de Sanidad, al Gobierno iraquí, a las organizaciones internacionales e iraquíes que nos ayuden a reconstruir lo que podamos. Por supuesto que los departamentos bombardeados no tienen reparación posible. Tal como ven ustedes, hay que construirlos de nuevo, pero los otros podemos rehabilitarlos. El ministerio no ha enviado una delegación para comprobar los daños y evaluar los costes. Ya hace más de un mes y el hospital todavía funciona.»
El Hospital General de al-Qaim es uno de los más importantes hospitales de la región occidental de Iraq y da servicio a toda la zona desde Hadiza hasta la frontera, donde hay centenares de pequeñas ciudades y aldeas. Varios centros de atención médica están conectados con él. En Hadiza hay otro hospital general que cubre la zona que comprende desde la ciudad de Hadiza hasta Ramadi. Ambos hospitales están ahora gravemente dañados y quemados [3].
El Dr. Hamdi ha instalado en el jardín del hospital cinco grandes tiendas de campaña para los departamentos de Consultas Médicas, Pediatría y de Urgencias. Las otras dos sirven de almacén de medicamentos y muebles. Una pequeña sala vacía se utiliza como paritorio donde no hay ningún tipo de equipamiento para examinar a la madre y al bebé salvo dos camas. Asistimos a una operación de urgencias. Las ventanas del lugar de operaciones, las paredes y las puertas estaban rotas, pero el personal sanitario hizo todo lo que pudo para mantener todo limpio y esterilizado. Todo fue bien. «Ustedes son héroes», dije. «No -contestó el médico- sólo hacemos lo mejor que podemos».
Pero sí, eran héroes para trabajar en semejantes condiciones. La mayoría del personal sanitario donaba sangre para los pacientes y volvía de inmediato al trabajo. Tienen grave carencia de bombonas de oxígeno por lo que lo racionan para utilizarlo sólo en operaciones de urgencia. No disponen de más de diez botellas. «Con personas como ustedes siempre hay esperanza», decimos. El Dr. Hamdi se sonríe, «Nunca perdemos la esperanza». Ningún medio de comunicación estuvo presente para dar cobertura y mostrar la tragedia de al-Qaim.
17 miembros de una familia, asesinados en segundos
Modhhir Najim Abdulla, guardia de seguridad del hospital, nos llevó a la casa de su tío, que había sido bombardeada, donde 17 mujeres, niños y civiles fueron asesinados. La casa de Arkan sólo eran bloques de hormigón amontonados. El techo se había derrumbado sobre el suelo. Allí vivían cinco familias. Ninguna de ellas era extranjera o combatiente. «Sólo quiero saber por qué, quiero una justificación», comienza Modhir, «el bombardeo se inició el 5 de noviembre, nos dijeron por los altavoces que permaneciéramos en casa, que no saliéramos, y así lo hicimos. Quince minutos después empezaron a caer bombas. No avisaron para que se evacuara, así que no tuvimos oportunidad de escapar. El 7 de noviembre nos enteramos de que la casa de nuestro tío había sido bombardeada. Como no podíamos ir a comprobarlo fuimos a los soldados estadounidenses más cercanos y se lo dijimos. Ellos nos acompañaron y esto es lo que encontramos».
Modhir no gritaba, pero su voz expresaba una gran indignación . Su hermana, Najla, que era la mujer de su primo, estaba embaraza de nueve meses. Se le iba a practicar una cesárea porque había superado en una semana el plazo previsto del embarazo. «No puedo describirla a ella ni al bebé cuando sacamos los cuerpos». Otro de los bebés del primo tenía sólo 25 días. Un tercer cuerpo de niño no se encontró hasta dos días después. Modhir trajo los documentos de identidad de la familia, sus certificados de defunción y fotos.
Aquí están con su nombre, edad, parentesco con Arkan y causa de la muerte:
Familia de Arkan Abdullah:
1. Alia Amir, 50 años, esposa, cráneo aplastado, costillas rotas, quemaduras y heridas en el pecho y abdomen. 2. Asma’a Arkan, 23 años, hija, asfixiada. 3. Inam Arkan, 14 años, hija, cráneo roto. 4. Lubna Arkan, 12 años, hija, heridas en la cabeza y asfixia. 5. Abdul Razzaq Arkan, 10 años, hijo, costillas rotas y asfixia. 6. Mahmud Arkan, 22 años, cráneo roto y asfixia.
Familia de Sadam Arkan:
7. Jatar Dahham, 28 años, nuera, heridas y cráneo roto. 8. Duha S. Arkan, 10 años, nieta, cráneo roto y heridas en la cabeza. 9. Abdullah S. Arkan, 9 años, nieto, desgarros intestinales. 10. Zammir S. Arkan, 4 años, nieto, costillas rotas, hemorragia pulmonar y piernas rotas. 11. Amir S. Arkan, 7 años, nieto, fractura de cráneo, asfixia y heridas en las piernas. 12. Yahia S. Arkan, 3 años, fractura de cráneo. 13. Saja S. Arkan, 2 años, nieta, cráneo roto, desgarros musculares y costillas rotas.
Familia de Fanar Arkan Abdullah:
14. Najla’a Najim, 22 años, nuera, fractura de cráneo, asfixia. 15. Leila Fanar Arkan, feto, certificado de nacimiento y defunción simultáneos. 16. Ahmad Salih Amir, 25 días, sobrino, heridas en la cabeza, pecho y costillas. 17. Jattab Mahmud Arkan, 2 años, nieto, fractura de cráneo.
«¿Cree que alguno de ellos era terrorista?: éste, o éste o quizás éste». Las fotos eran de mujeres en una fiesta, de muchos niños en diferentes ocasiones… «Ésta es mi hermana, éste su hijo, ése es mi primo más joven…» -señalaba sus rostros y decía sus nombres. Yo tenía la sensación de que la lista no tendría fin: «Por favor, déjelo ya», le pedí.
«¿Por qué cree que bombardearon la casa de su tío?», pregunté. «No lo sé, quiero que respondan a esa pregunta. Bombardearon tres casas en esta calle. En otra de ellas fueron asesinados una mujer y siete niños. Era la casa de Fuad, está ahí. La tercera estaba vacía y ya no quedan más que ruinas, puede verla usted. Puede que tuvieran informaciones equivocadas sobre estas casas, no lo sé; puede que cometieran un error…, pero esas no son excusas. Incluso los soldados estadounidenses, los iraquíes, el periodista de la CNN gritaban cuando vieron lo que le había sucedido a mi familia». La familia fue enterrada en el jardín.
Las tropas estadounidenses han practicado en al-Qaim la clásica táctica sucia colonial de dividir y conquistar. Se han aliado con una de las tribus principales, la de Al bu Mahal, contra otra también muy importante, la de Al Salman. Se sirven de una para obtener información sobre la otra. Esa gente puede cometer equivocaciones o se les puede facilitar información falsa por distintas razones pero en el proceso se asesina a inocentes. En la reciente operación «Telón de Acero» se han arrestado a miles de personas, se han servido de delatores de otra tribu para llevarse a quienes pensaban que eran insurgentes. La historia se ha repetido en muchos lugares: Rumanna, Karabla y al-Ebeidy. Por supuesto, a quien se le señala como colaborador [de la resistencia] se le asesina. Al-Qaim es un ejemplo de lo que está ocurriendo en diferentes partes de Iraq.
La vivienda de Fuad era sólo una escombrera polvorienta. De nuevo, ladrillos dispersos y bloques de cemento. Se pidió a Nassir, un primo, que describiera lo ocurrido:
«No lo sabemos, fue por casualidad. Nuestra casa había sido asaltada y yo estaba alterado por lo que decidí ir a visitar la casa de mi tío Fuad. Toda la zona estaba vacía, y sólo los soldados estadounidenses ocupaban el lugar. Cuando me acerqué a la casa estaba como la ven ustedes ahora. Escuché la voz de mi primo Salam y la de su hermana Anwar que pedían socorro. Estaban heridos. Pero otros siete fueron asesinados. Mi primo Isam (35 años), su mujer (25 años) sus hijos. Hani (7 años) y Rim (3 años), su hermana de 20 años, la novia de Salaam, Sheima (20 años) y Quteiba, todos fueron asesinados.»
Bombas de fósforo blanco
Las historias de familias enterradas bajo los escombros se han convertido en algo habitual en al-Qaim. En la casa de Mohsin Mohammad, cerca de la central eléctrica, una familia de 20 personas fue asesinada y en la vivienda de Mohsin Hommadi, se nos ha dicho que ha habido 35 muertos. «Utilizamos los refrigeradores de alimentos para guardar los cuerpos humanos», afirma A., un empleado del hospital. A. no abandonó al-Qaim durante el último ataque. Él describe lo sucedido:
«El 5 de noviembre a las 3 de la madrugada los soldados se desplegaron en la zona del ferrocarril y de Saray mientras el bombardeo no cesaba. Se cortaron el agua la electricidad. El bombardeo era al azar. Los tanques entraron en las calles de forma salvaje. Disparaban a todas partes, incluso a una pequeña puerta. Éramos dos familias las que permanecíamos en toda la calle. Mi puerta ya estaba rota por el bombardeo. Avancé lentamente para abrir las puertas del interior. Eran unos cuarenta quienes asaltaron mi vivienda. Preguntaron sobre terroristas y armas; registraron la casa y no encontraron nada. Mientras estaban en mi casa fueron atacados. Como represalia, en 6 minutos destruyeron tres viviendas. Se nos dijo que abriéramos la boca y nos tapáramos los oídos cuando empezara el bombardeo. Un periodista que los acompañaba puso en marcha mi generador eléctrico y se puso a enviar su crónica desde mi casa. Hicieron zanjas en la casa de mi vecino Hadg Zammer, abrieron grandes agujeros en las paredes y echaron abajo el tejado.»
AM., otro empleado de Rumanna narra: «Vimos 14 [helicópteros] Chinook que lanzaban bombas, supimos que se estaba produciendo el ataque principal sobre Huseiba y cinco días después conocimos que los ataques se producían en Karabla y Ebeidy, que recibió 50 misiles desde el amanecer hasta la salida del sol, a las 6 de la mañana. Un hombre afirmó que habían utilizado fósforo blanco».
«¿Cómo lo sabía?», le preguntamos:
«Dijo que cuando se enterraron los cadáveres, sus ropas estaban intactas, pero cuando se agarraba los cuerpos eran como cenizas. En Rummana reunieron a todos los hombres y los iraquíes que los acompañaban señalaron a quienes había que llevarse. Los soldados todavía ocupan las escuelas y los centros sanitarios. Piden a las familias que abandonen sus viviendas y después arrasan las casas. Lo han hecho con 15 viviendas en Rummana y, en un mes se ha asesinado al menos a 150 personas allí. El 15 de noviembre, en Ebeidy, obligaron a las familias a pasar la noche al raso. Dos recién nacidos murieron de frío.»
Al día siguiente, intentamos ir a Rummana. Todavía era peor de lo que AM había descrito. El puente había sido bombardeado dos veces. Tras el primero, los coches no podían cruzarlo, sólo era posible hacerlo a pie. Entonces se bombardeó de nuevo hasta dividirlo en tres partes, que emergen del Éufrates como un testimonio permanente de la barbarie colonial estadounidense.
Notas de IraqSolidaridad:
1. La provincia de al-Anbar tiene por capital Ramadi y en ella se encuentran, además de Faluya, la ciudad de al-Qaim y Hadiza, y otras más pequeñas mencionadas en esta crónica. Tras la operación «Cortina de Acero»; una nueva ofensiva militar de las fuerzas de ocupación y colaboracionistas (Moonlight) se iniciaba en el alto Éufrates el lunes, 19 de diciembre, según han informado mandos militares de EEUU (Kuna, 19 de diciembre, 2005). 2. La CEOSI había destinado fondos de su campaña sanitaria al Hospital General de esta ciudad y a población refugiada de anteriores operaciones militarse de EEUU; véase al respecto en IraqSolidaridad: La CEOSI ha destinado en los últimos tres meses más de 15.000 euros a los refugiados y hospitales de al-Qaim y Hadiza – El Pentágono da por concluida su nueva ofensiva contra Hadiza, que ha provocado un empeoramiento de la situación humanitaria en la zona y Segunda fase de la iniciativa de apoyo sanitario a Iraq. Véase también: Sabah Ali: ‘Hospital de al-Qaim: Una tragedia casi imposible de describir’ – Ramadi, en poder de la resistencia Sabah Ali: ‘Al-Qaim (y II): Otro Faluya’ Sabah Ali: Crónica de un ataque anunciado. Una vez más, familias sitiadas en campamentos de refugiados 3. Además de los enlaces de la nota anterior, véase respecto a Hadiza: Sabah Ali: Hadiza (y II): Una ciudad aplastada bajo la ocupación. Francotiradores estadounidenses asesinan indiscriminadamente a los vecinos y Sabah Ali: ‘La estrategia estadounidense de asalto a hospitales: destruir hasta el punto que reparar sea imposible’ – Estimación del coste de la reconstrucción y nueva dotación del Hospital Central de Hadiza, y necesidades inmediatas
Traducido para IraqSolidaridad por Felisa Sastre