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Patti Smith, la diosa punk

Fuentes: Rebelión

Es, por derecho propio, una de las grandes figuras del rock mundial. Una vida entera dedicada a la música, a la poesía, a la pintura, al teatro, al arte, así lo atestiguan. El periodista Toni Castarnado se refirió a ella recientemente en la revista Ruta 66 como «la jefa suprema del rock.» Juan Cervera, en […]

Es, por derecho propio, una de las grandes figuras del rock mundial. Una vida entera dedicada a la música, a la poesía, a la pintura, al teatro, al arte, así lo atestiguan. El periodista Toni Castarnado se refirió a ella recientemente en la revista Ruta 66 como «la jefa suprema del rock.» Juan Cervera, en Rockdeluxe, la definió como «una mujer-volcán siempre dispuesta a dejarse abrasar por el verbo y la electricidad.» Ha grabado un buen puñado de álbumes, alguno de ellos alcanza en estos momentos la categoría de mítico, como sucede con su debut discográfico, el magistral Horses. Ha escrito varias colecciones de poesía, que se cuentan entre los libros más importantes de la poesía escrita en inglés de último medio siglo, como es el caso de Babel. Es considerada por gran parte de la crítica musical como una figura icónica del punk, que ha ejercido su magisterio y su influencia sobre otras tantas artistas tan diferentes entre sí, como Courtney Love, Madonna o Hope Sandoval, por poner sólo algunos ejemplos. Es respetada y admirada tanto en su país, los Estados Unidos, como en el resto del planeta. Y tanto es así, que el propio Bob Dylan, amigo personal de la cantautora, le pidió que recogiera el premio Nobel en su lugar la noche en que se le hacía entrega de tan alto honor. Estamos ante una artista única, que ha sabido como nadie transformar el dolor cotidiano en poesía. Señoras y señores, con todos vosotros, Patti Smith.

Patricia Lee Smith vino al mundo el 30 de diciembre de 1946, en la fría ciudad de Chicago, en el estado de Illinois, un lugar donde campaban a sus anchas los gánsteres de medio pelo y los músicos de jazz y blues. Aunque muy pronto la familia abandona Chicago para recalar en Nueva Jersey, donde vivirá la mayor parte de su niñez y su adolescencia. De su madre, Beverly, testigo de Jehovah, hereda el gusto por las historias de la Biblia y de su padre, Gary, un obrero que amaba los libros, la pasión por la poesía como herramienta de transformación social. Su niñez estuvo plagada de enfermedades de todo tipo: tuberculosis, hepatitis, escarlatina. Esto la hizo siempre relativizar los problemas, anteponiendo la salud y la felicidad personal a todo lo demás. «Tuve mucha suerte en mi adolescencia», contó en una entrevista. «Crecí durante el mandato de John F. Kennedy, durante la era de Dylan y los Stones. En aquella época habías muchas cosas buenas que me inspiraban y mi mente era muy fértil.» Algunas de esas cosas que le sirvieron de inspiración fueron la música del saxofonista John Coltrane, los escritos de Susan Sontag o la Declaración de Independencia de su país.

Patti Smith siempre demostró tener unas grandes cualidades artísticas, tanto para la escritura como para la pintura. «Desde muy pequeña, el arte me dio fortaleza», confesó a su amigo Ben Edmonds en una entrevista. Su mayor deseo era convertirse en poeta, escribir versos desgarradores, empapados de locura, siguiendo la estela de sus admirados maestros, los escritores beat, Allen Gingsberg y William Burroughs. Pero muy pronto el rock se cruza en su camino para cambiarlo todo. Así lo explicaba en una entrevista:

Yo llegué al rock and roll por razones políticas, quería ser como uno de esos héroes de la revolución norteamericana, Adoraba el rock, pero miré a mi alrededor y vi que se estaba convirtiendo en algo completamente aburrido. No éramos muy buenos al principio, pero nos sentíamos como despertadores humanos -¡arriba, arriba!- que llamaban a la acción.

La carrera de Patti Smith está íntimamente ligada a la ciudad de Nueva York, a donde llega cuando la década de los sesenta está herida de muerte, y a locales como el CBGB o al Max’s Kansas City. Sobre los escenarios de estas míticas salas neoyorquinas, la cantante fue esculpiendo su mezcla de punk-rock, poesía, interpretación e improvisación, creando un estilo propio que la ha convertido en la artista personal e intransferible que es hoy. A su llegada a Nueva York, se instala en el legendario Hotel Chelsea, donde conoce en primera persona la vida artística y bohemia neoyorquina. Sobre el mítico hotel recuerda,

Estar sentada en una habitación con Janis Joplin, Roger McGuinn, Kris Kristofferson, Billy Swan, toda aquella gente… Se enseñaban unos a otros las canciones que habían escrito. Cuando llegaban a mí, me decían: «Bueno, ¿y tú qué tienes?». Yo leía un poema y ellos me respetaban. También conocí a William S. Burroughs. Era todo un caballero, un hombre especial. Me dio un ejemplar de su libro «Los chicos salvajes» y me impresionó mucho.

Allí se rodeó de artistas y músicos de la talla de Robert Mapplethorpe, Sam Shepard, Gregory Corso, Lenny Kaye, su mano derecha durante la mayor parte de su carrera, Richard Shol, Ivan Kral, Jay Dee Daugherty, Tom Verlaine, John Cale y sobre todo del que fuera su esposo, Fred Sonic Smith, guitarrista del grupo de Detroit MC5, con quien convivió desde 1980, hasta su muerte, acaecida en 1994 y con quien tuvo un hijo, Jackson, y una hija, Jessie Paris.

Su carrera como artista tiene principalmente dos facetas; la musical y la literaria. Como cantante y compositora Patti ha grabado, hasta la fecha, casi una docena de álbumes: Horses (1975), Radio Ethiopia (1976), Easter (1978), Wave (1979), Dream of Life (1988), Gone Again (1996), Peace and Noise (1997), Gung Ho (2000), Trampin’ (2004), Twelve (2007), Banga (2012). Sin duda, su obra más importante, esa que le ha abierto de par en par las puertas del Olimpo, es su primer elepé, Horses, que se ha convertido en un disco imprescindible de la historia de la música contemporánea. El disco, grabado en 1975, y publicado unos días antes de las navidades de ese mismo año, fue producido por John Cale, y aunque en su momento no vendió grandes cantidades de copias, a día de hoy se ha convertido en un disco de culto, aclamado por artistas como Morrisey, P. J. Harvey o Michael Stipe, vocalista del grupo R. E. M. La portada del álbum también se ha convertido en una imagen simbólica de toda una época. Se trata de una fotografía, realizada por Robert Mapplethorpe, de una delgadísima Patti, vestida con una camisa blanca, pantalón negro, y con una chaqueta negra al hombro, al estilo Sinatra. Es una imagen absolutamente andrógina, llena de misterio. Una de las mejores portadas de la historia del rock. El periodista Juan Vitoria incluyó Horses en su libro Los 100 mejores discos del rock, y decía de él que «es un torrente incontrolable de sensaciones peligrosas donde el rock colisiona con un muro de desesperación.» Y para el crítico Diego A. Manrique Horses supuso «su beatificación a 33 revoluciones por minuto».

Patti Smith ha escrito algunas canciones memorables: «Birdland», «Dancing Barefoot», «Because The Night» (compuesta a medias con Bruce Springteen, y probablemente su canción más popular a nivel comercial), «People Have The Power», «Rock’n’roll Nigger», «Summer Cannibals», «Free Money», «About a Boy» (dedicada a la memoria de Kurt Cobain»), «Beneath The Southern Cross» y muchas más. De todas las canciones que ha escrito, su favorita es «Gone again». De ella dijo: «Recuerdo cuando escribí «Gone Again», no podía parar de llorar, de alegría y de tristeza, y ese fue un regalo personal que me ayudó a seguir viviendo. Probablemente esa es la canción más triste que he escrito nunca, la más profunda.»

Como escritora, Patti Smith ha publicado varias colecciones de poemas, libros de memorias, prosa poética, letras de canciones, etc. Entre sus obras traducidas al castellano están Babel, Un fuego de origen desconocido, Éramos unos niños, Tejiendo sueños,Devoción, Apuntes de estética Artium, M Train o Mis mejores canciones. Su obra literaria está muy influida por poetas como William Blake, Allen Gingsberg, William Burroughs, Charles Baudelaire, y por encima de todos, por su admirado Arthur Rimbaud. La escritora nunca ha ocultado la pasión desbordada que siente por la obra del poeta francés, a quien descubrió de manera absolutamente casual: encontró una edición de Iluminaciones donde aparecía la imagen del poeta y en la que mostraba un gran parecido con Bob Dylan, así que decidió comprarlo. «Tras leerlo, comprendí el poder de las palabras», confesaba en una entrevista.» Desde ese momento, Rimbaud se convirtió en su poeta de cabecera y su influencia se puede rastrear en canciones como «Land», «Easter» o «Radio Ethiopia». Durante muchos años, ha puesto en funcionamiento el espectáculo Rock’n’Rimbaud, en el que recita poemas del poeta francés e interpreta canciones de su propia cosecha.

En los últimos años, Patti no se cansa de alabar la obra del escritor hispanochileno Roberto Bolaño, sobre todo su novela póstuma2666. En alguna ocasión ha confesado que la ha leído varias veces y que nunca se cansa de hacerlo. En uno de sus últimos conciertos en España, el hijo de Bolaño, Lautaro Bolaño, tuvo la oportunidad de acompañar a la cantautora sobre el escenario tocando la guitarra.

Patti Smith ha sido siempre una gran activista. Nunca ha ocultado su posicionamiento sociopolítico y su simpatía por determinadas causas, como el pacifismo, el ecologismo y, sobre todo, el feminismo. De la misma manera, ha mostrado su apoyo por el pueblo palestino, y su rechazo frontal a la violencia israelí, a la ocupación del Tibet por parte de China, a la invasión de Irak, a las políticas imperialistas de las diferentes administraciones estadounidenses, a la prisión de Guantánamo, o más recientemente a Trump y su política anti-inmigración. Además nunca ha dudado en apoyar públicamente al candidato ecologista y defensor de los derechos de los consumidores frente a los todopoderosos lobbies, Ralph Nader, cada vez que éste se ha presentado a las elecciones presidenciales de su país.

En la actualidad Patti Smith es venerada y respetada por las nuevas generaciones de músicos y por el público de medio mundo. A pesar de que ya ha superado los setenta años, su vitalidad, su capacidad de trabajo y su fuerza siguen siendo su gran baza. Y sus ganas de vivir, aprender y disfrutar quedan patentes en esta frase: «Cada día surge algo nuevo y maravilloso. Puede ser un nuevo libro, o la hermosura del cielo o la luna llena o entablar una nueva amistad: la vida es muy interesante.» O esta otra que resume de manera perfecta su filosofía vital: «No quiero estar muerta. Quiero existir siempre. Me encanta la vida y este planeta y ser humana.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.