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Pensar a contracorriente

Fuentes: Rebelión

La primera experiencia del Concurso internacional de ese nombre ha sido un éxito que nos brinda confianza y optimismo. El Instituto Cubano del Libro lo convocó hace un año, cuando la marea militarista de la «guerra contra el terrorismo» estaba tan alta que hasta George Bush hijo se vestía de militar, al menos entre un […]

La primera experiencia del Concurso internacional de ese nombre ha sido un éxito que nos brinda confianza y optimismo. El Instituto Cubano del Libro lo convocó hace un año, cuando la marea militarista de la «guerra contra el terrorismo» estaba tan alta que hasta George Bush hijo se vestía de militar, al menos entre un helicóptero y la cubierta de un navío. Aunque millones de manifestantes habían expresado su repudio, la bárbara invasión de Iraq se consumó, fueron asesinadas millares de personas, ocupado militarmente un país y arrojados a la basura el derecho internacional y las Naciones Unidas. Otra vez se cernió sobre Cuba la amenaza de una agresión militar. En ese marco tan adverso se lanzó la convocatoria al concurso, en los días en que la solidaridad latinoamericana y mundial con la revolución cubana era cuestión de polémicas y reafirmaciones.

Los intelectuales concientes estaban muy activos, intentando que el pensamiento ocupara su lugar contra la desesperanza y la impunidad. Este concurso incipiente, convocado desde una isla sitiada, tenía como único requisito de contenido el de presentar productos de pensar a contracorriente de los poderosos que pretenden dominarlo todo. Se les pidió a figuras muy destacadas del pensamiento social de América, África y Europa que fueran los jurados. Todos los consultados aceptaron de inmediato. Y lo más impresionante ha sido la participación: 249 ensayos procedentes de veinticinco países, con una calidad admirable en asuntos, riqueza de argumentos e ideas, diversidad de enfoques, matices y posiciones. Su brújula apunta al norte y eso los hermana; por lo demás, abarcan todos los colores del espectro.

Esa plétora hizo sumamente difícil seleccionar los premios. Cuatro ensayos quedaron en esa condición singular, por reunir valores descollantes y profundizar en asuntos muy representativos. El Jurado decidió -un poco también a contracorriente de lo usual- no discernir lugares entre ellos, y dejarlos así, hermanados. Debo añadir que representan además a una masa de trabajos premiables, que despliegan temas como estos: la guerra de resistencia iraquí, las cuestiones de género, la nación y el pensamiento social actual, la lucha palestina, los medios masivos y la dominación, la utilización crítica del marxismo, los pueblos y la integración latinoamericana, problemas europeos actuales, el socialismo, los zapatistas.

Cierto número de textos son expresivos de la irrupción de intelectuales que no forman parte de los contingentes profesionales o experimentados, pero que manejan buenas informaciones, lecturas no completadas, ideas muy valiosas, lucidez y audacia, segura militancia y prosas variadas. Bienvenidos sean estos ensayistas a contracorriente, que el mundo que debemos crear necesita la multiplicación urgente de los entendimientos y de los productores de ideas, para que la obra sea posible. Sólo les pedimos que sigan escribiendo y participando.

Además del libro de los premiados, el Instituto publicará una Antología del Concurso, que contendrá una muestra representativa de la riqueza y variedad a la que me referí arriba. A partir del esfuerzo de sus trabajadores, esperamos contar con esas obras para la próxima Feria Internacional del Libro.